martes, enero 19, 2016

La nueva música de Charly

De pronto apareció en el panorama nacional este flaco rubio y loquito que vestía frac blanco mientras saltimbanqueba sobre el escenario del Luna Park delante de 30.000 personas. Toda la chismografía periodística se ocupó de él señalándolo como un talento juvenil y renovador. Charly -o como le dicen los íntimos, “García”- dió la espalda al asunto y se dedicó a preparar un nuevo grupo: La Máquina de Hacer Pájaros y juntarse con sus amigos para grabar PorSuiGieco.
Ahora, La Máquina ha lanzado sus primeros pájaros a volar y Charly ha demostrado de sobra que su popularidad no es lo único que ha crecido en él desde que comenzó con Nito Mestre fundando Sui Generis. Como tecladista y como compositor está empezando a ser tomado muy en serio, y quien escucha sus letras se da cuenta de que hay algo más. Es de ese “algo más" de lo que gusta hablar Charly, aunque la conversación gire alrededor de la música argentina, la extranjera, el estrellato o los sintetizadores. Así pasó en este reportaje, que él terminó diciendo: “Hacía mucho que no hablaba tanto".

Charly García: "No te dejes desanimar"

¿Quien entiende las letras?

No dejarse desanimar por el bajón de la ciudad
-¿Cómo ves tu evolución desde que empezaste hasta ahora, y cómo vez al público?

-Cuando yo empecé a componer, pensé que los que me iban a escuchar iban a ser tipos más o menos de mi edad porque a ellos les estaba pasando lo mismo que a mí: irme de mi casa, etc. Siempre uno habla de lo que le pasa. Si yo digo "pobre ese tipo que no se puede sacar la corbata", a lo mejor el que no está pudiendo sacarse la corbata del todo soy yo. Entonces escribí sobre esa etapa en que uno pasa de la vida familiar a su propia vida independiente, hasta que eso terminó y me pareció que ya había dicho lo que tenía que decir. Y ahora tengo que contar lo que me pasa en este momento.
Desde el principio fue muy mágico subir a tocar y que no me conociera nadie y sin embargo me escucharan. Había una total comunicación. Con el tiempo se fue sumando otro público, chicos jóvenes, estudiantes, que a veces no entienden la letra o no están muy en el rock pero les gusta igual.

-¿A vos te parece que tu música más reciente es más difícil?

-Lo que pasa es que buscamos un nuevo estilo. En el primer LP de La Máquina hay temas con ondas musicales muy distintas. Y todavía estoy buscando ese lenguaje y ese estilo. Y sobre todo estoy viendo de qué voy a hablar. Es genial cuando uno encuentra un argumento para decir lo que quiere. Pero a veces para decirlo hay que dar muchas vueltas, y es allí donde la gente se pierde. Yo trato de cargar las cosas con símbolos e imágenes que pueda entender todo el mundo. En el primer LP hay temas que hablan de todo el asunto de la separación de Sui Generis, pero de una forma medio irónica. No sé, yo escribo y veo lo que pasa. Antes a lo mejor era todo más claro. Nuestros problemas eran más simples. Había que romper con toda una mentalidad. Ahora, que mucha gente ya dio ese paso, hay que seguir hablando. Por eso estoy pasando como un momento de transición, pero estoy tranquilo.
No puedo hablar de nuevas cosas con viejas palabras. ¿Qué puedo hacer si ahora no me entiende todo el mundo y lo de la máquina resulta un poco oscuro? Hay que inventar un lenguaje nuevo.
Sé que la gente que tiene que entender va a entender. De todos modos, lo que más me importa es tocar, grabar discos y estar sobre un escenario comunicándome.

Los músicos a veces se la creen...
-Las letras de La máquina hablan del hecho de haberse convertido en un superstar, cosa que de alguna manera continúa esa tradición de Sui Generis de hablar de lo que te está pasando...

 -Sí, hablan de eso. Después de la separación de Sui Generis pasé una etapa en la que estaba muy deprimido. Fui al psicoanalista y todo. Porque cuando empezamos con Nito estábamos en segundo o tercer año del bachillerato, y después de tantos años de estar con alguien yo me encontré solo. Cuando te separas de un grupo es como si hubieras perdido la familia, los amigos, todo. Después del Luna Park y la película, empecé a ver desde afuera toda la bola que se había armado con S.G. Sobre todo la relación de las chicas y los chicos conmigo. Empecé a analizarlo y me pareció raro, hasta gracioso. Yo no hago nada para que me tengan de ídolo, yo sólo canto y toco en el escenario. Y en el Luna Park tenía visiones de gente que lloraba, de madres e hijas sufriendo la separación del grupo. Y entonces empecé a componer sobre eso.

La imagen de García

-Y entonces ese mambo de la superestrella. ..

-¡Yo no me siento eso! Para nada. Es la gente la que cree esas cosas. A mí me revienta eso. Las revistas y los reportajes me dieron esa manija, pero yo en ningún momento dije "señoras y señores, soy una estrella". Tampoco voy a decir que soy un pobre vagabundo. Yo soy lo que soy. Por ahí la gente lee una revista y ve tu foto y dice "La Estrella". No se pone a pensar más allá de eso. A veces tengo un sentimiento de frustración por todo eso.

-Hay todo un mundo de intereses y mitos que se va creando y que es paralelo a lo que realmente sos. Se crea una imagen artificiosa.

-A mí a veces me divierte que pase eso, a veces me pone muy mal. Creo que lo que me salva es que tengo muchos amigos músicos, y estamos siempre juntos, y ellos no me tratan como si fuera una estrella.

-Por otro lado, hay un sector del público de rock, que no te toma en serio, que opina que sos un cirquero que hace música para adolescentes, blanda y sin significado.

-Yo sé que hay algunos que dicen que Sui Generis "ablandó el rock". Pero también sé que nosotros reflejábamos lo que pensaba mucha gente.
Hay otros que dicen que soy cirquero porque bailo o salto cuando toco. Pero yo nunca voy a dejar de hacer eso. No voy a reprimir lo que siento para gustarle a unos cuantos tipos. Aquí hay una imagen del músico demasiado seria. Un músico tiene que subir y entregar todo lo que tiene. La música que hacemos nosotros tiene que ver con una cosa primaria, una comunicación superinstantánea, y me parece que sentarse al piano duro y tocar duro para que la gente escuche duro, ¡es una dureza terrible! Hay una energía que tiene que ver con los intestinos y con los pies, y no solamente con la cabeza. Yo creo que siempre voy a tocar así, y que cada vez me voy a largar más para afuera.

-¿A veces no temes que todo lo que vos querés transmitir se pierda en el "ropaje despampanante" de la máquina, en el gran aparato de producción?

-Lo del "gran aparato de producción", olvidátelo (risas). Lo que pasa es que hay que distinguir entre el tipo que realmente le gusta la música, y por eso compra discos y va a los recitales, y el tipo que la compra y no se sabe porque.
Hay tipos que ven dos o tres luces ,y se creen lo de la gran producción. Pero La Máquina no es un grupo espectacular. Lo único que puede sorprender es que estamos buscando un sonido que tenga energía. En las letras se habla de eso tomándole el pelo a los que se lo toman en serio, y a mí mismo también. Las letras le toman el pelo a mucha gente conocida, yo incluido. Yo voy de frente con lo que hago. Algunas cosas me parecen graciosas y anecdóticas, pero no les doy demasiadas vueltas.

-¿Y el Charly para consumo adolescente?

-Eso yo no lo vivo dentro mío. Yo creo que lo que hago es super-honesto, y voy al frente. Cuanto más giras, discos y recitales haga, mejor. Eso es lo que me gusta hacer, y creo que le doy algo a la gente, y ellos me dán a mi. Si yo sintiera que cuando voy a tocar no pasa nada, revisaría todo lo que hago, me encerraría a componer. Pero creo que con lo que hago pasa algo. Y eso que pasa con la gente es super sagrado, tiene una fuerza increíble. Es lo que me hace vivir, lo que me alimenta para componer.

-¿Cómo te sentís en La Máquina?

-A José Luis, por ejemplo, yo lo conocía hace mucho. Cuando tenía doce años ya tocaba el bajo muy bien. Y Moro, yo siempre quise tocar con él. Así que es un grupo con una propuesta musical seria desde la partida. Y ahora los demás componen, y eso es algo que me gusta mucho. En el long play que estamos grabando hay cuatro o cinco temas que no son míos. Yo hice la letra, pero no la música. Y cuando componemos, tiramos todos para el mismo lado. Yo. recorto mucho de lo que compongo para darle la onda adecuada a La Máquina. Cuando hago un tema pienso en Moro, en Gustavo, en José Luis, en Carlos. Y los demás también lo hacen. Por eso nuestro segundo long play va a ser mucho más homogéneo, más definido.
Desde el principio, en la Bola Loca, cuando el grupo simplemente acompañaba mis temas, habíamos hecho esa broma del programa que decía: "YO en MI carácter", etc., porque sabíamos que si la gente me venía a ver a mi y no al grupo, no pasaba nada. Desde el vamos dijimos: '"Si el grupo se da como grupo, bien, pero si no no nos interesa". Si yo tiro la onda de que la gente venga a verme a mi sólo, no pasa nada.

-¿Cómo es la música del nuevo álbum?

-Es un long play "urbano" (risas) porque habla de lo que le pasa a la gente de la ciudad. La ciudad, como cosa, no me llama la atención. La gente que vive adentro sí. Pero la calle Corrientes y la nostalgia porteña no me dicen nada. Creo que imbuirse de esa nostalgia para componer puede ser medio pálido. Nosotros hablamos de la ciudad, sus cines, sus autos, pero tomándolos como son, sin caer en la apología del café. Hay un teoría que se llama "no te dejes desanimar" que habla de todo lo que nos pasa en la ciudad y dice que no hay que confundirse con el bajón de la ciudad, con su tristeza y su pesimismo.

-¿Cuáles son las fuentes en que te alimentás para componer?

-Desde Almendra y Manal hay toda una tradición de música de acá. Yo creo que mi música viene por ahí.
Aunque estemos influenciados por grupos extranjeros, hay un estilo argentino, hay una música que nos representa. Y ahora estamos todos más abiertos para trabajar en eso, Yo me vuelvo loco con el blues y el rock and roll, pero hubo un momento en que eso copó y se creó una auto-represión brutal. Si no tocabas rock, no pasaba nada. Yo llegué a pensar que lo que yo hacía era una batata porque no era rock pesado. Ahora esa variante fanática pasó. Fue una fascinación momentánea que sufrieron casi todos los músicos. Los argentinos a veces nos fascinarnos con algo y nos olvidamos de lo que somos. Pasó con el rock cuadrado y ahora pasó de nuevo con el bandoneón.
Pero lo más importante es que el creador se manifieste con la mayor amplitud que pueda y con toda su polenta. No que se ponga anteojeras que lo dejen ver sólo una parte de la cosa.

-¿Vos seguís componiendo temas que no sean para La Máquina? ¿Temas como "Antes de Gira", y "Quiero ver, quiero ser..." del Lp de PorSuiGieco?

-Sí. Hay temas que me salen y que no tienen nada que ver con el grupo y los termino igual. Tengo el proyecto de grabar un LP solista en algún momento. Así que sigo componiendo y no me reprimo para nada.

-Y al mismo tiempo. La Máquina tiene un estilo cada vez más definido.

-Sí, porque decidimos que "el que mucho abarca, poco aprieta", y nos concentramos en lo que nos sale mejor, como por ejemplo, una música medio latina y bastante fuerte. Y el grupo tiene que responder a lo que le sale mejor y más espontáneo. Porque además hay que gozarla. Mucho de rock, mucho de Sudamérica, de música latina.

Intermedio

-Y ahora, Charly García, vamos a hacerle una pregunta que está en el pensamiento de miles de jóvenes: ¿Usted se tiñe el bigote?

-(Sonoras Risas). No, es falta de pigmentación. Yo no nací así. Cuando tenía tres años mis viejos se fueron a Europa y de tanto extrañarlos, me salió esto. Cuando era más chico, tenía parte del pelo blanco. Ahora se me está yendo de a poco.

El rock en la Argentina

-PorSuiGieco debe haber sido una experiencia interesante porque en la Argentina nunca se había dado una grabación espontánea. Todo el mundo tiene mucho miedo cuando graba.

-Sí, eso es un defecto típico nuestro. Cuando los grupos tocan parece que estuvieran dando examen. Hubo un momento en que los músicos argentinos tomamos conciencia de que la música que hacíamos era desprolija. Tenía muchos valores en la composición y en las letras, pero era desprolija y sonaba mal. Y en el afán por arreglar eso nos copamos en el temor al que dirán, en el excesivo prurito de la perfección. Lo ideal es un nivel medio, llegar a ese punto en que las desafinaciones no existan más, el grupo suene bien ecualizado y uno puede largarse con todo. Eso es lo que estamos buscando nosotros.
En el escenario el cuerpo y la mente van a una velocidad impresionante. El músico tiene que meterse la mano adentro y darse vuelta como un guante.

-¿Cómo sentís el rock en la Argentina, actualmente?

-Mirá, hay más libertad que nunca para crear en el plano musical. Pero hay un exceso de competencia entre los grupos, un exceso de: "Yo tengo la verdad y vos no", que hace que todo pierda polenta, porque separa al público y no le permite gozar del todo.

-Cuando la separación de Sui Generis, a muchos les llamó la atención que vos siguieras colaborando con Nito, que siguieran siendo amigos.

-Es que los músicos a veces se la creen, y cuando uno se la cree, pierde todos los valores de compañerismo en la relación con la gente.
Una cosa que me parece bastarda y deformante son los rankings, que se empezaron a poner de moda hace un par de años. Es como negar a uno para apoyar a otro. Los rankings acá no tienen sentido, porque los músicos son tres tipos locos. ¿Cómo vamos a competir? El ranking tipo inglés, que te dice quien vendió más, tiene un poco de sentido, pero el ranking de músicos aquí en la Argentina estimula la separación entre los músicos. Es la cosa más superficial que puede haber.

Lo que importa es eso que es humano y no tiene nada que ver con la técnica
-¿Y el rock en el mundo como lo ves?

-A mí me gustaba más la música que se hacía antes del '70. Era música más original, con más polenta. Ahora parece que no hubiera de qué hablar, ni musical, ni literariamente. Lo que queda es la musicalidad de los grupos ingleses y el virtuosismo de la gente del jazz-rock. Pero no hay compositores, no sé. Hubo una época en que estaban Crosby, Stills y cía, Traffic, Jimi Hendrix, Cream y estaban inventando toda la música de nuevo. Ahora un grupo suena parecido a otro, hay siempre un par de sintetizadores y melotrones por ahí, y la música se embellece mucho pero también se standariza.

Hay que crear sin anteojeras
-¿No te parece que eso tiene que ver con el crecimiento del negocio del espectáculo, y, con la marcha del mundo en general?

-Sí, pero tampoco hay muchos tipos que tengan algo nuevo que proponer. ..

-Es que en los años sesenta estaba pasando algo muy fuerte adentro y afuera de los jóvenes...

-Sí, ahora va a volverse a eso, me parece. Admitir que nuestro folklore está en los años sesenta, en un montón de cosas que pasaron y que en su momento no las entendimos. Aquello fue muy potente, y hay mucho para sacar de ahí todavía.
Algo así pasa con mi música también. Al principio había muchísima fuerza en lo que uno quería decir, muchísimo corazón. Después uno evolucionó técnicamente, toca, compone y graba mejor, pero si la vibración que hay en el ambiente no es positiva es mucho más difícil que exista esa polenta. Eso que es humano y no tiene nada que ver con las máquinas y con la técnica es lo que realmente importa.

-¿Cómo vivís entonces ese nuevo mundo de los sintetizadores y las nuevas máquinas que hay al alcance
de un músico?

-Lo que pasa es que hay que manejarlos. Al principio esos aparatos te fascinan con sus sonidos y te hacen desviarte de lo que querés hacer. Tienen un código propio que todavía no ha sido descubierto totalmente. Recién ahora empiezan a salir los tipos que hacen un verdadero uso del sintetizador. Tiene que ser una onda de música, no de ruidos y efectos. Por ejemplo, a mí me preocupa mucho la canción, o sea la melodía y la letra. Y puede parecer una contradicción el uso de todos esos aparatos.

Hay que encontrar un lenguaje nuevo con los nuevos instrumentos

En Instituciones se notaba mucho. Ese long play es, para mí, desde un punto de vista, lo mejor de Sui Generis, lo más lanzado. Fuimos a meternos directamente en una cosa nueva, y de pronto nos engolosinamos demasiado con los efectos. Lo lindo es encontrarle un lenguaje nuevo a esos instrumentos. No como una admiración hacia la técnica, sino una referencia de la época que estamos viviendo. Hay que tener todos los aparatos para poder embellecer las cosas, pero es inútil coparse tratando de embellecer la nada.

Por Pipo Lernoud, Claudio Kleiman, Jorge Pistocchi
Ph: Uberto Sagramoso
Publicado en la revista Expreso Imaginario Mayo 1977

Transcripción: Agustín

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

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