Con la experiencia de 40 años, el músico argentino Charly García ofreció la noche del martes en el Auditorio Nacional un animoso concierto en el que repasó su amplia discografía de solista, así como su trabajo con Sui Generis y Seru Girán. Pero lo mejor llegó al final, cuando, después del segundo encore, la figura larguirucha del roquero se sentó al piano y dijo: Éste es una de los temas que más me gustan; es una canción de vida para los que estamos de vuelta, la voy a cantar hasta donde me acuerde, y soltó Canción para mi muerte. No la concluyó y se despidió: “Viva México y el rocanrol. Muchas gracias. Ciao”.
Ante un público que no llenó el recinto –pero las personas que cayeron se entregaron plenamente–, Charly García apareció en punto de las 20:30 horas por el lado derecho del escenario, mismo que atravesó con paso parsimonioso para sentarse al piano y comenzar con Demoliendo hoteles. El respetable se puso de pie y la velada se anticipaba formidable.
Entre Promesas... y Cerca de revolución
Continuó con Promesas sobre el bidet y Rap del exilio, que caló profundo a los exiliados argentinos en nuestro país. Al concluir esta tercera canción abandonó el piano y se dirigió al público para dar la bienvenida al último concierto en México de su gira Say no More 2010, después de haberse presentado en Guadalajara y Puebla: Hola, México, buenas noches. ¿Quieren rock? ¡Tomen su rock!, y cantó Cerca de revolución, y el Oe oe oe oe, Charly, Charly, se escuchó a todo pulmón en el Auditorio; el ambiente era óptimo.
Las pantallas descubrieron un Charly García emocionado y sonriente cuando interpretaba Filosofía barata, momento en que la corista se paseó por todo el escenario. También descubrieron que el bigote bicolor de Charly ya es tricolor: rubio, negro y cano. La mayor parte del concierto el músico aporreó el piano negro, ubicado del lado izquierdo del escenario, que estuvo iluminado con luces azules, rosas, blancas y verdes.
Charly estuvo acompañado por Fabián Quintero (teclado), Carlos García López (guitarra), Carlos González (bajo), Kiuge Hayashida (guitarra), Antonio Silva (batería) y la corista Hilda Lizarazu.
Ya había tocado Vía muerta, Fanky y Adela, continuó con Rezo por vos, en cuyo estribillo se escuchó: Rezo por vos, Gustavo Cerati. La respuesta del público, conformado por jóvenes, adultos y padres de familia acompañados por sus hijos, alcanzó un nivel demencial, y desde el piano Charly hizo unos riffs de air guitar y después simuló ametrallar al público para luego pegarse un tiro surrealista en la cabeza.
Llegó una de las canciones más famosas de Charly, Nos siguen pegando abajo, que para algunos resultó extraña porque la habían escuchado en la voz de Miguel Ríos, quien la hizo famosa en México. ¿Qué esa no es de otro?, ¿que no era más movida?, se escuchó.
Las siguientes canciones fueron: Yendo de la cama al living, Influencia, Llorando en el espejo, Pasajera en trance y Me siento mucho mejor, pero de nuevo Charly atacó el escenario y dijo como presentación a Vicio: Esta canción puede ser de amor, de reproche o de vicios. ¿Qué voy hacer si soy un vicio? Ustedes son un vicio. Todo el mundo envicia a alguien.
Después llegó Estoy verde, en la que el ánimo de Charly alcanzó un punto neurálgico y de nuevo dijo: Ya no derribo hoteles... baratos; los caros sí; la continuó con No voy en tren. Se despidió: Gracias por todo, México; la pasé muy bien acá. Pero el público con su Oe oe oe oe oeeee, Charly, Charly, hizo que regresara.
El músico volvió para complementar el repertorio con las rolas Deberías saber por qué y No toquen, para después aparecer en el escenario y cerrar con Canción para mi muerte, que dejó inconclusa y el público culminó.
Al final, el concierto dejó la sensación de haber presenciado parte de la historia del rock, que sin Charly García en el escenario algo se habría perdido, una parte del alma habría muerto.
Por Jorge Caballero
Fuente: La Jornada
jueves, junio 03, 2010
Charly García repasó cuatro décadas de su historia roquera en animoso concierto
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