martes, marzo 31, 2009

Parte de la religión

Charly se convirtió en un verdadero milagro de resurrección. Trepado al escenario disparó esa mística porque muchos ya lo daban por crucificado y sin embargo un día resucitó.
Ayer Charly resucitó como parte de la religión que despierta entre sus millones de fieles. Si hasta la imponente basílica de Luján o la bandera papal se sumaban a esa energía de fé que arrancó a Charly de la muerte. Hay que decir la verdad y celebrar su regreso a la vida. Charly se estaba consumiendo ante nuestros ojos. Parecía una marioneta de alambre, despojado a lo largo de su metro noventa. Finito y liviano en sus anoréxicos 50 kilitos.
Era desolador verlo tambaleante, dado vuelta y descontrolado al borde de la sobredosis. Era muy triste verlo tan solo. Tan necesitado de afecto. Justo él que nos llenó de alegría y neuronas el alma. Que nos hizo bailar con lo que nos cuesta bailar a los argentinos, mezcla de culposos, melancos y estructuraditos. Te partía al medio verlo como un viejito de geriátrico, caminando con la fragilidad de una garza, con la lengua pesada y los ojos nublados. Se estaba yendo de a poco. Estaba dejando de ocupar un espacio físico, se estaba esfumando ante nuestros ojos impotentes.
Dice que en sus canciones lo dice todo. Que el incendio no sabe como fue, que estaba en llamas cuando se acostó y que la primera vez te tienta el diablo pero la segunda lo hacés porque querés. La cocaína sigue agazapada, la muerte blanca nos hace a todos hijos de la lágrima. Estaba tan parecido a un cadáver que nos metía miedo. Ayer nos metió esperanza. Estaba tan parecido a una persona. Regordete como Gardel.
¿Cuándo vamos a reconocer que Charly es Gardel? ¿ O tenemos que esperar que no vaya en tren, que vaya en avión y se caiga en Medellín para poder elevarlo a la categoría de mito de la argentinidad. Porque eso es Charly. Es el padre fundador de una generación.
Lo recuerdo en los fogones donde la paz y la militancia se mezclaban con el imperio del rock naciente. De aquel fuego que rasguñaba las piedras en un campamento de las sierras de Córdoba, de Gesell o de Valeria del Mar. Los pelos bien largos, el beso robado como utopía, la libertad sin fijador diría Cantilo y la guitarra criolla para corear canción para mi muerte, casi como un himno que anticipaba el holocausto juvenil que se venía con Videla y sus asesinos allá por el 76 cuando nos advertía que los amigos del barrio pueden desaparecer.
Ayer Charly pudo haber cantado canción para mi vida. Porque resucitó para repartir el pan de sus canciones. Para predicar el talento del creador de la música de este tiempo. Para reservarse un lugar en el cielo al lado de Gardel y de Lennon. Se viene Malvinas y ayer Charly rogó de nuevo que no bombardeen Buenos Aires y terminó con el himno jurando con gloria morir. Su primer disco se llamó premonitoriamente, Vida. Charly vive en el corazón de su pueblo. Pero desde ayer vive en la esperanza de volver a ser Charly.

por Alfredo Leuco

Fuente: Continental

1 comentario :

Egor dijo...

buena loco, te las mandaste.
saludos desde Chilito