viernes, febrero 22, 2019

Toca Charly

Charly, días atrás en el Colón, en medio del espectáculo de Pedro Aznar. (Martín Bonetto).
Su última presentación en el Gran Rex fue el martes 18 de diciembre. Después, sorprendió en el Colón hace unos días, el 13 de febrero, con el reencuentro de Serú Girán, cuando Pedro Aznar, anfitrión de la reunión, lo invitó al escenario junto a David Lebón. Ahora, se anunció que hay nueva fecha de show para Charly García en el Rex.

El ícono del rock nacional abrirá el año de presentaciones propias en Buenos Aires con el espectáculo La Torre de Tesla. Será el próximo miércoles 27, a las 20.30.

Desde 2018 Charly inauguró la modalidad de anunciar shows con pocos días de anticipación.

Aún no se anunció la banda que acompañará. En los últimos shows viene tocando con el tecladista Fabián "El Zorrito" Quintiero, el trío chileno integrado por el guitarrista Kiuge Hayashida, el bajista Carlos González y el baterista Antonio Toño Silva, y la cantante Rosario Ortega.

Con esta formación, Charly grabó Random, su último trabajo de estudio, editado en los primeros meses de 2017.

Para quienes aún no vieron La Torre de Tesla: es un espectáculo multimedia, con una escenografía que reproduce el artefacto creado por el famoso inventor, y en el que se proyectan imágenes de diversas célebres producciones de Hollywood.

La venta de entradas quedará abierta el próximo lunes 25, a las 10, en el Rex y a través de Ticketek.
En boletería es por orden de llegada, sólo en efectivo y máximo 4 entradas por persona.

Lista de precios (estimativa):

Platea Platino - $2400 + $290*
Platea Oro - $2250 + $270*
Platea Plata - $2100 + $250*
Platea Bronce - $2000 + $240*
Platea Bronce lateral - $1900 + $230*
Super Pullman fila 1 a 5 - $2100 + $250*
Super Pullman fila 6 a 10 - $1900 + $230*
Pullman fila 1 a 7 - $1700 + $205*
Pullman fila 8 a 13 - $1500 + $180*
Pullman fila 14 a 19 - $1250 + $150*
Pullman fila 20 a 24 - $1000 + $120*
Pullman (solamente fila 25) - $800 + $95*

* Service charge

Fuente: Clarín

El Blog de Charly García (hecho por DIOS)

jueves, febrero 21, 2019

Una fábula donde se enredan Charly García y la Triple A

No sé cuál de mis hijos me había usado la Sube pero, cuando la puse contra el detector del colectivo, no tenía saldo. El colectivero ya me estaba haciendo señas para que me bajara; un señor sexagenario se ofreció a pagar con su tarjeta por mí. Me acerqué a su asiento a regresarle el dinero, y se negó a recibirlo.

-Debés estar cansado de que te digan que tienen una historia para contarte- dijo.Me senté a su lado en la butaca libre y respondí: -Yo ya estaba cansado de antes.

Sospecho que lo consideró una licencia para contar. En cualquier caso, luego de lo que había hecho por mí, no me podía negar a escucharlo.

“Adiós Sui Generis fue el más importante recital al que no concurrí en mi vida. El recital era de la mayor trascendencia para mí, por distintos motivos. El primero, y más importante, mi admiración por la música de la banda, que luego se continuó en la admiración por García. No me gusta llamarlo Charly. El apodo me parece menor. El otro motivo es que me estaba escapando de la Triple A”.

Al día siguiente tenía un pasaje para España; esa noche debía pasarla en algún lugar de incógnito, no en mi casa ni en mis sitios de referencia. La Triple A me buscaba por un malentendido. Yo había estado de novio con una montonera y ellos consideraban que debían matarme también a mí.

Yo no sólo nunca me había metido en política, ni siquiera era peronista. Mucho menos de izquierda. Pero esa mujer me volvía loco. La amé profundamente, aunque ella apenas si me quiso. Nunca entendí por qué se acostaba conmigo.

Que yo la amara era lógico: era hermosa, fresca, misteriosa, sensual. Pero yo… míreme. No era muy distinto hace cuarenta años. Cuando me dejó, quise hacerles llegar a los muchachos de la Triple A la noticia de que yo ya no era un blanco. Que no me mataran.

No había sido montonero ni siquiera cuando ella me dejaba tocarla; muchos menos ahora. Ya tenía el corazón roto, no quería que además me lo quitaran. Uno quiere vivir, eso tampoco entiendo por qué.

Pero no había manera de comunicarse con la Triple A. No tenían un teléfono ni un centro de atención. Era curioso: los compañeros de mi ex novia sí podían comunicarse con López Rega y sus secuaces.

De hecho, se habían reunido con Lopecito cuando el General aún vivía. Pero los que no teníamos ninguna relación con el Movimiento, y de carambola nos buscaban para matarnos, no teníamos con quién hablar”.

En fin, lo mejor que se me ocurrió fue esconderme en el Luna Park, en septiembre de 1975, para ir directo de allí a Ezeiza y rumbo a Madrid, no a visitar al General, que ya había vuelto y muerto, sino a no verlo nunca más, ni a él ni al resto de su runfla, con la que ya bastante había intimado, en todos los sentidos menos políticos.

Pero no conseguí entrada: ni para el primer ni para el segundo recital. Repleto. Ni pude colarme. Escuché desde una puerta cómo García echaba a los espectadores de la primera función, que no querían irse después del segundo bis.

Y no pude dejarme llevar por la marea humana que entró a la segunda. Partes del recital se grabaron, pero hay partes que no. ¿A dónde fueron a parar? Porque el hecho de que yo suba a un colectivo, le pague incidentalmente su boleto, etcétera, es lógico que se pierda en el tiempo.

¿A quién le importa? ¿Para qué conservarlo? Pero una canción de García, que nadie grabó, pero miles escucharon…¿desaparece así como así del mundo? ¿No está más? ¿No existe? Sería una injusticia.

El segundo recital terminó, y la noche era cálida. Me quedé allí mismo, parado, viendo salir a la gente, pensando que si me mataban, que fuera allí mismo, cuando una chica me pidió fuego. Yo no fumaba. Pero de pronto, de la nada, apareció un encendedor en mi bolsillo.

La aparición del encendedor me asustó. ¿De dónde había sacado yo un encendedor? Tal vez era un pantalón que no usaba hace tiempo, y ella, mi ex novia, había dejado allí el encendedor de otro, de aquel con quien se había marchado, porque ella tampoco fumaba.

El otro era su “superior” en la escala jerárquica. Le encendí el cigarrillo a Gertrudis, y le pregunté qué tal había estado el recital. Gertrudis era muy bonita. No era la belleza despampanante de mi ex novia, pero era también muy bella y muy dulce. Me sentí bien apenas me habló.

jueves, febrero 14, 2019

Garcia + Aznar + Lebon

Charly, Aznar y Lebón en el Colón (Martín Bonetto)
"Yo canto para alcanzarte atravesando todo el azul", comenzó a cantar David Lebón los primeros versos de la canción A cada hombre, a cada mujer de Serú Girán. Dio paso así a un momento histórico: el reencuentro en el escenario del teatro Colón de Lebón, Charly García y Pedro Aznar. El reencuentro de las voces de Serú.

El momento ocurrió en el cierre de la gira Resonancia de Pedro Aznar, donde repasa los 35 años de su carrera solista. Pedro Aznar acababa de cantar La Paz, tema que forma parte de su álbum Aznar canta Brasil, y fue entonces que invitó al escenario a David Lebón, con quien además de Serú Girán, el músico compartió un proyecto en dúo que cristalizó en el álbum Aznar/Lebón.

Luego llegó el turno de Charly. Juntos tocaron un clásico de Sui Generis, Confesiones de Invierno. Charly al piano. Pedro en la guitarra electroacústica. Y juntos en la voz. En formato de trío, con Oscar Moro siempre en el recuerdo, García, Aznar y Lebón finalmente compartieron una versión de A cada hombre A cada mujer, uno de los temas que el bajista aportó a Serú 92.

Serú fue un dream team: Charly García, David Lebón, Pedro Aznar y el fallecido Oscar Moro. El otro reencuentro histórico había sido en el estadio de River Plate, en 1992 (también hubo otras veces, como en un recital en el ND Ateneo en 2007 y otra vez, en 2010, en el Luna Park).

La primera vez que Charly lo vio a Aznar lo contrató. Fue en un club de jazz pequeño. El bajista solo había tocado un compás y medio cuando García dijo: "Es éste". Charly dirá en una entrevista: "Con Pedro compusimos canciones en el acto".

La primera vez que se juntó Serú, que en ese momento no se llamaba así, fue en Brasil, en una casa que habían alquilado Charly y Lebón que habían llegado primero a ese país.

Serían las 11 de la noche cuando llegaron Moro y Aznar. Directamente bajaron los instrumentos de la camioneta, se pusieron a armar los equipos y luego a tocar. Fue media hora seguida. Luego se miraron todos​ y dijeron: somos un grupo.

Un grupo que fue hacedor de clásicos como "Canción de Alicia en el país", "Seminare", "Viernes 3AM", "Desarma y Sangra" y "Cinema Varieté". Cuatro discos de estudio los llevaron a lo más alto del rock nacional. Oscar Moro, el legendario baterista, había fallecido en 2006 a los 56 años.

Los años anteriores a Serú  habían abarcado desde Sui Generis a La Máquina de Hacer Pájaros. Sui Generis, con Charly y Nito Mestre, nació en 1972: duró tres años en su etapa de producción y cambió la naturaleza del rock nacional.

Vida, de noviembre de 1972, forjó la historia de Sui: un disco de canciones con una mirada más adolescente, lirismo y acordes simples (‘Quizás porque’, ‘Necesito’, ‘Estación’), aunque incorporaba rasgos más oscuros como en “Canción para mi muerte” (resultado de la colimba de Charly en 1971, donde, empujado por sus acciones, lo dieron de baja al declararlo ‘maníaco-depresivo con personalidad esquizoide”).