domingo, diciembre 09, 2012

Eternamente iluminado

Charly García no ha necesitado reinventarse a sí mismo en esta larga carrera musical que lo tiene como protagonista. Le basta con ser él mismo, golpeado, herido o semirrecuperado de tempestades que su propio genio engendró.

Ya lo dijo Truman Capote: "Cuando Dios te da un don también te da un látigo". Charly ha bebido de ambas fuentes. Con voluntad de hierro agitó tanto el látigo como se refugió en el arte de transformar el sonido en un objeto más complejo.

Es difícil ver en perspectiva a este auténtico iluminado. Muchas veces fue escrita la lápida de García. Muchas veces fue dado por muerto. Sin embargo, tal y como demostrarían los hechos posteriores, no lo estaba. No lo estará jamás, en verdad.

Si Carlos Gardel canta cada día mejor, Charly García, la figura, el símbolo (ya que no la carne y los huesos), permanece indemne a la crítica, al paso de los años y a sus propios tropiezos.

En más de una ocasión, en medio de una tormenta que parecía capaz de llevárselo, no supimos comprender lo que Charly hacía con su obra ni con su persona. Qué era lo que salía disparado de aquel núcleo febril o cómo traducirlo.

Aunque el rock y el pop nacional han parido insoslayables exponentes, Charly García es el mayor de sus hijos. El más dotado. Y el más visionario. Eso explica su éxito independientemente de la estación por la que transcurra su alma.

El Charly de hoy es el Charly de toda la vida. Si un pecado cometió en su trayectoria fue beber de lo prohibido y permanecer lúcido (o lo suficiente) para contarlo. Sobrevivió al caos, a la soledad, a las drogas, a una pileta que estaba muy lejos de su pieza de hotel. A la locura, a la desintoxicación que la locura le provoca. No sabe qué es peor.

¿Cuál de todas las canciones conservaremos en nuestros labios cuando el tiempo esté por decirnos su última palabra? ¿Usarán nuestros hijos sus himnos como canciones y sus canciones como himnos? ¿La revolución del futuro comenzará con el "Rap de las hormigas"?

No habrá ninguno igual, no lo habrá jamás.

Si la historia es justa con Charly García, diremos de él que nos ayudó a cambiar la percepción del mundo en que vivimos, que creó una música que terminó penetrando la intimidad de nuestras mentes. Que lo hizo para bien.

Nadie como él nos regaló este éxtasis y esta alegría.

Las estructuras creadas por García convergen hoy sobre la cultura nacional y latinoamericana que mamamos desde fines de los 70. Hay música, palabras y conceptos que se le adeudan. Su influencia trascendió las fronteras. Superó las barricadas que instalaron las más escépticas generaciones de jóvenes adultos.

Charly García ha sido eximido de los parámetros. A falta de entendimiento, sólo nos queda aceptarlo en las buenas y en las malas, sabiendo que en las buenas su música lo ilumina todo.

Es que el genio no conoce sus límites ni el lapso en que soportará el estado de gracia.

Por: Claudio Andrade

Fuente: RioNegro.com.ar

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