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domingo, diciembre 27, 2020

La generación del 80


En la Navidad de 1981 Seru Giran dio una serie de recitales en el Teatro Coliseo. La semana pasada, los cuatro Seru anunciaron la salida de Yo no quiero volverme tan loco, un álbum doble que rescata esas presentaciones. Un mes antes del Coliseo, la revista El Expreso Imaginario entrevistó a García y Lebón. La versión completa de esa entrevista también permaneció inédita hasta ahora. A continuación, los dos Seru explican sus peleas con la Nueva Ola, Santaolalla, Pugliese y Billy Bond, los chistes sobre la censura, la relación entre el Sargento Pepper y Peperina, por qué la música es una burbuja y cómo fue encontrarse con los asesores de Viola.

En 1981, Charly García vivía con su esposa de entonces, la bailarina brasileña Zoca, en el mismo edificio de Coronel Díaz y Santa Fe donde vive hoy, pero en el piso de arriba del que ahora ocupa. Promediando la tarde del 4 de noviembre de ese año, llegaron a ese departamento dos periodistas, Roberto Pettinato, por entonces director del Expreso Imaginario y entusiasta aprendiz de saxo (cuatro meses después conocería a Luca Prodan y más tarde conseguiría integrarse a Sumo), y este cronista, redactor también del Expreso y encargado de todo lo relativo a la música nacional. Ambos habían concertado una entrevista con las dos figuras más visibles de Seru Giran, con el confesado objetivo de que fuera la nota de tapa del número de diciembre de la publicación rockera, por entonces la más prestigiosa del medio local. Parecía una decisión acertada, porque a fines de ese mes, durante el fin de semana de Navidad, Seru Giran celebraría un ciclo de tres conciertos en el Teatro Coliseo para cerrar un año verdaderamente soberbio. Acababa de salir Peperina, su cuarto disco, al que las disquerías daban como número uno en ventas, y nadie discutía que Seru era el más popular, el más reconocido y el más influyente grupo del rock nacional. Todavía no había explotado el nuevo rock de los 80. Soda Stereo y Virus recién empezaban a dar sus primeros pasos y de la nueva ola británica y estadounidense se sabía poco y nada. Apenas se conocían los primeros discos de The Police, Elvis Costello, Talking Heads y Pretenders. Aunque ya se vislumbraba algo nuevo, todavía se hablaba del paso del poderoso jazz rock de Weather Report por el Luna Park. Hacía sólo un par de semanas que Gustavo Santaolalla había grabado, en un estudio porteño, su disco Santaolalla, que sería el primero del rock moderno local, y eufórico con la modernidad que estaba bebiendo a tragos en Los Angeles, donde vivía desde hacía ya tres años, levantaba polvareda diciendo que el rock argentino le sonaba viejo. Y los principales referentes del rock local eran, precisamente, Spinetta Jade y Seru Giran. Sobre todo Seru, que se había sobrepuesto de un comienzo difícil (su primer álbum, el luego célebre Seru Giran, grabado en Brasil, había tenido críticas adversas), venía creciendo paso a paso. La grasa de las capitales fue un gran trabajo, y el tercer disco, Bicicleta, presentó temas notables (el cuasi-tanguero “A los jóvenes de ayer”, “Cuanto tiempo más llevará”, el polémico “Mientras miro las nuevas olas” y “Canción de Alicia en el País”, entre otros) y la novedad de la independencia discográfica: con ese disco debutó SG, el sello creado por los cuatro integrantes del grupo y Daniel Grinbank, su manager. Y a mitad del 81 salió Peperina, el que resultaría ser su último disco de estudio hasta la reunión en 1992.


Por esas horas, Seru no sabía que se iba a separar tres meses después, con la partida de Aznar a Estados Unidos. Ni que las cintas piratas de aquellos recitales en el Coliseo serían celosamente guardadas durante 19 años por un fan. Seru era un equipo prolijo y eficiente. En consonancia, Charly y David no sólo fueron puntuales, sino que incluso estaban esperando a las visitas aquella tarde de noviembre. Escuchaban un disco de James Taylor. Entonces, después de los saludos y de que Zoca acercara unas gaseosas a la mesa ratona ubicada en el centro del living –por entonces García tenía muebles en su departamento, hoy ya no–, los periodistas encendieron el grabador y comenzaron a registrar la charla en un casete que hoy, 19 años después, revive el encuentro.

MIRANDO LAS NUEVAS OLAS

¿Están contentos con el resultado de Peperina?
Charly: Yo creo que Peperina atrajo a otra gente, a la que antes no le gustábamos. Fundamentalmente por el sonido y porque el disco tiene una magia que no tienen otros discos de acá. Es un disco actual. Tienen una onda nueva, más compacta. Es sólido; están valorados los silencios. Por ahí en los discos anteriores hay temas alucinantes, pero los veo más pretenciosos. Peperina es una cosa por ahí más modesta, como si hubiésemos dicho “Vamos a hacer algo más cuadrado pero vamos a hacerlo bien”. Por ahí los otros tenían delirio, pero no tienen nivel.
Sin embargo hay muchos que dicen que no superaron La grasa de las capitales. ¿Qué piensan cuando les piden “La grasa”?
Charly: Que “La grasa” debe ser un tema fuerte, ¿no?
David: Para nosotros, lo importante es darles lo que piden. Yo he visto muchos a los que les piden un tema y salen con que “No, eso no, ese tema es de otra época, viste”. ¿Por qué? Si la gente está loca con vos ¿por qué no vas a dedicarle dos minutos fuera de recital y hacer esa canción?
¿Cómo llevan la reacción de la nueva ola cuando escuchó “Mirando las nuevas olas”?
Charly: Los nuevaoleros se pusieron verdes con ese tema, me odian. Y me parece que a veces se le da mucha bola a un mensaje aparente, y el mensaje es precisamente aparente.
David: Lo que pasa, Charly, es que le estás tocando algo a una persona que en ese momento está renaciendo en eso. Entonces toda su energía está en el punk, en la nueva ola, en esos discos...
Charly: Lo que dice el tema, de última, es que está bien. No es en contra. Es medio satírico. Como cuando Zappa lo bufonea a Dylan. No me parece que Dylan se vaya a poner verde con eso.
Pero hay una parte de la letra en la que decís que “a eso” ya lo viste...
Charly: ¿Y no es cierto?
David: El otro día a Moris le hicieron un reportaje en la televisión y dijo lo mismo. Cuando yo empecé a tocar, andaba con el flequillito y la corbatita finita y las botitas, y toda la cosa beatle. Y era la nueva ola, y había el mismo furor que hay ahora.
Charly: La polenta mata, eso no se discute. Me encanta que haya venido la nueva ola y que se haya acabado un poco la onda de antes. Lo que pasa es que el uniforme y esa cosa de identificación me parece un poco burda.
Pero siempre hubo una cosa de identificación.
Charly: Siempre.
Como en su momento el pelo largo.
Charly: Sí, y mata. Por ejemplo, a mí el grupo que más me gusta ahora es The Police. Es un grupo que parece venir de la nueva ola, porque se visten con trajecito y corbatita, pero no vienen de esa mano, Hacen rock. Rock con reggae. Rock nuevo. Moderno. Lo que dice “Mirando las nuevas olas” es “Okey loco, está bien eso, pero no hay por qué comprarse un simple todas las semanas y tirar el simple que te compraste la semana pasada. Porque ése por ahí podés escucharlo diez años seguidos”.

PONIENDO HUEVOS
¿Por qué a la versión en vivo de “Mirando las nuevas olas” le sacaron esa parte que decía “Te acuerdas de Billy Bond”?
Charly: Y... me pareció que Billy Bond no se merecía que lo recordáramos. A Billy lo queremos, pero también nos hizo muchas cagadas, y ponerlo era traerlo otra vez. En cambio, el hijo de Jolly Land, que también aparece en la canción, vino a vernos emocionadísimo.
David: Nos dijo que su mamá estaba chocha porque la habíamos recordado.
Charly: Pasa lo mismo con “A los jóvenes de ayer”. La música es súper tanguera, entonces muchos tangueros se sintieron atacadísimos y otros lo sintieron como un homenaje. O sea, a la vez que es un palo, es un homenaje.
David: Igual, hay tipos del tango o del folklore que matan. Una vez nos invitaron a un debate en el diario La Opinión y había un montón de músicos. Tangueros, folkloristas y nosotros dos. Apenas llegamos, se armó una guerra porque los quías nos decían que éramos extranjerizantes. Estaba Pugliese. Y Charly le dice: “Lo que a mí no me gusta mucho del tango son las letras, porque ustedes siempre hablan de que se les va la mina y que se matan”. Pugliese lo mira y le dice: “¿Y ustedes de qué hablan?”. Ahí sale Ariel Ramírez, que se ve que es un tipo joven de la cabeza, y dice: “A ellos se les va la mina pero no les importa, se consiguen otra”. Todo el mundo se cagó de risa y ahí se rompió el hielo.
Charly: Hoy estaba viendo una propaganda de esas tipo “Qué lindo mi país” y salía Ramírez con un piano Yamaha. Anoche tocó en el Luna Park con ese mismo piano. Los Chalchaleros vestidos de gaucho y Ramírez con el Yamaha. Viste cómo la tecnología se infiltra...
David: ¿Y cómo se llama José Taquito Militar? (por Mariano Mores)
Charly: Sí, que me llamó para hacer el ruido del mar. El quía tiene todos los sintetizadores del mundo, y me dice: “Grabé una versión de ‘Frente al mar’ y quiero sacar el sonido del mar”. Qué le iba a decir. Le contesté: ‘Splash, tac, tac, splash’.
Hablando de ruidos, en Seru Giran, el primer disco, no tuvieron problemas en decir: “La ciudad se nos mea de risa”. Pero en Peperina pusieron un “biip” sobre la palabra “huevos”. ¿En qué medida se están autocensurando?
Charly: Si nos hubiéramos autocensurado, yo habría cambiado la palabra huevos. Cantaba: “No tenía ganas para la oficina” y listo. Pero quisimos hacer un chiste. Como cuando ves en las revistas que las tetas aparecen con una tirita. Con el biip quisimos demostrar lo grosera que puede ser la censura a nivel auditivo. Como una gracia, medio zappiana. Dijimos: ¿cómo lo censuramos en un disco? Porque no se le puede poner nada encima. Entonces hay que poner un ruido. ¿Cuál es el ruido que sale de las máquinas de grabación? El biip. Eso es la censura. Y pensamos que acentuada con el biip, huevos tenía más fuerza todavía.

HABLANDO A TU CORAZON
¿Cuál es el mensaje que espera la gente de sus discos?
Charly: La gente necesita fuerza, vitalidad. No hay que cortarle el viaje. Si la gente pide un tema, hay que dárselo. Estamos en un momento en que no hay que decirle que no a la gente. Aunque nos cuidamos de andar bajando línea. Porque hay muchos que por ahí, en pos de un compromiso intelectual, le dice cosas a la gente que son mentiras. Ya no te digo mundialmente, hablemos de la Argentina, de Buenos Aires, donde sabemos que hay un montón de cosas que no conducen a ningún lado. Lo sabemos por nuestra propia experiencia. Por eso tratamos de no darles información inexacta, información que no sea funcional.
David: Información realizada. Eso es lo que tiene más poder. Porque si hablás y hablás y hablás, y en tu casita no hacés lo que decís, entonces eso no tiene ningún poder, ninguna fuerza.
Charly: La evolución para nosotros es ser eficientes. Peperina no va a cambiar al mundo porque no tiene una propuesta para cambiarlo, ni denuncia, ni bla bla blá. Simplemente son canciones. Pero están bien hechas. Tienen lindas melodías, lindos arreglos, pegan, tienen polenta. Eso es eficiente. Es eficiente nuestro sello grabador, porque cuando íbamos a las compañías, nos decían que íbamos a fracasar, que no íbamos a vender ni un disco en la vida.
David: Y vendemos mejor que nunca. Eso es evolución. Evolución mental.
Charly: Evolución práctica. Como decía Robert Fripp: ser una unidad funcional y demostrar con hechos. ¿A nosotros nos va a ir mal? ¡Minga! Tenemos a Peperina primera en el ranking. Y los tipos de las compañías grandes no entienden nada de por qué pasa eso. Eso es para mí revolucionario, más allá de las teorías de los cráneos. Y el mensaje... Mirá, cuando yo veo pibes que vienen con el símbolo de la paz y que quieren ser hippies en este momento, a veces me pongo verde y tiro una onda como de “Loco, no te creas esa, que no va”. Pasamos por tantas... ¿Qué le vas a decir a la gente ahora? Ponéle que tuvieras que pensar un mensaje para dar, ¿qué vas a decir? ¿”Métanse en la revolución”, les vas a decir ahora? ¿Después de toda la gente que murió y de que ya sabés que no pasa nada? ¿Le vas a decir: “Dróguense”? ¿Ahora? A la gente hay que darle otra cosa. Y lo más sano que le podés dar a la gente es energía.
David: Y amor.
Charly: Y amor. Derecho viejo. Hay que darle algo positivo, porque para bajonearse hay cosas por todos lados. No somos un grupo hippie para que la gente se ponga en trance. Somos modernos en el sentido de que la gente baila y le damos, le damos.

MENSAJES EN BOTELLA
¿Cuál es su público?
David: Hay de todo. Una vez en Mar del Plata fue a vernos Estela Raval y le encantó. Hay chicos. Desde Peperina hay un montón de esos viejos que alguna vez habían estado en la cosa y que ahora son dueños de fábricas o algo así, tipos que eran muy locos y que iban a recitales, y que en algún momento empezaron a comprar long plays importados, se compraron un buen equipo en la casa y nunca más salieron. Ahora esos tipos están de nuevo yendo a los recitales para vernos.
Charly: Yo creo que también tenemos un porcentaje de gente de plástico que nos sigue. Un gran porcentaje. Gente tipo beatle, que cuando empezamos a tocar grita y enloquece.
¿Y tienen una explicación para ese fenómeno?
Charly: Sí, es natural. Estamos dando energía, estamos haciendo canciones lindas. Y no hay muchas canciones lindas. Entonces se engancha gente que viene del rock, y también una mina que por ahí tiene 13 ó 14 años y que recién empieza a escuchar algo, y escucha Peperina y le vuela la cabeza. Entonces viene a los recitales y se pasa del primer tema al último gritando y llorando. Y por ahí en la quinta fila hay un tipo pelado que sigue el ritmo con la cabeza, y en la otra hay un hippie con el símbolo de la paz. Aunque los que se movilizan en masa para ir a un concierto son los chicos. Acá y en todos lados. Los que se comen dos horas de cola para ver a los Rolling Stones no son tipos grandes. Cuando sos pendejo te metés en cualquier lado; cuando sos más grande querés ir al Coliseo, no te bancás Obras.
David: Yo quiero ser lo más sincero posible: la verdad es que tengo un poco de miedo. Somos tan pocos los tipos que queremos una cosa linda y nos llevamos tan mal. Y no hablo de Seru Giran; estoy hablando de todos. Nos llevamos muy mal. ¿Por qué? Después de tantos siglos de miseria y de guerras, y de que nunca pasó nada, seguimos insistiendo en la agresión, en tirarle la lengua a un músico para que hable mal del otro... Es tan ridículo... Para ser bien claro: que un tipo como Santaolalla, que de la mierda fue a la totalidad, se crea Dios, me causa un profundo dolor. Porque es un ser humano y es un tipo lindo. A veces me parece que ya no podemos más. Para nosotros es tan duro trabajar, porque tenemos muchas barreras, muchos problemas con mucha gente, que nos cuesta un huevo llegar hasta el escenario. Una vez que estamos ahí arriba, es nuestro mundo, y ahí demostramos que tipos como nosotros, que laburamos desde hace cuarenta mil años y que ya nos rompieron el orto millones de veces, siguen teniendo fe, tirando energía. No quiero decir que para todos tiene que ser ésa la onda, pero la teoría ideal es la de estar tranquilos y tirar una buena onda, ¿o no?
Sí, porque, como dicen en “Canción de Alicia en el País”, estamos todos aplastados por el mismo pie.
Charly: ¡Claro! Por ahí en las letras denunciamos cosas y somos medianamente contestatarios, ¿no? Por ahí hay temas como “Viernes 3 A.M.”o “La grasa”, que son terribles. Ahora, por ejemplo, prohibieron “Viernes 3 A.M.” porque dicen que es una incitación al suicidio. Pero en general, Seru Giran es alegre. No es tristeee... (lo dice imitando la entonación del humorista Mario Sapag en una sátira al técnico César Luis Menotti). La gente viene a cagarse de risa.
David: Cantan todos los temas, y nosotros los dejamos. No decimos: cállense y escuchen las letras. ¿Para qué, si ya se las saben todas? Entran al recital y se saben del primero al último tema.
Charly: Ya sabemos que el mensaje está condicionado por Alá y toda su corte, pero es lo que hablamos al principio: el mensaje es darle fuerza a la gente. El mensaje es lo que está sucediendo. Es como lo de “el medio es el mensaje”, ¿no?

LA BANDA DEL SARGENTO PEPERINA
David: ¿Sabés qué pasa ahí arriba? Nosotros nos matamos incluso físicamente. La otra noche terminamos de tocar en La Plata y yo estaba para que me lleven en ambulancia. Tengo moretones en todos lados, tengo golpes en el culo, de caerme, de golpearme, y no sé cómo... Hay que estar ahí arriba, eh. Ahí yo tengo unos viajes impresionantes. A veces, antes de tocar, veo a los plomos, a todos los tipos, y pienso que ninguno de ellos va a subir, que el que tiene que subir soy yo, el que tiene que ver todo desde ahí y sentir todo eso. Y me doy cuenta que esa unión que se crea en la gente, parte de nosotros, de la unión que hacemos. Es el encaje del que hablábamos antes. Porque yo soy súper rockero; Charly es súper qué sé yo, tiene como una onda especial para tocar; Pedro es súper jazzero; y Moro es re-cuadrado. De ahí, cuando nos juntamos a laburar con Charly, yo le traigo la mitad de un tema y él le pone la otra mitad, y Pedro viene y le hace unos arreglos de bajo y teclados, y Moro le pone la base, y el tema queda una cosa que no se sabe qué es. Por eso, a este nivel estoy muy feliz. No porque Charly me haya sacado de un pozo, me haya salvado la vida, sino porque yo me encontré completamente con él. Y los dos luchamos como bestias desde que empezamos con esto allá en Brasil. Cuando llegamos acá, agarraron un hacha y nos hacharon. Y sin embargo, salíamos los dos con la valijita en una motoneta a vender el show, todos los días, porque sabíamos que la teníamos que hacer.
Charly:Después del primer concierto (el debut de Seru Giran, en Obras, en 1978) nos prendieron fuego. David fue a tocar con una corbatita new wave, y tocamos un tema disco en joda, pero nadie cazó que era en joda: todos pensaron que en Brasil nos habían hecho un lavaje de cerebro. Al día siguiente salió una página en La Opinión donde decía que éramos lo menos del universo. Y todas las revistas dijeron lo mismo. Nosotros agarramos y fuimos a tocar a los clubes. Ibamos a hacer shows y no venía nadie. ¿Sabés qué pálida para nosotros? Ir con una bola de equipos y que no vaya la gente... Y de a poquito la fuimos haciendo.
David: Alguna vez hubo un motín en Seru. Dijimos: “Flaco, vámonos a Taiwan”. Yo fui uno de los tipos que más luchó para que nos quedáramos acá.
Charly: Fue así. Estábamos bastante decepcionados.
David: Yo sabía que no podía ser. Yo creo en los tipos que se quedan y se rompen el orto laburando para tratar de mantener la música acá. Porque si se termina la música acá, ¿qué vamos a hacer? ¿Qué vamos a escuchar? ¿Polca?
Charly: El otro día Gustavo Santaolalla se me acercó y me dijo: “Mis películas existen”. Y yo no sabía qué me estaba diciendo. Después me acordé de un tema que hice, “Canción de Hollywood” (de La grasa de las capitales). Pero no lo hice para él ni para los argentinos que están en Hollywood. Me parece perfecto que estén ahí, que la hagan. Lo hice para el cartón pintado de Hollywood. Porque lo que nosotros queremos decir es hagamos algo nuevo. Y que sea de acá. Estaremos en el culo del mundo pero somos. Ser y estar, viste.
David: A veces como mucha mierda, y la única manera de zafar de esa mierda es... ponerme bien en pedo y divertirme y olvidarme. Después de cuatro shows, después de tocar ocho horas, volvés a tu casita y te sentás en la camita y te das cuenta que tenés una tara, que te comiste todo lo que estaba pasando, y tenés flashes, ves a las minitas y a los tipos y a los canas empujando a la gente. Y la única es ir a la heladera y cazar la bota. O sentarte a meditar. Una de dos.
Charly: O componer. Hay una canción de Paul Simon que habla de eso: nuestra burbuja es la música. Los músicos estamos viviendo en un mundo de energía, de polenta, de realizaciones. El resto de la gente, en general, en este país, por la situación que hay, está viviendo depresión, frustraciones, amargura. Entonces nosotros tratamos de darle un poco de eso que tenemos. Eso que, a la vez, recibimos de la gente. Este año aprendimos un montón de cosas. Por ejemplo, a tocar un show de una hora casi sin parar. Vos podés decir que son boludeces, pero hacen a un espectáculo. Yo siempre luché contra esa vieja concepción de que el rock tiene que ser una cosa así, despojada. Nosotros siempre tratamos de tener los mejores equipos, las mejores luces. Ahora, cada vez que subimos a tocar, tenemos una listita de los temas. Durante seis meses tocamos las mismas cosas todos los días. Ya tocamos de memoria. Subimos a tocar y somos una aplanadora.
David: Y cuando sale mal para nosotros, para la gente no sale mal. Nunca es desastroso, nunca es una cosa que no se banque.
Seru Giran se convirtió en una especie de boom. ¿A qué se debe?
Charly: Nosotros no tenemos una oficina con un manager ahí sentado al que llaman para que vayamos a tocar. Al principio, como dijimos, íbamos con la valijita y había que bancar cualquiera. Ahora sabemos qué tipo tiene que ocuparse de que no se corte la luz, cómo arreglar a la cana para que no se lleve a la gente después del recital. Y todo eso te da un entorno de polenta. Y la gente lo siente. Se da cuenta de que está yendo a ver algo grande, no una cosa improvisada. Para los discos elegimos la mejor pasta, aunque nos cueste más y perdamos guita. La mejor cartulina. Esas cosas.
David: Hay tipos muy importantes que se han acercado a Seru Giran. Y a mí me copa eso. Porque yo no quiero estar más en el rincón con la guitarrita.
¿Quiénes son los tipos muy importantes?
David: Tuvimos unas reuniones con un señor Olivera, que es el asesor de Viola en temas de la juventud.
Charly: Cuando el tipo nos dijo “¿Qué pasa, cuáles son sus quejas?”, Daniel Grinbank le dijo que los carteles son muy caros, y yo le dije que tiene que cortarla con la censura. Es bárbaro, entendés, que un tipo como yo no se cague y vaya y le diga que no tiene que haber más censura porque si no nadie va a poder escribir nada y que estamos cagando nuestra cultura. Por ahí hace tres años yo hubiera dicho “No voy, no quiero transar con esta gente”. Y ahora voy y le digo la verdad a este tipo.
David: Además, vamos porque a nadie le gusta que termine el recital y se lleven diez pibes en cana. Entonces tratamos de solucionar esas cosas. Pero la única manera es salir del agujero, utilizar todas las cosas posibles para poder lograr algo. Aunque sea una ilusión, por lo menos sabés que lo intentaste.
Lo último: ¿pensaron en Los Beatles al hacer la foto interna del disco?
David: Sí.
Charly: Además, le dedicamos el disco al Sargento Pepper. De ahí sale Peperina.

Por Victor Pintos

Fuente: Página 12 (publicado el 16/07/2000)

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

miércoles, octubre 12, 2016

Charly vs García

Charly vs García: del progresivo de Serú al pop bailable de Clics Modernos

La crítica consagrada del rock se complace en convertir en ídolos a los músicos más conocidos e imponer una visión totalmente idílica de ellos. Parece que los artistas debieran ser dioses perfectos que siempre tuvieron en claro lo que piensan y nunca cambiaron sus opiniones. La historia se deja de lado para beneficiar a un “chupamedismo” que invisibiliza hechos incómodos y oculta el valor que tuvieron muchos rockeros a la hora de reconocer sus errores y enmendar su camino.

El caso de Charly García es emblemático. Se cuenta con la mano a los periodistas que se han animado a decir que el mítico bigote bicolor debe haber sufrido  una lucha interna en su mente a principios de los 80, por la cual se decidió a cambiar totalmente su estilo musical y su estética.  Pareciera que entre  Serú Girán y la época de Clics Modernos no hay ninguna diferencia: Charly queda como un saltimbanqui que cambió de piel sin inmutarse. En realidad, esta idea es sólo una comodidad de los periodistas que los exime de analizar cómo se dio la transición entre etapas. Un artificio que sirve para tapar algunas de las peores convicciones que caracterizaron a la ideología  del rock argentino contemporáneo a la última dictadura militar.


Entre 1976 y 1983,  el rock estaba circunscripto a una gama reducida de estilos. El progresivo, el jazz rock y la música acústica eran las tres variantes consagradas. Incluso el “rock pesado” ya estaba visto con recelo, tal como lo prueban las críticas desagradables que los periodistas vertieron sobre dos bandas excelentes de la época: Polifemo (liderada por David Lebón y Rinaldo Rafanelli) y Aeroblus (encabezada por Pappo y Alejandro Medina). Ni hablar sobre los nuevos géneros que aparecían en Estados Unidos y Europa: la revista Pelo llamaba a los punks “rebeldes sin causa “en  su edición de abril de 1978.  La periodista Gloria Guerrero  elogiaba en una revista Humor de 1981 la represión sufrida por Los Violadores en su primer recital. Pocos críticos, como Alfredo Rosso y  Juan Carlos Kreimer, se animaban a difundir las nuevas corrientes que revolucionaban a la música internacional.

miércoles, abril 13, 2016

Que se puede hacer salvo ver a la máquina

Cuando un recital termina como el de La Maquina de Hacer Pájaros el sábado 12, con gente subida en el escenario bailando y vitoreando al grupo y forzando dos bis, parece que estuvieses prácticamente todo dicho. Y sin embargo creo que vale la pena recordarlo un poco más en detalle.

Desde el mismo momento de subir al escenario La Máquina impresionó por la justeza con la que se movían sus músicos.Cada detalle parecía estar cuidado al máximo. El tema inicial, "Rock" no podía ser mejor elegido para un comienzo con polenta: el bajo de Fernandez marcando la base con solidez mientras su voz, a dúo con la de García se elevaba apenas por encima del órgano de Cutaia.

"No puedo verme mas", con sus cortes ritmicos justos y el vértigo del contrapunto órgano-guitarra se encargó de ir poniendo a la gente "en clima".

"Ahora vamos a tocar un tema que al igual que todo el recital se lo dedicamos a Miguelito", dijo Charlie, refiriéndose a su hijo recién nacido, y todo el grupo se sumergió en "Bubulina", ganándose la primera gran ovación de la noche que Bazterrica se encargó de justificar con un soberbio solo.

Tras Bubulina vino, en mi opinión, lo mejor de la noche: la presentación de cuatro temas del segundo LP de La Máquina, una demostración de la comunión música-poesía que puede lograr el grupo cuando se suelta.

"El vendedor de las chicas de plástico" se llevó las palmas. Una soberbia sátira sobre las muñecas de goma inflables, último gancho de los 'sex-shops' y una lúcida alusión a su variedad porteña: las chetitas de carne y hueso: "cómprese hoy una linda mujer / que no piense ni coma / no busque más señor / que no hay nada mejor que una nena de goma / ".

"Vamos a tocar un tema dedicado a una de las diosas de la mitología moderna". Así introdujo Charlie a una lenta canción-homenaje a Marylin Monroe, que aunque bien lograda tuvo regular acogida, en parte por lo inaudible de las letras pero fundamentalmente, a mi modo de ver, por un problema generacional: Marylin resulta casi una extraña para una audiencia cuya edad promedio ronda los 17 años.

martes, enero 19, 2016

La nueva música de Charly

De pronto apareció en el panorama nacional este flaco rubio y loquito que vestía frac blanco mientras saltimbanqueba sobre el escenario del Luna Park delante de 30.000 personas. Toda la chismografía periodística se ocupó de él señalándolo como un talento juvenil y renovador. Charly -o como le dicen los íntimos, “García”- dió la espalda al asunto y se dedicó a preparar un nuevo grupo: La Máquina de Hacer Pájaros y juntarse con sus amigos para grabar PorSuiGieco.
Ahora, La Máquina ha lanzado sus primeros pájaros a volar y Charly ha demostrado de sobra que su popularidad no es lo único que ha crecido en él desde que comenzó con Nito Mestre fundando Sui Generis. Como tecladista y como compositor está empezando a ser tomado muy en serio, y quien escucha sus letras se da cuenta de que hay algo más. Es de ese “algo más" de lo que gusta hablar Charly, aunque la conversación gire alrededor de la música argentina, la extranjera, el estrellato o los sintetizadores. Así pasó en este reportaje, que él terminó diciendo: “Hacía mucho que no hablaba tanto".

Charly García: "No te dejes desanimar"

¿Quien entiende las letras?

No dejarse desanimar por el bajón de la ciudad
-¿Cómo ves tu evolución desde que empezaste hasta ahora, y cómo vez al público?

-Cuando yo empecé a componer, pensé que los que me iban a escuchar iban a ser tipos más o menos de mi edad porque a ellos les estaba pasando lo mismo que a mí: irme de mi casa, etc. Siempre uno habla de lo que le pasa. Si yo digo "pobre ese tipo que no se puede sacar la corbata", a lo mejor el que no está pudiendo sacarse la corbata del todo soy yo. Entonces escribí sobre esa etapa en que uno pasa de la vida familiar a su propia vida independiente, hasta que eso terminó y me pareció que ya había dicho lo que tenía que decir. Y ahora tengo que contar lo que me pasa en este momento.
Desde el principio fue muy mágico subir a tocar y que no me conociera nadie y sin embargo me escucharan. Había una total comunicación. Con el tiempo se fue sumando otro público, chicos jóvenes, estudiantes, que a veces no entienden la letra o no están muy en el rock pero les gusta igual.

-¿A vos te parece que tu música más reciente es más difícil?

-Lo que pasa es que buscamos un nuevo estilo. En el primer LP de La Máquina hay temas con ondas musicales muy distintas. Y todavía estoy buscando ese lenguaje y ese estilo. Y sobre todo estoy viendo de qué voy a hablar. Es genial cuando uno encuentra un argumento para decir lo que quiere. Pero a veces para decirlo hay que dar muchas vueltas, y es allí donde la gente se pierde. Yo trato de cargar las cosas con símbolos e imágenes que pueda entender todo el mundo. En el primer LP hay temas que hablan de todo el asunto de la separación de Sui Generis, pero de una forma medio irónica. No sé, yo escribo y veo lo que pasa. Antes a lo mejor era todo más claro. Nuestros problemas eran más simples. Había que romper con toda una mentalidad. Ahora, que mucha gente ya dio ese paso, hay que seguir hablando. Por eso estoy pasando como un momento de transición, pero estoy tranquilo.
No puedo hablar de nuevas cosas con viejas palabras. ¿Qué puedo hacer si ahora no me entiende todo el mundo y lo de la máquina resulta un poco oscuro? Hay que inventar un lenguaje nuevo.
Sé que la gente que tiene que entender va a entender. De todos modos, lo que más me importa es tocar, grabar discos y estar sobre un escenario comunicándome.

Los músicos a veces se la creen...
-Las letras de La máquina hablan del hecho de haberse convertido en un superstar, cosa que de alguna manera continúa esa tradición de Sui Generis de hablar de lo que te está pasando...

 -Sí, hablan de eso. Después de la separación de Sui Generis pasé una etapa en la que estaba muy deprimido. Fui al psicoanalista y todo. Porque cuando empezamos con Nito estábamos en segundo o tercer año del bachillerato, y después de tantos años de estar con alguien yo me encontré solo. Cuando te separas de un grupo es como si hubieras perdido la familia, los amigos, todo. Después del Luna Park y la película, empecé a ver desde afuera toda la bola que se había armado con S.G. Sobre todo la relación de las chicas y los chicos conmigo. Empecé a analizarlo y me pareció raro, hasta gracioso. Yo no hago nada para que me tengan de ídolo, yo sólo canto y toco en el escenario. Y en el Luna Park tenía visiones de gente que lloraba, de madres e hijas sufriendo la separación del grupo. Y entonces empecé a componer sobre eso.

jueves, octubre 10, 2013

Rey Charly

Con sus canciones se podría reconstruir el último medio siglo de la historia Argentina. Es el adelantado, el que interpela a su público. El que dinamita los puentes de su propia obra. HBA lo escuchó a través de los ángeles de Charly, tres periodistas que lo admiran y lo cuidan: Alfredo Rosso, Mariano del Mazo y Claudio Kleiman. Con uds Charly García.

1. Charly, el historiador / En palabras de Alfredo Rosso

Yo me enganché con el último de Sui Géneris, de Aprendizaje en adelante, y sobre todo con el de Pequeñas anécdotas sobre las instituciones. Letras socialmente urticantes en un momento en el que costaba mucho hablar de la realidad que nos circundaba: era la época de la Triple A. Y de una música desafiante, porque ahí Charly tenía ya los teclados, los sintetizadores, y un concepto progresivo y sinfónico de la música. Con el tiempo fui descubriendo el primer Sui Géneris y me di cuenta de su importancia. De temas como “Natalio Ruiz”, que parodiaba un poco esa cosa almidonada y hasta retrógrada y reaccionaria del argentino paquete, burgués. De “Canción para mi muerte”, ese himno existencialista que por ahí los adolescentes lo cantaban como si fuese una canción de amor, pero en realidad era una canción muy densa. Y también las canciones románticas, porque no había tantos temas que hablaran del romanticismo adolescente desde una perspectiva de igual a igual; creo que fue el primer atractivo de Sui Géneris. Así me metí de lleno en temas como “Confesiones de invierno”, y “Cuando ya me empiece a quedar solo”, que son profundamente maduros para un muchacho que en aquel entonces tenía 22 años.

¿Y La Máquina de Hacer de Pájaros?

Hacía una música muy valiente: Charly estaba hablando de lo que estaba sucediendo en el peor momento del Proceso. Sobre todo en Películas (1977), que tiene temas como “No te dejes desanimar”, o “El hípercandombe”, que está hablando de la paranoia de vivir en un país ocupado por sus propias fuerzas armadas, y de ser joven en esa situación. Muy denso. Y con un marco musical sofisticado y rico con dos teclados. “Qué es lo que se puede hacer salvo ver películas", era lo que nos preguntábamos todos en el 77. Yo sentía que Charly traducía lo que yo pensaba.

En el '78 llegaría Serú Girán. Para mí, la mejor banda en vivo que vi en este país, sin dudas. Una máquina humana aceitadísima, con dos tipos que componían tremendamente como Charly y David Lebón, y Pedro Aznar que atrás sostenía las armonías de los tres y aportaba ese bajo tremendo. Letras tremendas, como “Viernes 3AM”, “Perro andaluz”, “San Francisco y el lobo”, “Canción de Alicia en el país”, una denuncia a los crímenes de la dictadura usando una metáfora del cuento y de Alicia a través del espejo, de Lewis Carroll. Su pico de excelencia fue en sus shows en el Coliseo, en 1981, estrenando “No llores por mí, Argentina” y “No quiero volverme tan loco”. Hablaba de la sociedad partida de aquel momento, de la necesidad de recuperar la alegría. Por eso lo de “La alegría no es sólo brasilera”. Y es cierto, porque tenemos un ser nacional sumamente melancólico. Ha traducido tristemente lo peor del prejuicio religioso del pecado original: nos hemos caído de un paraíso que no podemos recuperar, hagamos lo que hagamos. Nos ponemos melancólicos por una gloria del pasado. Charly lo dice cuando canta yo no sé si vivir tanto les cuesta... Es que es un gran traductor de cuatro décadas de historia argentina. Si se quemaran todos los libros de historia mañana, podrías reconstruirla en sus canciones.

Charly es como “El hombre ilustrado” de Ray Bradbury, lleva en su piel retazos de historia argentina. Es víctima de su propia lucidez. Su carrera como solista en los '80 es tal cual. Vos escuchás “No bombardeen Buenos Aires”, y sentís lo que sentía un pibe en plena guerra con los ingleses. Por un lado te volvías loco escuchando a The Clash, y, por otro, los ingleses eran tus enemigos, o los del país. En Clics modernos (1983) está “Los dinosaurios”, que expresa lo que sentíamos todos en aquellos meses del '83 previos al retorno de la democracia. Lamentablemente muchos de esos dinosaurios cambiaron de traje y adoptaron trajes civiles. Con la misma lucidez, en Piano Bar (1984), habla del rock que se mira el ombligo, de la fisura de la madrugada en la época de mucha droga euforizante, de la neurosis amorosa que hace que uno haga “Promesas sobre el bidet”, de los “Raros peinados nuevos”. Ante una sociedad hedonista de los '80, que hablaba de lo dietético, del gimnasio, de la tevé color, de volver a Ser del Jet Set, lo afrodisíaco, las cirugías estéticas. Y Charly dice, está todo bien, pero aunque te hagas las gomas seguirás siendo rara, y flaco, bancate ese defecto...

domingo, julio 17, 2011

CHARLY GARCIA Y AMIGOS

Festival del amor – 1977 (audios completos)

Los momentos previos al largamente esperado "Festival del Amor” fueron sin demasiado ídem. Las dos funciones inicialmente proyectadas se habían reducido a una sola y como el precio de la entrada en cambio se había duplicado, demostrando que para algunos el amor también va con la inflación, se intentaba meter en el Luna Park más gente de la que éste puede contener.
El ingreso se hacía lentísimo (había quienes esperaban desde el día anterior), y aproximarse a las boleterías era poco menos que imposible. En los accesos, la historia se repetía: hasta la prensa era tratada, con la habitual amabilidad tan cara a los señores de seguridad del Luna Park, (inclusive yo mismo fui "gentil¬mente invitado" a correrme por un par de gorilas que por poco dan con mis huesos en el piso ante la mirada de uno de los organizadores que inú¬tilmente trataba de explicarles que era periodista).
Una vez franqueada la entrada la cosa comenzó a pintar mejor: el Luna Park llenísimo, como nunca lo estuvo en su historia, (demasiado, a tal punto que parte del público que había paga¬do su entrada tenía que acomodarse en lugares tan extraños que no veía ni lejanamente lo que sucedía sobre el escenario), y flores dispuestas sobre el tablado, en los micrófonos y los ins¬trumentos, preanunciaban una noche de buenas ondas.