domingo, diciembre 27, 2020

La generación del 80


En la Navidad de 1981 Seru Giran dio una serie de recitales en el Teatro Coliseo. La semana pasada, los cuatro Seru anunciaron la salida de Yo no quiero volverme tan loco, un álbum doble que rescata esas presentaciones. Un mes antes del Coliseo, la revista El Expreso Imaginario entrevistó a García y Lebón. La versión completa de esa entrevista también permaneció inédita hasta ahora. A continuación, los dos Seru explican sus peleas con la Nueva Ola, Santaolalla, Pugliese y Billy Bond, los chistes sobre la censura, la relación entre el Sargento Pepper y Peperina, por qué la música es una burbuja y cómo fue encontrarse con los asesores de Viola.

En 1981, Charly García vivía con su esposa de entonces, la bailarina brasileña Zoca, en el mismo edificio de Coronel Díaz y Santa Fe donde vive hoy, pero en el piso de arriba del que ahora ocupa. Promediando la tarde del 4 de noviembre de ese año, llegaron a ese departamento dos periodistas, Roberto Pettinato, por entonces director del Expreso Imaginario y entusiasta aprendiz de saxo (cuatro meses después conocería a Luca Prodan y más tarde conseguiría integrarse a Sumo), y este cronista, redactor también del Expreso y encargado de todo lo relativo a la música nacional. Ambos habían concertado una entrevista con las dos figuras más visibles de Seru Giran, con el confesado objetivo de que fuera la nota de tapa del número de diciembre de la publicación rockera, por entonces la más prestigiosa del medio local. Parecía una decisión acertada, porque a fines de ese mes, durante el fin de semana de Navidad, Seru Giran celebraría un ciclo de tres conciertos en el Teatro Coliseo para cerrar un año verdaderamente soberbio. Acababa de salir Peperina, su cuarto disco, al que las disquerías daban como número uno en ventas, y nadie discutía que Seru era el más popular, el más reconocido y el más influyente grupo del rock nacional. Todavía no había explotado el nuevo rock de los 80. Soda Stereo y Virus recién empezaban a dar sus primeros pasos y de la nueva ola británica y estadounidense se sabía poco y nada. Apenas se conocían los primeros discos de The Police, Elvis Costello, Talking Heads y Pretenders. Aunque ya se vislumbraba algo nuevo, todavía se hablaba del paso del poderoso jazz rock de Weather Report por el Luna Park. Hacía sólo un par de semanas que Gustavo Santaolalla había grabado, en un estudio porteño, su disco Santaolalla, que sería el primero del rock moderno local, y eufórico con la modernidad que estaba bebiendo a tragos en Los Angeles, donde vivía desde hacía ya tres años, levantaba polvareda diciendo que el rock argentino le sonaba viejo. Y los principales referentes del rock local eran, precisamente, Spinetta Jade y Seru Giran. Sobre todo Seru, que se había sobrepuesto de un comienzo difícil (su primer álbum, el luego célebre Seru Giran, grabado en Brasil, había tenido críticas adversas), venía creciendo paso a paso. La grasa de las capitales fue un gran trabajo, y el tercer disco, Bicicleta, presentó temas notables (el cuasi-tanguero “A los jóvenes de ayer”, “Cuanto tiempo más llevará”, el polémico “Mientras miro las nuevas olas” y “Canción de Alicia en el País”, entre otros) y la novedad de la independencia discográfica: con ese disco debutó SG, el sello creado por los cuatro integrantes del grupo y Daniel Grinbank, su manager. Y a mitad del 81 salió Peperina, el que resultaría ser su último disco de estudio hasta la reunión en 1992.


Por esas horas, Seru no sabía que se iba a separar tres meses después, con la partida de Aznar a Estados Unidos. Ni que las cintas piratas de aquellos recitales en el Coliseo serían celosamente guardadas durante 19 años por un fan. Seru era un equipo prolijo y eficiente. En consonancia, Charly y David no sólo fueron puntuales, sino que incluso estaban esperando a las visitas aquella tarde de noviembre. Escuchaban un disco de James Taylor. Entonces, después de los saludos y de que Zoca acercara unas gaseosas a la mesa ratona ubicada en el centro del living –por entonces García tenía muebles en su departamento, hoy ya no–, los periodistas encendieron el grabador y comenzaron a registrar la charla en un casete que hoy, 19 años después, revive el encuentro.

MIRANDO LAS NUEVAS OLAS

¿Están contentos con el resultado de Peperina?
Charly: Yo creo que Peperina atrajo a otra gente, a la que antes no le gustábamos. Fundamentalmente por el sonido y porque el disco tiene una magia que no tienen otros discos de acá. Es un disco actual. Tienen una onda nueva, más compacta. Es sólido; están valorados los silencios. Por ahí en los discos anteriores hay temas alucinantes, pero los veo más pretenciosos. Peperina es una cosa por ahí más modesta, como si hubiésemos dicho “Vamos a hacer algo más cuadrado pero vamos a hacerlo bien”. Por ahí los otros tenían delirio, pero no tienen nivel.
Sin embargo hay muchos que dicen que no superaron La grasa de las capitales. ¿Qué piensan cuando les piden “La grasa”?
Charly: Que “La grasa” debe ser un tema fuerte, ¿no?
David: Para nosotros, lo importante es darles lo que piden. Yo he visto muchos a los que les piden un tema y salen con que “No, eso no, ese tema es de otra época, viste”. ¿Por qué? Si la gente está loca con vos ¿por qué no vas a dedicarle dos minutos fuera de recital y hacer esa canción?
¿Cómo llevan la reacción de la nueva ola cuando escuchó “Mirando las nuevas olas”?
Charly: Los nuevaoleros se pusieron verdes con ese tema, me odian. Y me parece que a veces se le da mucha bola a un mensaje aparente, y el mensaje es precisamente aparente.
David: Lo que pasa, Charly, es que le estás tocando algo a una persona que en ese momento está renaciendo en eso. Entonces toda su energía está en el punk, en la nueva ola, en esos discos...
Charly: Lo que dice el tema, de última, es que está bien. No es en contra. Es medio satírico. Como cuando Zappa lo bufonea a Dylan. No me parece que Dylan se vaya a poner verde con eso.
Pero hay una parte de la letra en la que decís que “a eso” ya lo viste...
Charly: ¿Y no es cierto?
David: El otro día a Moris le hicieron un reportaje en la televisión y dijo lo mismo. Cuando yo empecé a tocar, andaba con el flequillito y la corbatita finita y las botitas, y toda la cosa beatle. Y era la nueva ola, y había el mismo furor que hay ahora.
Charly: La polenta mata, eso no se discute. Me encanta que haya venido la nueva ola y que se haya acabado un poco la onda de antes. Lo que pasa es que el uniforme y esa cosa de identificación me parece un poco burda.
Pero siempre hubo una cosa de identificación.
Charly: Siempre.
Como en su momento el pelo largo.
Charly: Sí, y mata. Por ejemplo, a mí el grupo que más me gusta ahora es The Police. Es un grupo que parece venir de la nueva ola, porque se visten con trajecito y corbatita, pero no vienen de esa mano, Hacen rock. Rock con reggae. Rock nuevo. Moderno. Lo que dice “Mirando las nuevas olas” es “Okey loco, está bien eso, pero no hay por qué comprarse un simple todas las semanas y tirar el simple que te compraste la semana pasada. Porque ése por ahí podés escucharlo diez años seguidos”.

PONIENDO HUEVOS
¿Por qué a la versión en vivo de “Mirando las nuevas olas” le sacaron esa parte que decía “Te acuerdas de Billy Bond”?
Charly: Y... me pareció que Billy Bond no se merecía que lo recordáramos. A Billy lo queremos, pero también nos hizo muchas cagadas, y ponerlo era traerlo otra vez. En cambio, el hijo de Jolly Land, que también aparece en la canción, vino a vernos emocionadísimo.
David: Nos dijo que su mamá estaba chocha porque la habíamos recordado.
Charly: Pasa lo mismo con “A los jóvenes de ayer”. La música es súper tanguera, entonces muchos tangueros se sintieron atacadísimos y otros lo sintieron como un homenaje. O sea, a la vez que es un palo, es un homenaje.
David: Igual, hay tipos del tango o del folklore que matan. Una vez nos invitaron a un debate en el diario La Opinión y había un montón de músicos. Tangueros, folkloristas y nosotros dos. Apenas llegamos, se armó una guerra porque los quías nos decían que éramos extranjerizantes. Estaba Pugliese. Y Charly le dice: “Lo que a mí no me gusta mucho del tango son las letras, porque ustedes siempre hablan de que se les va la mina y que se matan”. Pugliese lo mira y le dice: “¿Y ustedes de qué hablan?”. Ahí sale Ariel Ramírez, que se ve que es un tipo joven de la cabeza, y dice: “A ellos se les va la mina pero no les importa, se consiguen otra”. Todo el mundo se cagó de risa y ahí se rompió el hielo.
Charly: Hoy estaba viendo una propaganda de esas tipo “Qué lindo mi país” y salía Ramírez con un piano Yamaha. Anoche tocó en el Luna Park con ese mismo piano. Los Chalchaleros vestidos de gaucho y Ramírez con el Yamaha. Viste cómo la tecnología se infiltra...
David: ¿Y cómo se llama José Taquito Militar? (por Mariano Mores)
Charly: Sí, que me llamó para hacer el ruido del mar. El quía tiene todos los sintetizadores del mundo, y me dice: “Grabé una versión de ‘Frente al mar’ y quiero sacar el sonido del mar”. Qué le iba a decir. Le contesté: ‘Splash, tac, tac, splash’.
Hablando de ruidos, en Seru Giran, el primer disco, no tuvieron problemas en decir: “La ciudad se nos mea de risa”. Pero en Peperina pusieron un “biip” sobre la palabra “huevos”. ¿En qué medida se están autocensurando?
Charly: Si nos hubiéramos autocensurado, yo habría cambiado la palabra huevos. Cantaba: “No tenía ganas para la oficina” y listo. Pero quisimos hacer un chiste. Como cuando ves en las revistas que las tetas aparecen con una tirita. Con el biip quisimos demostrar lo grosera que puede ser la censura a nivel auditivo. Como una gracia, medio zappiana. Dijimos: ¿cómo lo censuramos en un disco? Porque no se le puede poner nada encima. Entonces hay que poner un ruido. ¿Cuál es el ruido que sale de las máquinas de grabación? El biip. Eso es la censura. Y pensamos que acentuada con el biip, huevos tenía más fuerza todavía.

HABLANDO A TU CORAZON
¿Cuál es el mensaje que espera la gente de sus discos?
Charly: La gente necesita fuerza, vitalidad. No hay que cortarle el viaje. Si la gente pide un tema, hay que dárselo. Estamos en un momento en que no hay que decirle que no a la gente. Aunque nos cuidamos de andar bajando línea. Porque hay muchos que por ahí, en pos de un compromiso intelectual, le dice cosas a la gente que son mentiras. Ya no te digo mundialmente, hablemos de la Argentina, de Buenos Aires, donde sabemos que hay un montón de cosas que no conducen a ningún lado. Lo sabemos por nuestra propia experiencia. Por eso tratamos de no darles información inexacta, información que no sea funcional.
David: Información realizada. Eso es lo que tiene más poder. Porque si hablás y hablás y hablás, y en tu casita no hacés lo que decís, entonces eso no tiene ningún poder, ninguna fuerza.
Charly: La evolución para nosotros es ser eficientes. Peperina no va a cambiar al mundo porque no tiene una propuesta para cambiarlo, ni denuncia, ni bla bla blá. Simplemente son canciones. Pero están bien hechas. Tienen lindas melodías, lindos arreglos, pegan, tienen polenta. Eso es eficiente. Es eficiente nuestro sello grabador, porque cuando íbamos a las compañías, nos decían que íbamos a fracasar, que no íbamos a vender ni un disco en la vida.
David: Y vendemos mejor que nunca. Eso es evolución. Evolución mental.
Charly: Evolución práctica. Como decía Robert Fripp: ser una unidad funcional y demostrar con hechos. ¿A nosotros nos va a ir mal? ¡Minga! Tenemos a Peperina primera en el ranking. Y los tipos de las compañías grandes no entienden nada de por qué pasa eso. Eso es para mí revolucionario, más allá de las teorías de los cráneos. Y el mensaje... Mirá, cuando yo veo pibes que vienen con el símbolo de la paz y que quieren ser hippies en este momento, a veces me pongo verde y tiro una onda como de “Loco, no te creas esa, que no va”. Pasamos por tantas... ¿Qué le vas a decir a la gente ahora? Ponéle que tuvieras que pensar un mensaje para dar, ¿qué vas a decir? ¿”Métanse en la revolución”, les vas a decir ahora? ¿Después de toda la gente que murió y de que ya sabés que no pasa nada? ¿Le vas a decir: “Dróguense”? ¿Ahora? A la gente hay que darle otra cosa. Y lo más sano que le podés dar a la gente es energía.
David: Y amor.
Charly: Y amor. Derecho viejo. Hay que darle algo positivo, porque para bajonearse hay cosas por todos lados. No somos un grupo hippie para que la gente se ponga en trance. Somos modernos en el sentido de que la gente baila y le damos, le damos.

MENSAJES EN BOTELLA
¿Cuál es su público?
David: Hay de todo. Una vez en Mar del Plata fue a vernos Estela Raval y le encantó. Hay chicos. Desde Peperina hay un montón de esos viejos que alguna vez habían estado en la cosa y que ahora son dueños de fábricas o algo así, tipos que eran muy locos y que iban a recitales, y que en algún momento empezaron a comprar long plays importados, se compraron un buen equipo en la casa y nunca más salieron. Ahora esos tipos están de nuevo yendo a los recitales para vernos.
Charly: Yo creo que también tenemos un porcentaje de gente de plástico que nos sigue. Un gran porcentaje. Gente tipo beatle, que cuando empezamos a tocar grita y enloquece.
¿Y tienen una explicación para ese fenómeno?
Charly: Sí, es natural. Estamos dando energía, estamos haciendo canciones lindas. Y no hay muchas canciones lindas. Entonces se engancha gente que viene del rock, y también una mina que por ahí tiene 13 ó 14 años y que recién empieza a escuchar algo, y escucha Peperina y le vuela la cabeza. Entonces viene a los recitales y se pasa del primer tema al último gritando y llorando. Y por ahí en la quinta fila hay un tipo pelado que sigue el ritmo con la cabeza, y en la otra hay un hippie con el símbolo de la paz. Aunque los que se movilizan en masa para ir a un concierto son los chicos. Acá y en todos lados. Los que se comen dos horas de cola para ver a los Rolling Stones no son tipos grandes. Cuando sos pendejo te metés en cualquier lado; cuando sos más grande querés ir al Coliseo, no te bancás Obras.
David: Yo quiero ser lo más sincero posible: la verdad es que tengo un poco de miedo. Somos tan pocos los tipos que queremos una cosa linda y nos llevamos tan mal. Y no hablo de Seru Giran; estoy hablando de todos. Nos llevamos muy mal. ¿Por qué? Después de tantos siglos de miseria y de guerras, y de que nunca pasó nada, seguimos insistiendo en la agresión, en tirarle la lengua a un músico para que hable mal del otro... Es tan ridículo... Para ser bien claro: que un tipo como Santaolalla, que de la mierda fue a la totalidad, se crea Dios, me causa un profundo dolor. Porque es un ser humano y es un tipo lindo. A veces me parece que ya no podemos más. Para nosotros es tan duro trabajar, porque tenemos muchas barreras, muchos problemas con mucha gente, que nos cuesta un huevo llegar hasta el escenario. Una vez que estamos ahí arriba, es nuestro mundo, y ahí demostramos que tipos como nosotros, que laburamos desde hace cuarenta mil años y que ya nos rompieron el orto millones de veces, siguen teniendo fe, tirando energía. No quiero decir que para todos tiene que ser ésa la onda, pero la teoría ideal es la de estar tranquilos y tirar una buena onda, ¿o no?
Sí, porque, como dicen en “Canción de Alicia en el País”, estamos todos aplastados por el mismo pie.
Charly: ¡Claro! Por ahí en las letras denunciamos cosas y somos medianamente contestatarios, ¿no? Por ahí hay temas como “Viernes 3 A.M.”o “La grasa”, que son terribles. Ahora, por ejemplo, prohibieron “Viernes 3 A.M.” porque dicen que es una incitación al suicidio. Pero en general, Seru Giran es alegre. No es tristeee... (lo dice imitando la entonación del humorista Mario Sapag en una sátira al técnico César Luis Menotti). La gente viene a cagarse de risa.
David: Cantan todos los temas, y nosotros los dejamos. No decimos: cállense y escuchen las letras. ¿Para qué, si ya se las saben todas? Entran al recital y se saben del primero al último tema.
Charly: Ya sabemos que el mensaje está condicionado por Alá y toda su corte, pero es lo que hablamos al principio: el mensaje es darle fuerza a la gente. El mensaje es lo que está sucediendo. Es como lo de “el medio es el mensaje”, ¿no?

LA BANDA DEL SARGENTO PEPERINA
David: ¿Sabés qué pasa ahí arriba? Nosotros nos matamos incluso físicamente. La otra noche terminamos de tocar en La Plata y yo estaba para que me lleven en ambulancia. Tengo moretones en todos lados, tengo golpes en el culo, de caerme, de golpearme, y no sé cómo... Hay que estar ahí arriba, eh. Ahí yo tengo unos viajes impresionantes. A veces, antes de tocar, veo a los plomos, a todos los tipos, y pienso que ninguno de ellos va a subir, que el que tiene que subir soy yo, el que tiene que ver todo desde ahí y sentir todo eso. Y me doy cuenta que esa unión que se crea en la gente, parte de nosotros, de la unión que hacemos. Es el encaje del que hablábamos antes. Porque yo soy súper rockero; Charly es súper qué sé yo, tiene como una onda especial para tocar; Pedro es súper jazzero; y Moro es re-cuadrado. De ahí, cuando nos juntamos a laburar con Charly, yo le traigo la mitad de un tema y él le pone la otra mitad, y Pedro viene y le hace unos arreglos de bajo y teclados, y Moro le pone la base, y el tema queda una cosa que no se sabe qué es. Por eso, a este nivel estoy muy feliz. No porque Charly me haya sacado de un pozo, me haya salvado la vida, sino porque yo me encontré completamente con él. Y los dos luchamos como bestias desde que empezamos con esto allá en Brasil. Cuando llegamos acá, agarraron un hacha y nos hacharon. Y sin embargo, salíamos los dos con la valijita en una motoneta a vender el show, todos los días, porque sabíamos que la teníamos que hacer.
Charly:Después del primer concierto (el debut de Seru Giran, en Obras, en 1978) nos prendieron fuego. David fue a tocar con una corbatita new wave, y tocamos un tema disco en joda, pero nadie cazó que era en joda: todos pensaron que en Brasil nos habían hecho un lavaje de cerebro. Al día siguiente salió una página en La Opinión donde decía que éramos lo menos del universo. Y todas las revistas dijeron lo mismo. Nosotros agarramos y fuimos a tocar a los clubes. Ibamos a hacer shows y no venía nadie. ¿Sabés qué pálida para nosotros? Ir con una bola de equipos y que no vaya la gente... Y de a poquito la fuimos haciendo.
David: Alguna vez hubo un motín en Seru. Dijimos: “Flaco, vámonos a Taiwan”. Yo fui uno de los tipos que más luchó para que nos quedáramos acá.
Charly: Fue así. Estábamos bastante decepcionados.
David: Yo sabía que no podía ser. Yo creo en los tipos que se quedan y se rompen el orto laburando para tratar de mantener la música acá. Porque si se termina la música acá, ¿qué vamos a hacer? ¿Qué vamos a escuchar? ¿Polca?
Charly: El otro día Gustavo Santaolalla se me acercó y me dijo: “Mis películas existen”. Y yo no sabía qué me estaba diciendo. Después me acordé de un tema que hice, “Canción de Hollywood” (de La grasa de las capitales). Pero no lo hice para él ni para los argentinos que están en Hollywood. Me parece perfecto que estén ahí, que la hagan. Lo hice para el cartón pintado de Hollywood. Porque lo que nosotros queremos decir es hagamos algo nuevo. Y que sea de acá. Estaremos en el culo del mundo pero somos. Ser y estar, viste.
David: A veces como mucha mierda, y la única manera de zafar de esa mierda es... ponerme bien en pedo y divertirme y olvidarme. Después de cuatro shows, después de tocar ocho horas, volvés a tu casita y te sentás en la camita y te das cuenta que tenés una tara, que te comiste todo lo que estaba pasando, y tenés flashes, ves a las minitas y a los tipos y a los canas empujando a la gente. Y la única es ir a la heladera y cazar la bota. O sentarte a meditar. Una de dos.
Charly: O componer. Hay una canción de Paul Simon que habla de eso: nuestra burbuja es la música. Los músicos estamos viviendo en un mundo de energía, de polenta, de realizaciones. El resto de la gente, en general, en este país, por la situación que hay, está viviendo depresión, frustraciones, amargura. Entonces nosotros tratamos de darle un poco de eso que tenemos. Eso que, a la vez, recibimos de la gente. Este año aprendimos un montón de cosas. Por ejemplo, a tocar un show de una hora casi sin parar. Vos podés decir que son boludeces, pero hacen a un espectáculo. Yo siempre luché contra esa vieja concepción de que el rock tiene que ser una cosa así, despojada. Nosotros siempre tratamos de tener los mejores equipos, las mejores luces. Ahora, cada vez que subimos a tocar, tenemos una listita de los temas. Durante seis meses tocamos las mismas cosas todos los días. Ya tocamos de memoria. Subimos a tocar y somos una aplanadora.
David: Y cuando sale mal para nosotros, para la gente no sale mal. Nunca es desastroso, nunca es una cosa que no se banque.
Seru Giran se convirtió en una especie de boom. ¿A qué se debe?
Charly: Nosotros no tenemos una oficina con un manager ahí sentado al que llaman para que vayamos a tocar. Al principio, como dijimos, íbamos con la valijita y había que bancar cualquiera. Ahora sabemos qué tipo tiene que ocuparse de que no se corte la luz, cómo arreglar a la cana para que no se lleve a la gente después del recital. Y todo eso te da un entorno de polenta. Y la gente lo siente. Se da cuenta de que está yendo a ver algo grande, no una cosa improvisada. Para los discos elegimos la mejor pasta, aunque nos cueste más y perdamos guita. La mejor cartulina. Esas cosas.
David: Hay tipos muy importantes que se han acercado a Seru Giran. Y a mí me copa eso. Porque yo no quiero estar más en el rincón con la guitarrita.
¿Quiénes son los tipos muy importantes?
David: Tuvimos unas reuniones con un señor Olivera, que es el asesor de Viola en temas de la juventud.
Charly: Cuando el tipo nos dijo “¿Qué pasa, cuáles son sus quejas?”, Daniel Grinbank le dijo que los carteles son muy caros, y yo le dije que tiene que cortarla con la censura. Es bárbaro, entendés, que un tipo como yo no se cague y vaya y le diga que no tiene que haber más censura porque si no nadie va a poder escribir nada y que estamos cagando nuestra cultura. Por ahí hace tres años yo hubiera dicho “No voy, no quiero transar con esta gente”. Y ahora voy y le digo la verdad a este tipo.
David: Además, vamos porque a nadie le gusta que termine el recital y se lleven diez pibes en cana. Entonces tratamos de solucionar esas cosas. Pero la única manera es salir del agujero, utilizar todas las cosas posibles para poder lograr algo. Aunque sea una ilusión, por lo menos sabés que lo intentaste.
Lo último: ¿pensaron en Los Beatles al hacer la foto interna del disco?
David: Sí.
Charly: Además, le dedicamos el disco al Sargento Pepper. De ahí sale Peperina.

Por Victor Pintos

Fuente: Página 12 (publicado el 16/07/2000)

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