La reciente presentación de "Lineas Paralelas" en el Teatro Colón nos trajo a la memoria la anterior presentación de Charly García en el mítico Teatro.
En el marco de la celebración del 25 de Mayo del año 2002 (192 Aniversario de la Revolución de Mayo), hubo varios actos en nuestro país, aunque hace 11 años la situación política/economica/social era muy distinta a la actual.
Aquella celebración se mezcló con distintas protestas. Manifestantes de asambleas barriales, un grupo de trabajadores del teatro Colón y los "desde entonces" reticentes habitués del Teatro Colón que creen que la sala lírica es el ámbito menos propicio para que puedan desarrollar su arte los artistas populares. (ver carta de lectores 29/08/2002 y la nota "El Colón pop trae polémica" - La Nación 01/09/2002).
Fragmento de la nota publicada por el diario Clarin, el 26/05/2002:
Dia Patrio: en Buenos Aires y Santa Fe la celebracion del 25 de mayo se mezclo con la protesta - Incidentes en la noche del Colón
Manifestantes de las asambleas barriales interrumpieron la actuación de Maximiliano Guerra y el Ballet del Mercosur. Finalmente la función se reanudó y Charly García cantó el Himno Nacional.
Entre aislados festejos tradicionales, manifestaciones de protesta y un singular clima de apatía, la celebración por el 192 aniversario de la Revolución de Mayo tuvo un extendido bajo perfil en casi todo el país. Y aunque todavía sobreviven rituales típicos como la danza del pericón y los desfiles, los tiempos que corren trajeron nuevas postales de una de las fiestas más arraigadas en los argentinos.
Precisamente, anoche hubo incidentes en el Teatro Colón: representantes de asambleas barriales que habían estado en Plaza de Mayo irrumpieron en el lugar para repudiar a la clase política durante la función que ofrecía el bailarín Maximiliano Guerra y el Ballet del Mercosur. De todas formas, a la función no asistieron funcionarios de ningún nivel.
domingo, julio 28, 2013
Su última visita al Teatro Colón: "Estamos acorralados mental y emocionalmente por nosotros mismos"
viernes, julio 26, 2013
Presentación de Lineas Paralelas
En el día de hoy el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires otorgó a Charly García el reconocimiento de embajador de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, en el marco de la presentación de los shows que realizará los días 23 y 30 de Septiembre, y otros 2 en febrero del 2014 con fecha a confirmar.
Debido a la capacidad del teatro, sólo podrán asistir 2000 personas por presentación. Las entradas saldrán a la venta a partir del 15 de Agosto.
A continuación ofreció una mini-conferencia de prensa respondiendo algunas preguntas.
Allí contó que será algo revolucionario un tanto complicado de explicar. La idea surgió a partir de los sonidos de una citarina (instrumento de cuerdas) que fue el primer instrumento que me regalaron, cuando tenía 3 o 4 años y de los vínculos que él establece con la Matemática, la Física y la Acústica. Habrá dos lasers dibujando lineas paralelas, y su perspectiva. La idea será ir de mayor a menor buscando la nota madre de todo esto, esta trabajando mucho. "Vamos a intentar escapar del concepto de banda más orquesta. Si bien hay partes cantadas, la idea es integrar instrumentos disímiles como el bandoneón, la tuba, la cítara".
La obra (Suite) estará dividida en dos actos y tendrá una duración aproximada de dos horas. La escenografía y vestuario será de Renata Schussheim, colaborará en la dirección de orquesta Alejandro Terán y la producción estará a cargo de Charly García, Dardo Ferrari, José Palazzo y Alejandro Pont Lezica.
Debido a la capacidad del teatro, sólo podrán asistir 2000 personas por presentación. Las entradas saldrán a la venta a partir del 15 de Agosto.
Charly García, Mauricio Macri, Héctor Lombardi, Horacio Larreta y Pablo García Caffi
A continuación ofreció una mini-conferencia de prensa respondiendo algunas preguntas.
Allí contó que será algo revolucionario un tanto complicado de explicar. La idea surgió a partir de los sonidos de una citarina (instrumento de cuerdas) que fue el primer instrumento que me regalaron, cuando tenía 3 o 4 años y de los vínculos que él establece con la Matemática, la Física y la Acústica. Habrá dos lasers dibujando lineas paralelas, y su perspectiva. La idea será ir de mayor a menor buscando la nota madre de todo esto, esta trabajando mucho. "Vamos a intentar escapar del concepto de banda más orquesta. Si bien hay partes cantadas, la idea es integrar instrumentos disímiles como el bandoneón, la tuba, la cítara".
La obra (Suite) estará dividida en dos actos y tendrá una duración aproximada de dos horas. La escenografía y vestuario será de Renata Schussheim, colaborará en la dirección de orquesta Alejandro Terán y la producción estará a cargo de Charly García, Dardo Ferrari, José Palazzo y Alejandro Pont Lezica.
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lunes, julio 22, 2013
1983: El año que salimos del peligro
El año 1983 fue tan conflictivo como prometedor. La dictadura no terminaba de retirarse, pero la llegada de la democracia era inexorable. En el aire, en los medios y en las calles se sentía un nuevo clima. La música nacional, en especial el rock, silenciado por los militares, asoma en las radios después de la guerra de Malvinas. En enclaves como el Café Einstein tocaba Sumo y Charly García escucha por primera vez a Los Twist. En la segunda mitad del año, aparece una cantidad de discos que luego serían claves en el futuro. Esta es la historia, contada por Cachorro López, Marcelo Moura y Daniel Melingo, de cómo Charly García, Los Abuelos de la Nada, Virus y Los Twist grabaron Clics modernos, Vasos y Besos, Agujero interior y La dicha en movimiento, la banda de sonido de los primeros pasos de la democracia.
Buenos Aires, agosto de 1983, es el mejor invierno en años. En el aire palpita una promesa y en los sótanos, un estallido: debajo del empedrado, la cultura está gestando futuro. Comulgan algunas razones para esa combustión –la democracia sonríe y extiende sus brazos–, pero sobre todo lo que prevalece es una inapelable necesidad de libertad y goce. Hay una nueva sensibilidad, expresada por la música y el teatro. Agazapado por años, el rock cambia de piel y se prepara para asaltar el cielo. Las radios, como coletazo de la guerra de Malvinas, pasan rock nacional las 24 horas. Los estudios de grabación –no son muchos, no son muy buenos– llenan sus horas. A grabar –y tocar– que amanece el mundo.
Con su antena para captar los “nuevos” sonidos de Occidente (new wave, reggae, punk), Buenos Aires se convierte en la capital iberoamericana del rock’n’roll. En apenas seis meses, un grupo de bandas y discos transforman la escena musical vernácula. Al calor de ese cambio, el rock dibuja su gran pirueta estética: se deja seducir por el glamour, los sintetizadores y el humor. Toda una generación quiere bailar y, de ser posible, vivir en estado de rock.
Hay nombres y lugares puntuales para esa revolución. Se cruzan, confluyen, se potencian. Uno de ellos es el Café Einstein, en Córdoba y Pueyrredón. Allí, cada semana, Los Twist y Sumo, dos bandas inéditas, comparten acordes y ambiciones. No ganan un mango, tocan por los tragos. Una noche de septiembre, Charly García escucha cantar a Fabiana Cantilo, voz de Los Twist. Recién llegado de Nueva York, donde produce y graba Clics modernos, García arde de nuevas ideas y entusiasmo. Apenas las escucha, García vislumbra en las canciones de esa ingeniosa e hilarante banda creada por Pipo Cipolatti y Daniel Melingo el germen de otra placa grandiosa. Los mete a grabar en los estudios Panda. En tres días cocinan La dicha en movimiento.
Buenos Aires, agosto de 1983, es el mejor invierno en años. En el aire palpita una promesa y en los sótanos, un estallido: debajo del empedrado, la cultura está gestando futuro. Comulgan algunas razones para esa combustión –la democracia sonríe y extiende sus brazos–, pero sobre todo lo que prevalece es una inapelable necesidad de libertad y goce. Hay una nueva sensibilidad, expresada por la música y el teatro. Agazapado por años, el rock cambia de piel y se prepara para asaltar el cielo. Las radios, como coletazo de la guerra de Malvinas, pasan rock nacional las 24 horas. Los estudios de grabación –no son muchos, no son muy buenos– llenan sus horas. A grabar –y tocar– que amanece el mundo.
Con su antena para captar los “nuevos” sonidos de Occidente (new wave, reggae, punk), Buenos Aires se convierte en la capital iberoamericana del rock’n’roll. En apenas seis meses, un grupo de bandas y discos transforman la escena musical vernácula. Al calor de ese cambio, el rock dibuja su gran pirueta estética: se deja seducir por el glamour, los sintetizadores y el humor. Toda una generación quiere bailar y, de ser posible, vivir en estado de rock.
Hay nombres y lugares puntuales para esa revolución. Se cruzan, confluyen, se potencian. Uno de ellos es el Café Einstein, en Córdoba y Pueyrredón. Allí, cada semana, Los Twist y Sumo, dos bandas inéditas, comparten acordes y ambiciones. No ganan un mango, tocan por los tragos. Una noche de septiembre, Charly García escucha cantar a Fabiana Cantilo, voz de Los Twist. Recién llegado de Nueva York, donde produce y graba Clics modernos, García arde de nuevas ideas y entusiasmo. Apenas las escucha, García vislumbra en las canciones de esa ingeniosa e hilarante banda creada por Pipo Cipolatti y Daniel Melingo el germen de otra placa grandiosa. Los mete a grabar en los estudios Panda. En tres días cocinan La dicha en movimiento.
sábado, julio 20, 2013
Charly regresa a Colombia
Habían pasado tantos años, y sin embargo parecía que todo apenas comenzaba. Años de tener que esperar día tras día los taxis en el living de su edificio, de salir con capuchas, de callarse los gritos. Años y meses y semanas de miedo, de temblar ante el sonido del teléfono porque siempre podía ser la noticia de que se habían llevado a su primo, a su mejor amigo, a una exnovia, al vecino.
Y todos eran cómplices, y todos, sospechosos, y todos, el miedo. Por eso ese día, 25 de diciembre de 1982, cuando Mercedes Sosa subió a su escenario y la gente comenzó a reventar con saltos y bramidos de "sevacabar, sevacabar, la dictaduuuura militar, sevacabar…", él, Charly García, se aferró a un micrófono para gritar "No queremos ni milicos ni represión". Entonces se sentó ante su piano y tecleó, con fuerza, con rabia, y Mercedes Sosa cantó "Ayer soñé con los hambrientos los locos, los que se fueron, los que están en prisión".
La gente cantó, lloró, recordó. García aporreó el piano y comenzó a cantar "No bombardeen Buenos Aires, no nos podemos defender. Los pibes de mi barrio se escondieron en los caños, espían al cielo, usan cascos, curten mambos escuchando a Clash. Estoy temiendo al rubio ahora, no sé a quién temeré después. Terror y desconfianza por los juegos, por las transas, por las canas por las panzas, por las ansias, por las rancias cunas de poder, cunas de poder". Y dijo entre el estruendo del humo que tenía miedo, "tengo miedooooo, tengo mieedo". Y al final de aquel, su primer recital como solista, diciembre 25 de 1982, Ferrocarril Oeste, barrio Caballito, aparecieron bombas y cohetes y metralletas y decenas de aviones que lanzaban bolsas negras como las que los militares arrojaban al Río de la Plata con desaparecidos dentro.
Y todos eran cómplices, y todos, sospechosos, y todos, el miedo. Por eso ese día, 25 de diciembre de 1982, cuando Mercedes Sosa subió a su escenario y la gente comenzó a reventar con saltos y bramidos de "sevacabar, sevacabar, la dictaduuuura militar, sevacabar…", él, Charly García, se aferró a un micrófono para gritar "No queremos ni milicos ni represión". Entonces se sentó ante su piano y tecleó, con fuerza, con rabia, y Mercedes Sosa cantó "Ayer soñé con los hambrientos los locos, los que se fueron, los que están en prisión".
La gente cantó, lloró, recordó. García aporreó el piano y comenzó a cantar "No bombardeen Buenos Aires, no nos podemos defender. Los pibes de mi barrio se escondieron en los caños, espían al cielo, usan cascos, curten mambos escuchando a Clash. Estoy temiendo al rubio ahora, no sé a quién temeré después. Terror y desconfianza por los juegos, por las transas, por las canas por las panzas, por las ansias, por las rancias cunas de poder, cunas de poder". Y dijo entre el estruendo del humo que tenía miedo, "tengo miedooooo, tengo mieedo". Y al final de aquel, su primer recital como solista, diciembre 25 de 1982, Ferrocarril Oeste, barrio Caballito, aparecieron bombas y cohetes y metralletas y decenas de aviones que lanzaban bolsas negras como las que los militares arrojaban al Río de la Plata con desaparecidos dentro.
jueves, julio 18, 2013
Cómo será el Teatro Colón de Charly García
El músico ofrecerá un concierto histórico por varias razones. Fernando Samalea, baterista de su banda, adelanta detalles.
Hace algunos días se conoció la noticia de que Charly García actuará por primera vez en el Teatro Colón. Será en septiembre (fecha a confirmar) con una puesta nunca vista para el rock: además de la participación de una orquesta sinfónica, el show estará basado en una serie de ilustraciones conectadas a sus canciones.
Consultado Fernando Samalea acerca del histórico concierto, el baterista dio detalles imperdibles. "Se llamará 'Líneas paralelas' y desde hace bastante lo están gestando Charly y Alejandro Terán. Ale está haciendo una auténtica maravilla con sus arreglos, organizando la pátina creativa de García como nunca", explicó en una entrevista con VOS que saldrá publicada en los próximos días con motivo de la salida de su nuevo disco solista, A todas partes.
"El espectáculo tiene un hilo conductor basado en las tres notas del acorde -o mejor dicho, en la ausencia de la nota central, la que determina si el acorde es mayor o menor- y tendrá una impactante puesta de Renata Schussheim. Con alguna participación actoral como plus. En lo personal, habrá bastante placa que estudiar, además de bandoneón y condimentos electrónicos que daré con un sampler. Ya estoy desempolvando las telarañas", avisa.
Y para cerrar, agrega: "Lo del Colón será como llevar más allá una obra que de por si no tiene precedentes. Y aunque el factor sorpresa nunca dejará de estar en cada paso que dénuestro artista, es casi seguro que será una especie de suite a gran escala, con instrumentales de Pubis angelical y varias de sus canciones clásicas. Habrá orquesta sinfónica y algunos agregados no convencionales".
Plano del Teatro Colón y Plano Intearctivo
Ph: DIOS
Fuente: Redacción VOS
Hace algunos días se conoció la noticia de que Charly García actuará por primera vez en el Teatro Colón. Será en septiembre (fecha a confirmar) con una puesta nunca vista para el rock: además de la participación de una orquesta sinfónica, el show estará basado en una serie de ilustraciones conectadas a sus canciones.
Consultado Fernando Samalea acerca del histórico concierto, el baterista dio detalles imperdibles. "Se llamará 'Líneas paralelas' y desde hace bastante lo están gestando Charly y Alejandro Terán. Ale está haciendo una auténtica maravilla con sus arreglos, organizando la pátina creativa de García como nunca", explicó en una entrevista con VOS que saldrá publicada en los próximos días con motivo de la salida de su nuevo disco solista, A todas partes.
"El espectáculo tiene un hilo conductor basado en las tres notas del acorde -o mejor dicho, en la ausencia de la nota central, la que determina si el acorde es mayor o menor- y tendrá una impactante puesta de Renata Schussheim. Con alguna participación actoral como plus. En lo personal, habrá bastante placa que estudiar, además de bandoneón y condimentos electrónicos que daré con un sampler. Ya estoy desempolvando las telarañas", avisa.
Y para cerrar, agrega: "Lo del Colón será como llevar más allá una obra que de por si no tiene precedentes. Y aunque el factor sorpresa nunca dejará de estar en cada paso que dénuestro artista, es casi seguro que será una especie de suite a gran escala, con instrumentales de Pubis angelical y varias de sus canciones clásicas. Habrá orquesta sinfónica y algunos agregados no convencionales".
Plano del Teatro Colón y Plano Intearctivo
Ph: DIOS
Fuente: Redacción VOS
miércoles, julio 17, 2013
Ponete un disco: un libro de vinilos
A través de personajes del quehacer cultural, verduleros y médicos, el fotógrafo Pablo Garber busca dar testimonio de una era que marcó la infancia y juventud de muchos. Así, mediante fotos, entrevistas y relatos de Lito Nebbia, Lalo Mir y Nito Mestre, entre otros ¨Ponete un disco¨ inmortaliza un objeto que parece no haberse ido nunca del todo.
¿Cómo surge la idea del libro y cómo fue que te contactas con la gente que reunía lo que buscabas ?
Mi relación con los vinilos viene de la adolescencia. Mi viejo trabajaba en una discográfica, y en las vacaciones me mandaba a ensobrar discos al depósito.
Venían envueltos en un papel suave y finito, que se rompía de nada. En otra caja venían las tapas con olor a tinta fresca. Era un laburo automático y aburrido. Mis compañeros, todos mayores, se distraían escuchando tangos y noticias en una radio a transistores. Yo, en cambio, alucinaba con las fotos o ilustraciones de algunas de las portadas.
Tal vez haya sido en ese galpón, sentado en una banqueta inestable, donde nació mi vocación por la fotografía. Y en el placer de mirar esas tapas descubrí cómo artistas que hasta entonces desconocía se hacían lugar en mi pequeña colección de Beatles, Carpenters y Bee Gees
¿Cómo surge la idea del libro y cómo fue que te contactas con la gente que reunía lo que buscabas ?
Mi relación con los vinilos viene de la adolescencia. Mi viejo trabajaba en una discográfica, y en las vacaciones me mandaba a ensobrar discos al depósito.
Venían envueltos en un papel suave y finito, que se rompía de nada. En otra caja venían las tapas con olor a tinta fresca. Era un laburo automático y aburrido. Mis compañeros, todos mayores, se distraían escuchando tangos y noticias en una radio a transistores. Yo, en cambio, alucinaba con las fotos o ilustraciones de algunas de las portadas.
Tal vez haya sido en ese galpón, sentado en una banqueta inestable, donde nació mi vocación por la fotografía. Y en el placer de mirar esas tapas descubrí cómo artistas que hasta entonces desconocía se hacían lugar en mi pequeña colección de Beatles, Carpenters y Bee Gees
domingo, julio 14, 2013
Samalea: “Volví al mundo de los bailes en románticos salones”
Protagonista en los años ’80 de la escena rockera porteña cuando integró los grupos Fricción, Metrópoli y Clap. Miembro estable de las formaciones de Andrés Calamaro y Charly García en la misma década. Sostén rítmico de Illya Kuryaki and The Valderramas y de A Tirador Láser en los noventa. Integrante de No lo soporto y de Rosal en los años ’00. Nuevamente batero de Charly García en la actualidad y del proyecto solista de Rosario Ortega, además de imprescindible animador del intermitente Sexteto Irreal. La lista es arbitraria e incompleta. Y aun en medio de esa vorágine, Fernando Samalea se da el gusto, cada tanto, de reunir a músicos argentinos y extranjeros de primer nivel que graban en todos sus discos solistas.
Su primer álbum, El jardín suspendido, fue publicado allá por 1998. Luego se sucedieron varios más, hasta el reciente A todas partes, que nos convoca “Es un hobby que va en paralelo a las múltiples actividades que hago. Me conecto con ciertos amigos músicos o justo me encuentro con determinada persona y le propongo grabar”, aclara.
A todas partes es un disco instrumental de jazz arreglado e interpretado por sus amigos Matías Mango, Alejandro Terán, Herman Ringer y el propio Samalea. También tocaron Javier Malosetti y Miguel Ángel Tallarita, entre otros músicos.
Su primer álbum, El jardín suspendido, fue publicado allá por 1998. Luego se sucedieron varios más, hasta el reciente A todas partes, que nos convoca “Es un hobby que va en paralelo a las múltiples actividades que hago. Me conecto con ciertos amigos músicos o justo me encuentro con determinada persona y le propongo grabar”, aclara.
A todas partes es un disco instrumental de jazz arreglado e interpretado por sus amigos Matías Mango, Alejandro Terán, Herman Ringer y el propio Samalea. También tocaron Javier Malosetti y Miguel Ángel Tallarita, entre otros músicos.
jueves, julio 11, 2013
A 7 años, Oscar Moro, se fue el baterista que tocó con todos
Integró Los Gatos, Seru Giran, Color Humano, La Máquina de Hacer Pájaros y Riff, entre otros grupos. Desde el regreso de Seru en el ’92, las noticias sobre Moro tuvieron más que ver con su estado de salud que con proyectos musicales.
Cinco días después de la muerte de Pappo, Oscar Moro asistió a una minicumbre del viejo rock argentino, que Página/12 había producido a modo de catarsis. La cita fue en el bar de la esquina de Belgrano y Chacabuco. Estaban Machi Ruffino, Pomo, Héctor Starc, Sebastián Bereciartúa –el hijo de Vitico– contando anécdotas. Lo que pasa en los velorios cuando el muerto parece renacer en cada palabra. Y de repente, bastante tarde, irrumpió Moro. Tenía los ojos un tanto rojos, dificultades para hablar y estaba rabioso por la forma en que había muerto su amigo. Alcanzó a decir: “Esto es un llamado de atención para todos nosotros”. El resto lo miró, pero siguió con Pappo. Para la sesión de fotos, al fotógrafo se le había ocurrido trepar a la terraza del diario e inmortalizarlos desde allá. La orden era que posaran sobre la avenida Belgrano, cada vez que el semáforo de Chacabuco se ponía en rojo. Pero a Moro lo paralizó el verde del semáforo y quedó congelado en el medio de la avenida, duro y equidistante de las dos veredas. Un Renault le pasó finísimo por la derecha y un Senda tuvo que frenarle casi encima para que el legendario baterista –y este cronista, que lo tenía abrazado ante el peligro– pudieran seguir respirando un tiempo más.
Créase o no, fue como un presagio. Aquel versátil baterista que había llegado a la cumbre de su carrera acomodándose a las variables rítmicas y melódicas de Seru Giran; aquel que había podido interpretar la maraña de arreglos que Edelmiro Molinari inventaba para Color Humano; aquel que formó el primer verdadero seleccionado de talentos que fue La Máquina de Hacer Pájaros, había perdido los reflejos musicales y vitales. Hacía mucho tiempo –tal vez desde el regreso de Seru en el ’92– que las noticias sobre él tenían más que ver con un frágil y descendente estado de salud –efecto del alcohol y las drogas– que con algún proyecto musical que valiera la pena contar.
Cinco días después de la muerte de Pappo, Oscar Moro asistió a una minicumbre del viejo rock argentino, que Página/12 había producido a modo de catarsis. La cita fue en el bar de la esquina de Belgrano y Chacabuco. Estaban Machi Ruffino, Pomo, Héctor Starc, Sebastián Bereciartúa –el hijo de Vitico– contando anécdotas. Lo que pasa en los velorios cuando el muerto parece renacer en cada palabra. Y de repente, bastante tarde, irrumpió Moro. Tenía los ojos un tanto rojos, dificultades para hablar y estaba rabioso por la forma en que había muerto su amigo. Alcanzó a decir: “Esto es un llamado de atención para todos nosotros”. El resto lo miró, pero siguió con Pappo. Para la sesión de fotos, al fotógrafo se le había ocurrido trepar a la terraza del diario e inmortalizarlos desde allá. La orden era que posaran sobre la avenida Belgrano, cada vez que el semáforo de Chacabuco se ponía en rojo. Pero a Moro lo paralizó el verde del semáforo y quedó congelado en el medio de la avenida, duro y equidistante de las dos veredas. Un Renault le pasó finísimo por la derecha y un Senda tuvo que frenarle casi encima para que el legendario baterista –y este cronista, que lo tenía abrazado ante el peligro– pudieran seguir respirando un tiempo más.
Créase o no, fue como un presagio. Aquel versátil baterista que había llegado a la cumbre de su carrera acomodándose a las variables rítmicas y melódicas de Seru Giran; aquel que había podido interpretar la maraña de arreglos que Edelmiro Molinari inventaba para Color Humano; aquel que formó el primer verdadero seleccionado de talentos que fue La Máquina de Hacer Pájaros, había perdido los reflejos musicales y vitales. Hacía mucho tiempo –tal vez desde el regreso de Seru en el ’92– que las noticias sobre él tenían más que ver con un frágil y descendente estado de salud –efecto del alcohol y las drogas– que con algún proyecto musical que valiera la pena contar.
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martes, julio 09, 2013
El ex bajista de La Máquina de Hacer Pájaros vuelve al ruedo
No tiene nada que ver con lo que yo venía haciendo con La Máquina y otros grupos en los que estuve. Todo suena muy chiquito, muy intimista”, dijo Fernández al comentar el tono de su flamante trabajo.
A pesar de contar con material nuevo para presentar, Fernández también se hizo tiempo en la charla que mantuvo con Télam para recordar sus años junto a Charly García, Oscar Moro, Gustavo Bazterrica y Carlos Cutaia.
“Con la Máquina hicimos patria con los temas que tocábamos”, puntualizó el músico en alusión a algunas letras que hablaban de manera críptica sobre la represión, en años en que la última dictadura militar descargaba su artillería pesada sobre la población.
Al respecto, rememoró una ocasión en la que el grupo fue llevado a la fuerza a Tucumán, en un avión Hércules, para actuar frente a un regimiento.
A pesar de contar con material nuevo para presentar, Fernández también se hizo tiempo en la charla que mantuvo con Télam para recordar sus años junto a Charly García, Oscar Moro, Gustavo Bazterrica y Carlos Cutaia.
“Con la Máquina hicimos patria con los temas que tocábamos”, puntualizó el músico en alusión a algunas letras que hablaban de manera críptica sobre la represión, en años en que la última dictadura militar descargaba su artillería pesada sobre la población.
Al respecto, rememoró una ocasión en la que el grupo fue llevado a la fuerza a Tucumán, en un avión Hércules, para actuar frente a un regimiento.
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domingo, julio 07, 2013
La calma en la tormenta
La muerte de María Gabriela Epumer, de la que se cumplen diez años, fue una falla en el sistema: si había alguien que por su modo de vida no podía morir, era ella. Buscaba la luz, el día, la claridad y la serenidad; era lo anti dark. No prolongaba las noches, no frecuentaba toxicidades y sin embargo tampoco era una santa. Sus costumbres eran muy sanas, de acuerdo, pero formaban parte de su credo personal y nunca criticaba a nadie por no seguirlas. Podía divertirse como cualquiera, y sus comentarios maliciosos eran la delicia de sus compañeros. Por eso, Charly García, que siempre la adoró y sintió muchísimo su muerte, la apodó Dead Mosquit. Ella a su vez lo bautizó El Niño, por los continuos desplantes de García, pero también por la corriente del mismo nombre que desataba huracanes, tempestades y arrasaba ciudades. Era apropiado.
Las chicas de su tipo no suelen abundar en el rock. María Gabriela prefería brillar tenuemente a concitar las luces de los reflectores; buscaba perfeccionarse a través del estudio y era capaz de ser una de las pocas mujeres en un seminario de Robert Fripp y hacerse respetar por todos los hombres. Era una chica fácil, en el buen sentido: estar con ella era agradable por la virtud de su silencio, pero no por callarse las cosas. En Gabriela residía una cualidad zen de observación quieta y detenida... hasta que hacía una acotación de esas bien pícaras y todos estallaban en carcajadas. Era un personaje querible y admirable. El rock sintió su pérdida enormemente.
Es irónico que durante nueve agitados años de su carrera, María Gabriela Epumer haya estado al lado de Charly García, un ser que ponía su vida en peligro de modo permanente, y que haya sido ella, una mujer cuidadosa, prudente y medida, quien haya perdido la vida en circunstancias que continúan sin estar del todo claras. Durante ese tiempo, María Gabriela fue la única integrante de su banda que no zarpó hacia puertos más tranquilos, lo que deja constancia no sólo del inmenso cariño que le profesaba al país, sino también de sus quilates musicales, de su resistencia, y otra de sus virtudes: la calma en el medio de la tormenta. Para Charly, era un factor de estabilidad en los tiempos en que todo se construía y se destruía tan rápidamente en torno de sí. “Fue también cierta distancia que hubo entre nosotros lo que nos permitió permanecer tanto tiempo juntos”, reflexionó García.
Las chicas de su tipo no suelen abundar en el rock. María Gabriela prefería brillar tenuemente a concitar las luces de los reflectores; buscaba perfeccionarse a través del estudio y era capaz de ser una de las pocas mujeres en un seminario de Robert Fripp y hacerse respetar por todos los hombres. Era una chica fácil, en el buen sentido: estar con ella era agradable por la virtud de su silencio, pero no por callarse las cosas. En Gabriela residía una cualidad zen de observación quieta y detenida... hasta que hacía una acotación de esas bien pícaras y todos estallaban en carcajadas. Era un personaje querible y admirable. El rock sintió su pérdida enormemente.
Es irónico que durante nueve agitados años de su carrera, María Gabriela Epumer haya estado al lado de Charly García, un ser que ponía su vida en peligro de modo permanente, y que haya sido ella, una mujer cuidadosa, prudente y medida, quien haya perdido la vida en circunstancias que continúan sin estar del todo claras. Durante ese tiempo, María Gabriela fue la única integrante de su banda que no zarpó hacia puertos más tranquilos, lo que deja constancia no sólo del inmenso cariño que le profesaba al país, sino también de sus quilates musicales, de su resistencia, y otra de sus virtudes: la calma en el medio de la tormenta. Para Charly, era un factor de estabilidad en los tiempos en que todo se construía y se destruía tan rápidamente en torno de sí. “Fue también cierta distancia que hubo entre nosotros lo que nos permitió permanecer tanto tiempo juntos”, reflexionó García.
viernes, julio 05, 2013
Charly García llega al Teatro Colón
"Un dibujo destruido y la caridad ajena", dice la letra de "Cuando me empiece a quedar solo". Premonición o no, aquella vieja oda sufrida de Sui Generis esconde varios datos del futuro. Los dibujos permanecen y son la base de un espectáculo que Charly García prepara para el mes de septiembre en el Teatro Colón, cada detalle escenográfico forma parte de una serie de ilustraciones a modo de mapa de ruta Say No More. Bajo el título de "Líneas Paralelas" y conectado directamente con la propia matriz musical, la idea es romper unos cuantos esquemas visuales y auditivos. Al acorde tradicional, compuesto por tres notas, García propone sacarle la tercera -que determina si el acorde es mayor o menor- y así provocar una tensión que también podrá seguirse desde las imágenes.
Este modo ya funcionó con Yendo de la cama al living, compuesto sobre armonías de cuartas y quintas, esquivando la que le da el modo a la canción. De esta manera, el patriarca propone un sonido más ambiguo e hipnótico, en donde no se descarta la participación de una orquesta sinfónica conducida por Alejandro Terán. En 1975 volvió visible al rock con los conciertos de Adiós Sui Generis, dos años después repitió la apuesta en el Luna Park con un autohomenaje llamado el Festival del Amor, y hasta recreó un bombardeo de Buenos Aires en la cancha de Ferro a fines de 1982. La lista continúa y tiene un nuevo destino en el primer coliseo nacional.
Este modo ya funcionó con Yendo de la cama al living, compuesto sobre armonías de cuartas y quintas, esquivando la que le da el modo a la canción. De esta manera, el patriarca propone un sonido más ambiguo e hipnótico, en donde no se descarta la participación de una orquesta sinfónica conducida por Alejandro Terán. En 1975 volvió visible al rock con los conciertos de Adiós Sui Generis, dos años después repitió la apuesta en el Luna Park con un autohomenaje llamado el Festival del Amor, y hasta recreó un bombardeo de Buenos Aires en la cancha de Ferro a fines de 1982. La lista continúa y tiene un nuevo destino en el primer coliseo nacional.
Darío Sztajnszrajber: "El rock siempre ha intentado excederse a sí mismo"
Platón hace un punteo sobre una base de teclados de Charly García, al costado Spinetta elabora un pensamiento luminoso mientras el que toca el bajo es nada menos que un tal Nietszche. Encajan, desencajan, como la vida.
La filosofía es la forma de razonar o entender la vida. Darío Sztajnszrajber es un filósofo interesado en sacar la filosofía de sus claustros y llevarla a lo más cotidiano, al lugar que pertenece, y en ese espacio habita también la expresión cultural que identifica a varias generaciones: el rock. “La filosofía tiene mucho de rock”, afirma el también conductor del ciclo “Mentira la verdad”, que tendrá su tercera temporada por Encuentro en 2014. Y con ese carácter llega “Desencajados”, el espectáculo que se presenta hoy, a las 21.30, en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza).
El show de hoy contará con la banda encabezada por Lucrecia Pinto en voz, más Guillermo Martel en guitarra, Lucas Wilders en percusión y Paco Cabral en bajo, con dirección y puesta en escena de Juan Bautista Carrer. Darío Sztajnszrajber estará al frente del grupo para relacionar cada costado filosófico de canciones del rock nacional, desde Virus, Fandermole y Divididos a Platón, Derridá y Nietzsche.
—¿Por qué “Desencajados”?
—Porque básicamente es un espectáculo que pone en conversación a dos géneros muy diferentes entre sí, en primera instancia, y que lentamente empezamos a encontrar acercamientos, sensibilidades comunes, como son la filosofía y la música. En primera instancia, tanto la filosofía como la música, parecerían tener sus propios códigos, sus propios formatos y ninguno de los dos tiene un formato teatral. Por un lado tenemos un recital de música, por otro un abordaje filosófico de ciertos temas, y lo que hicimos fue ponerlos en conversación tratando de encontrar aquellas afinidades que hagan que estos dos géneros puedan hacer un diálogo en el que siempre va a estar muy presente la diferencia específica de cada uno. Y lo llamamos “Desencajados” porque hay siempre la sensación de que hay algo que no encaja en ese diálogo, y notamos que en ese desencaje habita la belleza de lo que queremos proponer.
La filosofía es la forma de razonar o entender la vida. Darío Sztajnszrajber es un filósofo interesado en sacar la filosofía de sus claustros y llevarla a lo más cotidiano, al lugar que pertenece, y en ese espacio habita también la expresión cultural que identifica a varias generaciones: el rock. “La filosofía tiene mucho de rock”, afirma el también conductor del ciclo “Mentira la verdad”, que tendrá su tercera temporada por Encuentro en 2014. Y con ese carácter llega “Desencajados”, el espectáculo que se presenta hoy, a las 21.30, en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza).
El show de hoy contará con la banda encabezada por Lucrecia Pinto en voz, más Guillermo Martel en guitarra, Lucas Wilders en percusión y Paco Cabral en bajo, con dirección y puesta en escena de Juan Bautista Carrer. Darío Sztajnszrajber estará al frente del grupo para relacionar cada costado filosófico de canciones del rock nacional, desde Virus, Fandermole y Divididos a Platón, Derridá y Nietzsche.
—¿Por qué “Desencajados”?
—Porque básicamente es un espectáculo que pone en conversación a dos géneros muy diferentes entre sí, en primera instancia, y que lentamente empezamos a encontrar acercamientos, sensibilidades comunes, como son la filosofía y la música. En primera instancia, tanto la filosofía como la música, parecerían tener sus propios códigos, sus propios formatos y ninguno de los dos tiene un formato teatral. Por un lado tenemos un recital de música, por otro un abordaje filosófico de ciertos temas, y lo que hicimos fue ponerlos en conversación tratando de encontrar aquellas afinidades que hagan que estos dos géneros puedan hacer un diálogo en el que siempre va a estar muy presente la diferencia específica de cada uno. Y lo llamamos “Desencajados” porque hay siempre la sensación de que hay algo que no encaja en ese diálogo, y notamos que en ese desencaje habita la belleza de lo que queremos proponer.
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