Como hay novias que no quieren ver nunca más a una ex pareja, como hay personas que dicen que a partir de hoy 14 de noviembre del 2011 dejan el cigarrillo, existe gente que jura que no va a volver a ver a Charly García. ¿Quién no escuchó eso de "La última vez que lo vi estaba hecho mierda, no me gusta verlo así, no voy más"? Es que García, al igual que un amor que nos hace mal y un vicio perjudicial para la salud, es uno de los dadores de sentido de buena parte de nuestras vidas. La banda de sonido ineludible de la comedia humana argentina pop. El tipo que expresó los entretelones de nuestro itinerario público y privado. El que tejió los hilos que transforman una canción de amor ("Cerca de la revolución", "Instituciones", "Los dinosaurios", "Canción de dos por tres", "Nuevos Trapos", “Rock and roll yo”) en una manifestación política. Y viceversa. Pero al revés del amor y el vicio, que respectivamente con otro amor y una desintoxicación pueden ser superados (o no), García siempre vuelve porque, sencillamente, nadie le ata los cordones. Y cuando nos encontramos otra vez con él entendemos que nunca se fue, que los idos éramos nosotros fijándonos si estaba gordo o flaco, si tomaba merca o rivotril, si se bajaba los pantalones o se le caían.