Con todos los condimentos de su cancionero, el rosarino brindó un soberbio concierto, en el cual no faltaron invitados de lujo
Sentado a su izquierda, debajo del escenario, Charly García hacía algo que hace apenas unos años le era inadmisible: pasar desapercibido. Esperando pisar las tablas, parado a su derecha, Juan Carlos Baglietto lo contemplaba como si se tratara de aquel pibe que cobijó a principios de los ochenta. A su alrededor, corriendo endemoniado con su guitarra, Juanse desplegaba su Circo del rock&roll.
En el centro de la escena y absorbiendo los flashes, estaba él, la estrella de la noche: un tal Fito Páez. La postal se completaría con el Luna Park abarrotado de un público que canta con la pasión de quien relata su vida, simulando rendir pleitesía infinita a este rosarino nacido en el ’63. En definitiva, un cuadro de situación de lo que es el rock argentino y la proyección que tuvo en su gente.
Pero, toda esta magia que se generó el viernes a la noche en el Templo del boxeo, habría sido imposible sin esa materia prima que, para algunos, hasta tiene el poder de cambiar el mundo: las canciones. Ese es un rubro al que Páez ha sabido abonarse durante el último cuarto de siglo. Por tal motivo, pudo condimentar dos horas y media de concierto y lograr momentos de pura emotividad, sólo amarrado a clásicos de su pluma.
Así, el karaoke propuesto por Fito incluyó “11y6” (en una versión más a tempo), “Taquicardia”, “Polaroid de locura ordinaria”, “La rueda mágica”, “Normal 1”, “Dar es dar” y “Un vestido y un amor”, por nombrar algunos. Sin embargo, cuando se sienta al piano, el ex de Cecilia Roth es imbatible. En un popurrí de “gargantas al rojo vivo”, se despachó con “El amor después del amor”, “Dos días en la vida”, “Dale alegría a mi corazón” y “Tumbas de la gloria”, entre los más festejados.
En el marco de un concierto de estas característica, no desentonó la inclusión de composiciones como “Sigue girando” (el último clásico de Ratones Paranoicos), “La vida es una moneda” (aquella gema que fue bandera de la trova rosarina en la voz de Baglietto) y “Cerca de la revolución” (García se salía de la vaina por subir a tocar, pero su entorno prefirió preservarlo). Entonces, después del derrotero cancionístico, Páez se calzó su guitarra y “Mariposa Technicolor” le bajó el telón a la velada.
Gustavo Bove
Fuente: 10 Música
lunes, junio 01, 2009
Charly en el recital de Fito en el Luna
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1 comentario :
"(García se salía de la vaina por subir a tocar, pero su entorno prefirió preservarlo)". No sé bien qué pensar ... Quién no dejó a Charly subir a tocar? Fito? Acaso le agarró unos de sus aires de superioridad y soberbia? qué? tenía miedo que Charly le restara protagonismo?? (que obviamente iba a pasar) ...
SNM
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