
Ese señor de traje marrón que se inclina ante la ovación, ese tan formal con camisa de jean debajo, algo excedido para bien luego de tantos excesos que casi lo llevan a la tumba, ese que ahora se inclina reverente está de vuelta como si nunca hubiera estado a punto de irse. “Charly está de vuelta loco, está desatado, volvió Charly loco, volvió Charly” afirma y vocifera un fan en cuero y sudado, escudo de Boca en el brazo y mirada cómplice en busca de interlocutores válidos. Y tiene razón, vaya si la tiene.
Porque luego de que un telón de seda blanco proyecte sombras de una mujer alada que cruza el escenario, luego de que los músicos se saquen unos disfraces blancos animalescos y de que suene el primer acorde de “Demoliendo Hoteles”, él , este Charly García versión 2010 comienza a desandar el camino de una noche memorable donde entregó, se entregó y ofreció un show acorde a la leyenda, esa que pese a ya en parte no ser, a no ser aquel desenfrenado ícono, lo coloca en el sitial que nunca perdió ni perderá para seguir siendo.
Y tras la coreada “Promesas en el bidet”, el bailadísimo por él mismo, “Rap del Exilio” y la ochentosa y revivalera “No soy un extraño” de quien conoce esta ciudad y “no es como en los diarios” después, “después vino una Revolución” y con Cerca de la... el estadio ya hervía subyugado bajo el sonido poderoso de una banda compacta que toca y sabe muy bien con quién.
Y ese quién es este Charly, el del dedo mefistofélico, cuasi fálico que apunta encorvado señalando el pasado, el presente y el futuro de lo que vendrá porque “la vanguardia es así” aunque el no lo diga.

“Estoy vivo, eso está bueno” anuncia y encuentra el obvio eco antes de anunciar que “tengo una buena y una mala noticia, un tema nuevo” y ese es “La Medicina” con el cual suelta un primer título . “Mi medicina es la música” devela antes de arrancar con la novedad .
“Fanky” retrotrae a otras épocas aunque no deja sonar bailable y hacerle honor al género antes de la segunda gran ovación con la presencia de un amigo “Fito Páez”.
E irrumpe el rosarino, que aunque sólo ejecute piano para la impecable “Desarma y Sangra” se emociona y emociona cuando ambos sentados al piano se devuelven gentilezas en forma de sonrisas y Fito larga otro título - afirmación - profecía para la historia del rock nacional: “Charly García para siempre” anuncia Rodolfo y las lágrimas de muchos se confunden con ese sudor dulce que emana del calor de recital.
Recién van 10 de 30 temas y los momentos intensos se suceden sostenidos por una banda donde se lucen los chilenos en batería – “el terremoto de Chile” presentó en poco feliz comparación Charly al batero”, el bajista y el guitarrista. Y en la que se destaca la eterna, ochentosa, preciosa y genial Hilda Lizarazu y el también eterno “Negro” García López en guitarra.
Entonces sobreviene una lista pródiga de hits pero también de emotivos rescates, guiños a los Stones en “El amor espera”, la impresionante y ochentosa “Nuevos trapos” mechadas con clásicos como “Yendo de la cama al living”, “Pecado Mortal”, “Pasajera en trance”, “Raros peinados nuevos” , la confirmatoria “Me siento mucho mejor” , la recordatoria “Vicio”, “Estoy verde” y “No voy en tren”.

Bordea la una de la mañana de otro sábado de marzo y un sinfín de sensaciones, emociones, canciones e imágenes van quedando en el chip rocker que nos controla y descontrola.
Y también una certeza con doble lectura . “Este es el aguante, Charly” o “Este es él, aguante Charly”. Una coma aquí o allá, dos frases en sentido unívoco e inequívoco y una sentencia.
Volvió García, Charly está de vuelta. Está todo dicho y Say no More.
Por Sergio Corpacci
Fuente: 26 Noticias
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