domingo, enero 27, 2013

Gracioso y radiante en el Polideportivo


Charly García y The Prostitution presentaron “The twilight zone” el sábado en el Estadio Polideportivo ante unas 3 mil personas que festejaron más de dos horas el buen humor del genial músico que se convirtió en un encantador showman.

Con la batería, un piano de cola, un teclado al frente, y, en el fondo, más teclados y percusión, la escena estaba acomodada para esperar al hombre del brazalete.

Cerca de las 22, la dimensión desconocida abrió sus umbrales con un archivo televisivo que lo tenía a García como un líder de la irreverencia, dando entrevistas en programas o charlando vía telefónica con Marilyn Manson ante las cámaras. Mientras tanto, iba subiendo al escenario la banda formada por el “Negro”García López (guitarra), “Zorrito” Von Quintiero (teclados), Kiuge Hayashida (guitarra y coros), Fernando Samalea (bandoneón, xilófono y percusión), Tonyo Silva (batería), Carlos Goncalez (bajo), el trío de cuerdas de Alejandro Terán, Julián Gándara y Christine Brebes y los coros de Rosario Ortega.

Luego de ubicarse en su teclado, acompañando un gesto irónico, Charly miró a sus espaldas la pantalla de leds y dijo, como si desconociera a ese otro: “un freaky”.
Ya dentro de la dimensión desconocida (de Charly) empezaron a sonar, uno detrás del otro, “Demoliendo hoteles”, “Funky”, “Rezo por vos”, “El amor espera”, “I’m not in love”, “Vicio”, “Canción de 2x3”, “Ojos de videotape”, “Promesas sobre el bidet”, “Pasajera en trance” y “Eiti Leda”.

En un pequeño intervalo, se proyectaron imágenes de “Un perro andaluz”, de Luis Buñuel, sobre el que la voz de Graciela Borges recitaba estrofas cruzadas de canciones de Charly, dotando de mucho más surrealismo -si es eso posible- a las escenas.

Luego, Charly se calzó la guitarra y vinieron “Marilyn, la cenicienta y las mujeres”, “Venus”, "Anhedonia", “Cerca de la revolución”, “Yendo de la cama al living”, “Rock ‘n roll yo”, “Influencia”, “Veinte trajes” y la más aplaudida, “Los dinosaurios”, enganchada con “Me siento mucho mejor”.

Un repertorio que hizo pié en varias ocasiones en el tango (otra fase de la nueva dimensión), permitió a todos los músicos un lucimiento especial. La labor de Fernando Samalea al frente de la percusión y el bandoneón, es de las más destacable del “The twilight zone”. La presencia constante de violines y viola le dan un cariz sinfónico a muchas canciones y hasta “Veinte trajes” es tocada con clarinete.
Un animador, un bailarín y, hasta en ocasiones, un humorista. Charly parece otro o de eso se trata la dimensión desconocida. “Esta semana no me casé, no maté a nadie… Como verán, estoy intachable”, bromeó el cantautor.

Antigüedades distribuidas en todo el escenario refuerzan la idea de algo nuevo y algo viejo. El sillón de pana verde sobre el que García reposó en varios pasajes, le recordó el sillón de Rivadavia. “Desde mañana, nadie va a cumplir más de quince años”, decretó, y deslizó después: “El que quiera ver un poco de humor político en esto, que lo vea”.

Aunque durante tantos años se vio opacada por impulsos violentos sobre y bajo el escenario, la versión más seductora y divertida de Charly siempre supo escabullirse en ciertas entrevistas, cuando el músico se encontraba cómodo. En los tiempos post-“toque de fondo” puede apreciarse el lado más genial de un Charly que encontró la paz y disfruta de los momentos de exposición. En el show en el estadio Polideportivo, no fueron pocas las oportunidades en que manifestó estar contento tocando con The prostitution.

Luego de los bises, “Canción para mi muerte”, de la etapa Sui Géneris, y “Nos siguen pegando abajo”, el cierre del show fue con un aplauso de los músicos para el público y una rara despedida de parte de Charly: “Gracias. Que Dios los bendiga”.

Fuente: La Capital (MDQ)

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