Cuando el año pasado Charly García decidió volver a los escenarios tras su prolongada internación hubo reacciones dispares. La gran mayoría no ocultó su alegría y satisfacción por verlo regresar a la acción pisando el escenario. Aunque también estuvieron aquellos que, no sin razón, expresaron sus dudas a través de interrogantes tales como ¿Estará listo para dar lo mejor de sí?, ¿no tendría que esperar un poco más? o ¿volverá a ser el de antes?, entre otros.
Ya desde aquel recordado e improvisado mini show dado frente a la Basílica de Luján quedó claro que difícilmente vuelva a ser el de antes. Pero, al mismo tiempo, fue muy destacable (a la vez que emocionante) descubrir su enorme fuerza de voluntad y sus inclaudicables ganas de rockear.
Como para demostrar que su regreso al ruedo era algo concreto, primero presentó un tema nuevo, “Deberías saber por qué”, que obtuvo una muy buena recepción, y luego anunció una pequeña gira latinoamericana con cumpleaños incluido en el Estadio de Vélez.
De todos modos, lamentablemente algunos no soportaron ver a un Charly así, de andar lento y movimientos pausados, síntomas lógicos de una persona que, aunque medicada, prefería compartir esta nueva y diferente etapa de su vida con sus seguidores y no encerrado en su casa mirando la televisión o el techo.
Bajo una lluvia torrencial y acompañado por una aceitada banda, García llevó adelante con creces su regreso triunfal en el José Amalfitani, en el recital que él mismo bautizó “concierto subacuático”. Allí, sus incontables seguidores dijeron presente y no les importó volverse a sus casas empapados y con una segura pulmonía posterior después de ver a un Charly que, dentro de sus posibilidades, cantó todos los temas de principio a fin y, desde el piano, fue algo así como un director de orquesta atento a cada movimiento de sus músicos.
No obstante, los necios que nunca faltan continuaron adelante con sus críticas filosas: “Parece una estatua de cera salida del museo de Madame Toussau”, “camina como la Momia” u otras crueldades del estilo me tocó escuchar en estos últimos meses. Y sinceramente no estoy de acuerdo. Sí coincido en que su dinámica no es la misma de otras épocas, pero prefiero a un Charly concentrado en lo suyo, tocando el piano, cantando los temas (bien o mal) de principio a fin y rescatando canciones que hacía mucho no interpretaba en vivo antes que la versión añorada por algunos “nostálgicos”; esa más volcánica, acelerada, desbordada y, sí, más "bardera", pero a la vez autodestructiva, en la que arrojar teclados por el aire, destrozar guitarras, patear o trompear a sus asistentes, ponerse a jugar con un celular de juguete y olvidarse de cantar (dejando esa tarea y la de “tapar los baches” a Hilda Lizarazu o las vocalistas de turno como en su momento fueron Fabi Cantilo o Celeste Carballo) dominaba la escena dando como resultado un espectáculo tristísimo y digno de lástima.
Más allá de estos cambios, García no ha perdido la agudeza, la ironía ni la estampa de rocker y así lo demuestran sus recientes apariciones en Mar del Plata, Punta del Este y su, hasta ahora, mejor performance: el cierre del festival Cosquín Rock 2010.
Lúcido, con una mayor desenvoltura y cada vez en mejor forma, el ex Seru Giran sigue demostrando que es arriba de un escenario donde más feliz se siente y en donde más le gusta estar. Si desde su regreso no lo vieron en vivo, los próximos 17 y 19 de marzo en el Luna Park asoman como una excelente oportunidad. Independientemente de los gustos de cada uno, lo cierto es que Charly puede doblarse pero jamás romperse. Ese es el aguante.
Fuente: 10 Música
lunes, febrero 22, 2010
Charly se dobla pero no se rompe
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1 comentario :
Charly es una genioo!!! El 24 de abril voy a verlo a Sta Fe voy a cumplir mi sueño que bueno seria escuchar CONFESiONES DE INVIERNOOO!!!...
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