Sus amigos devenidos acompañantes terapéuticos hasta que en poco tiempo —cuatro meses a lo sumo— le den el alta (entre ellos Nito Mestre y León Gieco) ya lo revelaron públicamente: en el dramático período de desintoxicación, Charly García tuvo contacto maternal con la música y, vuelto a la lucidez o a raptos de ella, logró componer “entre cuatro y seis canciones impresionantes, tal vez las mejores de su vida”.
Los cuatro meses que faltan para el alta de García se contradicen con la propuesta que un poderoso productor marplatense le hizo a los apoderados de Charly para convencerlo de que durante la última semana de enero ofrezca un show en el Polideportivo de la Ciudad Feliz.
Lo cierto es que tan terrible fue lo que sucedió con Charly que de no mediar la contención de Palito Ortega hubiera llevado a ese tan inmenso como incomprensible personaje a cortarse las venas, según sus propias palabras.
Esas maravillosas canciones anunciadas “darán lugar a un disco que seguramente será editado en el 2009”, anticipó uno de los privilegiados componentes del reducido núcleo “paramusical”.
En cambio, negó de plano referirse a ese otro ya terminado, “Kill Gil”, el de la discordia con todo el mundo, comenzando por sí mismo y su hijo Migue. Puede que, estratégicamente, a ese disco “maldito” se lo congele por un tiempo y se sugiera al paciente seguir vitaminizando la onda salubre de la nueva criatura, sacarla a pasear por las tablas cuando se impongan el momento preciso, y así darle una especie de prioridad terapéutica.
De “Kill Gil” se conoce bastante, pero faltan dos certezas claves para saber que será de su destino. Si finalmente el sello EMI, poseedor de los derechos, se despojará de tanto nervio que le causó el monstruo o si persiste la vieja, cruenta y a esta altura inútil disputa que lo único en generar a gran escala es puro daño, veneno y una ausencia del producto que, así de dormido y tieso, rebela.
En tal sentido, Charly, su manager y el grupo que lo cuida tendrán que aceptar que la salida de un CD implica una resolución artística del producto a vender que incluya toda la información central y lateral. Es lo mínimo que merece ese potencial comprador que, dentro de una disquería, pretenderá llevarse una cajita digna. Y que EMI también ceda en lo que le correspondiera hacerlo.
Si las partes consiguen un adecuado diálogo previo y posterior arreglo contractual, “Kill Gil”, así como se lo ha escuchado o con las modificaciones que le conciernan, debiera convertirse sin más demoras en el nuevo y aclamado disco de esta versión tan emocionantemente mejorada del exclusivo bigote bicolor.
Lo contrario sería seguir conviviendo enfermizamente con el conflicto y que las canciones sigan a la deriva, a merced de las pirañas informáticas que ya se fagocitaron bastante de tanto arte sublime del músico más retorcidamente talentoso y genial que diera el rock argentino.
Fuente La Capital
miércoles, enero 14, 2009
La buena salud de Charly García ya promete grandes dividendos
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1 comentario :
Charly De por vida !
Te amo loco sos la razon de mi existir !
Mi sueño seria fumar un caño con vos .
O si no tomar un buen wicky fumando Abano y me cantes cualquier cansion !
Sorprendente el Disco que sacaste !
Yo te entiendo Charly .
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