lunes, junio 27, 2011

Charly García impactó con un soberbio concierto “sub-polar”

Este fue el concierto “sub-polar”. El propio Charly dijo que él mismo no se hubiera animado a ir, entre varias ironías sobre el frío. “El año que viene no nos olvidemos de comprar la estufa”, bromeó a mitad de un monumental concierto, en que el rockero argentino demolió sus mitos y su genialidad brilló más allá de sus inolvidables canciones.

Desde el arranque a la 1:00 de la madrugada del domingo (tras casi una hora de impaciente espera luego de despedirse Emmanuel Horvilleur), el músico de 59 años subió al escenario bastante comunicativo, en unas cuatro ocasiones interrumpió a su banda para hablarle al corazón de las más de dos mil personas que se privilegiaron de este regreso triunfal. Recordemos que en el 2009, la lluvia bautizó su “Concierto Subacuático”, tras reponerse de sus “vicios”.

“Eiti Leda”, del primer disco de Serú Girán de 1978, abrió el repertorio pero con problemas de sonido. Charly se levantó del piano e hizo un escueto saludo en el micrófono parado en el centro del escenario. Al soltarlo, el pedestal cayó con leve estruendo y la pequeña transgresión emocionó a los fanáticos.



Y sus comentarios, a veces con ácido humor, completarían otra crónica. Tras mencionar sus años de ausencia en Paraguay (dijo 12, pero en realidad son 9), destacó que en ese tiempo hubo un cambio importante: “Le ganamos a la dictadura y a los regímenes fascistas”.

Aquello sirvió de presentación para “Los dinosaurios”, el primer impacto en un público que a esa hora tenía pies de hielo (Charly estaba inquieto porque no percibía el calor de las masas; ah, eso es Soda).

Ahí entonó la adecuada “Confesiones de invierno”, otra leña emocional, del Sui Generis de 1973. Una hora más tarde, el primer bis cerraría con otro gran viaje a esa época: “Canción para mi muerte”.

Sin dudas, la voz ya no es la misma, ni la pinta. No obstante, Charly esquiva la caricatura y sigue imponiéndose como estrella de rock (hasta se permite autoparodias por su genialidad musical). Rodeado de una calibrada banda y el asombroso apoyo vocal de la hija menor de Palito Ortega, Rosario; el show tuvo el sello de una personalidad fascinante. Brindó por el rock paraguayo (antes tocaron Dr. Ayala, Bohemia Urbana, Salamandra y La Secreta), y para la segunda despedida, abrazado a sus músicos, lo hizo de espaldas al público, evocando quizá esa etapa en que se bajaba los pantalones y disfrutaba del escándalo.

Tras el baile con “No me dejan salir” y “Nos siguen pegando abajo”; al verso de “No voy en tren”: “El que apaga la luz”, abandonó el escenario en plena oscuridad y silencio repentinos. “Rap del exilio” reavivó el bis y los ánimos, porque le canta a “un amor en Paraguay”. La segunda revancha tuvo a “Fanky” y “Demoliendo hoteles”. Cien minutos de esencial rock.

Por Carlos Miguel Giménez.
Fuente: La Nacion (Paraguay)

1 comentario :

Paula dijo...

debio ser espectacular como siempre