Ella no es simplemente una guitarrista, sino una de las más importantes mujeres dentro del rock argentino. Su ternura y timidez chocan con la tremenda perseverancia que le da ser la tataranieta de un cacique Ranquel. Este es el encuentro con María, la hermosa cómplice de Charly.
Casi a las dos de la madrugada el caos reinaba tras el escenario del Estadio Nacional. Era definitivo: Charly García no tocaba. Un centenar de fans rodeaban las puertas del túnel donde estaba el músico argentino. De pronto, en medio del piño de gente, apareció una silueta chiquita con una guitarra en la espalda. Zigzagueando entre los enardecidos admiradores cruzaba inadvertida María Gabriela Epumer, la increíble guitarrista de la banda de García.Sabía que no solo es una de las más importantes mujeres del rock argentino, sino que además es la tataranieta de un Cacique Ranquel, ex pareja de un político argentino, cómplice musical de Charly y dueña de unas manos que le sacan besos a la guitarra. Traté de acercarme, pero el tumulto me impidió llegar antes de que se metiera al camarín. A pesar del traspié, no todo estaba perdido: Mañana temprano intentaría ubicarla en el hotel.
-Hola, sabes que soy periodista y me gustaría hablar contigo para hacer una nota- dije por teléfono desde el diario.
-Mira, pero yo no voy a hablar de lo que pasó con Charly– me dijo de inmediato con voz de sueño.
-No, es para hablar de ti, de tus discos, de tu vida. ¿Estabas durmiendo? – digo, porque se hace un silencio.
-Estoy un poco dormida, pero ya desperté. Bueno, vente como a la una y charlamos.










