miércoles, junio 03, 2009

Más cuerdo que nunca

Hace pocos días se editó 'Piano Bar', el último disco de Charly García. El álbum es un trabajo crudo y caliente que refleja el actual estado del tecladista y que ratifica sus excepcionales dotes de compositor y productor. En la nota que sigue, Charly comenta 'Piano Bar' y analiza con optimismo el panorama musical argentino.

Tiene una botella de agua tónica a costado y un Marlboro en la mano. De su cintura cuelga un walkman con el último cassette de Prince. Lo están esperando Mercedes Sosa y Milton Nascimento para ensayar pero no tiene demasiado apuro. Todas las miradas del bar lo tienen como centro y eso es entendible. Pero a Charly no le preocupa. Pide un whisky 'para calentar la garganta', habla, se mueve, gesticula, se ríe. Está de buen humor y tiene ganas de hablar. Por eso no hace falta preguntar mucho. El '84 fue un año sumamente peculiar para él y, con las fiestas retumbando en el fin de año porteño, la oportunidad se presenta ideal para hacer un balance a fondo:

DEMOLIENDO HOTELES

-Leyendo con atención las letras de tu último disco se hace evidente que 'Piano Bar' es muy especial para vos, ¿no es cierto?

-Es un disco que tiene mucha carga. Quise decir muchas cosas. Creo que es una catarsis de un montón de factores. Quizás se remonta a mis comienzos. Es una síntesis de un montón de cosas: cuando empecé a tocar el piano clásico, Sui Generis, todo. . . También tiene que ver mucho con lo de New York; con el haber venido con 'Clics modernos' y haber sido tan rechazado. Tuve que luchar contra mentalidades muy cuadradas que decían que me había vendido a los yankis y que hacía música 'chingui-chingui'. Y de alguna manera me rompieron la paciencia. Estaba enojado: me suspendieron una gira por la mitad, por ridiculeces, los juicios, todo eso. No importa lo que hagas, si sos un poco diferente vas a molestar mucho. De alguna manera, este disco es un poco para decirles 'okey, loco, no soy el buenito; bánquenme porque no pienso irme de acá ni voy a dejar mi lugar a otro, y no tengo vergüenza de tocar rockanroll...' Me gusta como salió el disco. Es bien directo. No hay mucha metáfora.

-Además, basas la mayoría de las letras en tus propias vivencias y no en cosas que ves o que imaginas.

Sí, sí. El disco es muy autobiográfico.

-Las letras son muy crudas...

-Totalmente. Son crudas y angustiantes. Pero si vos vivís un momento angustiante, lo llevas al vinilo y sigue siendo angustiante, creo que estás demostrando una virtud. Yo pienso que uno de los defectos del rock de acá es que se suaviza demasiado todo. Salvo, obviamente, los que se suponen que son heavys y tienen que tocar ese estilo. A veces pienso que es un gran defecto -inclusive mío- arreglar todo demasiado. Es un problema 'piazzollístico': querés mostrar que tocas bien o que sabes hacer arreglos, y pones demasiadas cosas, perdiendo el feeling de la canción.

-Te traiciona el ego...

-Claro, en este disco, por ejemplo, no hay arreglos. Lo único que hicimos fue plantear con Willy y Alfredo qué tipo de base convenía. Los solos están porque mientras grabábamos, Pablo peló y quedó perfecto. Pero no tenía pensado meter solos. Pablo se ganó el lugar. El disco está grabado íntegramente en vivo. Tocamos todos juntos, cantamos todos a la vez. No hay tomas 2, son todas tomas 1. Se grabó en tres días. Entramos al estudio y a la media hora ya tenía grabado 'Demoliendo hoteles'. Por suerte, tanto los músicos como los técnicos se dieron cuenta que era todo muy al mango y que no tenía sentido poner mucho adorno porque ya estaba todo en la música.

-El '84 fue un año muy particular para vos porque tuvo de todo: éxito, rechazo, peleas, viajes, juicios...

-Sí, es cierto: hubo de todo. Empecé el año con el final de la gira de 'Clics modernos' y con el recuerdo de las presentaciones en el Luna, que para mí fueron impresionantes. Yo no tengo nada en contra del interior, pero en Buenos Aires, es realmente donde me entienden. . . En la gira presentación tuve muchos problemas porque me decían que me había vendido a los Estados Unidos porque el disco lo grabé allá. ¿Y Gardel, loco? ¿De qué me están hablando? No es cuestión de venderse, es cuestión de progresar. Acá hay gente que tiene el rollo ese de que todo lo yanqui es malo. La gira fue muy pesada; por momentos me sentía una especie de Allien. Fue como que no podía ser Charly y ser el mismo de siempre. Eso me rayó mucho. Lo que rescató de esa gira es la banda. Todos pusimos mucha polenta para convencer a la gente de que lo que estaba viendo era argentino y que estaba todo en orden. Simplemente nos dábamos el lujo o la libertad porque se supone que el rock es libre de ponernos alguna ropita o innovar un poco. Tratamos de hacer algo moderno. Después de esa gira vino lo de España, que fue algo increíble. Téngannos envidia a todos los que estuvimos en Ibiza porque realmente es un lugar alucinante. Yo no sé si los discos salieron bien, pero la pasamos de primera. . . Es un estudio muy loco. Haber participado de la experiencia de G.I.T. me gustó mucho. Trabajé mucho en ese disco y realmente me encanta, aunque pienso que el segundo long-play va a ser muy superior porque ya encontraron su identidad. En Barcelona también la pasamos bien. Yo me jugué a no tocar de telonero de nadie. Me venían a hablar del rock español y de que estaba muy adelantado y yo les decía 'loco, ¿Qué les pasa?'. Okey ellos graban bien, pero no tienen un Spinetta, ¿entendés? En vez de tocar con el treinta por ciento de sonido abriendo para Eric Burdon o Jethro Tull -que los respeto mucho- preferí no tocar. Basta de ser teloneros. Me parece que si yo tengo un lugar en mi país, lo menos que puedo hacer es defenderlo. No tengo por qué abrir para nadie. Yo quise tocar en el mejor lugar, con un sonido que les rompiera la cabeza y las mejores luces del mundo. Y funcionó. Si bien a nivel negocio no fue brillante, los frutos que voy a recoger en el '85 sí lo van a ser. Las críticas fueron excelentes y al día siguiente de tocar yo era el rey de Barcelona. . . Cuando volví de España me fui a Brasil y en veinte días compuse todo el material del álbum. Después vine, grabé el disco y me fui a mezclarlo a New York. Allá se suponía que no iba a cambiar nada, pero la gente del estudio me convenció de que tenía que jugarme un poco más y pulir bien todo el material. Así fue como terminó siendo un disco internacional con onda argentina. Y me gusta mucho. Este año me pasaron muchas cosas. Ahora lo único que quiero es quedarme un tiempo acá. No quiero ir a la playa ni nada de eso.

-¿Cómo estás anímicamente?

-Mejor que nunca. Y más cuerdo que nunca. Yo sé que con todas las noticias que di este año -creo que salí más veces en policiales que en la Pelo- mucha gente debe pensar que estoy loco. Yo quiero decirle a la gente que lo que hago no lo hago de loco sino de cuerdo. No me banco un montón de cosas y estoy peleando por mis derechos. Yo siento que la gente nunca me tiró tan buena onda como ahora y eso me da mucha fuerza. De alguna manera volví a conectarme con la gente. En el '83, cuando vine con 'Clics' no sentí eso. Me acuerdo que volví con mucha expectativa por la democracia pero llegó un momento en que me rayé. Ahora creo que me estoy enganchando de nuevo. Me siento muy bien. Además, me encantó que en New York se me acercaran productores para felicitarme por el disco. Hay buena onda conmigo y eso me da polenta. Yo creo que cuando vos te quedas quieto y dejas de correr al caballo, el caballo vuelve.. . Por ahora, lo que tengo pensado hacer es descansar y tocar eventualmente como invitado de mis amigos. No voy a presentar mi disco porque me parece una tontería eso de tocar todos juntos en la misma fecha. Es la misma desorganización ridícula de siempre. Es por eso que tomé una decisión drástica en cuanto a mi carrera profesional. Yo veo que acá no hay un manejo inteligente del artista. Es como que se espera demasiado del músico: tiene que hacer la promoción, ser inteligente, divino, simpático, hacer todo. Y así se llega a fin de año gastado y sin plata. Se espera todo de fin de año; es como que en Navidad hay que venderse todo. ¿Y el resto del año? El año dura doce meses pero todos los discos salen en Navidad. El barco va para cualquier lado. Ojo, no lo digo por el problema que tuve hace poco. No estoy poniendo el dedo en ninguna llaga. Hablo en general. Siempre vi las cosas así. Yo aprendí por mi cuenta a grabar, a producir, pero hay un montón de gente que no evoluciona. Ni con los negocios. Yo creo que el rockanroll es un gran negocio desperdiciado porque la plata pasa y pasa y no queda para los músicos, se diluye en pequeñas cosas. Y como no tenés plata no podés hacer grandes discos ni buenas producciones. Yo creo que hay muchos grupos que tienen posibilidades de hacer cosas buenas, pero por una mala producción, por grabar de apuro, caen en un nivel de mediocridad. Y eso es lo que hace que parezca que el panorama está un poco chato. Yo creo que hay muchísimos grupos nuevos que matan. La música está sana, lo que hay que cambiar es el otro lado del mostrador. Es hora de tener gente competente manejándonos, así nosotros podemos hacer música.

-¿Te consideras una influencia para otros músicos argentinos?

-Yo soy un músico altamente influenciable, de modo que supongo que también debe ser una influencia para otros músicos. De hecho, esa influencia está a la vista. El tambor de 'Yendo de la cama al living' lo escucho en muchos discos argentinos... Mi sonido está en muchos discos
y eso me encanta. Te aseguro que me alucina mucho más que vender más discos o que ser más famoso. Creo que la gente que influye es la que queda. Un ejemplo es Spinetta. Las influencias son positivas. Muchas veces hay que saber callarse la boca y escuchar. Yo soy un tipo que escucha mucho. Un problema de la mayoría de los rockeros es justamente que no escuchan. Ahora, por suerte, se está volviendo a la música y se está dejando de lado la mano política. ¿Qué importa si sos comunista o no? ¡Toca un poco la guitarra, loco! Creo que el '85 va a ser un buen año.

-Desde el punto de vista artístico, ¿cómo ves al rock que se hace actualmente en la Argentina?

-Te diría que estoy gratamente sorprendido por algunas cosas que escuché. Por ejemplo, el último disco de Luis Alberto me sorprendió. No es que los otros no me habían gustado, sino que éste me sorprendió porque es distinto, Luis esta vivo todavía y eso es bueno. También me gusta Fito. ¿Ves7 Fíjate en esto: dicen que el rock no anda bien pero este año salió el disco de Fito y es un disco importante para la música argentina, más allá de que sea el primero y que tenga defectos. El es igual que yo: un crítico total de sí mismo. Otro grupo que fui a ver hace unos días y me encantó es Soda Stereo. El segundo disco de Los Twist también me gusta, aunque a mucha gente no le copa. Creo que no tenemos que ponernos tanto la pata entre nosotros mismos. La cosa cambió. Ahora ya no lo tenemos más a Videla, y por ahí toda la agresividad que antes teníamos contra un sistema, ahora la estamos descargando entre nosotros mismos, entre el club de los rockeros. Tenemos que apoyar lo que está saliendo, hay que ayudar a los grupos nuevos. Los pibes están tocando bien. No sé si el nivel de letras es superior al de Pescado Rabioso o no, pero ahora vas a un concierto de rock y el baterista toca en tiempo, el guitarrista pela. . . Antes había muchos genios pero el barco hacía agua en cosas elementales, como que nos íbamos, de tiempo, desafinábamos. Ahora todo es más prolijo, más directo...

-En tu último disco hay muchas preguntas, muchos 'por qué'. ¿Estás buscando razones?

-Son preguntas que me hago a mí mismo todo el tiempo. Creo que cuestionar es piola. Como dice mi amigo Raulito Porchetto, creo en las preguntas y no tanto en las respuestas. Pienso que es bueno preguntar. Hay mucha gente que se siente agredida por las preguntas o que piensa que el que interroga no tiene una opinión formada sobre algo, y no es así. Nada que ver. Dylan o Lennon eran grandes preguntones. Muchas veces una pregunta es infinidad de veces mas válida que una afirmación. ¿O no?

Osvaldo Marzullo

Revista Pelo - 1985

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