miércoles, julio 17, 2013

Ponete un disco: un libro de vinilos

A través de personajes del quehacer cultural, verduleros y médicos, el fotógrafo Pablo Garber busca dar testimonio de una era que marcó la infancia y juventud de muchos. Así, mediante fotos, entrevistas y relatos de Lito Nebbia, Lalo Mir y Nito Mestre, entre otros ¨Ponete un disco¨ inmortaliza un objeto que parece no haberse ido nunca del todo.

¿Cómo surge la idea del libro y cómo fue que te contactas con la gente que reunía lo que buscabas ?

Mi relación con los vinilos viene de la adolescencia. Mi viejo trabajaba en una discográfica, y en las vacaciones me mandaba a ensobrar discos al depósito.

Venían envueltos en un papel suave y finito, que se rompía de nada. En otra caja venían las tapas con olor a tinta fresca. Era un laburo automático y aburrido. Mis compañeros, todos mayores,  se distraían escuchando tangos y noticias en una radio a transistores. Yo, en cambio,  alucinaba con las fotos o ilustraciones de algunas de las portadas.

Tal vez haya sido en ese galpón, sentado en una banqueta inestable, donde nació mi vocación por la fotografía. Y en el placer de mirar esas tapas descubrí cómo artistas que hasta entonces desconocía se hacían  lugar en mi pequeña colección de Beatles, Carpenters y Bee Gees



Así comencé a  revolver las bateas en las disquerías, y a cambiar discos en el parque Rivadavia. Siempre mi curiosidad empezaba por la portada. Después, al colocar el disco en la bandeja, me llevaba la tapa a la cara y  estudiaba las letras o miraba las imágenes que junto con la música me ayudaban a inventar el mundo. No conozco a nadie que se haya desprendido de todos sus vinilos. Debajo de la cama, en algún mueble de la cocina, o en la casa materna, está esa colección esperando volver a sonar. Se me ocurrió hacer un homenaje a los discos, a través de sus tapas. Pedí a mis conocidos que eligieran uno, aquel con el que pasaron más horas o momentos más intensos, y que posaran con él ante mi cámara. La consigna era ocultar el rostro, de manera que la portada fuera el personaje principal. La escena debía desarrollarse en algún lugar que identificara la actualidad del retratado, trayendo así al presente las vivencias y emociones que ese disco representaba.

La serie fotográfica comenzó a crecer rápidamente, y pronto se acercaron personas a las que yo no conocía, que se habían enterado del proyecto y querían que aquel vinilo que los tuvo hipnotizados en su juventud también formara parte de este catálogo caprichoso. De a poco me fui acercando a los propios realizadores de  esos discos, quienes, además de sumar sus preferidos al proyecto, me contaron algunas vivencias de aquellos tiempos. Cada persona eligió su disco y su entorno; el azar se encargó de ordenarlos.

Que caso llamó más tu atención­?

El que me sorprendió fue el disco de Piluso, que estoy seguro que alguna vez lo tuve, pero me había olvidado completamente de él. De todas maneras, lo más sorpresivo era ver como para cada disco se armaba una situación diferente, siempre divertida con algún contenido que representa bien a la persona que lo eligió. Y ocurrieron muchísimas cosas impredecibles, a favor de un buen resultado Supongo que la buena energía de las personas colaboró con ello.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

El vol 2 de “Ponete un disco”, continuar con la serie que vengo realizando desde hace varios años: “Buenos Aires con ojos extranjeros”, y empezar otro que prefiero no develar aun, pero que tiene que ver con actores de teatro.

Video del programa Panorama Argentino


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