miércoles, octubre 27, 2021

Las locuras de Charly

Ahora es fácil ser fan de Charly García; ahora que no hay peligro, ahora que ya pasó la desintoxicación, ahora que Charly está encerrado en su casa, en una cuarentena que empezó mucho antes que la del coronavirus. Ahora que la prensa especializada y los encuestadores del canon revistero ya ordenaron definitivamente sus discos en listas en las que los primeros puestos siempre son para otros. Charly es ahora ese viejito que hizo las canciones que hizo, que cantó en clave las letras con las que el rock narró los 70’ en esta parte del mundo; ahora es ese “ser” (¿Spinetta dixit?) que nos puso a bailar cuando todavía nadie salía a bailar el rock; el que en 2009 volvió desde no se sabe dónde o desde la quinta de Palito (¿o era una estancia?). El homenajeado; el Doctor Honoris Causa; el que fue al velorio de casi todos los demás (de Soriano a Cerati); el que llegó “al Colón” (el que suspendió un Colón); el que en dos horas de venta de tickets llena cualquier sala argentina para un recital que probablemente durará un poco menos. Ahora no sólo es fácil ser fan de Charly García, ahora es casi un deber del buen argentino.

Pero no siempre fue así; hubo un tiempo, que fue hermoso, en el que seguir a Charly tenía un costo, había consecuencias sociales, había que dar explicaciones. Los mayores nos decían que Charly ya había cantado para ellos, que los discos que importaban habían salido cuando nosotros todavía no habíamos empezado la primaria. Algunos de nuestros congéneres (los que se seguían “llamando chabones”) se alistaban en las filas de esas bandas cuya línea genealógica termina en República Cromañón pero que, si la remontamos, conduce inequívocamente a Los Redondos. Otros se reconocían en las playlist de “Los 40 principales” y sus satélites; o se volcaban de lleno a la “guerra de los colores” y a viajar “a 2000” por las rutas argentinas del cuarteto. Todos, “sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política” convenían en que Charly García estaba loco.

Hacia mediados de los 90, la idea de que Charly estaba loco era un elemento constitutivo de la atmósfera cultural argentina; en la tele, en los diarios, en la radio, en la escuela, en las discusiones familiares, la frase “Charly está loco” pululaba como un argumento irrebatible que pretendía neutralizar cualquier intento de vindicación o defensa; deslumbrados por su magnética lucidez, nosotros éramos eso, los seguidores de un “loco” que, dos semanas después de presentar Say no more en el Ópera, aseguraba estar librando una “guerra contra la nada” (la enigmática frase era una alusión que pasó desapercibida pero que remitía a la alegoría central de La historia sin fin).

El dilema, por supuesto, era un poco más escabroso. La paulatina figuración de la locura de Charly comienza mucho antes de que los medios masivos lo redujeran a materia prima del escándalo. El primer diagnóstico del que tenemos noticia, de 1972 pero anterior a la grabación de Vida, se lo debemos a una institución que, según  su propio lema, “nació con la patria en mayo de 1810”: el Ejército Argentino. Su jefe, Alejandro Agustín Lanusse, oficiaba de Presidente de facto al mando de la autoproclamada Revolución Argentina. Según Sergio Marchi, la frase precisa que utilizaron fue “maníaco-depresivo, con personalidad esquizoide” y se convirtió en el salvoconducto que, a los pocos meses de comenzado, liberó a Charly García del Servicio Militar Obligatorio. Es raro decirlo, pero la institución disciplinadora hizo su trabajo con perspicacia y descubrió a Charly García incluso antes que el mercado, la industria y Jorge Álvarez.

Ese diagnóstico funda la locura de Charly y, al mismo tiempo, propicia el movimiento especular con el que Charly responderá a esa acusación durante los años siguientes, y aún durante las próximas décadas. Ahí es donde empieza a tomar forma el “ejército loco” de esa canción que termina diciendo “porque para ellos el loco era yo”. Pero Charly da un paso más, porque la democracia argentina también está signada por ese ejército. De una forma menos evidente, esa respuesta especular aparece también en “Juan Represión” (“está tan loco el pobre”), una letra que juega con el nombre propio más común de nuestra lengua y a la vez el más singular de nuestra historia política: el de Juan Perón. Las hipótesis de lectura se multiplican pero hay algo en la letra que se trasluce de manera distintiva, la duplicidad del protagonista y su percepción invertida de la realidad: se viste de bueno con el disfraz de villano (¿un león herbívoro?), los malos de la historia son los héroes cotidianos, quiso ser un superhombre pero la realidad se le escapó de las manos, los reprimidos serán sus amigos cuando se quite la máscara. La fábula pareciera encriptar las coordenadas históricas que rodean la génesis de esta canción, en 1974: la “bipolaridad” y la doble identidad del peronismo en el regreso del líder, ese Juan que, Charly parece no olvidar, también formó parte del Ejército loco que, durante el siglo XX, asumió la función ejecutiva por todas las vías que tuvo a su alcance.


Estas apreciaciones resultan menos sospechosas a la luz de dos datos. El primero es la participación de Sui Generis, entre otros “conjuntos de música moderna”, en el “Festival del Triunfo Peronista”, en marzo de 1973; la crónica de la revista Pelo menciona la presencia del vicepresidente Solano Lima y la precipitación de una intensa lluvia que marcó el final del multitudinario festival antes de que terminara el set de la segunda banda. El otro son las letras de “Música de fondo para cualquier fiesta animada” e “Instituciones” que no quedaron en el disco y las variaciones en vivo (registradas en el monumental trabajo de Di Pietro) cuyas alusiones a “padres que acaricien mi espalda” y a “un presidente hablando sobre un pueblo en paz” (no ya a un difuso rey, imaginario o no) alientan esta lectura. Menos que instancias de una militancia sostenida u orgánica, parecen indicios de una experiencia de politización y desencanto que, felizmente aunque censura mediante, redundó en la necesidad de Charly de desmarcarse de la lírica “panfletaria” (Nito Mestre dixit) para intensificar la filosa polisemia que en adelante marcará su obra.

Aquella experiencia de Charly en la colimba se suele contar de manera anecdótica y risible; sin embargo, ese acontecimiento se vuelve significativo a partir de sus efectos. De un modo casi directo, le debemos a las Fuerzas Armadas “Canción para mi muerte”, “Botas locas” y, aunque de manera menos inmediata, parte de lo que vino después, entre Pequeñas anécdotas…  y Clics modernos. Mirada de cerca, esta idea anodina es una de las hipótesis estéticas más fuertes de la cultura argentina; un planteo que atraviesa transversalmente nuestra historia. David Viñas la instala cuando dice que “la literatura argentina empieza con Rosas”, es decir, cuando Esteban Echeverría, Sarmiento, Juan María Gutiérrez y Alberdi escriben contra Rosas y se proponen instaurar las bases de una literatura nacional. No es del todo distinto lo que ocurre, por ejemplo, con Borges, cuyos cuentos más potentes, los incluidos en Ficciones y El Aleph, fueron escritos en buena medida contra el modelo cultural (y político) que dominó durante el primer peronismo. No se trata, entonces, de una cuestión temática o contestataria sino de la potencia estética y crítica de esas canciones en cuya complejidad está operando también el poder de un enemigo divisado. Charly se lo explicaba a Mariana Enríquez de esta forma:

Lo que voy a decir ahora puede parecer fascismo, pero no lo es, nada que ver. La situación de que haya un enemigo claro, y que te tengas que jugar por algo, hace la hamburguesa de la canción. El arte era mejor cuando estaban los militares.

No es casual que hayan aparecido aquí el nombre de David Viñas y su hipótesis sobre la literatura (en nuestro caso el rock) según la cual la disidencia política puede redundar, para ciertos artistas, en una densidad estética y crítica particularmente significativa. Fue justamente Viñas el nexo que Jorge Álvarez eligió para acelerar la maduración política de Charly en términos teóricos menos ingenuos; de Beatriz Sarlo a Jorge Álvarez, todos (menos Sergio Marchi) dan testimonio de esos probablemente fugaces encuentros previos a la composición de Pequeñas anécdotas sobre las instituciones. Tampoco es casual que tanto “Botas locas” como “Juan Represión” hayan quedado fuera de la primera edición del disco.

Hasta aquí, podemos decir que cuando el Ejército argentino funda la locura de Charly, éste le devuelve su propia imagen invertida; pero hay más. La primera declaración pública de Charly negando su locura data nada menos que del especialísimo año de 1976, cuando desde el número 77 de Pelo afirmaba que no era un “loquito” (lo dice dos veces), al tiempo que se refería a “cierta gente” que, “sobre todo en el interior”, se le acercaba no por lo que era “como músico” sino por considerarlo “una especie de triunfador” que gana “mucha plata” o cual si fuera “un fenómeno de circo”. En ese breve “reportaje”, dado entre el final de Sui Generis y el comienzo de La máquina (de hecho participan otros integrantes de la banda), Charly señala que varios medios habían “inflado” un aspecto “absolutamente superficial” de su personalidad y que quiere transmitir una imagen “más real” acerca de quién es. Superficialidad, exitismo, dinero, publicaciones que aceleran el índice inflacionario de “falsas imágenes” consumidas “por tipos que viven de esa manera”. A los 24 años, Charly lanzaba hacia el futuro, en una línea paralela a su obra, un breve diagnóstico en el que no nos cuesta demasiado encontrar un perfil que se acentuaría en buena parte de la sociedad argentina durante las próximas décadas; quizá la locura ya era, como había cantado poco antes, “poder ver más allá”.

La locura reaparecerá como negación atenuada en “Yo no quiero volverme tan loco”. El adverbio “tan” y los “delirantes por ahí” tensan la cuerda que distingue entre lo que “no quiero” y lo que sí “quiero”, entre la locura política (“vestirme de rojo”, “saber lo que hiciste”, “sembrar la anarquía”, “vivir como digan”) y el delirio cultural (“bailando en una calle desierta”, “mundo de fiesta”). Esta canción, que forma parte del repertorio final de Serú Girán pero que será grabada recién en Yendo de la cama al living (donde también aparecen “los hambrientos, los locos, los que se fueron, los que están en prisión” de “Inconsciente colectivo”), es la escala previa a la expansión histérica de “Cerca de la revolución” (“todo el mundo loco y yo sin poderte ver”) y a la tautología invertida de “Raros peinados nuevos” (“el más cuerdo es el más delirante”); dos temas con explícitas connotaciones políticas (“no es solo una cuestión de elecciones”, “el pueblo pide sangre”, “y si vas a la derecha y cambiás hacia la izquierda”) que, teñidas de psiquiatría y farmacopea (“analistas”, “enfermero”), dan continuidad a la saga justo cuando la democracia empezaba a vacilar en la antesala de los Juicios a las Juntas.

A partir de Filosofía barata y zapatos de goma, aquella “cierta gente” que lo miraba como a un “loquito” parece haberse multiplicado; las alusiones a quiénes lo tildan de loco parecen definir un sujeto más amplio, en un crescendo paulatino que va desde el “no pienses que estoy loco”, de “De mí”, al “dicen que estoy loco, haga lo que haga”, del cover de “Mirando las ruedas”, grabado para Kill gil. Estos últimos ejemplos indican con claridad que ya no se trata de que las fuerzas represivas del Estado (“ellos”) lo tilden de loco o de la mirada extrañada que decía haber percibido en el interior del país sino de una idea socialmente extendida, que, como el mapa de Borges en “Del rigor de la ciencia”, se superpone palmo a palmo con la Argentina, a excepción de nosotros, “los aliados”. Así, a quienes ya lo atacaban desde los 80’ al grito de “puto” y “falopero” y a los fans desencantados que dejaron de seguirlo en torno al regreso de Serú Girán, se les sumó esa parte de la sociedad para la que Charly, como el Maradona maldito de los 90 (Zariello dixit), es un símbolo nocivo de la Argentina.


El arco temporal de esa dilatada y diferida “respuesta” quizá sea el primer indicio de eso que a fuerza de énfasis y repetición derivó en la idea común y transversal de que Charly estaba loco; no es descabellado pensar que esa es su mecánica ante la herida, ante el trauma. Entre la escena del diagnóstico inicial y Kill gil han pasado más de treinta años, en los que Charly, de algún modo, siguió contestando. Esta especie de conducta recurrente puede entenderse como que Charly es alguien que tiene que seguir explicando todo a través de los años, pero también como una mecánica de defensa y ataque que funciona por acumulación. Charly sigue contestando indefinidamente a los desaires que recibe (que son constantes); es algo que ocurrirá con cada una de las escenas tratadas inicialmente como escándalos por el periodismo (de las bajadas de pantalones al salto mendocino) pero también con cada uno de los rechazos estéticos (de Serú Girán o Clics modernos a Say no more; de la acusación de ser “blando” o de no ser un pianista tan jazzero como Diego Rapoport, para el “Tema de Nayla”, al “después te empezaste a copiar vos”, de Jorge Lanata).

Si, como decíamos al comienzo, para mediados de los 90’ la idea de que Charly estaba loco era un elemento constitutivo de la atmósfera cultural argentina, quizá resulte significativa una de las escenas más difundidas de aquellos años. El 5 mayo de 1994, en el hall del Teatro San Martín, Charly presentó algunos temas del inédito La hija de la lágrima en un recital gratuito y sin publicidad. El show es por momentos errático pero la lista de temas no parece azarosa, estará particularmente salpicada de alusiones significativas a la locura como la incorporación de “De mí” o el “será que estoy crazy Macaya”, en “Andan”, ente otras de sentido semejante. Esa tarde, veinte años después de que quedara afuera de aquel disco de Sui Generis, con el pelo no “muy corto” sino incendiado de rubio, Charly volvería a cantar “Botas Locas”. Es una ejecución con guitarra acústica y en solitario (es una forma de decir, el público canta casi toda la letra y le ayuda a recordarla), en la que va intercalando comentarios. Toda la versión sobre el “ejército loco” parece orientada a subrayar el consabido “porque para ellos el loco era yo”, de hecho le cede ese verso al público en algunas ocasiones pero él luego lo repite y subraya con un comentario actualizado: “la confusión subsiste” (también cantará “maté un par de tipos y decidí largarme”).

Al día siguiente, los periódicos (¿sensacionalistas?) hablaban de lo caótico que había resultado el improvisado show y del visible homenaje que, a un mes exacto del suicidio del líder de Nirvana, Charly llevaba en el pelo y en la remera. Curiosamente, nadie asoció la ejecución de “Botas locas” con la aparición del cadáver del conscripto Omar Carrasco, en el cuartel de Zapala, un día después de la muerte de Cobain (ni siquiera los exégetas que habían decodificado “Canción de Alicia en el país”). Ese era Charly a mediados de los 90’, cuando casi toda la Argentina pensaba sobre él lo mismo que el Ejército en 1972. Pasaron otros veintitantos años; ahora no sólo es fácil ser (o volver a ser) fan de Charly García, ahora es casi un deber del buen argentino. 

 

Por Martín Pérez Calarco

Fuente: Panamá Revista

El Blog de Charly García (hecho por DIOS)

martes, octubre 26, 2021

Charly encendió el CCK con un concierto histórico

La estrella homenajeada se subió al escenario del CCK y tocó varios temas  acompañado por Fito Páez, Hilda Lizarazu y Rosario Ortega, entre varios músicos. A lo largo de la tarde del sábado más de cien músicos tributaron a su figura y su marca dentro del rock y la música argentina.

 

Charly García se presentó de improviso en el CCK en la celebración de su cumpleaños y armó una fiesta flamígera en el Auditorio Nacional, donde a lo largo de la tarde más de cien músicos tributaron a su figura y su marca dentro del rock y la música argentina.

Lo que era un recital celebratorio y disfrutado por el público se transformó en un torbellino emocional con la aparición del hombre del bigote bicolor -con saco blanco, sombrero, brazalete Say No More y remera negra- que dio un show cargado de significados y de una potencia arrolladora.



Flanqueado por las vocalistas Rosario Ortega e Hilda Lizarazu -dos históricas del gran García- Fito Páez y el zorrito Von Quintiero, Charly volvió a ser él mismo el día de su cumpleaños, luego más de un año de silencios y en combustión con su gente, muchos de los cuales pasaron horas para conseguir una entrada redituó el sacrificio previo.



El gran rockstar argentino apareció sin aviso previo para cantar un rabioso "Cerca de la revolución", al que siguió "Promesas sobre el bidet" y "Raros peinados nuevos", en impagables versiones, en las que cantó sentado a los teclados.

Seguidamente la banda propuso y Charly cantó "Demoliendo hoteles" y después llegó el Feliz Cumpleaños a Charly cantado por todo el CCK.


"Una vieja canción que me transportó al estrellato argentino", dijo Charly al arrancar "Canción para mi muerte", el gran éxito de "Vida" el primer LP de Sui Generis de 1972, la última de las inolvidables canciones que esta tarde cantó en el CCK.

El concierto del CCK y en particular el segmento donde estuvo Charly fue seguido por una multitud congregada en las afueras del exCorreo Central, donde una pantalla gigante seguía las alternativas de lo que sucedía en el Auditorio Nacional en vivo y era visto centenares de jóvenes que no consiguieron entrada y se acercaron para seguirlo desde la plaza adjunta.


Antes de eso hubo otras dos secciones y después una cuarta pero lo que se llevaron todos en la memoria fue la aparición sorpresiva y de notable prestanza de Charly sobre el escenario.

El concierto arrancó con un recorrido camarístico por la obra de Charly a cargo de una orquesta de cámara de tres violines, tres violas, dos cellos, contrabajo, corno, oboe, flauta, piano y percusión.

El grupo académico, a través de un delicado trabajo arreglístico fue uniendo distintas piezas de García, poniendo de manifiesto la riqueza melódica de las creaciones del máximo rockstar argentino, maleables y dispuestas a asumir distintos formatos, registros e interpretaciones, que jugaron a modo de reformulaciones que nunca olvidaron el original del cual provenían.

Una platea atenta, colmada, expectante, recibió la música que llegaba desde el escenario con alegría y fue transitando sin excesos este reencuentro extraño de música, gente e interpretaciones en vivo en la pospandemia, en un concierto plagado de sensaciones afectivas por el tributo que rinde y la dimensión del creador al que celebra.

El momento culminante de este primer bloque, donde la música de Charly fue bañada por delicadas líneas académicas fue el desierto existencial que dibujó García en "Yendo de la cama al living", que arrancó las primeras palmas siguiendo la música e inyectó adrenalina a un concierto de mucha suavidad y densidad aérea.

Los arregladores Julián Caeiro y Pablo Salzman hicieron un recorrido casi cronológico por el repertorio de García uniendo distintas épocas del músico.

Luego llegó un segmento que dejó de manifiesto la inabarcable variedad de lecturas y marcó un profundo arco de influencias del creador de "Clics modernos" en músicos de las generaciones posteriores.

Desde una versión de "Pasajera en trance" en arpa y voz por parte de Sonia Alvarez, a una conmovedora interpretación de "Rezo por vos" en percusión de Santiago Vázquez que puso la piel de gallina, pasando por Darío Jalfin en una clásica pero bella puesta de "Canción de dos por tres", las músicas de García parecieron ampliarse y alcanzar nuevos aires en el Centro Cultural Kirchner.

En formato solista, a dúo o en trío, once grupos o artistas pasaron y entregaron una canción cada uno en homenaje al músico que cumplió 70 años y pusieron en acto la penetración de una música y un modo de hacer música argentina inolvidable que seguirá percutiendo por años y décadas.


Hubo apuestas más arriesgadas, un interesante acercamiento en teclado y caja de ritmos y sonidos de Nico Sorín a "Quizás, porque" -único tema del primer longplay de Sui Generis, "Vida" de 1972, que se tocó en el CCK- y otras absolutamente viradas a la improvisación jazzera como "Ojos de videotape" del trío de Ernesto Jodos (piano), Sergio Verdinelli (batería) y Mariano Otero (contrabajo), y "Nos siguen pegando abajo" de Diego Schissi acompañado por Diana Arias en contrabajo.

Hernán Jacinto y Andrés Beeuwsaert en piano, cada uno por su lado, marcaron también los amplios horizontes que puede encerrar la música de Charly y que como un tesoro puede expandirse y alcanzar dimensiones insospechadas que hacen aún más queridas las versiones originales.



Por Pedro Fernández Mouján y Martín Olavarría

Fuente: Télam

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

viernes, octubre 22, 2021

La Lógica del Escorpión


Un día antes de cumplir 70 años, Charly García habló sobre como se encuentra hoy y contó algunas anécdotas e intimidades de su vida por estos días. “Sexualmente bien, económicamente tirando y emocionalmente como se puede”, respondió Charly parafraseando a Mick Jagger. Se lo dijo a Roberto Petinatto, de manera telefónica, en Genio o Idiota, (Pop Radio 101.5). Además, el artista se mostró feliz de que este aniversario de su nacimiento llegue “con el fin de la pandemia”.

“¡No puedo salir a la calle! Y hoy están todos que me dicen cosas como: ‘Sin vos, no hubiera existido’”, contó García sobre cómo está viviendo la previa a su cumpleaños. “‘¿Y yo qué culpa tengo?’, deciles”, le sugirió Pettinato. “Sí, yo les digo eso”, concedió Charly.

Escuchá el audio acá:



El artista reveló que su disco nuevo se llamará La Lógica del Escorpión y reflexionó al respecto. “No hay lógica, hay suerte. Como la película esa de Woody Allen, que está jugando al tenis y dice: ‘Si la pelotita pasa...’. Entonces Woody Allen dice: ‘La mayoría de la gente no se da cuenta de lo importante que es tener suerte’. La suerte es más importante que muchas boludeces que uno piensa que van a salir como creen”, dijo Charly.

“Me da paz, porque si Keith Richards está vivo, yo me quedo tranquilo”, dijo Charly trazando un paralelismo con el guitarrista stone y además contó una anécdota que vivió con Charlie Watts, el baterista que falleció en el pasado mes de agosto. “Charlie se fue tocando su ritmo eterno. Era increíble. Una vez que estaba con ellos en el mismo lugar, yo me acerqué a donde estaba la comida, tomé un trozo de algo que no se de que mierda era y él me dijo: ‘Vos debés ser importante’”, recordó entre risas.


A pedido de Petinatto, García también se animó a trazar paralelos con otros grandes músicos de su generación. “Yo a esa edad estaba en la calle haciendo quilombo con la guitarra”, dijo al analizar la carrera de Los Beatles en sus comienzos. “Soy igual que Bob Dylan, pero me faltan los 900 palos verdes que tiene él en el banco”, agregó y generó más carcajadas en el estudio.

“Siempre fui famoso yo, desde que tengo uso de razón siempre noté que pasaba algo. En un momento dije: ‘¿Estoy loco o soy famoso?’. Si estuviera loco me hubiesen internado, así que debo ser famoso”, reflexionó al hablar sobre la fama. “Si sos famoso y te odian debe ser horrible”, agregó.

Charly reconoció que, actualmente, pasa gran parte de sus días viendo videos y escuchando música a través de YouTube, en donde descubre contenidos que lo apasionan. “Pasan cosas que me interesan mucho: cosas de músicos que tocan aislado, entonces yo lo puedo sacar y ponerlos en mis discos. Cosas de los años 60. Hay canales que pasan esas putitas que se quieren hacer famosas cantando con un vocoder... Y eso no lo soporto”, dijo con picardía y polémica en equivalentes dosis.

“Me encanta ver videos de gente extranjera que reacciona a mis canciones, para ver cómo lo hacen. Hay muchos americanos que lo hacen. Algunos se agarran la cabeza, no pueden creerlo, dicen: ‘¿Por qué este músico no es famoso en todo el mundo?’. Hasta ahora, no agarré a ninguno que no le gustara lo que yo hago”, dijo como ejemplo de sus consumos virtuales y como preludio a un debate para tratar de entender por qué no pasó esto. “Era re grasa cantar en castellano, después de los Beatles, ¿qué ibas a cantar?”, cerró Charly.

Fuente: Infobae

El blog de Charly García (hecho por DIOS)


Charly García, un Mozart de nuestro tiempo


El hombre que este sábado cumple años no ha dejado nunca su arte librado a la espontaneidad, en contraposición a la primera impresión que pudiera tenerse de su música, sino que ha reelaborado permanentemente sus propias creaciones en búsqueda de correr los límites de lo conocido.

El jovencísimo pianista Carlos Alberto García Moreno.

Más allá de jactarse de tener oído absoluto y de remarcar que fue un prodigio precoz como pianista, el genio musical de Charly García reside en otras virtudes mucho más relevantes relacionadas con su "voz propia" como artista, a partir de su capacidad para captar diversas sonoridades prexistentes y reformularlas desde una brillante óptica personal que aporta nuevos caminos.

En tal sentido, el hombre que este sábado cumple años no ha dejado nunca su arte librado a la espontaneidad, en contraposición a la primera impresión que pudiera tenerse de su música, sino que ha reelaborado permanentemente sus propias creaciones en su búsqueda de correr los límites de lo conocido.

Detrás del aparente caos en el que muchas veces pareció estar inmersa su música y de los destellos de genialidad hay un artista con profundos conocimientos académicos, que nunca se queda con su primera inspiración y que siempre busca darle una vuelta de tuerca más a sus creaciones.

"Charly siempre me pareció un genio, no solo por lo musical sino también por captar distintas etapas, pero cuando me encontré con él, resultó ser más de lo que creía", dice el cellista Patricio Villarejo. Foto: A. Belvedere.

"Charly siempre me pareció un genio, no solo por lo musical sino también por captar distintas etapas, pero cuando me encontré con él, resultó ser más de lo que creía. Yo pensaba que el tipo era muy espontáneo, pero no, labura mucho las cosas, las escribe y luego las reelabora, las repiensa", contó a Télam Patricio Villarejo, el músico que hizo los arreglos de cuerdas para su recordada actuación de 2013 en el Teatro Colón.

El violoncelista, que está al frente de la Kashmir Orquesta, acompañó a artistas de la talla de Osvaldo Pugliese y Mercedes Sosa, y fue uno de los invitados de Patti Smith en su actuación en el CCK en marzo de 2018, entre otras cosas; conocía al dedillo la obra de Charly por ser su fan desde la época de Sui Generis, sin embargo fue invadido por el asombro cuando tuvo la oportunidad de trabajar con él.

"Yo pensaba que por el hecho de estar tocando tantos años música que tal vez no se escribe, no se grafica como lo hacemos nosotros, el tipo había perdido el entrenamiento de hacer cosas de otra manera, pero me di cuenta de que estaba muy preparado, tenía fresquísimos sus conocimientos", relató.

En la capacidad de tomar lo establecido y correr los límites es donde Villarejo encontró similitudes conceptuales entre Charly y Mozart. Foto: Luis Remon.

Y acotó: "Lo primero que me llamó la atención fue su creatividad indomable. De todos los que conocí, indudablemente es el más creativo y el más asombroso en ese sentido".

Charly y Villarejo habían tenido un primer encuentro esporádico cuando el cellista integraba la banda que acompañaba a Mercedes Sosa, pero en aquella oportunidad no hubo posibilidad de una profundización en la relación musical.

"Cuando nos encontramos para lo del Colón, él se acordaba que me había visto con Mercedes porque tiene una memoria increíble, pero no sabía qué música hacía. Como me veía con el cello habrá pensado que era un músico clásico, pero nos pusimos a tocar música de The Beatles y eso nos unió", rememoró, sobre el instante en el que finalmente congeniaron.

Pero los amplios conocimientos académicos de Charly resultaron una revelación para Villarejo cuando pocos días después le llevó escrito en partituras los arreglos que había diseñado y el genial artista se puso a repasarlos sin titubeos en su piano.

En el libro "Esta noche toca Charly", de Roque Di Pietro, hay quienes advierten que el recorrido artístico del músico hubiera transitado por lugares comunes de haberse dedicado a ser un concertista Foto: José Manuel Fernández.

"Cuando voy al ensayo y saco las partituras, me dijo: `Ah, por fin alguien me da una partitura, se dan cuenta que puedo leer´. La partitura estaba escrita para varios instrumentos en diferentes claves, y él se puso a tocar todo, incluso aquellas partes escritas en claves que no se usan en el piano. Era sorprendente que pudiera hacer eso", detalló.

El nivel de asombro fue in crescendo cuando el cellista comprobó que Charly reelaboraba todo el tiempo lo que tocaban y que esos cambios que iba incorporando en cada pasada que hacían de una composición "eran los necesarios para que el tema despegara".

"Lo que vi fue que las repeticiones que hace no son iguales, va cambiando constantemente alguna cosa. De esa experiencia aprendí a no quedarme con la primera imagen, sino que hay que ir a otra", explicó Villarejo.

Si bien es cierto que el astro del rock argentino tuvo un precoz paso por el conservatorio y que antes de entrar en plena adolescencia ya se había recibido de profesor de piano, algo que él mismo suele sacar a relucir –como si allí se encontrara la explicación de su genio musical-, en realidad fue el desarrollo de un estilo propio el que marcó la diferencia con otros músicos.


El astro del rock argentino tuvo un precoz paso por el conservatorio y que antes de entrar en plena adolescencia ya se había recibido de profesor de piano.

El testimonio de algunos de sus excompañeros del ámbito académico en el libro "Esta noche toca Charly", del periodista Roque Di Pietro, advierten que el recorrido artístico del músico hubiera transitado por lugares comunes si se hubiera dedicado a ser un concertista, derribando así uno de los grandes mitos en torno a sus capacidades interpretativas.

En tal sentido, Villarejo coincide en que, al igual que otros geniales artistas como el caso de Egberto Gismonti o Astor Piazzolla, Charly descolló sobre el resto "cuando encontró su propia voz, cuando rompió los moldes".

"Todos estos artistas podrían haber sido instrumentistas no tan destacados, buenos pero con mucha gente que seguramente podría tocar mucho mejor, pero cuando rompieron moldes y encontraron su propia voz, ahí es donde apareció el genio, esa cosa de que la música se modifica a partir de ellos. Son todos casos en donde si mirás para atrás no eran tan destacados, sino que lo fueron cuando encontraron su propio camino", consideró.

En esa capacidad de tomar lo establecido y correr los límites es en donde Villarejo encontró similitudes conceptuales entre Charly y Mozart.

"Creo que tienen razón quienes comparan a ambos artistas porque son tipos que se adaptaron a la época pero hicieron genialidades. Mozart estaba limitadísimo por el estilo, tenía que respetar eso, sin embargo cuando lo analizás, es como un chico travieso, tiene todo tipo de arreglos, mejoras y modificaciones que pasan desapercibidas pero es eso lo que lo hace tan genial", explicó.

"Charly también tiene eso, porque hace rock pero cuando lo escuchás, decís: `Pará, acá hay otra cosa. ¿Qué es eso que hace en el medio?´. Ahí empezás a ver que hay trucos que nadie los puede captar si no está estudiando eso. O sea, en lo académico no se parece a Mozart, pero sí en el sentido de que agarra la música actual y dentro de eso, hace algo increíble", concluyó.

Por Hernan Natale
Fuente: Télam

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

jueves, octubre 21, 2021

Fito Páez celebrará a Charly García en el Teatro Colón


El músico anunció que tocará en compañía de su banda actual (Diego Olivero, en bajo; Gastón Baremberg, en batería; Juan Absatz, en teclados; y Juani Agüero, en guitarra) y la Orquesta Estable del Teatro Colón.

Fito Páez anunció el martes por la noche a través de una de sus cuentas de Instagram que el sábado desde las 19 celebrará el cumpleaños 70 de Charly García encabezando un concierto en el Teatro Colón.

“Charly de pe a pa! Y con todo”, escribió el artista rosarino en la cuenta @clintbuarque acompañando una imagen donde se ve a García y se lee: “Charly BA x Fito-La Ciudad homenajea a Charly”.

En la publicación el músico, escritor y cineasta que integró la banda de García para la gira del disco “Clics modernos” en 1983 y tomó parte en la grabación de “Piano bar”, abundó que tocará en compañía de su banda actual (Diego Olivero, en bajo; Gastón Baremberg, en batería; Juan Absatz, en teclados; y Juani Agüero, en guitarra) y la Orquesta Estable del Teatro Colón.


Aunque el máximo coliseo argentino aún no anunció la modalidad para el retiro de localidades para asistir al festejo, en el afiche se destaca que el show podrá seguirse virtualmente por vivamoscultura.buenosaires.gob.ar.

Fuente: Télam

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

miércoles, octubre 20, 2021

Más de 100 artistas celebrarán a Charly García en el CCK


El megaconcierto que tendrá lugar este sábado, desde las 14, en el Auditorio Nacional y La Cúpula del Centro Cultural Kirchner, reunirá a músicos como Hilda Lizarazu, David Lebón, Celeste Carballo, María Rosa Yorio, Alejandro Medina, Rosario Ortega, Raúl Porchetto, Benito Cerati, Nahuel Pennisi y Julieta Venegas.

Zorrito Von Quintiero, Fernando Samalea, María Eva Albistur, Fernando Kabusacki, David Lebón, Julieta Venegas, Celeste Carballo, Rosario Ortega, Juan Ingaramo, Emmanuel Horvilleur, Pablo Guyot, Alfredo Toth, Raúl Porchetto, Nahuel Pennisi, Richard Coleman, Benito Cerati, Cucuza Castiello, El Zar y Lito Epumer serán parte de más del centenar de artistas que el sábado celebrarán el cumpleaños de Charly García en el Centro Cultural Kirchner (CCK).

La imponente grilla artística con entrada gratuita y transmisión por streaming comenzará a las 14 en el Auditorio Nacional donde habrá una orquesta de cámara integrada por Irene Cadario, Lucía Herrera, Julieta Bril y Natalia Cabello en violines, Mariano Malamud y Dolores Mackenzie en violas, Paula Pomeraniec y María Eugenia Castro en cellos, Adrián Speziale en contrabajo, Carlos Britez en piano y dirección, Sebastián Achenbach en órgano, Víctor Carrion en flauta y saxo, Daniel Kovacich en clarinete y saxo, Álvaro Suárez Vázquez en corno eIgnacio Svachka en percusión.

Con arreglos de Julián Caeiro y Pablo Salzman se abordará la obra de García en cuatro momentos de su trayectoria (Sui Generis, Serú Girán y de sus etapas solistas).

Unas horas antes, desde las 12 del mediodía, comenzará una cobertura radial sin precedentes. En la 93.7, con la previa a cargo de Alfredo Rosso y Albina Cabrera, Nacional Rock transmitirán todos los shows. Además habrá diversas entrevistas. Todas las figuras de la 93.7 (Diego Ripoll, Mex Urtizberea, Calu Bonfante, Pedro Saborido entre otros) estarán presente en la animación del show. Luego se sumarántodas las emisoras del país de Radio Nacional.

El mismo escenario recibirá a las 16 a intérpretes de jazz, tango y folclore con las presencias de Clara Cantore, Hernán Jacinto, Andrés Beeuwsaert, Santiago Vázquez, Sof Tot, Vruma, Sonia Alvarez, Darío Jalfin, Tomi Lago, Diego Schissi junto a Diana Arias, Nico Sorín y Mariano Otero junto a Ernesto Jodos y Sergio Verdinelli.

Desde las 18, en tanto, una banda estable conformada por Zorrito Von Quintiero en teclados, Fernando Samalea en batería, María Eva Albistur en bajo y Fernando Kabusacki en guitarras, se recorrerán canciones de todas las épocas con las participaciones de David Lebón, Erica Di Salvo, Ulises Di Salvo, Rosario Ortega, Juan Ingaramo, Alina Gandini, María Rosa Yorio , Guido Spina, Raúl Porchetto, Nahuel Pennisi, Andy Chango, Alejandro Medina y Lola Medina entre más.

La misma banda estable volverá el escenario del Auditorio Nacional a las 19.30 para compartir con Julieta Venegas, Richard Coleman, Christian Basso, Benito Cerati, Cucuza Castiello, Emmanuel Horvilleur, Pablo Guyot y Alfredo Toth, Julia Zenko, El Zar, Brenda Asnicar, Mavi Díaz, Lito Epumer, Leo García, Celeste Carballo, Sara Hebe, Rosario Ortega, Joaquín Levinton, Leandro Lopatín, Hilda Lizarazu, El príncipe idiota y Fernando Ruíz Díaz.

La celebración se mudará a La Cúpula del CCK donde a las 19, 19.40, 20.20 y 21 se ofrecerá “TRIP. Una experiencia sobre Charly García” que reunirá música e imágenes con la participación de la fotógrafa y artista visual Nora Lezano, la cantante Lidia Borda y el pianista y arreglador Daniel Godfrid y las participaciones de Paula Pomeraniec en cello y Pablo Salzman en contrabajo.

La impresionante propuesta incluirá dos conversatorios “Nuestras vidas García” a las 15 y a las 17 en el Salón de Honor. Del primero participarán la investigadora en músicas populares Lisa Di Cione, la pianista, cantautora y gestora cultural Victoria Gandini y el profesor Diego Madoery.

En tanto la charla de las 17 reunirá a la fotógrafa y cineasta Karin Idelson, el historiador y ensayista Sergio Pujol y el periodista y poeta Martín Rodríguez.


La entrada para todas las actividades es gratuita, para los conciertos del Auditorio Nacional, la entrega de entradas será presencial y se podrá retirar de a una por persona en el CCK a partir del miércoles 20 a las 10. Las entradas para “TRIP…” y los conversatorios se podrá gestionar en la web cck.gob.ar el mismo miércoles desde las 12.

Los recitales del Auditorio Nacional serán además, transmitidos en vivo por YouTube, Facebook, Contar y Latir!.

Fuente: Télam

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