A los 12 años empecé trabajar. Fue en una fábrica de cinturones. Era un obrero, los ensamblaba, ponía los tornillitos. La fábrica estaba en Villa Crespo (CABA). Un amigo me llevó, como para hacer algo y tener mi plata. Después como a los 17 entré a trabajar en una radio. El trabajo en la radio me deslumbró. Llegué a la radio porque en mi colegio se presentó una gente ofreciendo espacios para trabajar y con un grupo de amigos nos metimos a hacer el programa de la noche. Después haciendo ese programa, empezamos a hacer otro del equipo de futbol Atlanta. Soy fanático de Atlanta, estuve muy vinculado al Club. Y así, de estar a la noche o a la tarde en la radio, empecé a relacionarme y a militar con la radio, militancia de izquierda.
-¿Dentro de la Radio había alguien relacionado a la política?
En su momento estaba bancada por una persona muy relacionada al Partido Comunista. Se fueron dando las cosas y fui creciendo. Éramos todos pibes. Los más grandes tenían 23 o 24 años. Nosotros 17. Era toda sangre joven dedicada a la política universitaria. Pasó el tiempo e hice mucho en la radio, todo lo que se podía hacer y más. Tenía ganas de hacer otras cosas. Lo último que hice en la radio fue que a Juan Pablo Sorín (Ex futbolista de la Selección Argentina) lo convencí de hacer un programa, era un figura muy conocida. También comencé a trabajar en América TV en un programa de cable de Atlanta. Abrí mi panorama laboral, al margen de que la Radio era mi vida.
-Tuviste un paso importante por la política argentina relacionada a Alberto Kohan y Carlos Menem ¿Cómo fue tu acercamiento y tu llegada a trabajar en presidencia?
Un día paso a saludar y un amigo me dice: “es increíble que hayas venido porque te estaba buscando… mi cuñado es el jefe de prensa de un peso pesado del gobierno” -en ese momento el gobierno para mí era la otra vereda- “por tu personalidad y tu forma de ser… me parece que ese trabajo es para vos” me dijo. Para mi estaba loco, mirá si iba a trabajar para el gobierno, no sabía nada. Además me estaba yendo de viaje con una chica que me invitaba a Mar del Plata.
-Mínimamente te seducía la idea… ¿o no?
No, porque para mí era difícil pensar en la posibilidad. Me voy a Mar del Plata con esta chica y le digo a mi papá que no me llamara, le dejo el teléfono de la casa por las dudas una urgencia. Esa misma noche me llamó. “En que lío andarás vos que te llaman de presidencia, ¿Qué hiciste?” me dijo. Me habían llamado y tenía que comunicarme urgente. Había sido seleccionado para ser el jefe de prensa del Secretario General de la Presidencia Alberto Kohan. “No hay mucho tiempo, te esperamos mañana a las 7:00 AM así te pasamos los detalles y comenzás a trabajar. Tomate el primer avión, te esperamos” me dijeron. Mi chica no me creía nada y suponía que estaba inventando una historia para escaparme. A los dos días me presenté, me encontré con el cuñado de mi amigo, cruzamos la plaza de mayo y entramos al despacho de Kohan.
-Y el ojo clínico de tu amigo que visualizó en vos ese tipo de cualidades… ¿estaba bien afinado?
A la larga, la historia le dio la razón… pero un poco se jugó (risas). Entré y de repente estaba en el despacho del Secretario General de la Presidencia. Kohan me cayó bárbaro. Me dijo que fuera a ver mis oficinas, que podía traer a trabajar solo a un secretario. Mi contacto ya se tenía que ir así que saludó y se fue, imaginate que solo ahí, no sabía qué hacer… la secretaria de Kohan me llama en ese momento, querían presentarme a alguien. Cruzamos el despacho y abrió la puerta, había un señor vestido de militar: el edecán. Kohan le preguntó si estaba ocupado el jefe, le contesta que no, “está leyendo” dijo. “Avisale que voy a pasar” le dice Kohan. Se abrió la puerta y fue para mí un momento inolvidable, imágenes que me quedaron grabadas por el resto de mi vida. Un despacho largo, había en el fondo como un escritorio y era esa hora del mediodía que la luz entraba por la ventana con un reflejo que hacia brillar cada detalle.
-Como una imagen cinematográfica…
Total. A él todavía no se lo veía. Se veían los rayos del sol haciendo brillar la oficina. En ese momento lo veo a lo lejos que se para y se va poniendo los anteojos lentamente, era Carlos Menem. Kohan le dice: “Carlos te quiero presentar a mi nuevo jefe de prensa”. Él me venía mirando y me dice: “¡pero qué jovencito! Bienvenido… tenés cara de turquito, sos de los míos”. Yo le dije que no, que él era sirio libanés y yo descendiente de turcos. Kohan abrió los ojos como diciendo este es un atrevido y Carlos contestó con una sonrisa diciendo que no había problema, que en todo caso éramos primos hermanos. En eso saca una tarjeta del bolsillo de su saco, me la da y me dice: “cualquier cosa que necesites me llamás”.
-Hacía unos días estabas sin un mango, con una chica en Mar del Plata y ahora en el despacho del presidente. ¿Qué pasaba por tu cabeza?
Ahí empezó la historia, mi historia. A los pocos días de empezar había un viaje a Roma, le pregunté a la secretaria de Kohan como era la operativa del viaje. Me dijo que podía ir en el Tango 01 o en el de línea… y yo dije: “lo que diga el jefe”. Me acomodó en el Tango 01. Pasé 15 días de trabajo con el N° 1 en Roma. Cuando vuelvo, mi contacto (Quien me había recomendado para el trabajo) me llamó cargándome diciendo que presente la renuncia por haberme tomado demasiadas atribuciones. Fui y le pedí perdón a Kohan, porque tal vez me había extralimitado. Me dijo que para nada pensaba eso. Justo coincidía con un momento de Kohan en el que estaba tomando mucho poder, en ese momento, más que nunca, necesitaba que lo acompañen duro. Esto fue en los últimos tres años de mandato de Menem (97, 98, 99).
-¿Alguna vez te dijo porque te eligió a vos?
Unos meses después le pregunté. Me dio una gran lección, algo que yo después utilicé en mi vida. Me dijo que tenía muchas opciones para el cargo de jefe de prensa pero eran tipos que tenían 20 años de trayectoria y aunque tenían mucha experiencia eran tipos que le debían muchos favores y cosas a otros, que ya estaban contaminados. Por mi edad, mi formación y porque venía más del palo de la izquierda, iba a ser 100 % Kohan. Aprendí mucho, me formé y creo que no hay universidad más violenta que trabajar en presidencia y viajar por el mundo con un presidente. Las relaciones, las formas de manejarse, todo.
-¿Qué se siente estar en un cargo como ese a nivel interno, que pasa con tu ego personal?
La verdad es que siento que en mi esencia siempre fui igual. Cambiaron dos cosas: Yo tenía un sueldo normal, no era millonario, pero tenía un sueldo bueno para ser un chico de 23 años. Ninguno de mis amigos ganaba lo que yo ganaba. La otra, es que yo no creo haber cambiado, cambió la mirada del otro para conmigo. Mi vecina que me conocía desde que nací y de golpe vió a Fernandito como el jefe de prensa de presidencia. Gente que conocía y me cruzaba en la cancha o en otro lugar y me preguntaba: ¿te puedo saludar? Yo me devoraba el mundo en ese momento, tenía solo 23 años.
-¿Te sedujo alguna vez la posibilidad de un cargo político?
No, para nada. Yo estaba fascinado con el trabajo que tenía, me daba la posibilidad de viajar y conocer el mundo, compartir reuniones con Mandela, Clinton, Bush, etc. Con los mandatarios de todo el mundo, durmiendo en palacios. Lo que estaba viviendo eran momentos únicos e irrepetibles así que lo disfrutaba mucho.
-¿En qué momento de todo esto te conectaste con el ambiente de la música?
Un día íbamos en el auto con Kohan y pasamos por el Teatro Opera. Estaban anunciados Ana Belén y Víctor Manuel. Me contó que con su mujer eran fanáticos. Le ofrecí conseguir entradas para el show y me dijo que no le parecía adecuado ir. Le dije que no solo debía ir sino que a la primera fila y después al camarín a saludarlos. Yo venía de trabajar en la radio y de conseguir todo con alambre, ahora desde presidencia iba a ser todo mucho más fácil, como un juego de niños. Y así fue, al toque conseguí todo. Le encantó la movida y se dio cuenta que yo venía de un palo más vinculado al deporte y al espectáculo. Siempre me decía: “metele duro con esas cosas, traeme ideas porque lo único que nos va a salvar a la larga es el deporte, la cultura y el espectáculo”. Hicimos muchas actividades culturales, auspiciamos un montón de eventos. Yo recibía propuestas culturales y se las presentaba. Hicimos varios eventos en Buenos Aires y también en el interior. Me gustaba mucho hacer eso.
-¿Cómo era tu relación con Carlos Menem? más allá de ser el jefe de prensa de Kohan…
Excelente, a mí siempre me trataron muy bien. Un día en Olivos después de una reunión de gabinete, se usaba comer de parado en la cocina. Yo estaba dando vueltas por ahí, y entro a comer, agarro una porción de pizza y el Presidente Menem me mira a los ojos y me dice: “por favor retirate”. Me quería morir, me saco la porción de pizza de la boca y comienzo a irme y ahí me dice: “pará Fer, era una joda” me estaba cargando. Todos se reían. “Me entero que al Alberto lo llevás a todos lados a ver espectáculos y a mi nada, yo soy el último orejón del tarro” me dice. En ese momento me volvía el alma al cuerpo y le digo: “Presi lo que usted me pida lo hacemos”. “Bueno Fer ya vamos a pensar en algo” me dijo sonriendo. Faltaba un año para finalizar su gestión y desde ahí, empezamos a hacer casi todos los martes cenas temáticas en Olivos. Concurrían actores, jugadores de futbol, árbitros, escritores, filósofos, etc. Todas las semanas era un tema, muchos puteaban y criticaban de afuera… pero cuando te invitaba el presidente todos iban.
-¿Qué le pasaba a estos personajes de la cultura y el deporte cuando los llevabas a las reuniones con Menem en el mano a mano?
En el mano a mano Menem era irresistible, te mataba. Separá la política, porque cada uno puede tener sus propios ideales y diferencias. Estoy hablando de la persona, separada del cargo, una persona llena de anécdotas, experiencias, divertido, simpático. Todos se iban enloquecidos y la pasaban bárbaro. Un día me dice Kohan que el “presi” quería una cena especial. Me daban vueltas y no me decían. Quería una cena con Charly García. Le dije que era imposible, que no se iba a poder. Charly siempre estaba en contra de Menem, hablando muy mal. “No me importa. Quiero juntarme con él y vos lo vas a conseguir.” Me dijo sonriendo Menem.
-Y lo lograste…
Costó meses lograrlo. Después de aclararle a Charly que Menem no quería perdirle nada, no necesitaba nada… no buscaba ningún rédito político. Me dijo que lo iba a pensar. Fui a conocer a Charly, pegué muy buena onda. Él me veía como “el poder”, fuimos de a poco trabajando en el encuentro hasta que llegó el día en que se dio.
-¿Que significó para vos esa reunión?
Siempre en cada cosa que hago me gustó crear hitos, cosas que queden en la historia. Desde el minuto cero sabía que ese encuentro entre Charly y Menem iba a ser algo histórico y que iba a quedar para siempre.
– ¿Cómo fue ese encuentro?
En ese momento Charly estaba con todo el mambo “Say no More”. Cuando por fin llegó el momento del encuentro le propuse a Kohan que cuando lleguemos a Olivos a la cena programada, desde el mozo, pasando por el parrillero hasta Carlos Menem tenían que usar el brazalete de “Say no More”. Con eso Charly se iba a sentir muy a gusto, era algo muy importante para él. Kohan me dijo que no había problema y le entusiasmó mucho la idea. No le dije nada a Charly. Llegamos a la quinta de Olivos, se abrió la puerta y apareció Carlos Menem a recibirlo con el brazalete puesto. Cuando lo vio Charly la sensación fue en ese momento: “Yo soy el poder, el presidente se puso mi brazalete”. La cena fue increíble, Charly tocó, se hizo un mini show, se emocionó mucho. Tocó “Los Dinosaurios” lloramos todos. Después a Charly se le ocurrió una genialidad: regalarle al presidente el disco de la música que se tocó ahí y que lo use como un souvenir para obsequiarle a quien quiera. Hicimos “Charly & Charly en vivo en Olivos”, el disco es excelente y el hito fue la tapa de Clarín al otro día con ellos dos juntos. Se generó una onda y una amistad que les duró muchos años. Hicimos el disco que es una escarapela con todo un packaging con las fotos del encuentro, el arte es buenísimo.
-¿Qué pasó después de la reunión y el impacto que generó con respecto a la relación con Charly?
Al tiempo viajamos a China con la comitiva, estando allá lo llamo y le pregunto si quería que le trajera algo y me pide un instrumento que se llama “sami yen”. Teníamos una gira larga y nos costó mucho conseguirlo. Medía dos metros de alto, era una arpa doble que la tocan dos personas acostadas. Lo que me putearon por haber cargado ese instrumento durante toda la gira por todos los países asiáticos fue tremendo (risas). Cuando llegó el equipo, lo llevaron a la casa de Charly, a ese momento ya tenía una relación casi de trabajo en conjunto con el manager como asesor. Lo subimos a su casa y le digo: “Charly tenés un regalo en el comedor”. Abrió la caja y se puso a llorar de la emoción.
-¿Cómo empezaste a laburar con Charly?
En el año 2000, ya no trabajaba en presidencia y hacia cosas con ellos (su manager Marcelo y Charly). Se estaba preparando la vuelta de Sui Generis y comienzan a llamarme del entorno de Charly. Me parecía raro porque el manager oficial seguía siendo Marcelo y me decían que el propio Charly había pedido que se comunicaran conmigo. Llamé a Marcelo y me cuenta que se había peleado y que Charly lo había despedido. Fui a ver a Charly y me dijo directamente: “Sos mi nuevo manager”. Me generó una situación extraña porque yo había llegado a ese lugar de la mano de Marcelo y no quería que sienta una traición. Lo hable con él y durante un tiempo no quise tomar el rol de manager.
Empecé como en un rol de “no soy tu manager pero te ayudo”. En el medio de eso tuvimos el famoso episodio cuando se tiró desde el edificio en Mendoza a la pileta y unos cuantos más. Un día en la vida de Charly García de ese momento era un mes en la vida de alguien normal. Una vida muy intensa.
-¿Cómo era tu vida personal en ese momento, más allá de tu trabajo?
Tenía 26 años, me casé. Mi mujer no veía una vida alegre y sana relacionada a Charly García. A mi Charly me quería por dos cosas en ese momento: una era que, pese a ya no estar relacionado a presidencia, representaba el poder para él y la otra, es que yo soy un tipo sano. No fumo, no me drogo, no tomo y nunca lo hice. Un día me dijo en tono de joda: “lo bueno de tener a Szereszevsky es que cuando todos estamos re locos, el está lúcido para pensar”. hasta el día de hoy nos une una relación muy especial y personal más allá del laburo, pero me casé y me fui. En el 2002 dejé de laburar con él. En el 2005 volví. Lo hice porque lo extrañaba y me sumé a lo que estaba pasando, aguante un par de años largos más… Era una etapa en la que Charly estaba muy heavy y pasaron cosas terribles.
-¿Como lidiaste con eso, de admirarlo a trabajar junto a él y vivir ese tipo de situaciones?
En ese momento no lo pensaba tanto. Se daba todo muy rápido y fue una progresión de sucesos que me llevaron a estar con él. Hubo un par de hechos violentos sobre todo uno que pasó en Colombia. Me asusté mucho por la situación de locura que había. Yo ya tenía hijos y no era el estilo de vida que quería para mí. Me fui de su lado de nuevo. En el 2007, por intermedio de una persona se comunicó diciendo que andaba mal de plata. Lo fui a ver y me dijo que porque no me pensaba algún negocio que necesitaba dinero. Yo le pregunté que quería hacer y me dijo que le gustaba la idea de hacer un reality. En ese momento, estaba el famoso reality de Ozzy Osbourne. Me puse a trabajar con gente de Chile y Venezuela que estaban buscando hacer algo así. Nos juntamos en su casa y avanzamos con la idea. Al terminar la reunión le pregunté si nos veíamos el viernes para seguir con lo del reality, se iba a Mendoza y San Juan a tocar. Le dije que no fuera, siempre tenía problemas en Mendoza. Me dijo que necesitaba la plata que tenía que ir. “Si tenés que ir anda, pero la verdad es que siempre te pasa algo en Mendoza… cuidate” le dije. Se fue a Mendoza y nunca volvió. Fue ahí que quedó internado. Me quería morir.
-Tuviste un gran papel en la recuperación de Charly… ¿Cómo fue ese proceso?
Después que quedó detenido, llegando a Buenos Aires le preguntaron quién iba a ser su tutor personal y él dijo: “llamen a Fernando Szereszevsky”. Estaba mal. Me llamaron y me fui al Argerich y estuve desde ese día hasta el último de su recuperación a su lado, que fue el 10 de diciembre del 2010. Recibí una persona con chaleco de fuerza, totalmente medicado y empezamos la recuperación. Lo hacía por el amor incondicional hacia él. Acá no había shows, ni lucro de nada. Siempre lo quise y cuando me llamaron me sentí en una situación humanitaria. En toda la etapa de las clínicas no lo podía ver nadie más que yo. Era el único autorizado por la justicia. Después, pedí que eso se ampliara y logré que puedan verlo Nito Mestre, Pedro Aznar y León Gieco. Necesitaba que me ayudaran en la contención. Era muy duro afrontar todo eso solo. Toda la etapa de su internación fue un quiebre emocional en mi vida. En un momento fuimos a la clínica Fleni en Escobar… no quería mirar a mis alrededores. El ambiente era durísimo. Me ponía a llorar. Ver a los chicos en esa situación. Y verlo a mi gran ídolo pasar por eso.
-¿Él tenía ganas de salir adelante? ¿Cómo fue su recuperación?
Si, se dio cuenta de que era la única salida. En ese momento Palito Ortega se acercó y nos ayudó. Puso a disposición su quinta de Luján. Estando ahí, cambiamos el grupo médico que nos planteó: “la única forma de que Charly salga adelante, es ponerle una zanahoria lejos: los shows, la idea de volver a tocar. Sino trabaja para lo que le gusta y le da felicidad no se va a recuperar nunca” nos dijeron. Todos los que estábamos a su alrededor no queríamos que volviese a tocar. Nos dijeron que no importaba si era dentro de mucho tiempo, lo importante era mantener la idea de que era posible. Nos pusimos a trabajar. Quizás el trabajo más duro que tuve en mi vida. Volvió en la famosa gira “La Vuelta del Más Grande”. El primer show iba a ser en Vélez, pero decidimos hacer otros antes para que estuviese más cómodo. Surgió Perú y Chile. El día que fuimos a tocar a Perú, subió al escenario después de toda la recuperación y tocó el primer acorde. Todos, desde los plomos hasta los sonidistas, lloramos. Fue un momento de mucha felicidad. El show salió excelente, la gira también.
-¿Cómo estaba él en la intimidad? Había vuelto a tocar…
Emocionado y agradecido. Empezamos con la gira, seguía teniendo momentos buenos y malos. Una vez en México en un hotel, estaba medio triste. Nos abrazó a mi socio y a mí y nos dijo: “ustedes son realmente mis amigos. Amigos es esto, lo que ustedes hicieron por mi”.
-¿Te agradeció de alguna manera en algún momento todo lo que hiciste por él?
Tuvo un gran gesto conmigo. Soy fanático del Club de Futbol Atlanta, es mi otra pasión. Yo le inculqué el gusto por el futbol y veía mucho los partidos de la B Nacional y sabía todo. Estaba en la casa aburrido y se ponía a ver futbol y veía los partidos de Atlanta. Un día me dijo: “cuando juegue Atlanta te voy a acompañar, sé que es importante para vos”. Pensé que lo decía de compromiso. Llegó la última fecha y me dijo: “llamame mañana que voy con vos a la cancha”. Imaginate lo que fue la revolución de la cancha con Charly García presente viendo Atlanta vs Almirante Brown. Fue tapa de Olé (suplemento deportivo de Clarín). Para mí fue muy especial, porque lo que a veces a él le costaba decir en palabras, lo dijo con un hecho que era muy importante para mí. Fue como decirme “así te quiero que hago esto por vos”.
-¿Más allá de lo personal que te dejó trabajar con Charly García?
Un gran aprendizaje. Tuve la gran suerte de estar y trabajar con los números uno. Con el tiempo me di cuenta de que era algo natural en mí, que quizás haya visto aquel que me llamó la primera vez para laburar con Kohan y Menem. Todos los números uno, sean del ambiente que sean, tienen un hilo conductor que los iguala, patrones parecidos. No importa como son intelectualmente, me refiero a los patrones de pensamiento. No me considero un tipo de grandes virtudes pero si hay algo de lo que estoy seguro es que conozco sus cabezas. Se lo que quieren y como lo quieren. Como relacionarme con ellos, como tratarlos, como se los cuida y como piensan. Con el tiempo me di cuenta que a todos estos tipos los entiendo, más que a otros, los sé interpretar. Básicamente lo que quieren es que des la vida por ellos.
-¿Cuál es la coincidencia que según vos iguala a todos los números uno?
Un cúmulo de cosas que se interrelacionan. El carisma, la personalidad, el talento. Una especie de combo. Generalmente tienen una forma de relacionarse y una llegada diferente que los pone en una situación de pedestal.
-¿Cómo fue la experiencia de viajar con Charly a Israel?
Ese es un ejemplo de lo que te digo. Muy pocos artistas argentinos van a Israel y lo primero que pensé y visualicé cuando me puse a trabajar en la concreción, fue en el hito. Llevé un fotógrafo amigo especialmente a la gira. El día anterior llamé al jefe de espectáculos del diario Clarín y le dije que le iba a dar una foto con una sola condición: que esté en la portada del diario. Fue algo que gesté con un año de antelación y no se lo había dicho a nadie. La tapa que me imaginé era las manos de Charly -que son muy simbólicas por los dedos- apoyadas en el muro de los lamentos. Logramos que fuese la portada de Clarín. Y era mucho más que una mera foto de Charly. Era el símbolo de su recuperación, la esperanza, el agradecimiento, la fe. La foto envolvía mucho simbolismo. Se me pone la piel de gallina de la emoción.
-¿Por qué dejaste de trabajar con Charly?
Porque se cumplió un ciclo. Le di todo. Entregue muchos momentos de mi vida para lograr su recuperación. Yo tenía un solo objetivo en mi vida con Charly: Hitos. A mí siempre me gustaron sus canciones, nunca compré mucho el personaje de “Say No More” y el “Charly polémico”. Siempre soñé -desde que era su fan- que se recuperara y que pueda tocar sano. Así que el 10 de diciembre me fui con un Charly sano, tocando y con una cuenta bancaria enorme, con mucha felicidad y una tranquilidad emocional en lo personal.
Por Santiago Ruiz
Fuente: Revista Random
El blog de Charly Garcia (hecho por DIOS)
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