jueves, agosto 29, 2024

Yo soy el escorpión

Detrás de la composición, la grabación y la edición de ‘La lógica del escorpión’, el nuevo álbum del héroe del rock argentino con colaboraciones de David Lebón, Pedro Aznar, Fito Páez y hasta Luis Alberto Spinetta. Ph: Lora Lezano

Charly García, a los 72 años, eligió la fábula del escorpión y la rana de Esopo para conceptualizar su nuevo álbum, La lógica del escorpión. Dicen que “el Artista” —como lo llama cariñosa y respetuosamente su amigo y viejo compañero de ruta Fernando Samalea—, se apropió de la idea del fabulista griego luego de ver Mr. Arkadin, película de Orson Welles de 1955. Tirado en su cama, en el departamento de Coronel Díaz, en plena pandemia, a Charly le brillaron los ojos al ver al mismo Welles interpretar el papel del magnate Gregory Arkadin, con un vaso y un puro en la mano, contando la anécdota del escorpión y la rana frente a un grupo de aduladores.

“Ahora voy a hablarles de un escorpión: este escorpión quería pasar el río y le pidió a la rana que lo llevara.
—No —dijo la rana—. Si te dejo que te subas a mi espalda puedes picarme y la picadura de un escorpión es mortal.
—Vaya —replicó le escorpión. —¿Dónde está la lógica de tus palabras? Los escorpiones siempre tratan de ser lógicos: si yo te pico, tú mueres y yo me ahogaré.
Al oír estas palabras la rana quedó convencida y permitió que el escorpión se subiera encima de ella, pero cuando estaban en el medio del río sintió un dolor terrible y se dio cuenta. Pese a todo, el escorpión la había picado.
—¡Lógica! —gritó la rana moribunda cuando comenzó a hundirse, arrastrando al escorpión bajo las aguas. ¡No hay lógica en esto!
—Lo sé —respondió el escorpión. Pero no he podido evitarlo, es mi carácter.
Bebamos por el carácter”.

El cine ha sido siempre una obsesión para García, pero mucho más en los últimos años, en los que perdió buena parte de su movilidad. Y no es difícil imaginar a Charly identificándose con el escorpión, con una vida guiada por el instinto. “La lógica del escorpión es… que no hay lógica. ¡Es suerte, nomás!”, le dijo García tiempo atrás a Roberto Pettinato, en su programa de radio. Y, coherente, este disco tampoco la tiene.

Puede arrancar con un autocover en castellano de un tema que publicó en inglés hace quince años y luego autorrobarse completamente la armonía de “Chipi Chipi”, de La hija de la lágrima, para reciclarla con otra letra como si tal cosa. García puede recitar el texto de Orson Welles en Mr. Arkadin sobre el escorpión y la rana y luego cantar con su voz más nasal: “voy a comprarme un alfajor, voy a sacarme el pulmotor del corazón fatal”, de manera casi inentendible, sin Auto-tune ni retoque.

En la no lógica de La lógica del escorpión puede haber dos temas compuestos en su adolescencia, en tiempos de Sui Generis, y también una canción que formó parte del no disco más legendario de la historia del rock argentino, para que suenen –y emocionen— juntas, y probablemente por última vez, al menos sin IA de por medio, las voces de García y Spinetta.

La lógica del escorpión no tiene lógica. Y Charly no ha podido evitarlo, porque está en su carácter. ¡Bebamos por Charly, entonces!

La tapa de la nueva edición de la revista Rolling Stone con Charly García como protagonista.

Pero lo cierto es que los últimos años de la vida de Charly se parecen más a los de Charles Foster Kane (El ciudadano) encerrado en su Xanadu de Coronel Díaz, que a los del carismático y sociable millonario Mr. Arkadin. Luego de llevar al borde del abismo al personaje que encarnó en su etapa Say No More y convertir su vida privada en obra pública, hoy es muy poca la información acerca de cómo transcurren los días del Artista. Cada tanto alguna escapada a la casa de un amigo, un video tocando el piano el día de su cumpleaños, una foto con un fan desprevenido o alguna de las varias internaciones que debió afrontar (muchas de ellas, chequeos médicos de rigor; otras, consecuencias de una salud que no termina de recuperarse). Hace años que dejó de interpretar el papel de entrevistado (que con tanto ingenio y maestría supo ejercer durante décadas) y muchos de sus excompañeros de ruta en otros tiempos llegaron incluso a alzar la voz por no lograr el visado para poder visitar a su amigo el rey.


“Charly no va a dar entrevistas”, aseguraron desde la compañía discográfica Sony Music cuando Rolling Stone, cuatro meses atrás, intentó hablar con García acerca de la inminente (y siempre retrasada) salida de su nuevo álbum. “Pero por qué no prueban mandar algunas preguntas por escrito y vemos si él quiere y puede contestarlas en algún momento. No les prometemos nada”. Como dice la canción que años atrás fue mantra para García: “Lo que ves es lo que hay”.

Así las cosas, Rolling Stone reconstruyó minuciosamente, no sin antes esquivar obstáculos y cortar malezas, los días de composición, preproducción y grabación de La lógica del escorpión a través de los testimonios de los músicos y amigos que participaron, del joven ingeniero de sonido que lo acompañó con paciencia en el estudio durante dos años, de algunos de los invitados del disco y de la artista plástica Renata Schussheim, a cargo del arte de tapa. Un trabajo similar al del periodista Jerry Thompson en el clásico de Welles.

Hasta que, un día antes del cierre de esta edición, el mensaje (in)esperado llegó: “Ahí van las respuestas de Charly. No respondió todas las preguntas, pero es lo que hay”. Desde su propio Xanadu, el ciudadano García entrega un pequeño conjunto de pistas y conceptos, que ayudan un poco más a entender su último “Rosebud” (aquel enigma central del ciudadano Kane) en forma de álbum. Pero eso se develará en la última escena de esta película que, una vez más, busca las claves de un nuevo Charly García para armar.

LA GRABACIÓN
Hace poco más de cuatro años que García viene armando, capa por capa, pieza por pieza, este rompecabezas que, finalmente, el 11 de este mes, Día del Maestro, llegará a las plataformas virtuales y disquerías físicas por igual (el vinilo tendrá una edición limitada, que incluirá al escorpión de la tapa en relieve). En aquellos interminables días de encierro de pandemia Charly comenzó a grabar bases y meter algunos samples en canciones con las que venía jugando desde hacía unos años, al mismo tiempo que la idea de un futuro álbum se gestaba bajo su piel.

Con las primeras aperturas en el país post Covid-19, en octubre de 2020, García mandó a llamar a Matías Sznaider —un joven ingeniero de sonido de 30 años que venía trabajando con él en sus últimas apariciones en vivo— con el siguiente mensaje: “Charly está muy decidido a grabar el disco”.

“Yo estaba en España y por esos días se hablaba de que se venía otra cerrada grossa para todas las actividades por la pandemia”, recuerda Sznaider. “Entonces, cuando me llamó Tato [Guillermo Vega, asistente personal de García], no lo dudé y me vine para Buenos Aires. A los pocos días ya estábamos grabando las primeras cosas en el estudio Happy Together”.

Charly ya había adoptado como guarida el estudio de Caballito, que había conocido un par de años antes a través del mismo Sznaider. Una sala cálida, pequeña, con la privacidad justa, pisos de madera, paredes negras y beige con listones verticales claros y una ventana a la calle con ladrillos translúcidos. Durante semanas, él y su inseparable Tato, acompañados por el ingeniero de sonido, construyeron una dinámica de trabajo. “Charly graba todo el tiempo, siempre está grabando, y en el estudio probábamos cosas con todo ese material que él traía”, cuenta Sznaider. “Mi laburo fue siempre mantener las cosas más representativas de sus ideas y ponerlas bien al frente. La dinámica era que él me dejaba algo, yo por la mañana editaba y a la tarde le mostraba el trabajo en el estudio. Y eso en general funcionó muy bien, porque siempre terminaba pasando por su criterio y su filtro. Desde el día uno Charly estuvo muy determinado y convencido de cómo tenía que ser el disco”.

Ph: Nora Lezano

Con una base de canciones armadas, empezaron a llegar los músicos amigos. “Tal cual sucedió en Random, fui acercándome de a poquito, casi de colado”, dice Samalea. “En principio supimos tocar ‘terapéuticamente’, donde los límites entre una grabación formal e informal se volvían difusos. Pero enseguida entendí que se estaban plasmando ritmos definitivos y que asomaba un disco maravilloso. Fue un subidón total”.

—Hacete una bata a la antigua, tipo Ginger Baker o Keith Moon, con muchos tom-toms —le pedía Charly a Samalea con picardía—. ¡A lo Carl Palmer!

“Nuestro líder carismático solía ubicarse de espaldas al vidrio, como un monarca, delante del piano Wurlitzer y el teclado Korg Kronos. También alternaba guitarras o bajos. Copa de Baileys en mano, Charly bromeaba o debatía sobre lo que fuese, recordando a Charlie Watts o a Vinnie Colaiuta, explayándose sobre la miniserie de televisión McCartney 3, 2, 1, de Paul McCartney con Rick Rubin, o contando pormenores de discos de Genesis, Steely Dan y Todd Rundgren. Desde tiempos inmemorables, él supo estimular a sus músicos e ingenieros, con humor y trato amable, siempre alentador, de cofradía. En ocasiones parecía embelesarse con su iPad ya que, al tocar el controlador MIDI, le gustaba ver los acordes en la pantalla, como una danza multicolor. Dentro de esa tablet (que cargaba más enigmas que los jeroglíficos egipcios) protegía con recelo toda su nueva música”.

El plan A de Charly era grabar él todos los instrumentos, a la Prince. Y, de hecho, así lo hizo, pero a medida que el disco fue avanzando, decidió llamar a Samalea para reemplazar algunas baterías y a Fernando Kabusacki para retocar las guitarras. “Charly quería que grabara una guitarra en un tema y después me dijo que ya que estaba por qué no grababa otra más y así terminé tocando en nueve de los trece temas del álbum”, cuenta Kabusacki desde Seattle, donde se encuentra grabando con uno de sus varios proyectos musicales. “Hicimos miles de sesiones y el estudio funcionó en cierto punto como el lugar de reunión de amigos. Charly no estaba viendo a mucha gente, entonces ese era su espacio para reencontrarse con la música, pero también con los amigos. Más allá de eso, la grabación fue de lo más profesional y siempre bajo la conducción, la producción, la dirección y las sugerencias y propuestas de Charly. Todo lo que está en el disco es Charly ciento por ciento. Estuvo al frente de todo, hasta de qué letra les poníamos a los nombres y el orden de los temas. Realmente estuvo muy afilado todo el tiempo”.

Samalea sostiene que la razón de la buena estrella del álbum es que García, como en muchas ocasiones, mantuvo una idea concreta desde el vamos: la fábula del escorpión y la rana, el instinto en primer plano y un ‘collage’ irresistible para el diseño sonoro. “El disco tiene melodías épicas emocionantes, armonías sofisticadas en cuartas, arpegios o riffs de guitarras, bajos profundos y ritmos muy arengadores. En mi caso, me tocó intentar una buena pegada de bombo y tambor, hacer breaks veloces y hi-hats ‘maquinales’ llevando el pulso, en general copiando loops o programaciones ya establecidas”.

Charly grabó varios bajos, muchas de las guitarras y todo tipo de teclados: el Melotron, un Wurlitzer y también teclados más modernos. Para la grabación también se recuperó el histórico Yamaha CP-70, que el músico compró en cuotas en 1978 para usar en el debut de Serú Girán. “De alguna manera él grabó todo y después por ahí Kabu tomaba algunas líneas de Charly y las reemplazaba, en la mayoría de los temas respetando ciento por ciento lo que ya estaba hecho. Charly le pasaba los acordes en tiempo real, como dirigiendo la toma”, completa Sznaider. “Sama y Kabu vinieron a elevar un poco el nivel de audio, pero las canciones ya estaban. Porque por ahí Charly agarraba un groove del iPad o veía algo en YouTube que le copaba y tomaba un pedazo de una batería y así empezaba a construirse el tema. Lo único que se hizo fue buscarle un audio superador pero defendiendo que quede el mismo feeling con el que Charly lo había creado desde cero”.

Charly García al piano, en el Hotel Faena, en una de sus últimas apariciones públicas, en junio de este año. Ph: Gastón Barenmberg

Según recuerda Samalea, “el Artista fue construyendo un concepto de sí mismo durante la grabación, como esos trazos, dibujos o ‘intervenciones’ que lo transforman en un pionero del Metaverso. También lo cinematográfico estuvo presente, siendo un amante confeso del cine de Kubrick, Fellini, Mel Brooks, Groucho Marx o Woody Allen, que ha bordeado a menudo el de Buñuel o el gore de Dario Argento. Seguía conectando con las altas esferas y sus neuronas se divertían a la velocidad de la luz, y hasta supo reírse de sí mismo: —Tendríamos que tocar jazz, algo tipo Miles Davis—, sugería de repente, con seriedad. Alternando los registros para el álbum, Charly solía pedirle a Sznaider que pusiese videos de Joni Mitchell en YouTube, para que luego tocásemos encima. Tecleando nombres y apretando enter en la computadora, podían resonar ‘Woodstock’, ‘Chelsea Morning’ o ‘For Free’ a todo volumen: ‘I slept last night in a good hotel, I went shopping today for jewels, The wind rushed around in the dirty town and the children let out from the schools…’, cantaba al unísono con la canadiense, en un más que curioso dueto a través de la pantalla catódica”.

La lógica del escorpión terminó de grabarse en diciembre de 2021, y durante el primer semestre de 2022 se mezcló y se masterizó. De allí en más, sucedieron varias idas y venidas con la discográfica antes de poder oficializar su vínculo contractual (y el de su demorado álbum), en abril de este año. “Lo más complicado era conseguir la autorización para incluir el tema ‘Watching the Wheels’, ya que tenía una traducción al español y tenía que ser validada por los dueños de los derechos de autoría de John Lennon”, explican desde las oficinas de Sony y juran que es una de las pocas veces que se ha dado este tipo de autorización para un tema de Lennon: “Solo porque es Charly nos dijeron que sí”.

LAS CANCIONES
Trece canciones son las que quedaron en el álbum. Siete en la cara A y seis en la cara B, tal cual lo ordenó García pensando siempre en el formato vinilo. Llegaron a grabarse otros ocho temas, pero quedaron fuera del tracklist final. Desde el vamos, el disco estuvo concebido como un vinilo simple y fue el mismo Charly el que decidió dejar algunos temas afuera y elegir lo mejor que había sobre la mesa.

Pero antes de hacer un repaso ordenado de esta nueva colección de canciones de Charly García, no podemos no detenernos en uno especial, por peso propio, pero especialmente por energía emotiva: “La pelícana y el androide”. La canción compuesta por Luis Alberto Spinetta en 1984, como parte de uno de los proyectos más ambiciosos de la música argentina que debía culminar con un disco espalda contra espalda con García. Pero pasaron cosas y la mitología en torno al abrupto final del sueño de toda una generación rockera incluye imágenes de ceniceros arrojados, egos cruzados, cortinas en llamas y una disputa entre los héroes del rock nacional que abrió una herida que tardó demasiados años en cicatrizarse.

La portada de ‘La lógica del escorpión‘, el nuevo disco de Charly García.

De aquellos fugaces pero ardientes encuentros surgieron temas como “Rezo por vos” (luego ambos grabaron y publicaron sus respectivas versiones: Spinetta en Privé, de 1986, y García en Parte de la religión, de 1987, “Una sola cosa” (también incluida en Privé), “Hablando a tu corazón” (en 1986 publicada en Tango, el disco de Charly junto a Pedro Aznar) y “La pelícana…” (Privé). “El tema habla de aquello que ha logrado transformarse hasta dejar atrás su realidad originaria (…) La idea central era que no solo se podían enamorar una pelícana y un androide, sino que además podían tener hijos, y esos hijos simbolizan el producto de esa metamorfosis (…) Es una reflexión sobre la indiferencia y el desdén del mundo ante estas metamorfosis. Hay quienes sostienen que algo así no es posible, como si no estuviéramos ya constituidos por partes imposibles”, le dijo Spinetta a Juan Carlos Diez (Martropía: conversaciones con Spinetta, Bs. Aires, Editorial Aguilar, 2006), sobre la única canción mid-tempo de aquel álbum solista del Flaco, que incluía el sample, entre otros ruidos y ruiditos, de un gol relatado por José María Muñoz.

En una de las tantas tardes/noches de pandemia en las que García se sumergía durante horas en el océano de YouTube, el músico se encontró con los audios de un “disco pirata” suyo, con los demos de sus canciones de la década del 80. Allí fue que descubrió una versión temprana de “La pelícana…” con la que terminó obsesionándose.

“Verlo a Charly trabajar sobre ‘La pelícana…’ me hizo dar cuenta de lo que es la sensibilidad de un artista”, dice Sznaider. “Charly vio ese tema como una posibilidad certera para el disco mucho tiempo antes de que cualquiera de nosotros realmente lo pensara. En esa época estaba fascinado con YouTube y cuando encontró esos out-takes propios y escuchó ‘La pelícana…’ quedó en shock”.

Charly tomó el demo y lo editó una y otra vez, quitó partes y extrajo la voz de Spinetta. Luego armó toda una instrumentación con sus teclados y copió el mismo pattern con samples de la misma batería electrónica utilizada originalmente, una Yamaha RX 11, y convocó a Kabusacki para que grabara unas “guitarras etéreas”. “Charly me contó que esa versión la habían grabado en los 80, en su casa de Coronel Díaz”, continúa Sznaider. “Me dijo que el tema era de Luis, que él no cantaba y que tocaba apenas un poco y por eso decidió, más allá de grabar algunos vocoders y refuerzos, darle un lugar predominante a la voz de Spinetta. Creo que el descubrimiento de ‘La pelícana…’ fue el momento más emotivo del disco. Él estaba radiante de poder usar esta pieza”.

Kabusacki asegura estar maravillado con todo el proeceso de la grabación del tema. “No sé si muchas veces en el rock argentino se logró algo tan, pero tan power como esta versión. Cada vez que la volvía a escuchar me emocionaba. Haber podido meter mi guitarra ahí es realmente un superlujo. Siempre es un lujo estar con Charly y siempre que estoy con él siento que estuve con Van Gogh o con Beethoven o con los Beatles todos juntos, ¿se entiende? No es que siento que estuve con Paul McCartney, siento que estuve con los cuatro Beatles”.

Uno de los primeros temas que apareció como fija para el disco fue el que terminó abriendo La lógica del escorpión: “Rompela”, versión en castellano del “Break It Up” que figura en Kill Gil (2010) y una de las tantas autorreferncias en loop que plantea el concepto del álbum. “Tenés que hacerme feliz/ Rompé las tendencias/ Gritá, agitá, no seas como los demás”, canta Gracía en mood “rock and roll, yo”.

“Tuve mi bautismo de fuego con ‘Rompela’”, cuenta Samalea. “Un riff binario e intenso, a pura hipnosis, de pulso machacante y síncopas de tom-toms por ahí. Sabía que en las grabaciones de García, al ir acomodándose los arreglos, podían suceder cosas singulares. El entramado de los instrumentos siempre ha sido lo suyo. Al componer, se vale de una maquinaria emocional perfecta en la cual, de la nada, brillan sonidos o cambios de ritmo que van determinando tal o cual parte nueva. Yo ya lo había experimentado al participar de tantos discos o demos suyos, donde siempre se manifestaba ese componente mágico. Avanzada la grabación, por ‘mística’, llevé al estudio mi Yamaha Recording (que el propio Artista me regaló durante nuestras lejanas aventuras en Nueva York), para que su linda energía de tambores pintarrajeados impregnase nuestro presente también”.

El tema dos del lado A es “Yo ya sé”, que arranca con un sintetizador moog contagioso e incluye, en palabras del mismo baterista, “una preciosa armonía subconsciente, estribillos sincopados y una frase irónica brillante: ‘Freud lo ha arruinado todo, como internet’”. Allí también suma coros Hilda Lizarazu, que junto a Rosario Ortega se repartieron las voces femeninas del disco.

Luego llega “El Club de los 27”, un blues que retoma una de las ideas madre de la lírica de García de las últimas décadas, la muerte y la resurrección, y en el que David Lebón se luce con un solo de los suyos.
Desde hacía tiempo Lebón le venía insistiendo a su excompañero de Serú Girán para grabar juntos una versión de “Nos veremos otra vez”, incluido originalmente en el álbum Serú 92, y sumarla a la retrospectiva discográfica de su obra editada en dos volúmenes, Lebón & Co. García aceptó y contraatacó: “Yo también estoy haciendo un disco que está buenísimo. Venite a grabar unas guitarras”.

El guitarrista dijo que sí, devolviendo la gentileza, y le pidió a Sznaider que le mandara algunos temas para ver cómo sumarse al proyecto. “No le mandemos nada —replicó Charly—. Que venga acá y que grabe como hicimos toda la vida”. A los pocos días, Lebón llegó al estudio Happy Together con su guitarra y una pedalera y en pocas tomas grabó el solo de “El Club de los 27” y unas bases para “La medicina N° 9”.

“Nos divertimos mucho”, recuerda Lebón. “Nos reímos de esas situaciones que se presentan siempre en el estudio y nos sorprendimos de tener la misma conexión de siempre, como si el tiempo no hubiera pasado. Carlitos es un ser único, hipertalentoso, muy seguro de lo que quiere y hace. No hay en el mundo un Charly García…es único”.

Ese encuentro en el estudio reforzó una vieja idea que anduvo dando vueltas en los últimos años: rearmar Serú Girán, con Juanito Moro en el lugar de su padre fallecido, Oscar Moro. “Patricia [Oviedo, pareja y manager de Lebón] había tenido una idea al respecto que la seguimos trabajando y creo que puede andar”, confiesa misterioso el guitarrista, justo en días en los que un festival de rock local anuncia para el año próximo un line up como “regresos históricos”. “Pero no puedo contar mucho porque no hay nada definido. Sí nos juntamos con Carlitos y con Pedro cada tanto y siempre hablamos de posibilidades”.

Ilustración: RNDR

Volviendo a La lógica…, “La medicina N° 9” retoma un motivo de “El rap de las hormigas”, mientras el mántrico “number night, number night” de los Beatles se repite detrás. La voz de García suena más cruda que nunca, como en casi todo el disco, bien al frente y casi en plan testimonio, documental. Charly García canta aquí como Dylan lo hace en sus conciertos, con más actitud que técnica. “La voz está totalmente diferente a como está en Random”, confirma Sznaider. “Acá está la voz real de él bien al frente. Las voces transmiten mucha energía y es genial que se lo pueda escuchar a él bien, vivo, enérgico. La gran mayoría de las cantadas provienen de una misma toma, por ahí alguna cosita hay de otra, algunos coros que se sumaron que también grabó Charly, pero la idea era que siempre mande una voz líder que transmita la energía que las canciones necesitaban. Escucharlo así creo que le da un plus y a más de uno le va a causar sorpresa”.

El quinto tema del primer lado es una de las primeras canciones que compuso el adolescente Carlos García Moreno y formó parte de los primeros ensayos de Sui Generis: “Te recuerdo invierno”, un tema que el dúo nunca llegó a grabar oficialmente, pero que García sí recuperó en el disco Estaba en llamas cuando me acosté, con la firma de Casandra Lange, un registro en vivo con varios covers editado en 1996. Esta nueva versión de apenas dos minutos de duración suma un bandoneón y espíritu tanguero.
“Hay gente que se suicida, un acto muy egoísta, para salir en la tele, en diarios y en las revistas”, canta Charly en “Autofemicidio”, un rock ciento por ciento García. “Todo el disco es muy colorido, muy diverso. Tiene rock, tiene una intensidad impresionante y también cosas muy sensibles y románticas, pero siempre en un plano muy emotivo. Tiene los colores que conocemos de Charly y algo de esos discos tipo ópera rock, como The Wall o Tommy”, aporta Kabusacki.

El cierre del lado A es con Pedro Aznar haciéndose cargo del bajo eléctrico, la guitarra, la batería y las voces en “América”. Satisfacción garantizada. “Tengo miedo de América y de entrar sin salir”, canta Charly en el tema más limpio del álbum, un track que bien podría funcionar como adelanto de un tercer capítulo discográfico del proyecto Tango. “Tengo miedo de América. Tengo miedo de Dios. De noticias histéricas y de mí y de vos” (al parecer hubo que convencer a la editorial dueña de los derechos de autor de David Bowie de que la canción no tenía nada que ver con “I’m Afraid of Americans”, que el Duque Blanco publicó en 1997, en su álbum Earthling).

Damos vuelta el disco y la apertura del lado B es con una que conocemos todos: “Juan Represión”, grabada en 1974 por Sui Generis, para el disco Pequeñas anécdotas sobre las instituciones. Cincuenta años después, García se saca las ganas de ser la voz líder del tema (originalmente lo fue Nito Mestre) y comparte coros con Rosario Ortega. “Cuando escuché por primera vez la versión de ‘Juan Represión’ fue muy emocionante”, dice Kabusacki. “Le dije a Charly que me hacía recordar a la primera vez que escuché ‘Los dinosaurios’, a principios de los 80, en Rosario”.

En “Estrellas al caer” García se pone el traje del hombre que recicla melodías y vuelve sobre la armonía y un giro melódico de su hit de mediados de los 90, “Chipi Chipi”, para ahora recrear el espíritu festivo y alegre de los años 60. “Y era fácil fantasear, discutir, ayudar/ A que todos sientan la canción, el amor, la ilusión/ que no estuvo muerta/ Si puedes recoger estrellas al caer/ verás que es imposible perder”.
Luego llega “La pelícana y el androide” y, enseguida, la versión en castellano de “Watching the Wheels”, el tema de John Lennon publicado en Double Fantasy (1980), que ya había grabado para Kill Gil (2010), pero que ahora cuenta con la autorización oficial. “Siempre me identifiqué con el famoso ‘dicen que estoy loco, haga lo que haga’. Se aplica perfecto en mi caso”, confesó García en su momento.

Ahora, la canción funciona también como intro para el texto/concepto de la fábula de la rana y el escorpión, que Charly recita en compañía de Rosario Ortega y deja como coda el piano de “20 trajes verdes” (el mismo que había utilizado en sus conciertos bautizados 60X60, en 2011, para presentar versos de sus canciones intercalados al azar, recitados por Graciela Borges).

El cierre de La lógica del escorpión es a toda festividad con “Rock and Roll Star”, una adaptación al español del tema de los Byrds, “So You Want To Be a Rock’n’Roll Star” (1967), con el incondicional Fito Páez como partenaire. “Si querés ser una estrella de rock/ Escuchame bien lo que te digo yo/ Alquilá la eléctrica ya/ Tomate un mes, aprendé a tocar”, cantan.

“Fito vino casi al final, después de los festejos por los 70 de Charly en el CCK”, cuenta Sznaider. “Creo que ese concierto, con todos los músicos amigos, es un poco la condensación del optimismo que hubo en la gestación del disco. Fito llegó al estudio y con Charly se pusieron a grabar desde el control, en vivo, y fue otro de los tantos momentos mágicos que vivimos haciendo este disco”.

EL ARTE
Fue precisamente en aquel show homenaje/cumpleaños por los 70 de García que se vio por primera vez al escorpión que hoy es la tapa de La lógica… Esa tarde/noche Charly lo llevó estampado en su remera negra. Charly volvió a elegir a Renata Schussheim para que la artista plástica se encargara de la portada, así como lo había hecho en 1980, para el álbum Música del alma, registro de un concierto realizado tres años antes en el Luna Park, bajo el nombre El Festival del Amor, en el que el bigote bicolor repasó canciones de las bandas que había integrado hasta ese momento: Sui Generis, Porsuigieco y La Máquina de Hacer Pájaros.

Bocetos de escorpiones para la tapa del álbum. Gentileza Renata Schussheim

Schussheim le contó a Rolling Stone el mes pasado que no fue sencillo encontrar la imagen perfecta del escorpión y que recolectó cientos de fotos, grabados, dibujos e ilustraciones de escorpiones distintos, muy a pesar suyo. “Volver a conectar con Charly siempre es una alegría. Lo quiero mucho y siempre lo admiré. Me emociona porque recorrimos un camino juntos importante. Como siempre, él me tira una idea y yo empiezo a buscar. El tema es que a mí me dan terror los escorpiones. Pero igual empecé a buscar grabados antiguos para transformarlos, hasta que llegamos a uno que le gustó”, contó la artista plástica que también trabajó con García en varias de las escenografías más icónicas del músico, con Serú Girán (la de la presentación del disco Bicicletas, en el Luna Park) y como solista (la gran puesta de “No bombardeen Buenos Aires”, en el estadio de Ferro Carril Oeste).

Más escorpiones y ranas en la mano de Schussheim. Gentileza Renata Schussheim

Para La lógica… Renata trabajó en colaboración con el diseñador gráfico Martín Gorrincho. “Yo soy bastante analógica, así que te diría que en un principio es una obra de técnicas mixtas y collage. Yo todavía recorto y pego, pero Martín maneja muy bien la computadora, la tecnología, y también las tipografías, e interpretó muy bien todo eso. Fue un proceso muy largo, que empezó antes de la pandemia, así que no te explico la ansiedad que tenemos por verlo publicado”.

Si el escorpión se lleva la tapa del álbum, la contra es para su partenaire en la fábula: la rana. Y en el sobre interno (que incluye todas las letras de las canciones a la vieja usanza), muy minimalista por cierto, incluye figuras de hombres y mujeres confundiéndose entre sí, también obra de Schussheim.

ROSEBUD
Orson Welles no revela el significado real de la palabra “Rosebud” en El ciudadano Kane, pero dejó pistas para que luego cientos de ensayos, artículos y documentales sobre el film coincidan en que todo se resume a cierto sentimiento de añoranza por aquel pequeño mundo que es la juventud, la infancia y el hogar. Que La lógica del escorpión esté impregnado de esos conceptos no es un secreto, entre melodías de adolescencia y proyectos de juventud. Entonces, las (pocas) palabras que ofrece García hoy desde su Xanadu personal, suman algunas pistas más para comprender mejor este nuevo capítulo discográfico de un artista sin igual.

—El disco tiene dos composiciones de la época de Sui Generis…
—En esa época, cuando compuse “Te recuerdo invierno”, Sui Generis no existía, eran dos palabras raras que leí en un libro de Geografia. Y “Juan Represión” pasó de ser victimario a víctima de su propia sociedad.
—¿Cómo fue grabar “La pelícana y el androide” y volver a escuchar en un estudio la voz de Spinetta?
—Ese tema estaba en un viejo casete, tirado junto a otros demos míos. Grabarlo fue como si Luis estuviera en el cuarto cantándolo desde otra dimensión.
—¿Por qué elegiste la fábula de la rana y el escorpión para conceptualizar el disco?
—Porque los escorpiones no tienen lógica y prefieren suicidarse antes que los maten. La rana, en cambio, tiene lógica, aunque en esta ocasión no le sirvió mucho.
—La fábula habla del instinto, ¿qué es el instinto para vos?
—Tirarme de un noveno piso para evitar ir a la cárcel.
—¿Y por qué creés que es tan importante para un artista?
—Porque no tiene contraindicaciones, ni por un instante tropieza con el plan B.

Por Sebastián Ramos

Fuente: Rolling Stone

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

miércoles, agosto 07, 2024

Fin del misterio

La portada, que hace referencia a la constelación de Escorpio, fue diseñada por la artista plástica Renata Schussheim y el diseñador gráfico Martín Gorrich.

Tras varios meses de idas y vueltas, rumores y expectativas, el ídolo popular del rock argentino, Charly García, anunció que en septiembre se estrena su próximo álbum de estudio, La lógica del Escorpión. A través de una publicación en sus redes, el artista compartió además el diseño de la portada del disco, en el que se ve un escorpión dorado sobre un cielo nocturno, en referencia a la constelación de estrellas.

"¡Paren las rotativas! La Lógica Del Escorpión en septiembre ya en las calles", indicó en sus redes. Su amigo y colega Fito Páez fue uno de los primeros en celebrar la noticia: "Vuelve Charly con todo! Que alegría volver a vivir, a las melodías, a la audacia armónica y al divertimento musical! La lógica del escorpión es un gran manifiesto de estos días! Salud Charly! Te amo", (sic), escribió el rosarino en sus cuentas virtuales. La portada del álbum fue ilustrada por la escenógrafa Renata Schussheim y el diseñador gráfico Martín Gorricho.

En sus redes, Gorricho compartió la foto del diseño de tapa del sucesor de Random (2017) y expresó: "¿Cómo es que termino escuchando este próximo disco con el mismísimo Charly, en su propia casa? Mostrándole ideas, bocetos, maquetas. No se me ocurre cómo decirlo de manera menos cursi y obvia, pero ¡qué sueño hecho realidad es todo esto!".

Asimismo, señaló que su participación en el proyecto fue gracias a la invitación de Schussheim. "Ella fue quien vino a mi con su cabeza llena de estos personajes nocturnos, mágicos, peligrosos, confiando en que yo pudiera convertir ese universo de ideas en un disco", apuntó.

Por su parte, en diálogo con la revista Rolling Stones, la artista plástica destacó: "Volver a conectar con Charly siempre es una alegría. Lo quiero mucho y siempre lo admiré. Me emociona porque recorrimos un camino juntos importante".

Además, la artista indicó que "como siempre", fue García quien tiró la "idea" que disparó la búsqueda. "El tema es que a mí me dan terror los escorpiones. Pero igual empecé a buscar grabados antiguos para transformarlos. Finalmente, llegamos a uno que le gustó", afirmó.

Schussheim fue la autora del diseño de tapa del primer álbum solista de García, Música del alma, publicado en 1980, lo que simboliza un cierre de un ciclo artístico. También colaboró en la escenografía para la presentación de Bicicletas, el álbum de Serú Girán, en el Estadio Obras. Y simuló un bombardeo en la presentación de Yendo de la cama al living, en diciembre de 1982, en el Estadio de Ferro Carril Oeste.

El ex Sui Géneris y Serú Girán firmó en abril de este año en su departamento de Coronel Díaz el contrato con el sello Sony Music para el lanzamiento de su nuevo álbum.

La última vez que Charly García apareció de forma pública fue a fines de julio, en un hotel del barrio porteño de Puerto Madero, donde tuvo un cálido encuentro con el exfutbolista Javier "Pupi" Zanetti. Sin embargo, su aparición más emotiva ocurrió en junio, en el Hotel Faena de Buenos Aires, donde junto a Baremberg & Mojo Jam Band, "repasó" --de modo simbólico-- sus clásicos "Yendo de la Cama al Living", de su álbum homónimo, y "Cerca de la Revolución", de Piano Bar, rodeado de su mánager y un grupo de fanáticos.


Fuente: Página 12

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

sábado, junio 08, 2024

Charly García tocó en público después de dos años: cómo se gestó el esperado regreso en el Faena

Charly García en el Faena, su primera presentación en público después de dos años.

Después de dos años, Charly García volvió a tocar en público. Fue en el Faena, en lujoso hotel en Puerto Madero, en Buenos Aires, y el músico interptetó dos de sus clásicos, “Yendo de la cama al living” y “Cerca de la revolución”, junto a la Baremberg & Mojo Jam Band, la banda liderada por el baterista Gastón Baremberg y el bajista Juan Martín Mojoli (“Mojo”, de El Kuelgue). “No hay nada más lindo que verlo a García feliz y conectado con la música”, dice Baremberg, todavía emocionado por la experiencia.

La historia de este regreso empieza en febrero. Gastón Baremberg, baterista de la banda de Fito Páez desde hace más de tres lustros, aprovechó el receso que iban a tener con la banda del rosarino (actualmente en Madrid, grabando Novela, su nuevo álbum) para armar un proyecto con espíritu lúdico. “Nos juntamos a tomar un café con Laura Suhs encargada de artística y directora creativa del Faena a ver qué podíamos armar. Como tenía un par de meses sin show con Fito, le propuse armar un combito para divertirnos, pero sobre todo con el espíritu de García, para que vuelva la música de Charly al Faena, con la fantasía de que algún día quizá ocurra lo que pasó anoche”, explica el baterista.

La historia de este regreso empieza en febrero. Gastón Baremberg, baterista de la banda de Fito Páez desde hace más de tres lustros, aprovechó el receso que iban a tener con la banda del rosarino (actualmente en Madrid, grabando Novela, su nuevo álbum) para armar un proyecto con espíritu lúdico. “Nos juntamos a tomar un café con Laura Suhs encargada de artística y directora creativa del Faena a ver qué podíamos armar. Como tenía un par de meses sin show con Fito, le propuse armar un combito para divertirnos, pero sobre todo con el espíritu de García, para que vuelva la música de Charly al Faena, con la fantasía de que algún día quizá ocurra lo que pasó anoche”, explica el baterista.

Gastón Baremberg y Charly García en el Faena (gentileza Nicolás Bertolodo).

La semana pasada, finalmente, comenzó a activarse el anhelo. “Laura, me escribió para contarme que Facu Iñigo [el hermano de Mecha, la pareja de Charly], iba de DJ y que Charly tenía ganas de ir”, explica Baremberg. “¡Me volví loco! Pero también entendía que no había mucha seguridad en que eso finalmente sucediera”.

Ayer por la tarde, el baterista recibió la confirmación y pronto se lo comunicó al resto de la banda, que incluye a la guitarrista Julia Agra y a Luna Suárez en piano y voz. “Viene el Maestro”, les dijo.

La sorpresa fue grande, porque cuando Charly llegó al Faena, la banda no había probado sonido. De hecho, el lugar estaba lleno de gente. “Así que simplemente nos sentamos a tocar un repertorio con temas de Stevie Wonder, Prince y James Brown”, relata Baremberg. “Yo giraba a mi izquierda, para atrás, adonde estaba Charly García, y lo veía a Tato Vega [mano derecha de Charly, histórico aliado SNM], que me miraba sonriendo, como diciendo ‘Che, Charly está aplaudiendo, le gusta, ¡está copado!’. Así que aceleramos la lista de temas y en un momento que que vi que se estaba cocinando todo, que Charly tenía ganas de tocar, la miro a Julia y le digo arranca con el tema García. La gente se volvió loca y automáticamente acercaron la silla de Charly al piano”.

El público que colmaba el salón era, en su mayoría, argentino. “”Inexplicablemente, a pesar de ser un miércoles a la noche, el lugar estaba lleno de gente y cuando cuando entró García, por ese imán, esa antena que tiene, hace que la gente enloquezca, que a todos se les dibuje una sonrisa involuntaria y que empiecen a cantar a los gritos canciones que ni siquiera ellos sabían que sabían”.

No era la primera vez que Baremberg tocaba con Charly: “Con Fito tocamos varias veces, creo que la primera vez fue en 2009 o 2010. Después, en 2013, hicimos la gira García Páez, que primero tocábamos nosotros, después tocaba Charly, y terminábamos las dos bandas arriba del escenario. Se hicieron muy pocos shows, pero fue una locura. Igual que el homenaje a Spinetta en los premios Gardel de 2013”.
Sin embargo, la experiencia para el baterista siempre es conmovedora: “Hace mucho tiempo que no tenía esa chance y me sigue pasando igual que siempre, siento la emoción a flor de piel como la primera vez. Todavía te lo cuento y no lo puedo creer”, se emociona.

Baremberg no cae de la felicidad: “Creo que lo más importante de lo que pasó ayer, más allá de que el mundo sea un lugar mejor porque existe Charly García y porque todavía toca el piano, fue que estaba feliz. Él estaba feliz. Él tenía ganas de tocar a pesar de todo y gracias a todos. Y en un momento se da vuelta y lo único que dijo, porque era lo que más le importaba, fue: ‘¡Más volumen! Te digo la verdad, ¡no hay nada más lindo que verlo a Garcia feliz y conectado con la música!”.

Por  Humphrey Inzillo

Fuente Rolling Stone

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lunes, abril 29, 2024

Cuándo sale y qué sabemos sobre La lógica del escorpión


La leyenda del rock argentino, Charly García, está cercano a lanzar su esperado álbum, La lógica del escorpión, marcando su regreso después de siete desde la publicación de Random en 2017. Sony Music confirmó en las últimas horas que el artista “selló el acuerdo” con la compañía para el lanzamiento de su nuevo disco, que estará disponible “en unos meses”.

Este nuevo trabajo ha sido una travesía interrumpida por la pandemia y problemas de salud del músico, lo que le confiere un valor único a lo que será el decimocuarto álbum de estudio de García, que se podrá adquirir tanto en vinilo como en plataformas digitales.

Charly García junto a las autoridades de Sony Music, luego de haber firmado el contrato. (Foto: Sony Music)


A finales del año pasado, la cantante Rosario Ortega compartió fotos desde un estudio de grabación junto a Charly García, revelando que el tan esperado disco estaba en camino. Por su parte, el productor musical José Palazzo publicó una imagen junto a García, Ortega, el mánager del argentino, Guillermo Vega, y el ingeniero de sonido, Matias Sznaider, anunciando que Charly había dejado todo listo y finalizado.

“Viví un hecho histórico, Charly dejó todo listo su nuevo disco, todo terminado, festejamos con parte de su equipo y justo llegué para ese momento”, comentó Palazzo en la publicación que subió a Instagram desde los estudios Happy Together. “Qué Charly García feliz que me tocó ver. Vamos, las disqueras, no se duerman que este disco tiene que salir ya. Órdenes del jefe… ojalá pronto lo puedan disfrutar”, añadió.

Aparentemente, La lógica del escorpión cuenta con la participación de colaboradores destacados en la escena musical, como Rosario Ortega, Fabián Quintiero, Fernando Samalea, Fernando Kabusacki e Hilda Lizarazu, además de los músicos chilenos Kiuge Hayashida en la guitarra y Toño Silva en la batería.

Según fuentes, el álbum, como se ha visto en discos anteriores, contará con versiones de clásicos del rock en inglés traducidos al castellano, además de reversionar algunos de sus viejos temas, inéditos de la época en la que vivió en la quinta de la familia Ortega en Luján.

El álbum es un testimonio de la adaptación y evolución continua de Charly García como artista. Durante la producción, incorporó una variedad de instrumentos, desde sus icónicos teclados hasta la integración de la tecnología a través de iPads.  “La lógica del Escorpión es que… ¡no hay lógica! Es suerte”, dijo el argentino en una entrevista atrás en 2021.

La portada del álbum, diseñada por Renata Schussheim, evoca recuerdos del pasado, ya que Schussheim fue la responsable del ambicioso escenario del primer concierto solista de Charly García en Ferro en 1982, cuando presentó Yendo de la cama al living. Aquel espectáculo memorable culminó con la destrucción de una ciudad ficticia al ritmo de ‘No bombardeen Buenos Aires’.

El álbum se ha hecho esperar, pero luego de años de misterio, la entrega parece estar más cerca que nunca y, esperamos, el 2024 quede marcado por el regreso de Charly García a la escena musical.

Por Valentina Villamil

Fuente: RollingStone

El blog de Charly García (hecho por DIOS)


domingo, abril 28, 2024

Charly García canta “Vampiro” a los 12 años

 

Charly a los 12, Charly con bigote, "Vampiro" fue una de sus composiciones seminales.
 

Charly García tenía 12 años y ya cantaba “Vampiro”, una canción que grabaría casi 30 años después en Tango 4, su disco junto a Pedro Aznar. En una grabación recientemente rescatada por la cuenta Rarezas Say No More se lo puede apreciar al cantante cachorro, que unos años más tardes luciría el bigote bicolor, cantando  junto a sus compañeros de la escuela primaria, durante un viaje de egresados en la próvincia de Córdoba.

    


“Encontramos un registro realmente histórico, ya que pasa a ser la grabación más antigua que existe de Charly García”, anuncia el texto que acompaña la grabación digitalizada que forma parte del acervo de la cuenta Rarezas SNM, dedicada a rescatar y preservar materiales de García, sin fines de lucro. “En un viaje escolar de séptimo grado a la provincia de Córdoba, los alumnos grabaron saludos para sus familiares en Buenos Aires”, explican.

Alan Nuzolezze, responsable de la cuenta Rarezas SNM, junto al técnico Tomás Rojas.

El dueño de las cintas es Eduardo Blanco, un estudiante de la Escuela Aeronáutica Argentina, que concurría al mismo establecimiento y compartió el viaje con Charly García, en el verano de 1964.

“En los años 90 quise acercarle la cinta a Charly, pero él estaba atravesando un momento bastante difícil, así que preferí guardarla”, explica Blanco, que aunque era cuatro años menor que el músico, participó del viaje al destacamento aeronáutico de Ascochinga, en la provincia de Córdoba. “Mi hermano mayor [Roberto Hugo Blanco] era compañero de Charly, pero se dio la casualidad de que mi papá era el presidente de la Cooperadora de la escuela”, agrega.  

¿Y cómo llegó esa cinta a la cuenta Rarezas Say No More? “Hace unas semanas, Eduardo le comentó una publicación en Facebook a Billy Bond, comentándole que tenía ese material. A mí, me puso en alerta [el periodista, editorial y biógrafo de Charly García] Roque Di Pietro. Le escribí enseguida a Eduardo para asegurarme ese material antes que nadie, y luego averigué como reproducirlo y digitalizarlo”, relata Alan Nuzolezze, responsable del canal de YouTube que ostenta unos 125 mil. “Le conté a Eduardo sobre el canal y se interesó. Así que hablé con [el técnico de grabación] Tomás Rojas, que tenía un grabador Geloso”.

Alan y Tomás fueron a la casa de Eduardo, y revisaron minuciosamente las tres cintas que, grabadas a ambos lados, duraban más de dos horas. “Escuchamos más de dos horas, cuatro cintas de los dos lados, y de Charly no aparecía nada. No te voy a mentir, estaba bastante decepcionado. Pero al final de la última media hora, apareció lo que estábamos buscando. La voz de Charly, primero saludando y luego cantando”.

Tomás Rojas escuchando las cintas de 1964 en su grabador Geloso.

La canción que canta Charly García es “Vampiro”, de la cual, acota Alan, existen varias versiones. Una de ellas es en los demos de Parte de la religión (circa 1987)  y otra es la que integra Tango 4, el álbum que Charly García y Pedro Aznar lanzaron en 1991. Aunque la letra sufre variaciones, el estribillo es el mismo que Charly cantaba a los 12 años. “Vampiro, ¡Dejame dormir tranquilo!”, cantó Charly en cada uno de esos registros.



“Charly dijo alguna vez que un artista componía especialmente entre la infancia y la adolescencia. Y hay muchas canciones de Charly de esa época, como ‘Corazón de hormigón’ [Kill Gil, 2010]; ‘Espejos’ [Sinfonías para adolescentes, 2000] y ‘Te recuerdo invierno’ [Estaba en llamas cuando me acosté, 1995]”, argumenta Alan.

La grabación, que dura apenas dos minutos, es suficiente para apreciar no sólo el talento musical de García, sino el modo desenfadado con el que se desenvolvía entre sus pares. “Siempre decían que era introvertido, pero en esta cinta se escucha otra cosa”, dice Alan.

Por su parte, Eduardo recuerda no sólo el talento que desplegaba el (futuro) músico, que lo transformaba en el favorito de la maestra de música y en un número puesto en los actos escolares. “Charly venía a tomar la merienda a casa, y ya se notaba que tenía un talento impresionante. A los once o doce años, ya tocaba el piano como un profesional”.

Por Humphrey Inzillo

Fuente: RollingStone

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miércoles, febrero 28, 2024

25 años del mayor recital en la historia Argentina

Simplemente Charly El sentido abrazo entre Charly García y Hebe de Bonafini marcó un emotivo momento durante el recital.

El 27 de febrero de 1999 Charly García hizo el recital de mayor convocatoria en la historia de ese Argentina durante el festival Buenos Aires Vivo 3. La serie de shows había empezado el 21 de enero con Los Pericos, los Fabulosos Cadillacs, y debido al mal tiempo se debieron suspender varias fechas.

En un primer momento, Charly planeó arrojar muñecos desde un helicóptero haciendo referencia a los vuelos de la muerte. Pero luego de una serie de discusiones con Madres de Plaza de Mayo, decidió desistir, aunque dejó algunos guiños en el disco en vivo que saldría poco después. Finalmente, a las 21.45 hs, Carlos Alberto García Moreno empezó con “Cerca de la Revolución”.

A lo largo de una playlist de más de 30 canciones, los cientos de miles de fanáticos apostados en Puerto Madero pudieron disfrutar de un repaso por casi todas sus épocas, y que incluyó a invitados especiales como Nito Mestre, Javier Calamaro y hasta Hebe de Bonafini, con quien se fundió en un abrazo interminable para luego continuar con Los Dinosaurios.

Si bien nunca se comprobó, se estima que unas 600 mil personas estuvieron presentes en el histórico recital, que fue el de mayor convocatoria en el país hasta el momento. El evento motivó la salida de "Demasiado Ego", cuarto álbum en vivo de la etapa solista de Charly. Aunque el show duró 3 horas, se seleccionaron 18 canciones para el álbum, entre las que se incluyeron algunas de su etapa con Sui Generis.

 

El abrazo, por Carlos Polimeni

El único helicóptero que la multitud vio en toda la noche fue uno de la Policía Federal, que a las 22.10 monitoreaba desde mediana altura la zona de Puerto Madero. Veinte minutos después, cuando la primera parte del show estaba terminando, Charly García concretó el homenaje a los desaparecidos más meneado de la historia: simplemente, invitó a las Madres de Plaza de Mayo presentes a compartir su gigantesco escenario. Lo hizo con palabras que parecieron elegidas. “Ahora van a venir unas amigas mías”, anunció a la multitud que los organizadores calculaban en casi doscientas mil personas.

Lentamente, y después de varios segundos, catorce Madres encabezadas por Hebe de Bonafini ganaron el centro de la escena. Charly, cariñoso y por un único momento de la noche relajado, buscó la humanidad de Hebe y le propuso un abrazo. El abrazo resultó largo y apretado. La multitud aplaudió, sostenidamente. Unos segundos después, brincando como un gnomo, Charly buscó las manos de la primera de la fila, y las sacó en trencito hacia el backstage, preñado de gente. Durante todo ese momento, que cerró la primera parte de las tres que tuvo el recital, había sonado el tema “Kill my Mother”.

La noche resultó un tributo de Buenos Aires a uno de sus creadores más importante del último medio siglo, un tributo a uno de sus hijos dilectos. El agradecimiento de la gente a un artista que colocó en su inconsciente colectivo un puñado de canciones indestructible, que son ya propiedad de todos, y que el paso del tiempo potencia.

La multitud que tapizó el predio ubicado frente al escenario que da espaldas al río esperó con disciplina durante más de una hora el inicio del espectáculo sin evidenciar malhumor alguno, sabiendo de antemano que con García siempre es dable esperar sorpresas. El video de ocho minutos –firmado por Cuatro Cabezas, la productora de Mario Pergolini– con que se largó la actividad fue poniendo en clima a la multitud, con un recorrido por algunos momentos de la carrera del personaje de la noche. Charly, que siempre habló de sí con más propiedad que nadie, apareció así contándole al público que su profesión, y su karma, es ser estrella de rock. Que desde que se encontró en su adolescencia con Los Beatles soñó con eso. Que es un trabajo difícil y encantador, y que alguien debe hacerlo. Que no podría vivir sin sentirse una estrella de rock. Que odia a los fascistas y los tipos de anteojos negros. Y que cree que dentro de cada hombre puede haber un tipo de anteojos negros.

Los tres minutos en que las Madres subieron a escena fueron simbólicos: la artillería de las partes, en el conflicto que los enfrentó desde que Hebe cruzó con todo la idea de Charly de homenajear a los desaparecidos recreando los vuelos de la muerte, ya había sido generosamente gastada. La reconciliación estaba firmada y lo que restaba era exhibirla en público. Charly se dio el lujo de demostrar su poder al elegir el marco, un show enteramente tuyo y ante la mayor multitud que haya reunido en sus ya casi treinta años de carrera. Fue jugando con esos elementos, en una gastada que no explicitó, ni tenía sentido hacerlo, que las hizo participar del tema “Kill my Mother”. Al comenzar la segunda parte, diez minutos después, vino “Los dinosaurios”, acaso el mejor aporte suyo en forma de canción a la memoria colectiva en torno al tema de la represión ilegal. De cualquier modo, lo que la gente se llevó fue el momento visual y no su banda de sonido. Está claro que con personajes así, que por un motivo u otro están clavados en la conciencia nacional, la gente siempre es buena. Y tiene razón.

En lo formal, el recital fue bastante parecido a los dos de Obras de fines del año pasado, con la banda más ensayada –aun así hubo momentos inenarrables– y Charly habiendo dormido casi 20 horas antes de salir a escena. La clave, ya se sabe, no es la actualidad: son esas canciones indestructibles, puestas en la sensibilidad de la gente por su propia decisión. El comienzo con “Cerca de la revolución”, “Promesas sobre elbidet”, “Pasajera en trance” y “Rezo por vos” puede obrar como un ejemplo de eso: al cantarlas junto a Charly, la gente celebraba anoche la historia de su propia vida, sus propios recuerdos. Luego de un fugaz paso de Javier Calamaro, casi como para mandarle más mensajes a Andrés, la presencia de Nito Mestre al promediar la segunda parte sirvió para demostrar que de ese reservorio de canciones podrían vivir con comodidad un par de generaciones de compositores. “Aprendizaje”, “El show de los muertos” y “Música de fondo para cualquier fiesta animada” constituyeron un viaje hacia el corazón de Sui Generis, el grupo que en los tempranos ‘70 abrió el rock al corazón de las masas, proceso en cuyo centro, hasta que estuvo concretado, siempre estuvo García. En un momento, mientras María Gabriela Epumer concretaba un solo, García salió de escena y se topó cara a cara con el secretario de Cultura, Darío Lopérfido, responsable del ciclo “Buenos Aires Vivo 3”.

–¡¡¡Cómo te quiere la gente, Charly!!! –le gritó el funcionario en medio del estruendo.
–Sí, ¡¡¡pero cómo toco!!! –respondió el clown.

Uno de los momentos más fuertes de un show desparejo en lo musical, pero emocionalmente estremecedor, fue el que vino después de eso, y comenzó con “Demoliendo hoteles”, con Fabiana Cantilo de invitada. “No llores por mí, Argentina”, remató ese clima, infalible. Con la fiesta desatada allá atrás y allá lejos al costado, a más de cien metros del escenario, pero en la primera fila también, “Nos siguen pegando abajo” y “Peperina” fueron marcando el pulso del final del show, hacia la medianoche, cuando los organizadores empezaban a respirar tranquilos, acaso como nunca en las últimas dos semanas. Charly estiró los bises por casi una hora más. En un momento. gritó: “Yo no voy a ser candidato a nada. Voy a ser pre-sidente. Voy a ser el rey”. La gente lo ovacionó. Del costado del escenario brotaron llamas cuando arremetió con “Estaba en llamas cuando me acosté”. El recital terminó a las 0.45 con Charly diciendo: “Dedico esto show a los desaparecidos, y a los que están vivos”. El sur de la ciudad estuvo toda la madrugada tapizado de gente conforme, y agradecida. Fue como si la ciudad le dijese gracias a García, le perdonase todo lo que se le debe perdonar, y se fuese a dormir contenta. Tarareando canciones que se le pegaron a la piel, y se le hicieron suyas.

Estas son definiciones del público que colmó Puerto Madero:

-“Me vine de Uruguay especialmente para el show. No soy fanático pero ...allá no se consigue” (Alvaro, de Montevideo, 30 años).
-“Venimos porque conocemos a Charly desde que empezó. Este es un recital histórico. Me siento identificado por muchas canciones que él compuso en distintos momentos del país” (Ricardo, de Capital, 45 años).
-“Yo vine con muchas ganas, porque era gratis ... No me trajeron obligado. Me parece que está bien esto de los recitales al aire libre. Igual va a ser medio un despelote” (Pablo, de Lomas de Zamora, 12 años).
-“Me pintaba que tengo que verlo antes de que se muera. Antes como era más chico, nunca lo pude ver. Es la primera vez que vengo a uno de estos espectáculos, y me parece que de todos los recitales que vi en mi vida al aire libre, éste es uno de los más organizados. La gente vino por Charly, no por todo el lío que se armó con la idea de tirar muñecos. Igual también la gente viene porque espera que Charly haga algo, revolee instrumentos ... Es normal” (Adrián, de Merlo, 22 años).
-“Vine porque siempre me gustó Charly. Ya lo había visto con Mercedes Sosa ... Me pareció buena esta idea de Buenos Aires Vivo, muy copada. La gente vino igual, sin tener en cuenta lo que hablaron los diarios y la tele ...” (Mercedes, de Mercedes, 21 años).
-“Estoy acá porque Charly marcó una época y toda mi adolescencia, yo cantaba canciones de Sui Generis en los picnics, y lo seguí siempre. La gente que no vino por el quilombo con Hebe de Bonafini es porque no le importa Charly ... La gente que está acá es la que quiere ver al genio” (Sandra, de Temperley, 30 años).
-“Me gusta Charly y mis papás me trajeron para escucharlo. Ya había estado en recitales, pero éste es el mejor” (Jonatan, de Derqui, 9 años).
-“Vine a verlo porque lo sigo desde la época de Sui Generis, crecí con Sui Generis, lo admiro como músico y vine para apoyarlo, me pareció muy copada la idea de venir hoy. Lo de los muñecos fue todo una paparruchada periodística, con muñecos o sin muñecos, él es Charly García” (Alberto, de Ramos Mejía, 35 años).
-“Estaba acá de visita y me trajeron a escucharlo. Lo conocí hace poquito, pero me gusta. Es la primera vez que vengo a un show al aire libre, y está bueno” (Facundo, de Mendoza, 11 años).
-“No soy una fanática clásica pero me gusta mucho la música que hace, me pareció muy buena la idea de este recital, de que todo el mundo pueda acceder a música gratis. Me parece un espectáculo muy lindo y no quería perdérmelo” (Marina, de Capital, 20 años).
-“Vine por todo el lío que hizo. Me muero de celos de cómo se hace conocer. Hace unos escándalos tan originales ... Ahora acá nadie dice nada y no parece tan grave lo que pasó, porque vino una juventud que es ignorante” (Andrés, de Monte Grande, 57 años).
Unas luces en la oscuridad

La tercera parte del show terminó a media noche, después del tema “Alguien en el mundo piensa en mí”. Antes de los bises apareció el Coro Keneddy, iluminado el escenario con velas, en lo que pareció una alusión a los cortes de Edesur. De hecho, esa realidad estaba presente en el entorno: el escenario montado para los recitales de Buenos Aires Vivo 3 en la Costanera sur se veía, de lejos, como un oasis iluminado en el oscuro paisaje de la zona, todavía afectada por los cortes de luz.
- “Lo mío es buenísimo, pero no es normal”, “Hacerles creer que estoy loco es bueno”, “Yo soy como Federico Luppi, un mito viviente”, “Pasan las modas, pasan los fascistas y quedan los artistas” y “Ahora la política se parece bastante a la maldad” fueron algunas de las frases de García en el video-documental con que abrió el show.
- Los miles de jóvenes que se aplastaban contra la valla de contención festejaban los chorros de agua con que los regaba el personal de seguridad. La valla había sido acercada a escena respecto al resto de los conciertos, por pedido de García, por lo que el corralito reservado a fotógrafos y periodistas era un estrecho desfiladero, saturado de gente.
- La concurrencia de casi 200 mil personas fue la más grande de la historia de tres años del ciclo de conciertos gratuitos.

Fuente: Pagina 12 / Perfil

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viernes, diciembre 15, 2023

Se viene un discazo

 

Charly García junto con José Palazzo y varios de los músicos que colaboraron en el disco (TW josedpalazzo)

Más de 5 años pasaron desde el momento en que Charly García comenzó a trabajar en La lógica del escorpión, disco que comenzó a gestarse en la pandemia y que también fue atravesado por diferentes problemas de salud del músico, lo que elevan a este trabajo a la categoría de hito en su carrera y que finalmente fue terminado, marcando además su regreso al panorama musical desde su último trabajo, Random, lanzado en 2017.

La confirmación de este logro proviene de José Palazzo, destacado productor de rock y manager de García, quien compartió la noticia a través de sus redes sociales, expresando su entusiasmo y describiendo el evento como un momento histórico: “Listo disco de Garcia... A ver si las disqueras le meten pata que el jefe cocinó todo”, afirmó a través de su cuenta de Twitter, texto que acompaña a una imagen de García junto con algunos de sus músicos y el productor.

En charla exclusiva con Teleshow, Palazzo destacó: “Fue una reunión completamente azarosa. La foto es porque habían terminado de grabar el disco y justo pasé a saludar. Entonces ahí dije a las disqueras que se pongan las pilas y apúrense porque el disco está divino, está terminado, es maravilloso”. Además, continuó: “Nos sacamos esa foto y celebramos, pero el disco ya lo escuché un montón de veces y es un discazo, y sobre el disco mucho más no puedo hablar porque va a salir”.

El proceso creativo del álbum fue extenso y evolutivo, con García añadiendo elementos progresivamente, lo que transformó el proyecto en una obra en constante desarrollo. Palazzo, en un texto además subido a su cuenta de Instagram, también se refirió a cómo encontró al músico, del que afirmó: “Qué Charly García feliz que me tocó ver”.

El álbum cuenta con la participación de varios colaboradores de renombre en la escena musical, los que acompañaron a Charly en diferentes etapas de su vida y su carrera, incluyendo a Rosario Ortega, Fabián Quintiero, Fernando Samalea, Fernando Kabusacki e Hilda Lizarazu, así como los músicos chilenos Kiuge Hayashida en la guitarra y Toño Silva en la batería.

Sobre el trabajo, el último tiempo quien brindó declaraciones a través de un video en su cuenta de Instagram fue Fabián Zorrito Quintiero, quien adelantó que uno de los temas que se incluirán es Te recuerdo invierno, una composición de Charly de sus primeras épocas, que fue también atravesando todas sus etapas y editado en el disco en vivo de su banda en ese momento denominada Cassandra Lange. Tambíen se prevé la presencia de al menos algunos extractos de Adiós Nonino, composición destacada de la música nacional.

Además, tal como se adelantara en su momento, el arte de la portada del disco fue confiado a la talentosa Renata Schussheim, añadiendo un toque de distinción a este esperado lanzamiento. Cabe recordar que la artista fue la responsable del arte en el escenario del histórico primer concierto solista de Charly García en Ferro, cuando presentó Yendo de la cama al living, en 1982

El álbum no solo representa un nuevo capítulo en la prolífica carrera de García, sino que también refleja su adaptación y evolución como artista. Durante la producción, García incorporó una variedad de instrumentos, incluyendo sus icónicos teclados y un conjunto de iPads, que fueron una constante en su música desde sus días en la quinta de Palito Ortega y que formaron parte de sus actuaciones en vivo.


El 5 de junio de 2020 en los servicios de streaming apareció Pettinato Plays García, un disco en el que el Roberto Pettinato reinterpretó tapadas del repertorio de Charly en clave jazzera, contando con la colaboración del propio García. Grabado durante mayo de 2019, en tres de los 11 tracks (“Happy and Real”, “Tango en segunda” y “Say No More”) puede oírse la voz más actual del fundador de Sui Generis, Serú Girán y La Máquina de Hacer Pájaros, muy cargada de sentimiento y fiebre de vivir. Es el último registro oficial de García en un álbum hasta el momento.

Incluso, a fines de 2021 habló con Roberto Pettinato y le confirmó que el álbum se llamaría La Lógica del Escorpión. “La lógica del Escorpión es que... ¡no hay lógica! Es suerte“, bromeó Charly. “Lo volví a ver hace poco y me invitó a escuchar el disco: fue una hermosa experiencia postpandémica”, explicaría Palazzo a Teleshow en esos momentos. “El álbum tiene cosas maravillosas y él está fascinado con lo que grabó, muy entusiasmado. Me explicó que lo grabó todo él: Charly sampleó muchos instrumentos y después los tocó él. Eso lo mantuvo muchas horas en el estudio, cosa que a él le encanta”, describió.

Este nuevo trabajo de Charly García es muy esperado por sus seguidores y la comunidad musical, especialmente después del éxito de Random, que fue recibido con gran aclamación por la crítica y el público, y cuyas presentaciones se caracterizaron por entradas agotadas en cuestión de minutos. Con La lógica del escorpión, García promete continuar su legado como uno de los músicos más influyentes y respetados de Argentina y Latinoamérica.

Por Sebastián Volterri

Fuente: Infobae

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lunes, diciembre 04, 2023

Charly García volvió al estudio de grabación


La cantante Rosario Ortega publicó el jueves por la noche en su cuenta de Instagram personal una foto en la que se la puede ver junto a Charly García en un estudio de grabación. En la imagen, el icónico músico argentino aparece de perfil, sentado en un sillón, con un micrófono delante. Al fondo está Rosario, sentada en una silla y en pleno canto.

Como no podía ser de otra manera, la captura de ese instante se viralizó rápidamente a través de las redes sociales. En Twitter, una cuenta de fans de García replicó la foto y los usuarios se ilusionaron con la posibilidad de que se trate de una sesión de grabación de La lógica del escorpión, el demorado nuevo disco de Charly, que comenzó a cocinarse en pandemia y permanece inédito.

En diálogo con Rolling Stone, Rosario Ortega confirmó que la foto fue tomada el mismo jueves en los estudios Happy Together de Buenos Aires. Y que, efectivamente, grabaron “unas voces” para agregar al álbum. Sin embargo, aclaró que no está al tanto de posibles fechas de salida o adelantos sobre el nuevo disco de Charly.

En abril de este año, Rolling Stone publicó una extensa investigación con todos los detalles del demorado lanzamiento. El sucesor de Random (2017) contaría con algunas reversiones de viejos temas del propio Charly, inéditos de la época en la que vivió en la quinta de la familia Ortega en Luján, y covers de clásicos del rock inglés y norteamericano traducidos al castellano, como lo ha hecho ya en discos anteriores.

Entre los que participaron, además de Rosario, están Fabián “Zorrito” Quintiero, Fernando Samalea, Fernando Kabusacki, y Kiuge Hayashida (guitarra) y Toño Silva (batería), dos de los músicos chilenos que acompañaron a García en vivo durante los últimos años. Resta conocer la fecha de publicación, pero todo parece indicar que Charly está dándole las terminaciones finales a su esperada obra.

Por Martín Sanzano

Fuente: Rolling Stone

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

jueves, noviembre 16, 2023

Esquina Charly García en Nueva York: el detrás de escena de la fiesta, por uno de sus protagonistas

El baterista y bandoneonista Fernando Samalea tiene un vínculo sagrado e indisoluble con Charly García desde 1985. Formó parte de su banda desde mediados de los 80, y grabó discos fundamentales como Parte de la religión (1987), Cómo conseguir chicas (1989), Filosofía barata y zapatos de goma (1990) y La hija de la lágrima (1994). Como escritor, plasmó su larga vida en el rock en la trilogía Qué es un Long Play (2015), Mientras otros duermen (2017) y Nunca es demasiado (2019), publicada por Penguin Libros, y también editó las fotografías que tomó entre 1990 y 2010 en Memorias en cámara rápida (Editorial Vademécum, 2021). Desde Nueva York, y a pedido de ROLLING STONE, entrega una crónica en primera persona sobre el día en que el cruce de las calles Walker St. y Cortlandt Alley pasó a ser la «Esquina Charly García».

“Hello Fernandou, ¿Cómo está nuestro amigo?”, esbozó el ingeniero Joe Blaney refiriéndose al homenajeado, al cruzarnos por sorpresa en la recepción del hotel Walker Tribeca.

En minutos, sobre la pared externa de ese mismo restó, cobraría vida la esperada “Charly García Corner”. Joe sonreía detrás de su barba larga y blanca a todo el que quisiera abordarlo. Y casi a las 11, éramos unos cuantos los que ya colmábamos el lugar, parados o sentados en sus mesas. A puro bullicio, sucedían charlas simultáneas entre conocidos de toda latitud y profesión imaginable, propensos a saludar y pronunciar las palabras apropiadas del mundillo artístico. La ubicación clave del bar había constituido un aditamento de lujo. ¡Era un VIP muy ambientado! Desde sus ventanales elevados, observábamos la cada vez mas nutrida muchedumbre sobre la calle, así como el palco montado que iríamos a ocupar en breve junto al Zorrito Fabián Quintiero, Hilda Lizarazu, Alfi Martins, Toño Silva y Kiuge Hayashida.

Ph: Cintia Zabaljauregui

Apretujados como en un subte en hora pico, circulaban celebridades de la fotografía como Andy Cherniavsky y Gabriel Rocca, la poeta aventurera Liliana Lagardé, el director Alex Pels, Vivi Tellas, el ingeniero Luis Bacqué, Vanessa Maldonado, Carlos Ledesma, Gaby Aisenson, Cintia «La Arquitecta», Shoei Go Powers (la viuda de Fran Powers, de la banda Modern Clix que inspiró a García con su grafiti), Sebastián García López, hijo de nuestro recordado y querido Negro, el conductor Hoby Defino, y muchos más. Era un zoológico humano de buena energía.

El seductor Quintiero, de gorro de lana, lentes, camisa roja y barbita candado cual Johnny Depp calabrés, mantenía el humor general haciendo imitaciones desopilantes. Kiuge lo seguía de cerca, con su capacidad para contar decenas de chistes inocentes, sin repetir ninguno, portando sombrero y gafas negras de rigor. Hilda daba vueltas junto a sus amigas Andy y Gaby, emocionada, luciendo un gorro negro de piel y kimono blanco y negro con pollera roja. Cruzábamos miradas con Alfi y Toño y la expectativa era enorme, mientras la pantalla exterior emitía imágenes y testimonios neoyorquinos de Charly, ante el medio millar de almitas que ya ocupaba la esquina.

Al fin, se estaba llevando a cabo el proyecto-homenaje impulsado por el argentino Mariano Cabrera, alma mater de la cuestión. Su sueño le llevó más de un año de preparativos, desde que tuvo esa clarividencia magnífica. Pero, aún intuyéndose su éxito rotundo, sería un hito tan hermoso como complejo de realizar. Con un peso como para egipcios o extraterrestres, digamos.

Ese día, el asunto había arrancado bastante más temprano para mí, cuando partimos con el Zorri en un taxi amarillo desde la residencia del Uptown donde el cónsul Santiago Villalba y la carismática María nos recibían generosamente. De camino a la Corner, buscaríamos un teclado guardado en el Carlton Arms Hotel de la 25th Street. Casualmente, en este albergue bohemio de finales del siglo XIX —decorado al estilo Halloween—, había vivido Richard Hambleton en épocas del “Shadowman”, cuando el resabio de artistas del Chelsea Hotel ocupó sus habitaciones.

No bien llegados al callejón perdido de Chinatown, en Walker st. & Cortland Alley, percibimos en 3D la imagen blanco y negro de Uberto Sagramoso de la tapa de Clics modernos. También recordamos las Polaroids de Ada Moreno que ilustran el sobre interno de álbum. Nos había contado Charly que ella fue crucial para su nueva estética “importada”, según los cánones de la época, aggiornándolo con maquillaje, lentes blancos modernos y nariz de cono de papel. García, refinado como Gershwin, se había plegado a los ochenta mejor que nadie, adaptándose a su modernidad robótica y minimalista, pero manteniendo intacta la personalidad. Cuando llegó en 1983, hacía rato que incorporaba lo teatral en sus conciertos de la mano de la genial Renata Schussheim. Supo construir el puente Buenos Aires-New York entre fotogramas de Woody Allen, conceptos de Kubrick y el humor multimedia de Groucho Marx, siempre con un as en la manga: el del tango y la porteñidad.


De repente, arrancó el acto. Los primeros en tomar el micrófono fueron Noelia Dutrey y el cónsul Villalba, quienes desde el Consulado materializaron la movida junto a Cabrera, el creador del proyecto, el embajador Jorge Argüello y las autoridades neoyorquinas. Sin duda, estaban rindiéndole un tributo importantísimo a Nuestro Héroe Nacional. Al subir Mariano al estrado, entre otras frases, bromeó ingeniosamente con las letras del Artista:

  —“¡Esos chicos están acá en esta esquina, Charly!” —gritó recordando el “Mientras los chicos allá en la esquina pegan carteles” de “Demoliendo hoteles”.

También supo señalar el lugar de la tapa con otro guiño: “Si es mejor mirar a la pared, que sea ésta”, para agregar a modo de despedida “Quiero aprovechar para saludar a alguien que está en Coronel Diaz y Santa Fe, porque Charly García nos está siguiendo a través de Internet”, lo cual hizo estallar Chinatown.

Los discursos carecieron de solemnidades y la emoción afectó al público a corto plazo. Siguió el embajador, luego el Comisionado de Transporte en NYC Ydanis Rodriguez (la rompió con su arenga latinoamericana y un vocabulario imposible de rebatir) hasta el cierre del Comisionado de “International Affairs” Eduard Mermelstein, anunciando que el Alcalde de la ciudad —Eric Adams— declaraba al 6 de noviembre como el “Día de Charly García en Nueva York”. Un privilegio otorgado a celebridades de la talla de Miles Davis, según supimos después.

Palpando el privilegio de estar allí, casi de colado, me acomodé la corbata celeste, acaricié la solapa del traje, tomé el bandoneón entre mis manos y fui bajando hacia el palco con mis compañeros, por la salida lateral. Luego de las palabras sentidas de Josi García Moreno, que nos emocionaron antes de tocar una nota, resonó el acorde de Re, Mi y Fa sostenido anunciando “No soy un extraño”. Josi tomó la voz cantante junto a Hilda, no exenta de lágrimas. Se sabe, la canción es un símbolo perfecto de García caminando por Nueva York, descubriendo el Washington Square Park y la fuerza multirracial del Greenwich Village: “Acabo de llegar, no soy un extraño. Conozco esta ciudad, no es como en los diarios desde allá…” coreamos todos como cuando Argentina ganó la copa en Qatar.

En cuanto a instrumentos, contábamos con lo mínimo, sacrificando infraestructura en aras de practicidad (un par de cajas de sonido, pocos micrófonos, dos tecladitos, la guitarra eléctrica, mi fueye y una batería chiquita de bombo, tambor, hi-hat y platillo), pero a quién podría importarle. Lo esencial nos sobrepasaba. Para colmo, teníamos enfrente la visión de edificios cinematográficos de ladrillo o en tonos ocres, altura monocorde y escaleras de emergencia, así como los letreros en chino de almacenes o negocios cercanos. Cada tanto, al tiempo de bordonear mi instrumento, perdía la vista en detalles arquitectónicos, torres de agua en azoteas o estilos neotudor y victorianos, encontrando miradas al azar y fantaseando sobre mi vida junto a Charly desde mis módicos 20. El cielo mostraba un celeste difuso, a veces grisáceo, mientras la gente gritaba, bailaba e intentaba capturarlo todo con sus respectivos celulares. Alfi Martins, con gafas de galán hollywoodiense y campera oscura, orquestaba las melodías delante de las banderas argentina y norteamericana ubicadas en sendos mástiles, detrás del estrado. El Zorrito emulaba las palmas machacantes de la versión original, buscando adeptos, mientras los más entusiastas comenzaban a trasponer la valla ubicada a metros nuestro, buscando con sigilo y no tanto una mejor ubicación. Otros, quizá mas friolentos, miraban el show a través de las ventanas del edificio color crema del hotel.

Ph: Luis Bacque

Continuó la introducción de “Ojos de video tape” dándole pie a la voz de Hilda, quien entonó “No tengo agua caliente en el calefón…” con la naturalidad que solo Charly puede permitirse en sus letras. Y aunque las emociones saturasen alarmantemente, fue el turno de “Los dinosaurios”. Todo un himno de la llegada de la democracia en el país, versionado sobre un ritmo pesado y certero en la batería de Toño. La ceremonia estaba en marcha.

Antes del cuarto tema, “Nos siguen pegando abajo”, crucé al otro lado para cambiar de rol y sentarme ante los tambores. Resonaba un “Olé-olé-olé-olééé, Charlyyy, Charlyyy…”, que se escuchó hasta en Brooklyn. Empezó el famoso riff polirítmico y, dándole con todo, me metí de lleno en su atmósfera casi twist. Cada tanto, miraba de reojo a mi izquierda: increíblemente, me hallaba a centímetros de donde el propio Líder se había sentado para inmortalizar la portada. Cabrera tuvo la brillante idea de colocar una tela tamaño real con la tapa del disco, en el lugar exacto. Luego del final en seco de tres golpes, Kiuge rasgueó la guitarra rítmica de “Fanky” y Fabián impuso su línea de bajo a lo Chic, motivando una danza generalizada.

 —¡¡¡A gozar y a bailar, Charly García!!!  —gritó Hilda por el micrófono, al tiempo que se entremezclaba junto al bajista con el público. Hicieron saltar a todos, incluso a las autoridades vestidas con trajes de varios ceros. “Vamo´ a bailar” fue la consigna, bajo un ritmo frenético. La Lizarazu, abriendo los brazos, susurró: “Ahora sí, nos vamos en paz, buscando ese símbolo de adentro para afuera, ¿Vamos con ese?”. Sí, por supuesto, comenzó “Buscando un símbolo de paz”. “Será porque nos queremos sentir bien, que ahora estamos bailando entre la gente, será porque nos queremos sentir bien, que ahora todo suena diferente”, cantó la hinchada, durante esa larga improvisación que derivó en un solo al estilo “Guitar Hero” con su consecuente final de rock.

 —¿Chicos, hacemos “Inconsciente colectivo” y la cantamos todos juntos? —propuso nuevamente, mientras saludábamos y Josi se sumaba a la troupe.

Silva retomó los palillos y yo regresé al bandoneón, hasta alcanzar el grand finale con “De mí”. Por entonces, Mariano también subió al palco, loco de felicidad como todos y todas, haciendo registros celulares para la posteridad. “No te olvides de mi, porque sé que te puedo estimular”, cantó Kiuge por el micrófono, destilando un momento épico e inolvidable, como se dice. Hubo saludos, abrazos, fotos y transmisiones dignas de la inmediatez millennial, antes de refugiarnos otra vez en el Mostrador. En la breve caminata, antes de dar la vueltita por Cortland Alley, Cintia La Arquitecta me eternizó delante de la portada. Todo transpirado, muy contento, con mi bandoneón a cuestas…¡No me la iba a perder!

Aún pendían en el aire esas melodías y allí quedó la placa en bronce macizo con la leyenda: “IN COMMEMORATION OF THE 40TH ANNIVERSARY OF THE RELEASE OF CHARLY GARCIA´S ALBUM CLICS MODERNOS”. ¡El hijo dilecto de Rivadavia y José M. Moreno ya tenía su esquina en Nueva York!

La fiesta “Post-Corner” tuvo lugar esa misma tarde/noche en el Consulado Argentino de la 56th Street, cerca del Central Park, no exenta de performances de artistas como el peruano Dunn y los argentinos Lyonne y Jubany. Además, el coleccionista Andrés Páez expuso ediciones y reediciones latinoamericanas del álbum, mientras corrían las empanadas y copas de tinto.

Nuestro adorado Charly, siempre metafísico, continuaba marcándonos el camino. Gran conocedor de la Mitología Griega, las comedias de Mel Brooks o Peter Sellers y la música de The Beatles, Joni Mitchell, Led Zeppelin, Steely Dan, The Rolling Stones, Chopin, Mozart, Todd Rundgren o James Taylor, declaró: “Nueva York es una ciudad tan importante para mí que solo ahí se podía lograr el sonido de Clics Modernos”. Esta vez no estuvo presente. Pero se mantuvo atento, como un colegial travieso, desde su mítico hogar porteño. Seguro viajará pronto a Manhattan, como bien merece, para tomar ese taxi de película que lo lleve a Walker Street y Él.

Por Fernando Samalea

Fuente: Rolling Stone

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