domingo, octubre 25, 2009

La reconstrucción de Charly García

Más allá de la lluvia torrencial que convirtió al show en un acontecimiento tan histórico como épico, el concierto permitió ver a un hombre que puso trabajo, dedicación, estrategia y energía para ponerse de pie y salir adelante.

¡Parecen San Martín y Bolívar!, gritó uno desde el campo que no era VIP y democráticamente recibía la misma lluvia que el otro. La presencia de Luis Alberto Spinetta en el show de Charly García fue un momento de alta intensidad emotiva y fuerte poder simbólico. Verlos juntos es tener enfrente a las dos mentes más brillantes que ha dado el rock argentino en su historia. Tuvieron que transcurrir 23 años para que pudieran volver a encontrarse, y cualquiera que conozca mínimamente a los protagonistas de esta cumbre sabe que Spinetta no hubiera pisado esas tablas si no sintiera que, esta vez, García va bien. Fue conmovedor ver a los dos capitanes del rock local enfrentar juntos el diluvio del viernes tocando "Rezo por vos". Una postal para la historia.

Juzgar el concierto de Charly García como si todo hubiera sido tan normal es como preguntarle qué le pareció el paisaje a un automovilista que recorrió cien kilómetros bajo una tormenta de una ferocidad tal, que hasta pareció dedicada: el viernes amaneció soleado y el sábado también. En esas condiciones, cualquier partido hubiera sido suspendido, pero un recital es diferente. Sobre todo este recital, que no era una mera presentación de disco: se trataba del regreso de Charly García, nada menos. Uno de los procesos que ha estado bajo al más feroz escrutinio que se recuerde. Que si era un paso prematuro, que si estaba en condiciones de bancarse un show de estas características (ni hablar de una gira), que... tantas cosas.

Por lo pronto, aquella rigidez tan remarcada por algunos, no fue algo tan visible en la noche de Vélez: García bailó, dirigió, tocó y cantó sin problemas. Con una banda que responde y un repertorio que conoce bien, parece sentirse seguro y cómodo, al tal punto que la lluvia no lo puso de mal talante, pese a que a veces el viento se empecinaba en depositarle el agua justo donde estaba parado. Con firmeza, Charly llevó adelante un recital que pudo completar sin problemas, pero que careció del más elemental confort como para disfrutar lo que es ante todo un concierto: un momento sensible. La gente no se movió, y él tampoco. Era una cuestión de honor. Pero no de placer. Al arte se lo llevaba el viento en furibundas bocanadas, al tiempo que destrozaba todos los planes escenográficos y dinamitaba toda posibilidad de buen sonido.

¿Y qué es lo que deja la borrasca? Ante todo, la contemplación de un hombre que se ha puesto de pie y camina, cuando cabía la posibilidad de que quedara postrado ante su propia tormenta personal. Solamente el conocimiento de la hondura de sus crisis permite apreciar la verdadera mejoría, pero es más simple trazar una línea recta entre aquel improvisado show en Luján y este Vélez meteorológicamente castigado. Aquí hubo trabajo, dedicación, estrategia y energía puestas con criterio al servicio de la música, y no un malgasto de fuerzas en pos de un ideal rockero de destrucción. García guapeó bajo la lluvia. Y pudo hacerlo porque los días constantes de ensayos le permitieron ir reconstruyéndose lentamente a sí mismo, recuperando la voz que, aunque ronca, en el estadio de Vélez Sarsfield sonó muy bien; recobrando la sensibilidad de sus mágicos dedos, todavía un tanto entumecidos; reconectándose con la música desde otro lugar y, tal vez, redescubriendo el tesoro musical que se había obstinado en enterrar bajo capas de drogas y planes delirantes en una trama siniestra.

Temas como "Llorando en el espejo", "Canción de 2 x 3", "¿No te animás a despegar?", "Influencia" y otros cobran distintos significados a la luz del trayecto recorrido. "¿Por qué vas hacia ese lugar/ donde todos han descarrilado? ¿Por qué? ¿No te animás a despegar?", son preguntas que ahora tienen diferentes respuestas.

Ha habido buenos rescates de "Rap del exilio", "Adela en el carrousel" y hasta "No me dejan salir", que tocó al final, cuando todo parecía haber terminado y la lluvia inclemente disolvía cualquier atisbo de normalidad. En el desbande, parecía flotar una promesa en el aire de Liniers: "Tengo que volverte a ver". Ojalá que sí. Que sea pronto. Y bajo techo. Preferentemente, en un teatro, en una serie de shows que permita que todos podamos mirar de cerca, escuchar bien y apreciar aun las imperfecciones. Que las hay: a ese piano le falta. Pero existe una base sólida sobre la que seguir colocando los ladrillos de la reconstrucción que, se sabe, tiene tiempos más lentos que una demolición.

Charly García es hoy un "pasajero en tránsito perpetuo". La diferencia esencial es que al menos, esta vez, hay un destino y no un descarrilamiento inminente.

Los lamentos y tribulaciones de una tonta lluvia fría

Poco después de finalizado el recital en Vélez, los organizadores aclararon que unas 6 mil personas compraron entradas y no asistieron, quizá convencidas de que el show se suspendía, tal como había anunciado Crónica TV con una placa. Por otra parte, los tan esperados efectos y puesta de Pichon Baldinu no se pudieron realizar por la lluvia.

Por Sergio Marchi

Fuente: Crítica

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