domingo, octubre 23, 2011

Charly García: "Yo creo que Internet se va a caer y vuelve el tocadisco"

El edificio de departamentos de Palermo parece salido de una película francesa, con callecitas y balcones interiores y macetones dispuestos con una simetría no muy fanática. Por el ventanal del living, el atardecer empieza a insinuarse cuando comenzamos la nota. En vísperas de su cumpleaños 60, a Charly se lo ve distendido y serenamente contento. Es obvio que está orgulloso de su nuevo proyecto, una ambiciosa serie de recitales en el Gran Rex, donde presentará unas sesenta canciones de su repertorio, en tres versiones: “La vanguardia es así”, “Detrás de las paredes” y “El ángel vigía”. (ver “El tríptico…”) Pensando en sus más de cuatro décadas con la música, recuerdo otra célebre frase de su repertorio, “es larga la carretera cuando uno mira atrás”, y disparo la primera pregunta: Cómo empezó tu romance con la música? Mis primeros recuerdos musicales los asocio con Mar del Plata. En un quiosco vi una citarina y le pedí a mi papá que me la comprase. Venía con unas instrucciones para tocarla siguiendo unos puntitos. Después pasé al piano, a los cuatro años di mi primer concierto. A los doce me recibí con todos los honores. Me había contagiado esa idea de que cuanto más sufrís estudiando los clásicos, mejor. De repente, aparecieron los Beatles y me di cuenta que eso también era música clásica. Además eran jóvenes, lindos y llenos de guita. No reniego de mis estudios ¡Para nada! Pero escuché a los Beatles y me pasé de bando.

¿Te acordás del primer disco que compraste de ellos? ¡Claro! Fue aquel doble que traía Twist and shout y A taste of honey . Y me fui a escucharlo en el Wincofón, ¡Al que inventó ese tocadiscos habría que darle el premio Nobel! Hace casi treinta años, en una nota donde presentabas “Clics Modernos” predecías la globalización y las brechas sociales cada vez más grandes. Ahora, con esta Internet ecuménica, redes sociales híper desarrolladas, información instantánea, ¿qué nos depara el futuro? Yo creo que la red se va a caer, que la música va a volver a ser Mono y que va a volver el tocadiscos. La humanidad está llena de gente alienada por esas cosas; te comprás algo y al mes inventan otra cosa que vuelve obsoleta la que compraste. Pero ojo, que también están los indignados. Y en cuanto a la música, al pasarla a digital le quitaron los ruidos, pero también le sacaron la vida. La música es algo que hay que sentir físicamente.

¿Cómo neutralizás el síndrome “hoja en blanco”? ( Charly agarra un libro de la mesa ratona ): Mirá, yo suelo escribir en libros que tengan fotografías o ilustraciones, entonces el síndrome se neutraliza. Cada uno tiene sus métodos. Digamos que estar un poco en pedo también te puede ayudar. O podés agarrar la guitarra y tocar algún tema de otro artista. Le das una vuelta y va apareciendo algo..

Y hablando de covers, “Influencia” pegó muchísimo.

Todo el mundo cree que es mía, porque es una especie de tango existencialista. Para mí que Todd Rundgren no se dio cuenta de lo bueno que era el tema y no lo produjo “a full”.

Influenza , en inglés, es gripe, y en verdad hay una mina que lo tiene al tipo bajo su influencia. El tipo se da cuenta pero no puede hacer nada. Y eso pasa: una parte de mí dice “pará, no vayas tan lejos” y la otra dice: “bueno, ese veneno que te estás comiendo es dulce”. ¿Es o no es como un tango? En apenas dos años Sui Generis pasó de “Vida”, mayormente acústico, a “Confesiones de Invierno” y al álbum conceptual “Pequeñas Anécdotas Sobre las Instituciones”, donde Sui Generis es casi un grupo sinfónico.

Vida fue criticado en su momento. Decían que era música “de café concert”. La cuestión es que Vida duró. Para la época de Instituciones ya conocía a Genesis, a Yes, y era frustrante ir a tocar con un piano vertical y un micrófono que no se oía. Entonces lo mandé a Billy Bond a comprarme un mellotron y un Moog. Pero el final de Sui Generis estaba cerca; yo ya tenía otros planes.

En La Máquina de Hacer Pájaros, subiste la apuesta desde lo musical y las letras eran una verdadera resistencia cultural en pleno Proceso.

Sui Generis fue el fin de la inocencia, el último estertor de esa sensación de que se podía cambiar algo. Hasta entonces que te llevasen a la comisaría, que te cortaran el pelo y que te diesen un cachetazo era algo usual; yo lo sufría una o dos veces por mes. Eso era imbancable, pero en la época de La Máquina se instaló otro tipo de terror. Yo tenía la plena sensación de eso. Los recitales de Seru Giran eran concentraciones de resistencia pura. Me acuerdo de uno en el que un cana se llevaba a una chica de los pelos y paramos de tocar. Un reflector lo iluminó y le dije: “¿ Y ahora qué? ¿Te la vas a llevar? Somos cinco mil contra uno ”. Bueno, en fin: son tres etapas: la primera ver venir el chubasco, la segunda es estar en el chubasco y la tercera, enfrentarlo.

¿Cuáles son tus nuevas metas? Ansío hacer un disco cuya médula espinal sean las cuerdas: chelo, viola, violín.

¿Y en cuanto a las letras? La primera idea que se me ocurrió es escribir la segunda parte de La Hija de la Lágrima . ¿Qué le pasó en estos veinte años? ¿Logró salir y encontrarse con el mundo? ¿Qué hace ahora? Voy en ese rumbo...

Escribiste “Bancate ese defecto” en los ’80, cuando empezaba la moda de las cirugías estéticas ¿Qué lo inspiró? Y mirá…Yo tengo un defecto: vitiligo; cuando era chico tenía la mitad de la cara casi blanca. Ahora me quedó el bigote. No me animaba a usarlo, hasta que un día me miré al espejo y dije: “ loco, bancate ese defecto ”. Hay que usar el defecto a favor de uno, porque si creés que por tener unos kilitos de más no sos cool entrás en la pavada total. Y para mí un grupo de rock puede hablar de todo lo que sea de interés, pero debe dejarte algo. ¡Dame un mensaje de verdad! Hablame de vos: de que te va mal o bien en la vida; esas emociones son las que originan las auténticas canciones. Entonces, en un mundo estimulado por la avaricia, las corporaciones, las drogas malas y todo lo que ya sabemos, ¿contra qué vas a protestar? Uno no ve ningún enemigo porque el enemigo es el vecino. El enemigo sos vos mismo usando la computadora y el celular. Y eso los indignados del mundo ya lo saben. Yo quiero comerme el chocolate, no mirar un chocolate virtual. Y eso de que el medio es el mensaje ya fue; ahora el mensaje es el medio.


Por Alfredo Rosso


Donde suena un existencialismo realmente precoz por Pablo Schanton
La primera composición que se hizo pública (de todos nosotros, bah) de Charly García fue “Canción para mi muerte”. Uno escucha hoy aquel debut de Sui Generis de 1972, “Vida”, y, quitando toda su pátina de melanco para egreso escolar, se da cuenta de que ahí, casi casi, se habla de todo (ok, de la “vida” y de la muerte). Y todo resuena en términos de un existencialismo realmente precoz.

El García que escribió “Cuando comenzamos a nacer” no llegaba a los 21 años. “Canción para mi muerte” –digamos, “La Balsa” o la “Muchacha” de Charly- está tan naturalizada que ya no reparamos en el poder de su ingenua ambigüedad, de su “necro-erotismo”. La suya es una obra que arrancó demasiado alto.

Una persona distinta por Fabián Quintiero
El Charly de hoy está muy enchufado musicalmente, muy contento con el upgrade que le dio a su música, con la incorporación de un trío de cuerdas. Se ha vuelto una persona distinta, con capacidad para emocionarse y decirlo.

En los 80 , Charly nunca te habría dicho que estaba emocionado, si lo hubiera sentido. Era todo muy distinto. Más roquero al palo en el sentido más salvaje. Hoy el palo está dado por la musicalidad.

Lo de “mi capricho es ley” lo hace valer de otra manera. Ya no condena a nadie a su capricho, ni se enoja como antes. Ahora puede recapacitar. Es más persona.

Un día, en la Colombia del ‘89 , apareció en el escenario, y en vez de ir al micrófono central, se fue al del bombo de la batería. Metió la cabeza dentro del bombo y cantaba desde ahí, hasta que se fue, enojado. El problema es que estábamos en Colombia, y el dueño de la discoteca puso el caño arriba de la mesa. Estaba toda la locura ahí.

Grabar el Unplugged fue tremendo, porque Charly no quería hacer lo que imponía la MTV. “No se puede enchufar el teclado. Ok, yo tengo uno que no se enchufa”, y sacó uno a pilas, y le puso el mic . Después de grabar, decidió que teníamos que salir a pasear todos en una limusina, escuchando la grabación. Y se sentó en el lobby del hotel para que nadie se fuera. Con Samalea nos escapamos por la ventana, y fuimos a comer. Charly se rayó, y al volver disolvió la banda.

Tras la internación , me consta que hizo un gran esfuerzo físico. Puso las dos bolas al plato, y bancó ese mono. Porque el mono siempre lo tenés.

Me causa admiración la manera en que defiende lo que compuso. Lo orgulloso que se siente de su música, que es bien de acá. Una mezcla de rock, tango y música clásica, que merece ser tocada en el Colón.

Siempre el mismo por Nito Mestre
La gente fue conociendo los distintos Charlys, pero en el fondo es siempre el mismo. El de siempre: tímido, divertido, introvertido, inteligente y tierno. Un poeta periodista filoso.

La ironía es un arma que Charly siempre aplicó de manera implacable. Si lo jodés, pela la espada y te deja pagando como un boludo. Eso hizo cuando nos metieron en cana en Uruguay. Le pidieron que escribiera la letra de Botas locas . La cambió, dio vuelta la situación, y los hizo quedar como unos giles.

Al separarse Sui Generis me fui a vivir a su casa. Cuando se acabó su contrato de alquiler, nadie nos quería alquilar nada, y terminamos en el hotel Impala, en Libertad y Arenales. Ahí empezamos, él con La máquina de hacer pájaros, y yo con Los desconocidos de siempre.

Para el regreso de Sui , establecimos un código de convivencia. Pero el día del recital en Boca Juniors, a la hora de empezar el show, no había llegado, y me venían a romper las pelotas para que lo llamara, cosa que no hice. Si se tenía que levantar todo, se levantaba, y listo.

Antes de tirarse a la pileta desde el noveno piso, me empezó a mostrar cómo lo iba a hacer, y me fui a la mierda. La gerenta del hotel le había pedido que se fuera, así que, sin especificar, le avisé: “Charly se va a tirar a la pileta y después se va.” Cuando volví y me contó lo que había hecho, me quería matar.

El día previo a su partida a Mendoza, antes de la internación, me había propuesto juntarnos. Lo sentí como un pedido de ayuda, y le mandé una esquela. “Charly, tené mucho cuidado en esta gira”, le escribí.

Tuve miedo de no volver a verlo en uno de sus altibajos en la quinta de Palito. Casi lo mato. Claro, no era Charly. Sabe Dios qué le habían dado. Lo estaban usando de conejito de Indias. Después, se volvió a internar.

El triptico de Charly
“Hace rato que vengo fantaseando con hacer un show, y después otro, y después otro, a la manera de la música clásica, donde un día tocás obras de Prokofiev y al siguiente de Mahler. La idea es esa. En los shows que se avecinan, el formato va a ser casi igual en los tres recitales, lo que cambian son las canciones. De allí los títulos: ‘La vanguardia es así’, ‘Detrás de las paredes’ y ‘El ángel vigía’. Va a haber un poquito más de teatralidad, con la presencia de una especie de HAL 9000, [alude a la computadora de 2001 Odisea del espacio , el film de Stanley Kubrick”] pero está se va a llamar JAB, porque la voz es de Juan Alberto Badía. Va a haber comentarios de Graciela Borges y también una puesta en escena, austera pero efectiva. El camino que vislumbré para mí a principios de este año pasa por tocar en teatros de 5000 personas, porque así voy a poder llegar a muchos más países y, además, se escucha mejor. Pienso que el esquema del estadio ya fue. Salís a tocar y hay un montón de gente, pero todos terminan haciendo más o menos lo mismo. Y ahora con todos esos celulares prendidos… ¡Antes por lo menos sacaban el encendedor! Estoy muy entusiasmado con este proyecto. Creo que esta nueva dirección musical será una contribución valiosa. Ya lo van ver sobre el escenario.”

Fuente: Clarin