viernes, diciembre 04, 2009

Familia y Tradición

Tanto desde la admiración como desde el cariño filial y ya consolidados con nombre propio, Migue y Dante rescatan para el Sí! la influencia de la obra de sus progenitores. Casi cuatro décadas de historia, reivindicada por quienes mejor los conocen.

Juega con las tapas de unos vinilos: una colección de discos que podría ser su propio álbum familiar. Hojea el de PorSuiGieco, donde están sus viejos (María Rosa Yorio y Charly García) posando bien hippies, el segundo de La Máquina de Hacer Pájaros (de 1977, su año de nacimiento) hasta llegar a un Yendo de la cama al living tan gastado que parece Apostrophe de Frank Zappa. Su departamento de la calle Coronel Díaz está oscuro y desolado. Hay un sillón, una mesa, una biblioteca (donde asoma un LP de James Taylor, uno de sus ídolos) y un piano. Su gata Blanca camina despreocupadamente por sobre las teclas. "Es sorda e histérica", avisa el dueño: "A veces escucha algunas disonancias. Si fuera más chiquita, formaría armonías más lindas, pero la distancia entre las patas hace que toque notas que se chocan".

Migue (sobre) vive dando clases de piano y canto. Este 2009 fue complicado: su tratamiento psiquiátrico ("estoy yendo a una fundación con médicos que trabajan en la sanidad mental, me ayudan un montón") y la rehabilitación de su padre lo mantuvieron lejos de los escenarios, con un segundo disco (Ciencia ficción) que no tuvo tanta difusión como su debut de 2005 (Quieto o disparo). "No fue un año apropiado para hacerme la vedette. Hay que saber cuando emitir la vedette y cuando omitirla", explica el músico: "La vida le dio una segunda oportunidad a mi viejo y estoy feliz de verlo bien".

-¿Cómo viviste el Vélez?

-Estuve hasta los bises, contra la valla, pude ver los últimos temas con toda la monada. Quedé de cama una semana, por la lluvia, ¡y eso que yo no me enfermo nunca! La profesionalidad y la excelencia de su show en Vélez no se podrían poner en palabras. Fue algo para la tapa del Time Magazine.

-Hace un tiempo, Pipo Cipolatti te había acusado de filtrarle a tu viejo "Kill Gil" en la Web.

-Eso es hermoso, haber sido acusado de una cosa tan terrible, falsamente, es una prueba de vida maravillosa. No quisiera involucrar a la persona que lo subió, la conozco, no soy ningún pelotudo. Hay gente que en momentos de desesperación económica puede hacer cualquier cosa, pero sé que los masters originales están bien guardados.

-¿Volviste a hablar con Pipo?

-Pipo es un divino. Por suerte quedan freaks como él todavía. Yo nunca me peleé con Pipo, inclusive lo admiro bastante, aunque sea un facho de mierda (risas). Si hay algo que me hincha las pelotas es la gente racista.

Es paradójico: cuando Migue editaba su disco debut, Charly se paseaba de escándalo en escándalo. Y ahora que enderezó el barco, apoyado por Palito Ortega, el que está desdibujado es su hijo. "Con Lucas (Martí) buscábamos un sonido súper hi-fi para Ciencia ficción, grabamos en tres estudios diferentes y tuvimos que rompernos el upite y endeudarnos bastante", cuenta: "Hace poco estaba viendo un documental sobre Simon and Garfunkel y decían que para Bridge Over Troubled Water usaron 800 horas de estudio. Entonces, ahí mismo, me puse a calcular con los precios de ahora, ¡son como 10 millones de dólares!". Después, anuncia como al pasar: "Quiero hacer una trilogía de discos, que toda mi obra sea un trípode. Intento mantener el concepto del rock nacional, porque se está diluyendo".

-¿En qué sentido?

-Anhelo las formas en que se hacían las cosas hace algunos años. La tecnología es muy buena, pero también hay una glorificación del amateur, algo peligrosa, y una sobreinformación, donde ver las flores entre la basura es cada vez más difícil. Soy un militante del rock nacional y voy a hacer todo lo posible para que no pase.

Por: Nicolás Igarzábal, Especial para el Suplemento Sí!

Fuente: Suplemento Sí, Clarín

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