jueves, octubre 30, 2008

A veces me siento DIOS


En una templada tarde del verano porteño mis pasos se aceleraban sobre el inclinado empedrado del Bajo Belgrano. Entre los escapes de los colectivos y los pibes haciendo un picado en la calle, el sonido cada vez más nítido de un improvisado tema de los Beatles se iba haciendo más cercano, Es que, en un acondicionado set de filmación, Charly García y su banda ensayaban el material de “Parte de la religión” álbum éste que fuera elegido como el mejor del año ‘87 por los lectores de Rock & Pop. Excusa suficiente como para hacerle una entrevista a un músico talentoso y hábil que en la actualidad se encuentra más vigente que nunca.

—¿Le das importancia a las encuestas o es sólo una anécdota de fin de año?

—A nivel músico no le doy mucho valor. Sí como reflejo de la popularidad, para saber si la gente está bien con vos. El hecho de enviar una carta y votar a alguien significa que algo te movilizó, A ese nivel es lindo saber que ese disco es el que más le gustó a la gente o por lo menos a la gente que lee esta revista. Me gusta que haya salido segundo como cantante por ejemplo, Nunca nadie se había fijado en mí como cantante. Me parece positivo porque pienso que una de las cosas que mejor estoy haciendo ahora es cantar. En eso evolucioné bastante. Y me pone contento que la gente lo reconozca.

—No te sorprenden los resultados de la encuesta.

—No, me hubiese sorprendido otros años pero éste no. Creo que el disco que hice es bueno y el show que mostramos en el Rex fue muy piola. Creo que fue un año muy bueno para mí.

—De todas formas fue medio raro el año. Con todo el quilombo de Mendoza parecía que habías cortado todo, como si lo hubieses perdido.

—No, yo no lo hice para cortar nada. Por todo lo que pasó, evidentemente tenía que tomar una distancia, pero en ningún momento pensé ‘bueno, se acabó’. Me dije: qué mierda, algo está mal.

—Y qué es lo que está mal?

—Bueno, hubo varias cosas: creo que lo de la policía estaba muy mal organizado; además yo tenía ganas de hacer un cambio a nivel manager y esas cosas. Fue una especie de saturación y su consiguiente corte. Pero no fue premeditado, la realidad me envolvió. Después traté de quedarme tranquilo, de no meter la música en eso.

—En un momento, por tus primeras declaraciones me pareció que te ibas y ya no volvías.

—Sí, en un momento pensé eso. Pero más que nada fue como un gran ¡fuck you! Ir preso fue malo, muy desalentador.

—Eso lo viviste como un síntoma de una Argentina que no cambia?

—Claro, por eso también la descarga. Fue como gritarle al mundo toda mi bronca. Pensé que es ridículo que todavía pesen esas cosas. Fue como chocarme de repente contra una pared. Y mi reacción fue no volver por un tiempo. Después apareció en Brasil la posibilidad de hacer lo del Gran Rex y me decidí a darle una vuelta de tuerca a todo este asunto. Tuve en claro que une cosa es mi realidad y otra lo que le pasa a todo el mundo. Y si bien fue muy duro me dije: OK tengo una experiencia personal y no puedo pasársela a todo el mundo y decir que este país no va más. Yo sé que hay mucha gente que me da pelota, que le gusta lo que yo siento, pienso y digo...

—A mí me pareció como una cuestión generacional también. Lo tuyo fue muy comentado en ese momento. Muchos jovatos decían es un degenerado que se bajó los lienzos”, Y a mí lo que me parecía más grave de todo el asunto era que si a vos te llevaban en cana y te pegaban por eso, a cualquiera de nosotros nos podía pasar lo mismo.

—Puede ser porque, por ejemplo, que vayas a un concierto de rock y haya un ejército ahí adentro ya te pone de muy mal humor. Puede ser de una generación o, por qué no, del rock’n roll, de como esté organizado todo eso. Parece que a veces necesitás unas Fuerzas Armadas para controlar esas situaciones, y de repente no es tan así. Muchas veces es auto controlable. En cuanto a lo que vos decís de la represión me parece que evidentemente ya no es como antes pero todavía siguen existiendo ciertos sectores medios densos. Y hay veces que se la agarran conmigo.

—Pero a veces esas situaciones no sé te escapan de las manos?

—No, yo no pierdo conciencia nunca de lo que está pasando. De todas formas yo prefiero tocar en teatros, ahí sí que puedo controlar cualquier tipo de situación. Pero en estadios grandes ya no ves lo que está pasando atrás, no sabés si llega bien el sonido... incluso como público fui a ver esos recitales monstruos en Río con Simply Red, Simple Minds, Pretenders y me pareció medio cansativo (sic) estar ahí parado, viendo a unos muñequitos que se mueven allá a lo lejos, que un pibe se sube a una butaca porque está copado y viene una mano lo baja de un palazo. La represión no tiene nada que ver con un espectáculo y predispone mal a la gente.

—Y qué es lo que tiene que ver con la represión?

—Y, por ejemplo un tipo que piensa que pararse en una silla es un acto ilegal, o que coparse y enfervorizarse es violencia. En un recital se libera mucha energía. Eso yo lo vi en Paraguay, los de seguridad estaban aterrorizados.

—Qué pasó después de lo de Mendoza?

—Bueno, según el horóscopo chino, el ‘87 era mi año, el año del gato. Y fue como que el gato venía muy acelerado, mostró las uñas y después se hizo el dócil. Me fui a Río y ahí hice un par de shows y después me dediqué a hacer la música de la película en la que actué. En una película hasta que no está terminada no sabés muy bien de que se trata. Y no entendí mi personaje hasta la mitad de la película. No sabía qué se pretendía de mí. Si era yo o tenía que interpretar un personaje. Al final fue una especie de mixtura. A la película no la vi entera pero es buena. La fotografía y el montaje son muy buenos...

—Y la música?

—La hice en base a un video del "Champion" que es la película antes de estar casi terminada. El director y yo nos encontramos en Rio y ahí conseguimos una videocassettera y lo armé al toque. Tenía unos teclados, miraba las escenas y lo discutíamos. El metió mucho también y no me dejo meter muchas cosas a mí. Me tuvo bastante limitado, yo quería meter más melodías pero —por el tipo de película que es— quedó todo en un trabajo más climático.

—Después vino lo del Gran Rex ya partir de allí se te perdió un poco el rastro...

—Salí de gira por Latinoamérica. La gira fue bastante accidentada porque toqué en muchos estadios y también en ciudades del interior de los países donde estuvimos. Quiero rever dónde tocar, quiero hacerlo en las capitales y no tanto en el interior porque te desfasas con los equipos y con los costos de producción que son altísimos. Además a mí me copa tocar con públicos válidos, que entiendan un poco qué es lo que está pasando. Argentina en ese aspecto es un poco el epicentro de todo ese movimiento. Incluso hay mucha gente que se acuerda de cosas muy viejas. En Brasil mismo saben muy claramente lo del boom de Soda y del rock argentino, aunque para mí ya es una cosa del boom del rock cantado en castellano.

—Cómo fueron tus presentaciones en Brasil?

—En general mi público fue gente vinculada al espectáculo. Músicos, periodistas y críticos especializados. Fue como una presentación en sociedad, y fue genial, ahora soy un músico muy respetado. No te voy a decir que soy un suceso como, Roberto Carlos (se ríe) o como los grupos de allá pero ahora puedo hacer mis recitales y eso genera una especie de desafío, Hay que romperse un poco, pensar por dónde y cómo entrar. En España también quiero meterme... aunque sé que es casi imposible entrar pero yo soy medio cabezón y la quiero hacer...

—Querés radicarte allá y escaparte un poco de todo esto? (risas).

No, para nada. Lo que me di cuenta es que yo no puedo estar mucho tiempo lejos de acá. Necesito esta información, necesito el karma de vivir al sur.

—Y qué es lo que te jode de vivir acá?

—Cierta mentalidad medio pesada que todavía hay. Te hacés muchos problemas y te volvés paranoico. Veo una especie de manifiesta negatividad flotando en el ambiente. Que no se puede esto, que no se puede lo otro... Por eso me gusta hacer giras y ver otras cosas. Yo tengo una especie de tango adentro. No sé si es melancolía, pero me gusta Buenos Aires. Me gusta la gente que conozco, me gusta andar por la calle, especialmente en mi barrio donde ya estoy medio instalado hace un par de años y ya soy uno más y no tengo que estar firmando autógrafos todo el tiempo. Lo piola es no perder tu cultura y tratar de absorber otras. Eso es muy excitante. Creo que pare hacer mi música necesito un pedazo grande de acá y lo estoy tratando de completar con pedazos de otros lugares, de otras mentalidades y formas de ver las cosas. Son cambios que tienen que ver con lo interior y con aprender cosas nuevas. Yo tuve muchos cambios en la forma de ver las cosas y muchas veces esos cambios son muy dolorosos. No poder volver por algo auto impuesto, de tomar una decisión tan trascendental por algo del momento es muy jodido. Me pasa por ejemplo de estar en Brasil y extrañar acá. Pero tengo que hacer el esfuerzo de estar en otros lugares para abrirme camino.

—Y qué es lo que vas mamando en ese camino de que te nutrís?

—En Nueva York, por ejemplo, del speed que tiene y de sentir en las calles que eso es la base del rock n’ roll. Aprendés un toco todo el tiempo. Te hacés de amigas que tienen otra manera de sentir las cosas. A propósito de esto, el otro día me llamó Joe Blaney (el sonidista de García en Estados Unidos) desde Minneapolis porque está haciendo el disco de Prince y está enloquecido. Así que yo ya le estoy mandando discos para ver si Prince me escucha...

—No tenés miedo de que te robe temas ? (risas).

—Yo creo que Prince no escucha nada, no creo que tenga tiempo para escuchar nada. Se la pasa componiendo todo el tiempo, yo no sé cuándo para de componer ese, dijo que toca todos los instrumentos, que se la pasa experimentando sonidos y que incluso metía mano en la consola. Me dijo "este es peor que vos"...

Bueno, volviendo a lo de viajar de Brasil por ejemplo, me gusta la mano rítmica que manejan los tipos en el modo medio salvaje de vivir, tan descontracturados. España me gusta porque actualmente es un centro cultural y de movimiento importantísimo. Digamos que en mi cabeza es todo una misma cosa que yo trato de abarcar, de circular por esos lugares y asimilarlos. Cuando estás afuera ves más claramente las cosas que aquí no te gustan. La mezcla de culturas me sirve para componer y para enriquecerme como persona.

¿Y qué es enriquecerte para vos?

-Tener más información. Aprender a tener una especie de articulación internacional. Por ejemplo este país es muy machista, y yo también en una época era muy machista, Ahora no lo soy y quizá sea porque vi otras cosas. Aquí si un tipo no se puede vestir bien trata de aparentar, en Brasil cada uno sale como puede y como se le canta. Absorber otras culturas. Sería también un poco como eliminar prejuicios, situarte bien como músico. A mi me hace mucho bien ir y tocar en un lugar donde no sepan que soy Charly García, una estrella, ahí me doy cuenta de mis posibilidades y tengo un parámetro real de las cosas, aquí a veces me siento Dios y a veces nada..

—Como que sacas las cosas de taquito...

—Sí, aquí hay un techo que a veces no te inspira para componer. Yo soy de los tipos que si ven una pared adelante le dan ganas de tirarla abajo. Necesito barreras para superarlas.

—Y en tu vida cómo contemplás eso de tirar una pared abajo y por otro lado una cosa tan lírica como "Adela en el carrousell"?

—Musicalmente hablando ahora estoy con las paginas en blanco. Me parece que en mi universo musical cabe de todo. Cabe tanto "Adela" como "Necesito tu amor" o "Demoliendo Hoteles", no creo que me decida por hacer un disco de rock o un disco íntegramente más suave. A pesar de que en junio entro a grabar todavía no tengo nada compuesto. Primero va a salir el disco con los temas de la banda de sonido de la película y después empezare a componer, pero componer para mí es como una catarata que fluye. Me viene de golpe. Pero cuando intento o me propongo componer —como hace poco cuando estuve de vacaciones en Brasil— no compongo nada. Estuve en Arraial d´Ajuda en el norte de Brasil, con playas desiertas y todo eso, haciendo vida de hippie. Incluso me encontré con Jorge Pinchevsky y como yo andaba con un teclado a cuestas tocamos juntos en un boliche chiquitisimo del pueblito.

—Y cómo te sentiste como hippie?

—Y... lo veía medio raro. Esta bien para una persona que le gusta mirar el sol y el mar, estar tranquilo y disfrutar de un atardecer. Es una elección que no sería la mía. Yo soy bien de ciudad, llega un momento en el que ya empiezo a extrañar los taxis.

—Decís que sos un tipo de ciudad y encima sos un músico de rock. ¿Eso no te lleva a ciertos excesos?

—Yo se que cosas me hacen bien y cuales no. Se controlar mis instintos y cuando hay algún tipo de problema y repercute en mi cuerpo trato de cambiar y cuidarme. No tengo fantasmas o pesadillas de una muerte trágica. A la muerte no la veo como a una cosa cercana, no pienso en esas cosas. La muerte es una cosa imponderable, que no se puede manejar. Es como lo inspiración para componer que es una cosa ingobernable, no hay técnicas para componer canciones.

—Estás ensayando ¿qué proyectos inmediatos tenés?

—Por lo pronto seguir presentando el material de "Parte de a Religión". Estamos ensayando a full incluso como para no aburrirnos ensayamos cosas nuevas como "Ángeles y predicadores"

—Oué criterio usás para seleccionar los temas de un show?

—Armar un recital es como armar una gran obra de teatro. Vas buscando lo que querés decir y a todo eso lo vas llevando por un camino de diferentes climas.

—Y en esa hipotética obra de teatro ¿qué es lo que vos querés decir?

—Querés decir muchas cosas. Entonces hay partes muy fuertes e intensas y después tiras otro mensaje. Jugás con los contrastes con las luces y las sombras hay que ir trabajando con los claroscuros.

—Es una visión muy poética de la cosa.

—Si. Totalmente. Hay grupos que hacen sus listas de temas en el camarín y no le dan bola al mensaje. Pero con el asunto de los midis no podés improvisar demasiado. La secuencia del midi debe sincronizarse con la secuencia del corazón y de lo que querés decir. A mí me pasa el día del show, de elegir algo para ponerme, no antes. Lo elijo de acuerdo a mi estado de ánimo. Creo que hay que tener una buena imagen en el escenario pero por lo general no soy muy apegado a la moda. No tengo vestuarista ni maquillador. Muchas veces en los camarines nos maquillamos entre nosotros. Autogestión que le dicen.

—¿Y además del disco que proyectos tenés para este año?

— Hay una posibilidad de tocar en el festival de Montreux, en Suiza. La mano viene un poco por el lado de los Paralamas, que ya tienen grabado un disco en vivo allá. Con ellos grabé un tema para su último LP con Herbert Vianna en voz y viola y yo en el piano, un temazo "Esos, por ahora, son todos mis planes".

Por Mariano Gambino

3 comentarios :

Anónimo dijo...

Buena nota. Pero pongan alguna vez la fuente!!!!!!!!!!!!!!!!!! O lo hicieron ustedes el reportaje...............?

Agustín dijo...

Cuando tenemos la fuente, el autor, o el link; Se publica. Cuando no la tenemos, no. Saludos! Y Gracias por pasar y comentar!

Agustín dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.