Luis y Charly en la época de "Rezo por vos" |
En el verano de 1984, Charly García alquiló una quinta en el Gran Buenos Aires, donde sucedió el hecho que llevaría a ambos a pensar en generar un proyecto conjunto. Podría ser algo de escala galáctica. Charly hizo algo insólito: se sentó al piano y se dejó dirigir, un mando que solo podía delegar en alguien que tuviera un ascendente sobre él. Y el único dentro del rock era Spinetta. A partir de una serie de acordes encadenados, que Charly tocaba y sobre los que Luis opinaba se fue modelando “Total interferencia” , la canción que cerraría el tercer disco de García como solista: Piano bar. Fito Páez, que tocaba en la banda de Charly, reparó en la ironía de que el primer tema que hacen juntos se llamara de esa forma. Sería él quien oficiaría de productor interino de la canción, casi en reemplazo de Luis que se encontraba batallando para finalizar Madre en años luz. El tema tiene el tango de los dos, la mejor pluma del García de aquel entonces, y la estructura y modulación spinetteana. “Es un tema spinettoide”, dijo Charly. Era un augurio inmejorable.
Charly era como un vendaval; en la cúspide de sus poderes, se puso a producir más discos de lo que en verdad se podía, entre ellos el primer álbum solista de Fabiana Cantilo, devota de Spinetta. A través de Fito, que era su novio entonces, Fabi pudo acceder a Luis y pedirle una canción para su disco. Luis le dio un inédito: “Ventiscas de marzo” . Cuando fue a mostrarle a Charly lo que había conseguido, este le dijo: “No, tiene demasiados acordes”. “¡Y yo me quería pegar un tiro!”, grita Fabiana. “Porque le tenía que decir que no a Spinetta. Que con lógica se ofendió”.
Fabiana, que vivía la aceleración de sus partículas tan intensamente como Charly, no se rindió y cuando volvió a compartir una mesa con Luis Alberto, le dijo que seguía queriendo hacer un tema suyo. “Está bien”, salió del paso Spinetta. “Hacete una versión de ‘El monstruo de la laguna’ en tiempo de reggae” . “No sé cómo hice para transmitírselo al otro”, se pregunta Cantilo. “Pero lo grabamos y Luis vino a tocar. Yo estaba muy loquita y en el medio de ese disco me internaron”. Eran tiempos donde parecía que Charly y Fabiana estaban jugando una carrera mortal, pero Cantilo sobrevivió y retornó a la grabación, lo que hizo que Charly exclamara: “¡Ah, si Fabiana no se muere, yo tampoco!”.
EL LEÑO VERDADERO
El guitarrista de aquel disco de Cantilo era Richard Coleman, a quien Charly conocía de la casa de Andrés Calamaro en Palermo, donde hizo los demos de Vida cruel, su segundo disco solista, que contaría con las presencias estelares de Spinetta y García en “Vi la raya” . “Con Andrés nos hacíamos pis encima”, recuerda Mario Breuer. “Luis llegó a Panda, y me tiró un par de conceptos hermosos. Es un tema que hicimos ahí mismo en tres o cuatro horas. La parte de la letra que habla del leño verdadero, es por un porro que estaba ahí armado”. A Andrés le pareció, no sin razón, que Luis y Charly habían pensado que ellos (Calamaro, Coleman, Christian Basso y Fernando Samalea) podían ser la banda de acompañamiento del proyecto conjunto.
Como los horarios en el estudio eran contiguos, Charly le pidió a Richard que se quedara después de terminar su sesión con Andrés, para grabar guitarras en el disco de Fabiana. “Me quedo y preparo mi set. Tenía un sonido bien armado, con buenos equipos y muchos efectos: básicamente era una paleta de colores con muchos sonidos para ofrecer”, cuenta Coleman. “Ahí me dice que vamos a hacer ‘El monstruo de la laguna’, que yo recordaba muy bien, porque siempre fui del lado más de Spinetta. Yo estaba de ese lado de la grieta”. Charly le escribe un cifrado en un cuaderno Gloria, con unos marcadores de fibra y lo pone a Richard a grabar tomas. En una de ellas, el guitarrista levanta la cabeza y del otro lado del control ve a Charly, Breuer y al mismísimo Spinetta. “¡Esto es muy loco!”, exclama y se tira a grabar otra toma. “Imaginate, estar tocando para Charly un tema de Spinetta al cual tengo ahí adelante”, recuerda Coleman. “Me mandé, hice unos ruidos, sonidos raros, pero ese era mi trabajo: colorear. Aquellos dos habían hecho un arreglo chino con la batería electrónica, una cosa muy compleja”. La toma funcionó y fue la definitiva: “Listo, pasá por Sadaic”, le dijo García por el talkback. “Yo estaba muy emocionado por estar con ellos dos”, confiesa Richard que luego fue a saludar a Spinetta. Conectaron lindo.