martes, agosto 21, 2012

Pasé una época más oscura, pero nunca dejé de hacer música

“La muerte del Flaco (Spinetta) fue devastadora; se me fue un ídolo, un gran amigo y una persona realmente diferente. El Flaco era diferente enserio”. “Mi casa era punto de reunión. Venían tangueros, Mercedes, Falú, Horacio Salgán... un montón de gente que tocaba y no me dejaba dormir”.


A esta altura no puede existir una persona en el país que no conozca Charly García, más aún que no se sienta movido por alguno de sus temas. El Charly de ahora o el Charly de antes, da igual, porque existe un único Charly, aquel que nunca dejó de hacer música.
Charly García es aquel niño prodigio que asombró a su familia con su oído para detectar la cuerda desafinada de una guitarra que, nada más, empezaba a tocar Eduardo Falú en su casa.

Es aquel adolescente a quien los Beatles revolucionaron su espíritu y cambiaron su modo de sentir el arte. Es ese joven que se hizo pasar por loco para zafar del servicio militar y el que convocó a multitudes en la convulsionada década de los 70 junto a Sui Generis y Serú Girán. Es aquel que celebró la democracia de los 80 y que sigue creando.

Marcó generaciones con su arte. Nunca estuvo de moda, porque las modas son efímeras y se diluyen con el tiempo; él no, al contrario, las trasciende.
Con sus locuras y sus calmas, sus virtudes y sus miserias, conserva en su cabeza y en su alma esa genialidad que lo ubicó en el lugar más alto, el de leyenda del rock nacional.

“Soy raro, pero es la forma de vida que me gusta”, dice este hombre músico que tocó fondo pero que jamás perdió las ganas de vivir y componer. Es que Charly nunca nos deja de sorprender.

El domingo su gira “60 x 60” pasó por Salta ante la admiración de 3000 personas. “El mejor show de todos”, se dijo. Con una puesta en escena contundente (luces y sonido) junto a su banda The Prostituion, Charly llevó al público a recorrer diferentes etapas de su historia, pasado y presente, en temas como “Demoliendo hoteles”, “Dinosaurios”, “Vicio”, entre otros. Locura y pasión marcaron este encuentro con un Charly García que, para el final, luciendo un poncho salteño, emocionó a todos con la inolvidable “Canción para mi muerte” de Su Generis.
Aquí la charla que días pasados mantuvo con El Tribuno.

¿Seguís pensando que para componer hay que pensar en la infancia, o encontrás en el presente una buena fuente de inspiración?

Lo sigo pensando, aunque últimamente estoy inspirado. Estoy dibujando mucho, escribiendo... Pero recordar cosas que pasaron en la adolescencia es una forma de seguir joven. A mí, por ejemplo, mucha gente de mi edad me aburre. No tengo que ver yo mucho con mi edad. Y sigo pensando que uno vive las revelaciones a una edad temprana, y después uno las recuerda o les encuentra un significado inconsciente. De todas maneras, motivaciones tengo, y tengo nuevos asuntos para hablar.

¿Cuáles son esos nuevos asuntos?

Por ejemplo, ayer estuve haciendo los carteles para el Luna Park, los dibujé yo, y me puse a escribir. Una anécdota que me pasó hace unos días: discutí con una persona que no podía entender que a mí me gustaba más la música que el dinero. Prácticamente lo tuve que echar. A mí se me hacía totalmente aburrido. Me parece una pelotudez eso de que cuando uno va creciendo tiene que darse los mejores lujos, tener un yate, fumar habanos, comer manjares... Son cosas que a mí no me divierten para nada. Ya te digo, no concuerdo con esa forma de pensar.

Volviendo a tu infancia. Hay una anécdota que está muy relacionada a un músico y compositor salteño, Eduardo Falú...

Sí, mi mamá era productora de un programa de folclore en la televisión. Mi casa era un punto de reunión. Venían tangueros, venía Mercedes (Sosa), Falú, Horacio Salgán... un montón de gente que tocaba y tocaba y no me dejaba dormir. Un día, Falú estaba por tocar un tema; estaba afinando la guitarra y le dije que tenía una cuerda desafinada. Se horrorizaron todos de que un nene le dijera eso a Falú. Pero él, con muy buen oído y buen tacto, me dijo: ¿cuál? Le señalé cual era y ahí se empezaron a dar cuenta de que yo tenía oído absoluto, es decir, de que podía reconocer las notas sin referencia previa. Después tengo otra linda anécdota con Falú. Cuando fui a hacer mi primer programa de televisión con Sui Generis lo desperté de la siesta y él tuvo la amabilidad de venir al canal conmigo y fue mi padrino artístico. Lo vi hace poco en Sadaic y nos dimos un gran abrazo. Nos tenemos mucho cariño.

Ya que mencionaste a Sui Generis, contanos cómo fue hacer rock en una época tan difícil como la dictadura. Dijiste alguna vez que los recitales eran como concentraciones de resistencia pura.

Sí, en la época de Sui Generis, sabía lo que pasaba, pero tenía una actitud realmente inconsciente. Después, en la época de Serú, ya era una cosa más sabida. Y sí, los recitales eran verdaderos centros de resistencia.
Contanos un poco de Spinetta, de ese proyecto conjunto que no pudo ser y sobre cómo te pegó su muerte.
Estar con el Flaco era como estar en ácido. Con la energía que él me daba y que le daba yo a él se armaba un mundo fantástico. Me acuerdo que salíamos a la calle a comprar facturas y la gente alucinaba de vernos juntos. Realmente éramos almas gemelas. Aunque en un principio, había gente de Spinetta que, por hinchar las pelotas, decían que estábamos enemistados. Pero siempre nos admiramos. Yo sabía que estaba enfermo, pero no sabía que estaba tan mal. Su muerte fue devastadora; se me fue un ídolo, un gran amigo y una persona realmente diferente. El Flaco era diferente en serio, tenía algo mágico.

Dijiste que por muchos años maltrataste a tus canciones. ¿Qué te pasa ahora con tu música, estás reconciliado?

Tuve un tiempo en que me revelé contra mí mismo. Creo que a veces pasa que para hacer algo nuevo uno destruye lo viejo. Después, con el tiempo empecé a apreciarme más y, analizándome, creo que no estaba para nada mal lo que yo hacía.

¿Considerás que fue necesario pasar por todo eso?

Y, uno no considera las cosas, simplemente te pasan. Uno se va a dormir y una noche tiene lindos sueños y otra, pesadillas. O sea, yo no programé nada de lo que sucedió. Siempre fui un poco raro. Estábamos hablando de que los recitales míos eran resistencia, tal vez estábamos un poco locos. Y tuve una época en que me sentí más incomprendido y me puse más rebelde y terminé en lo que todo el mundo sabe. Pero no reniego de eso.

Una vez dijiste que te gustaba el Charly de antes y también el Charly de ahora. Si los sentaras frente a frente, ¿de qué tratarían de convencerse mutuamente?

Supongo que nos amigaríamos y chuparíamos. No es que yo haya cambiado. Yo sigo siendo igual, desde chico. Simplemente, pasé una época más oscura, pero nunca dejé de hacer música y nunca dejé de hacer discos. O sea que también es una cuestión de apreciación.

En los momentos más difíciles, ¿qué fue lo que te aferró a la vida?

Yo siempre estuve aferrado a la vida. La muerte no me gusta para nada. La gente no sabe muy bien cómo fueron las cosas. No es que yo estaba deprimido y me quería matar ni nada de eso. Simplemente tomaba cosas que son legales. Bueno, por eso me encierran. Tuve que pasar eso, pero realmente yo me divertía mucho.

La cuestión parece que es la siguiente: para vos la vida es una permanente recreación...

El secreto de la vida es disfrutar del paso del tiempo. Si uno no disfruta de eso, matate. Pero como les dije, yo no creo que cambie. No creo que por tener 60 años me vuelva un viejo pelotudo y tenga que ir a jugar al golf. Yo me siento como si tuviera 20 años. Sigo teniendo mis mismas locuras, no sé mi número de teléfono, nunca tengo un peso en el bolsillo, nunca me ato los cordones. Soy realmente raro, pero es la forma de vida que me gusta. O sea, con mis cábalas, mis supersticiones. Trato de no vivir en el pasado y de no hacerme problemas por boludeces.

Hay una pregunta que quizás te hicieron muchas veces, pero para la gente que te sigue es importante saberlo. ¿Qué música disfrutas?

Yo en este momento estoy haciendo un vinilo, con 14 canciones. Recién estábamos con dos críticos que van a escribir unas palabras para este disco y hablábamos de eso. A mí, cuando se acabó el vinilo, medio que se me acabaron las ganas de escuchar discos. El compact disc no me gusta para nada y lo nuevo que sigue saliendo me gusta cada vez menos. Pero estoy muy contento porque voy a hacer un vinilo mío, y lo voy a poder poner en el tocadiscos. Cuando cambió el formato y la música se volvió digital, a mí se me fueron las ganas. No me calientan los CD.

Todo el mundo dice que sos una leyenda. ¿Te gusta que te vean así o preferís esa forma de mirarte que tiene, por ejemplo Mecha, esa cotidiana?

Es lindo que la gente te quiera, y leyenda no es una mala palabra. Quiere decir que lo que hacés vos modifica algo en la sociedad. Creo que tengo una historia bastante rica y movilizadora. Prefiero ser leyenda a que no me conozca nadie.

Fuente: El Tribuno (Salta)

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