Todo, absolutamente todo fue una preparación para el impresionante show que el sábado a la noche dieron Charly García y Fito Páez, separados y juntos, durante más de cinco horas, en el anfiteatro Cocomarola de Corrientes. Una noche, dos shows, dos leyendas. Por una vez, la publicidad cumplió su promesa. Fue la historia y la actualidad del rock nacional en una noche.
Muy pocos minutos después de las 21.30, comenzaron a escucharse los acordes de “El amor después del amor” de la mano de la banda del rosarino. Fito se hizo esperar y apareció sobre el escenario con un traje negro con parches de cuero, los rulos revueltos y un saludo para la ciudad que lo recibió por segunda vez en dos años.
De allí en adelante, casi sin respirar, atravesó de punta a punta el disco “El amor después del amor”, acompañado por algunas presencias virtuales como Celeste Carballo, Fabi Cantilo y Mercedes Sosa. También se hicieron notar todos los integrantes de la banda, los jóvenes músicos Diego Olivero, Juan Absatz, Dizzy Espeche y Gastón Baremberg; pero sin dudas se destacó la voz aterciopelada, profunda y potente de la cantante colombiana Adriana Ferrer.
Una pausa emotiva a la vorágine del show fue “Pétalo de sal”, oportunidad en la que Fito recordó al Flaco Spinetta y, perdida al final de la canción, apareció esa hermosa voz que tanto se extraña. Luego continuaría con “Sasha, Sissí y el círculo de baba” y en las pantallas replicándose el video que la tenía a Cecilia Roth como protagonista.
Lo cierto es que más allá de la efectividad y la solvencia para tocar el disco casi de memoria, algunos temas -tal vez los menos populares- no mostraban toda la producción escénica que estuvo presente en otros lugares del país. Lo que lo sacó de la vorágine en la que venía embalado, fue “Un vestido y un amor”; donde escuchó unos acordes desprolijos. Ahí bajó un cambio, se acomodó los rulos y con unas señas siguió sin tregua hasta agotar el disco. Con “A rodar la vida” cerró la primera parte del show. El disco dura 59.28 minutos y Fito lo hizo en 68 minutos. Lo que se dice, un rockero cronometrado.
Se tomó un breve impasse. Se quitó el saco y reapareció en escena con una remera blanca. Más relajado, tranquilo y dispuesto. Y comenzó otra especie de disfrute. Cantó “11 y 6” acompañado por las 10 mil personas que coreaban ese hermoso tema de “Giros”. Luego vendrían “Circo beat”, “Polaroid de locura ordinaria” y el explosivo cierre con “Mariposa tecnicolor”.
60 x 60
Se apagaron las luces y anunciaron que se necesitaba al menos media hora para montar la segunda parte del espectáculo. Los arreglos se hicieron rápido, mientras la cerveza se escurría y toda la puesta teatral del principal referente de la historia del rock argentino, hacía su ingreso al escenario Sosa Cordero. Y así de teatral fue su entrada. Juguetón, divertido y extrovertido, Charly García retornó al Cocomarola, sólo un año y medio después de su última presentación.
Con guardapolvo de obrero, unas calzas azul eléctrico y su clásica banda “Say no more” en el brazo, tocó durante casi dos horas algunos de los temas que forman parte del triple box “60x60”, que recopila parte de su carrera en la trilogía “La vanguardia es así”, “Detrás de las paredes” y “El ángel vigía”. Este concierto que se viene repitiendo en distintos puntos del país es una celebración a sus seis décadas de vida, y también un poco a su muerte y resurrección. El mismo se encargó toda la noche de dictar titulares. Con ironía habló de su “recuperación”, de que “se lo ve bien, lúcido” y toda una ristra de frases para divertir(se) con (y de) el público.
La banda The Prostitution acompañó a Charly con instrumentos de orquesta que incluyen bandoneón, violines y una variada gama de elementos de percusión, que incluían a un maniquí. Juntos repasaron temas como “Demoliendo hoteles”, “Yendo de la cama al living”, “Influencia”, “Vicio” y “La grasa de las capitales”, atravesando toda la discografía desde Nito Mestre hasta “Asesíname”.
Juntos
Para cerrar el recital, cerca de las 2 de la mañana, Charly y Fito salieron juntos al escenario con todos los músicos de ambas bandas, e interpretaron “Desarma y sangra”, “Ciudad de pobres corazones”, “No se va a llamar mi amor”, “Cerca de la revolución”, “Fanky” y “Canción para mi muerte”. Y los aliados se fueron todos contentos.
---------------------------------------------- o----------------------------------------------
Charly & Fito: recital histórico de un monstruo de dos cabezas
Fito Páez y Charly García, hicieron historia en el anfiteatro. En el primer recital del país que los convoca para cantar juntos, derrocharon talento, pasión, rodaron por los años dorados del rock nacional y los fanáticos, eufóricos.
Los músicos argentinos brindaron una noche única. Para quien estuvo allí, seguramente se le erizará la piel cada vez que oiga un tema de Fito o Charly, nuevamente. Ambos lograron convertirse en un asombroso monstruo lírico de dos cabezas, capaz de conmover y seducir.
La noche en el anfiteatro Cocomarola comenzó con un potente retumbar de los acordes del tema “El amor después del amor”, hit del disco más vendido en la historia del rock Nacional, grabado hace 20 años. La Puesta en escena y la sensibilidad del artista rosarino cautivó.
Con una colombiana que le hacía el coro, Fito brilló. Los temas siguieron con “Creo” interpretado al piano y a media luz. Luego vino “Dos días en la vida”, “La Verónica” y “Tráfico por Katmandú”.
Lo romántico llegó con “Pétalo de sal” y recordó cuando conoció a su ex pareja Cecilia Roth con “Un vestido y un amor”.
Sin pausa llegaron “Sasha, Sissí y el círculo de baba”, “Tumbas de la gloria”, “La rueda mágica” y la cueca “Detrás del muro de los lamentos”.
Con fuerza sonó “La balada de Donna Helena” y el tema que evoca al recuerdo “Brillante sobre el mic”.
Con espontaneidad Fito no perdió detalle de cada sonido de su banda y hasta pareció fastidiado en momentos, porque no lograban dar con la nota que esperaba para seguir la canción. Cuando cantó los 14 temas del disco, interpretó 6 hits de su carrera que pertenecen a otros discos. Luego se retiró de escena, no sin antes darle la bienvenida a uno de sus maestros, como él mismo se refiere a su amigo Charly.
Después de dos horas y un cambio de escenario, vino el humor, el desenfado y el prodigio de García.
Con guardapolvo de obrero y su clásica banda "Say no more" en el brazo, presentó su obra 60X60, que recopila toda su carrera en la trilogía “La vanguardia es así”, “Detrás de las paredes” y “El ángel vigía”, los tres recitales que compusieron el ciclo con el que celebró sus seis décadas de vida.
En una noche de sábado templada y perfecta para que García despliegue su música en un show al aire libre, sonaron "Demoliendo Hoteles", "Yendo de la cama al living", "Influencia", "Vicio", y "Me siento mucho más fuerte", entre otros tantos clásicos.
La recopilación del disco según Charly, tiene los temas que más le llegaban al corazón. Y al de varias generaciones.
La alquimia entre los instrumentos electrónicos, los sintetizadores, y las cuerdas marcaron todos los tiempos. Charly con humor, se rió de todo, hasta de los medios porque según él, repiten que lo ven “mejorado” en cada actuación.
La reinventada banda, "The Prostitution" sonó por más de dos horas como una orquesta y ya no tanto como un grupo. Incorporaron acordes de bandoneón y violines.
Juntos, imparables
Lo realmente sorprendente, fue cuando juntos volvieron al escenario y demostraron que las dos cabezas no funcionan de manera autónoma, sino que se funden en una sola voz. El recital fue fiesta para todos.
Con la introducción de Fito al remarcar “es una de las canciones más hermosas del rock Nacional” sonó el tema “Desarma y Sangra” y un clásico, “Los dinosaurios”.
Fito, todo el tiempo mostrando respeto y dandole el lugar absoluto a Charly, quien siguió dirigiendo el escenario y a las dos bandas juntas. “A ver Fito, tocate un solo” le dijo ya casi al final.
Ambos revolucionaron a sus devotos que llegaron desde todo el país. Tras una despedida a lo grande, los músicos salieron de escena. El público no se movió de sus lugares. No podía terminar de esa manera, faltaba una más. Una sola estrofa que deje satisfecho al hambre insaciable del fanatismo.
Cuando todo parecía aquietarse, los músicos volvieron y el cierre fue majestuoso con los acordes de clásico “Funky” y “Canción para mi Muerte" de Sui Generis, algunos lloraban. Los monstruos hacían cantar al público, todo fue recuerdo y la sensación de haber sido elegidos para esa noche mágica.
Fuente: El Litoral (Corrientes) 1 y 2.-
No hay comentarios. :
Publicar un comentario