sábado, junio 13, 2015

Maria Gabriela Epumer, el ángel de Charly García

Desde pequeña Mapu, como era conocida entre sus amigos, tuvo una muy marcada inclinación musical, seguramente por la influencia de una familia estrechamente vinculada con el arte. Ya a los 16 años sorprendió a todos por sus excelentes ejecuciones guitarra en mano, acompañando a María Rosa Yorio, una de la primeras mujeres que hizo rock en Argentina y que por aquel entonces era la pareja de Charly García.

María Gabriela tocaba, pero lo hacía con los ojos cerrados por la infinita vergüenza que sentía al tener que enfrentarse con la gente, sean multitudes o un grupo reducido. Y para colmo de casualidades, el primer disco que grabó junto a Yorio se llamaba así: “Con los ojos cerrados”.

Luego de la guerra de las Malvinas, se produjo todo un movimiento muy especial alrededor del rock nacional en Argentina. Mientras el gobierno militar prohibió la música en inglés en las radios, los viejos grupos volvieron a tocar, a desempolvar sus discos de antaño y los jóvenes vieron también la gran posibilidad de lanzarse al mundo de la música.

Junto con otras tres chicas, María Gabriela Epumer encabezó una agrupación que en su nombre llevó un juego de palabras muy particular: Viuda e hijas de Roque Enroll. Fue la primera banda de la historia trasandina íntegramente formada por mujeres, aunque algo ya había hecho María Gabriela junto a Claudia Sinesi y Andrea Alvarez con el trío Rouge.

Sin embargo, cuando se transformaron en las Viudas (como fueron conocidas), Sinesi en el bajo, Claudia Rufinatti en teclados, Mavy Díaz en voz y Epumer en guitarras y composición; la fama les llegó con una fuerza inusitada entre 1983 y 1988.

La temática del grupo apuntó a un público joven y marchó sobre la línea que trazaron Virus en una primera etapa y Los Twist, entre otros: música sofisticada, una clara propuesta estética, lúdica, bailable y con letras pegadizas. Con este grupo, la guitarrista se hizo conocida en cada rincón del país. Sus temas más famosos fueron las versiones en castellano de “Bikini a lunares amarillos” y “Lolly pop”, junto a otros de su propia autoría como “Fondo Monetario Internacional” y “Hawaiian II”. Grabaron tres discos (“Viuda e hijas de Roque Enroll”, “Ciudad catrúnica” y “Vale 4”), con los que llegaron a casi 300.000 copias vendidad.

Las Viudas, como fueron conocidas, lucían vestimentas multicolores y marcaron a toda una generación de adolescentes que las siguieron y las copiaron en todo. Arrastraron multitudes hasta su definitiva separación a fines de los 80, pero cuando se reunieron por única vez en 1995 las entradas se agotaron varios días antes. Quedaron para siempre en el recuerdo como un símbolo de una época y de un estilo que hizo furor.

Federico Moura y Pipo Cippolatti, con Virus en su primera etapa y Los Twist respectivamente, fueron las cabezas más visibles de esta música lúdica en Argentina, que –sin duda- marcó tanto como el rock y el pop más elaborado, porque prodigaron de ironía y sarcasmo una música que amenazaba con caer en la extrema gravedad. La muestra es que cada vez que esos grupos se presentan por estos días (Moura fue reemplazado por su hermano Marcelo, desde su fallecimiento en 1988), son seguidos con pasión y nostalgia por aquellos que frisan los 30.

sábado, junio 06, 2015

100 Mejores canciones

1 - Inconsciente Colectivo
Yendo de la cama al living, 1982

Como standard de fogón y gospel de la transición democrática, “inconsciente colectivo” es una canción desfasada de su sonido primordial, melodía y letra disueltas en un estado de ánimo que conjuga el miedo y los sueños de libertad de una época. Al escuchar “nace una flor, todos los días sale el sol”, lo primero que resuena en la mayoría es Mercedes Sosa, esa especie de voz en off de la conciencia musical argentina. Pero hay que volver a la grabación original del tema, la que cerraba el debut solista de Charly García de 1982. Tras la separación de Serú Girán, García relanzaba su carrera convertido en una celebridad nacional. Las expectativas eran enormes. Yendo de la cama al living (que se publicaría en tándem con Pubis Angelical, la banda de sonido de la película de Raúl de la Torre) tenía que ser también una reinvención. después de grabar todas las pistas entre los estudios ION y Panda, Charly y el técnico Amílcar Gilabert se sentaron a escuchar el material. Había algo que no funcionaba. Y aunque no podía definir qué era, Charly optó por descartar todo y empezar de nuevo. “Esa decisión fue una pegada”, dice Gilabert ahora.

En comparación con su obra previa, el Charly solista ostentaba un sonido “más racional, no tan cargado de cosas, donde los silencios funcionaban también como notas musicales”, en palabras de Gilabert. “Inconsciente colectivo” era un inédito de la época de Bicicleta (1980) que Serú tocó en sus shows del coliseo de Diciembre del 81. Era una balada sobre la vida nueva y las fuerzas oscuras, y tenía una resonancia política innegable. Charly en otro momento genial de lo que podríamos llamar intimidad de masas. “Encontré una forma de hacerlo que me gustó”, le dijo a Claudio Kleiman en Expreso Imaginario, en Noviembre del 82. “Tiene una cosa eléctrica que se repite todo el tiempo, como una especie de mantra, y por otro lado la melodía es casi folk”. El baterista Willy Iturri, ejecutor de la base minimalista (proto trip-hop), fue el único músico que participó de la grabación además de Charly, que se cargó el resto de los instrumentos. “El arreglo nos costó muchas vueltas manzana alrededor de panda”, recuerda Iturri. “Hacíamos una toma, no nos conformaba y salíamos a caminar para hablar de qué estaba fallando.” Si nos abstraemos del contexto-país, de su impronta psicobolche, y penetramos en la materia sonora de la grabación, es llamativo ver cómo esta marcha fantasmal de pop moderno se convirtió en un himno para patios de escuela, en el tema más versionado del catálogo de García. Algo así como el “Imagine” del rock argentino.
Por Pablo Plotkin

2 - Viernes 3 AM
La grasa de las Capitales, 1979

La balada opresiva, sin estribillos ni entrelíneas, que una noche Charly escribió en diez minutos, como Bob Dylan con “Blowin in the wind”. De hecho, la grabó mientras improvisaba melodía y letra de punta a punta en el estudio, y el piano y una de las voces (después la dobló) de esta iluminación a deshoras quedaron en la mezcla final. Ws el espejo roto de “No te dejes desanimar”, el tema de autoayuda de la máquina de hacer pájaros, y fue censurado por la dictadura por “Incentivación al suicido”, un incidente que quedó en el olvido pero que por entonces contribuyó para agigantar su impacto. En “viernes 3 AM” las cosas terminan mal: ante la perspectiva de un fin de semana insoportable como parábola de vacío ideológico, el protagonista acaba con su vida porque “no puede más”. “Viernes 3 AM tiene un error”, reconoce Charly. “Dice Bang, Bang, Bang”. Nadie puede pegarse tres tiros. Con el primero ya se mató.” En la versión que aparece en La Grasa de las Capitales no participa David Lebón, pero sí lo hace el bajo angustiado de Pedro Aznar, quien reveló que “cada vez que la ensayábamos no podía evitar llorar”. Una confesión que eleva todavía más a este réquiem de aires tangueros y genialidad instantánea.
Por Nicolas Miguelez