viernes, mayo 22, 2009

Mensaje de seguimiento

Mi nombre es Charly García y vivo en Nueva York. Son las tres de la tarde y el calor es infernal. El verano neoyorquino es muy denso. Supongo que ustedes querrán que yo hable de otra cosa y no del tiempo. Pero éste es mi monólogo. De modo que lo voy a hacer como a mí se me dé la gana.

Estoy en un enorme loft. Así llaman aquí a los departamentos construidos en edificios que anteriormente fueron depósitos, fábricas o talleres. Obviamente, estoy en el Greenwich Village. No concibo vivir en Nueva York de otra manera.

El lugar es por fuera lúgubre y por dentro muy cálido. Ha sido pintado, desde el techo hasta los pisos, en un blanco purísimo. Frente a los tres ventanales que dan a la calle Weverly están instalados los dos nuevos sintetizadores que me compré. Hacia el fondo —digamos, a espaldas de donde estoy sentado ahora, dictándole al grabador esta especie de carta abierta y a la distancia— se halla la cocina. Amplísima y con las ollas de cobre colgando del techo. En la otra punta del living —casi tan grande como una cancha de tenis— están los ventanales internos, y en un rincón, montones de plantas. Hay un letrero con recomendaciones en inglés sobre el cuidado de las plantas. Lo dejó la profesora de danzas que me alquiló el departamento. Todavía luce fresco.Es que me mudé hace dos días.

Llegué a Nueva York hace dos meses. Vine a comprar nuevos instrumentos. Estuve diez días y me fui a Los Ángeles, donde están Pino, Pedro Aznar, Gustavo Santaolalla y otros músicos argentinos trabajando desde hace algún tiempo. Ahí me picó el bichito de quedarme a vivir una temporada en Estados Unidos.

Y aquí estoy. Me moviliza el afán de participar, de integrarme a los movimientos artísticos de Nueva York. No por la vía de las grabadoras, sino tocando en pubs, con grupitos y esas cosas. En síntesis, vine a empezar de nuevo. Además, quería aislarme de lo que en Buenos Aires me estaba asfixiando.

Porque los músicos que tienen algún suceso, como me pasó a mí, tienen dos opciones: o seguir a toda máquina, o cortarla y tratar de cambiar. Yo decidí cambiar, estar en un lugar donde nadie me conoce, donde puedo tocar gratis en una plaza si se me canta. Tengo un inmenso escenario a mi entera disposición, y todas las horas del día y de la noche. El escenario se llama Nueva York.

Yo quiero hacer la música que me sale del corazón. Y en Buenos Aires pretendían que yo me convirtiera en un-hombre-público, que hiciera declaraciones políticas a cada rato, que me jugara y dijera cosas que fueran vendibles para un diario o una revista.

Realmente, por eso estoy aquí. Quiero volver a hacer música de inspiración pura. Allá me chupaban más energía de la que recibía. Y eso nada tiene que ver con mi público. Los que me siguen saben que voy a volver con algo realmente bueno. Son los que escuchan mi música quienes saben que lo que yo brindo es un acto de amor y de comunicación.

Pero yo no me borré. Soy consciente de que todos, desde el zapatero hasta el músico, tienen la obligación de hacer algo para esclarecer a los demás, para que todo salga mejor. Pero eso no pasa por dar definiciones o ponerse etiquetas. Por eso creo que la cosa progresiva, piola, es seguir 'developiándose', como dicen aquí en spanishinglish. Es decir, desarrollándose.

En Buenos Aires estaba sufriendo. No por las cosas materiales, sino por la falta de comunicación con la gente. Porque la gente allá está muy down (abajo, tirada). Hay una falta de fe increíble. Nadie cree en nadie. Eso nos está convirtiendo cada día en un poco más tontos.

En suma, estoy aquí para ver si puedo... dar una vueltita más de tuerca. Necesito alimentarme de ideas nuevas. Yo tengo una canción que se llama Los dinosaurios y dice: "cuando el mundo tira para abajo, es mejor no estar atado a nada". Y ésa es mi filosofía. Yo soy un tipo que se siente bastante solo, y cuando siento que muchas cosas me están agarrando, me siento mal. Prefiero ser una pequeña unidad móvil que se desplaza.

El antimilitarismo y la oposición a cualquier tipo de dictadura son muy claras en mí. Allí no hay duda. Pero de todo eso, la gente interpreta lo que quiere. Hay algunos que me acusan de ser un músico del Proceso porque pude sobrevivir mientras estuvieron los militares y porque, por ejemplo, en un recital toda la gente cantaba "¡Se va a acabar, se va a acabar... la dictadura militar!...", yo les decía: "Okey, cantemos esto acá. Pero sepamos que lo estamos haciendo dentro de estas cuatro paredes, y nadie de afuera nos escucha".

Yo pienso que la dictadura está en la cabeza de los argentinos. Eso de que los argentinos necesitamos tanto un papá es muy cierto. De ahí viene que siempre andamos buscando una figura fuerte, un gobierno que detente la autoridad suprema.

Pienso que hay que romper de una vez por todas con eso. Basta de buscar soluciones externas con los partidos políticos o los militares. Porque si seguimos así, en poco tiempo a unos pocos se les va a ocurrir que los militares son la gran solución y ¡zas!... los llaman para que vuelvan a implantar su sistema. Por eso estoy en contra de cualquier régimen dictatorial, así venga de los militares, de los partidos o de las computadoras.

Ahora... los argentinos tenemos una cicatriz muy grande que todavía puede supurar un tiempo más. Son estos siete años de férrea dictadura. Aunque vos hayas protestado, estado en la cárcel o te vayas del país, tenés la misma marca que el resto de los 28 millones de argentinos. Entonces creo que ha llegado el momento de decir okey, acá está lo feo de la Argentina y lo tenemos que mostrar. Así somos nosotros y estamos dispuestos a empezar de nuevo.

Sin pedantería, creo que yo dije cosas en la Argentina cuando todo el mundo se callaba la boca. Los que iban a mis conciertos, allá por el 78, lo saben muy bien.

En este momento, todo el mundo dice lo que yo decía hace mucho tiempo. Entonces, ya nada tengo que decir con ese lenguaje. No puedo estar más en ésa. Los que me conocen saben que en las épocas oscuras yo trataba de alumbrar, con mi pequeña linternita... aunque más no fuere hasta las primeras filas de los que me iban a escuchar. Ahora ya es fácil disentir. Cualquiera lo puede hacer. Yo, en la actualidad, quiero hacer otra cosa.

Por esas experiencias y muchas otras creo que los jóvenes necesitan un cambio urgente. Se sienten absolutamente oprimidos. Ser joven en la Argentina para lo único que sirve es para que te digan: "anda a pelear", o si no "sos un pendejo. Tu opinión no vale nada". O la última: "vení y votame". Pero no se les da una participación real. Entonces, cuando gritan en un recital, es porque tienen que sacarse la bronca que llevan encima de alguna manera.

Cuando yo tenía 18 años mis sentimientos eran idénticos. Yo también gritaba: "¡Basta!". Hoy esa sensación está en todo el pueblo argentino. Yo no sé si eso es suficiente para terminar con la dictadura militar, pero al menos es un buen comienzo.

Creo que atrás de ese "¡basta!" tiene que venir otra cosa. Y en el caso de los chicos es la necesidad de la militancia. No en esas mierdas de las armas y las guerrillas, sino en un viaje adentro de uno y para cambiar. Este viaje mío quizá sea tomado como una salida individualista. Pero yo pienso que se necesita una buena dosis de individualismo. En la Argentina .todo es standard, todo tiende a tener el mismo nivel. Nada puede sobresalir de la mediocridad general porque es mirado prejuiciosamente. Es penoso llegar, a veces, a la conclusión de que no todos se pueden salvar al mismo tiempo, pero los que se pueden salvar... ¡Por favor... háganlo!

No quiero que me entiendan mal, He querido decir que van a seguir los problema. Que va a pasar mucho tiempo antes que un cambio verdadero aparezca en el horizonte. En tanto, los más lúcidos, los que puedan y les dé el cuero, deben tratar de hacer cosas. Salir a ver qué pasa en otras partes, comprender y hacer entender a los demás cuánto se nos cerró la cabeza en estos años de oscuridad y miseria.

Aunque cambie el gobierno, lo que va a tardar muchos años en cambiar es la mentalidad de los argentinos. Van a pasar miles de días antes de que desterremos el mocasín, el bigote, el Falcon, la nena que no puede salir con la pollera corta, el nene que no debe dejarse el pelo largo, los que tienen que casarse a los 25 años porque si no se sienten idiotas. Y es contra esas cosas que hay que luchar. Porque ahí está la base desde la cual generar nuevos cambios, más profundos y radicales.

Yo siempre he luchado desde esa posición. Mucha gente creía que yo era homosexual porque iba a un recital vestido de mujer. Pero era una forma de decirles: "¡Eh! ¿Qué pasa? ¿Tan serio es todo que no nos podemos reír de nosotros mismos?"

Claro, yo puedo hacer y decir lo que muchos jóvenes tienen ganas de hacer y de decir pero no pueden. Entonces me van convirtiendo en una especie de Gurú. Pero yo no quiero pasarme de la raya. Voy a continuar haciendo música y dando mi mensaje a través de mis canciones. Pretendo que la escuchen los pibes. Lo que hago, lo hago para ellos. Pero quiero que mi mensaje sea un instrumento y no un fin en sí mismo. No soy ni quiero ser un gurú ni nada que se le parezca.

Yo puedo señalar a un cana en un estadio, y si quiero lo hago echar de ahí. Entonces, un pibe que ve eso dice "¡el loco mató!". Pero es algo ficticio, porque él no lo puede hacer. Y cuando yo salgo del estadio puede que también me lleven en cana y a las trompadas. De modo que la situación puede resultar confusa. Yo no puedo decirle a los pibes 'Vayan y escupan a los canas", porque no serviría de nada. Sería ir para atrás.

Hay que tener muy en claro, dónde está el enemigo real. Yo creo que el principal enemigo está mitad afuera y mitad adentro de uno. Lo único que quiero es ayudar a la gente a que se saque esos demonios que llevan adentro. Exorcizando mis propios demonios, quizá, pero sintiéndome siempre igual a los demás, y nunca un líder, y jamás un omnipotente.

Yo creo que, en cierto sentido, la juventud argentina vive en el clima de los años '60. Claro, no hay muchas otras cosas para hacer y por eso se vive añorando o intentando reconstruir un ayer que ni siquiera se ha conocido. Si no surgen cosas que hagan mover a los jóvenes, ellos van a buscar —consciente o inconscientemente— el camino del reviente. Por las drogas o el alcohol o lo que sea.

No es que diga que hacerlo está mal. Yo no soy quién para andar dictando normas a los demás, Pero pienso que los jóvenes que siguen el rock en la Argentina, quizá se den cuenta que puede haber un camino no tan destructivo. Y tiene que haber una nueva música y una nueva forma de expresión para eso.

Estoy en contra de! tipo que desperdicia su talento por haberse tomado treinta ácidos. Pero tampoco soy un hijo de puta que dice, "hay que matarlos a todos". Yo, en todo caso, me siento de acuerdo con lo que proclamaba John Lennon: el karma instantáneo. Comunicación, síntesis, impulso de vida, humildad y firmeza amable.

El resto es decadencia, basura. Es sobrevivir con los pedacitos de carne, de droga o de alcohol que les sobran a los ricos. Y hay un montón de tipos pululando por ahí, esperando que les tiren esas migajas. Yo, por el contrario, creo que hay que ir para adelante. Ir para adelante no quiere decir que nunca te tomes un trago. Pero no hacer de eso un culto, porque te puede llevar en muy poco tiempo al infierno. Y eso no es bueno, salvo que uno se quiera morir.

¿Qué hago yo aquí? Música, siempre música. En un momento pensé en mudarme a Brasil. Pero creo que ahí me faltaría speed (velocidad). Yo soy muy acelerado. Grabé hace dos años en Los Ángeles y me pareció fabuloso, pero de plástico. Uno de esos lugares para hacer el paseo por Disneylandia y chau. En París no encontré la comunicación que necesito. Y a Berlín ni siquiera la conocí, pero la imagino sumamente difícil.

Nueva York es una ciudad donde se está cocinando todo, y todo el tiempo. Hay centenares de tugurios llenos de músicos de gran talento y con mucha polenta.

Yo estoy en una mano artística al remango y necesito una ciudad así. Acá me engancho muy rápido con la gente. Voy a los jam sessions y empiezo a nacer todas las canciones de tos años 60. "¿Te acordás de ésta de los Hollys?" "¿Y de aquella otra?". Nos volvemos locos de contentos.

Ya tengo un long play en mi cabeza. Voy a hacer un poco de todo. Tengo diez temas ya cocinados. Uno de ellos es una especie de salsa. Tengo un contacto con el salsero Rubén Blades, que dentro de poco va a la Argentina, y con él y sus músicos voy a tocar.

Después hay otras cosas a lo Van Hallen. Tengo que encontrar un violero pesado, de esos que la rompan toda. Después voy a hacer algo new romantic, y por ahí me engancho con alguno de los pibes que conozco acá, y un buen día nos ponemos a tocar y sale el superdisco.

Lo que no quiero es estar obligado a grabar a horario, de 6 a 8 por ejemplo. No. Yo voy a trabajar con estos superequipos que tengo nuevitos aquí en casa. Y así puedo llevar todo bastante armado al estudio. No voy a hacer la latinoamericanada de pretender tocar con los mejores músicos impuestos por las grabadoras. Quiero tener unos meses libres de toda atadura y crear al remango. Eso es lo que quiero hacer.

Si miro hacia atrás y recuerdo Buenos Aires y todo lo que quedó atrás, pienso que estoy en condiciones de hacer un modesto y provisorio balance. Ahí va. Soy Charly García. Un chico bueno que estudió música clásica. Después empecé a crecer y a escuchar a Los Beatles, a Elvis Presley... ¡Blum! Cambié. Se me dio por el rock. Anduve cinco o seis años rebotando por las grabadoras. Nada...

Me engancho con Sui Géneris. Es éxito al instante. Sale y ¡boom!... pega. Al principio estaba deslumbrado. Qué lindo, me decía, puedo tocar y, mejor todavía, hay gente que me escucha. Todo andaba fenómeno. Hasta que un día me aburro de eso y me separo. Eso ya era muy grande. Y un despelote.

Entre Lito, los otros pibes y yo no había mucha onda. Y entonces, en ese tiempo, yo estaba preocupado por conservar el tono amateur. Por eso armé mi propio grupo y me fui de Sui Géneris. Bueno, terminó más o menos igual que el anterior.

¿Qué hacer? Me preguntaba. El país no cambia, la gente no cambia, y bueno... cambio yo. Esa fue mi conclusión.

¡Ah! Me casé y tuve un hijo. Me separé de mi mujer. De mi hijo no. Fui a Brasil, viví en la playa, todo el mambo. Hice Serú Giran, como también muchas otras experiencias. Y un día conocí a Soka, que ahora está por venir a vivir conmigo acá. Pude zafarme del cerco de las grabadoras, y para mejor tengo dos abogados y a Daniel Grinbank, que cuidan mis intereses y no me afanan.

Como la mayoría de los músicos que alcanzan cierto suceso, andando el tiempo uno necesita volver a las fuentes, realimentarse. Y hallar un poco de tranquilidad. Yo estuve diez años ahí, expuesto en la vidriera. Es mucho tiempo. Para colmo, últimamente se me estaba dando una importancia como personaje público que realmente no tengo. Como si cada cosa que yo hiciera o dijera fuera importante por algo o para alguien.

Esa sensación me llevaba a recordar permanentemente la canción Police. ¿Recuerdan?... "Every move you make, I been watching you" (cada movimiento que tú hagas, yo te estaré mirando). Bien... me estaba preocupando demasiado por cosas esencialmente ajenas a mí.

Y yo realmente no compongo bien cuando me siento mal, cuando estoy ahogado por la atmósfera que respiro. Sobre todo cuando se trata de una atmósfera ficticia, impuesta por la tuerza y el poder de los demás.

Sin embargo, mirando hacia adelante siento que hay un futuro para la música popular. Los rockeros nos dimos cuenta, en los últimos tiempos, que éramos unos idiotas que intentábamos conservarnos en nuestras cajitas de cristal usando códigos supersecretos y supercerradísimos.

Y eso ha sido porque en la Argentina todo el mundo habita en cubículos separados. La nueva música está saliendo recién ahora. Por primera vez hay una fusión de diversos estilos. Van apareciendo canciones que expresan sentimientos auténticos, que corresponden al sentir de mucha gente.

Globalmente, empero, el rock es algo que va para atrás. Mucha gente me va a odiar por lo que estoy diciendo, pero es absolutamente la verdad. Acá he ido a ver muchas cosas y sin embargo, no he encontrado nada nuevo. Ellos están esperando que suceda algo. Bien, nosotros también tenemos que ir en busca de lo nuevo. Y para eso hay que estar muy abierto a cualquier tendencia.

Me gustaría que se notara que no me refiero exclusivamente a la música. Sería muy piola que los escritores dejaran de menospreciar al rock y se pusieran a escribir buenas letras de canciones. Es decir, necesitamos verdadera música y verdadera poesía popular. Sería bueno que surgiera todo un movimiento con pintores, arquitectos, músicos, escritores. Algo así como lo que se hizo en la época del Di Tella, donde haya discusión y creación colectiva.

Yo no sé si será un movimiento; si quedará restringido a la actividad artística o se abrirá a una mayor participación con toda la gente. Es apenas un deseo mío. Yo quiero que surja ese movimiento. Y naturalmente, desearía que empezara por las cosas básicas, elementales.

Primero: vivir y dejar vivir. Lo que significa que todos y cada uno puedan hacer lo que quieran, lo que se les de la gana, siempre y cuando respeten a los que tienen alrededor. Creo que nos tenemos que querer un poco más. Hay que asumir que postergamos muchas cosas que queremos hacer o decir, para no sentirnos ridículos delante de los demás.

Dueño, tenemos que querernos y confiar mucho más en nosotros mismos para poder hacer lo que queremos y en paz con nuestras conciencias. De estas cuestiones nadie habla, pero hay que tomarlas en serio si es que de verdad vamos a vivir en una democracia. Okey que hace falta un buen gobierno, gente honesta en los cargos públicos y etcétera, pero además hace falta una buena onda. Yo me quiero y me respeto, y quiero y respeto a mi vecino porque él debe tener algo bueno. No necesito matarlo para imponerle mis ideas, trepar la pirámide social o satisfacer mi ego envanecido.

Ya les dije en otra parte de esta larga, extensa confesión: quise venir aquí para recuperar mi categoría de músico. Es el lugar que siempre quise ocupar, haciendo letras y componiendo melodías. Nada más. No tengo vocación de líder ni me creo capacitado como para marcar el rumbo histórico de ningún proceso. Lo que yo hago bien es tocar el piano. Creo que en nuestro país las cosas están muy distorsionadas. Por eso entiendo que hay que volver sobre lo que cada uno sabe hacer bien. Pero es bueno decir, desde aquí, que a mí me encanta el haber tenido algo que ver en el cambio de ciertas costumbres argentinas. Creo que hice lo posible para que los pibes hagan el amor sin tantas represiones y a una edad más temprana, que se vistan como se les dé la gana, que se rebelen y se sientan capaces de crear todo aquello que les guste. Voy a continuar diciendo todo eso en mis canciones, y el que lo capte y se anime, que lo haga.

Quizá alguien piense que estoy aquí despilfarrando la guita que gané en la Argentina. Bueno: no es del todo cierto. Yo empecé a ganar cuando me produje en forma independiente. Con Sui Géneris no saqué un solo peso. Con La Máquina de Hacer Pájaros tampoco. Con Serú Giran perdí un montón. A partir del disco que hice con Daniel Grinbank comencé a ver algunos dinerillos. Obtuve, es cierto, el segundo lugar en las recaudaciones de SADAIC (detrás de La Cumparsita, ¿qué tal?) pero eso no es mucho fuera de la Argentina: 10 mil dólares que me permiten estar aquí tres o cuatro meses tranquilo.

Pero ni la fama ni el ruido ni el dinero me atraen demasiado. Mi trip es llegar a los 60 años y seguir tocando el piano, poder educar a mi hijo, ayudarlo a que busque su felicidad. Yo digo en una de mis canciones: "no me quiero atar a nada". Y lo vivo así: uno no se puede atar a los militares, a la oficina o a la droga. Porque es un viaje de ida y sin retorno.

Chau, pibes: doy las gracias a LA SEMANA por permitirme hablar con ustedes, directamente y sin subterfugios. La corto aquí porque se está terminando la cinta. Me gustaría hacerles escuchar un tema que tengo en mente pero... ¡Ufa!... Se acabó la cinta.

Entrevista: Gustavo Sierra

Fotos: Rudy Hanak (De la corresponsalía en Nueva York)

Revista La Semana 18/08/1983

Mágicas Ruinas

2 comentarios :

Anónimo dijo...

La lucides del flaco es eterna, que nota tan escpectacular. Con este disco que Charly cocinaba por aquellos tiempos, me volo la cabeza con 13 añós terminando primer año de la secundaria.Charly es un milagro saber que hoy te estas recuperando por que vos queres, y ya no te podemos pedir mas cosas de las que nos regalaste a varias generaciones, ahora nosotros te ratificamos nuestro amor y soñamos muy intimamente con verte en un escenario que es donde sos feliz, y si es con David y con Pedro, mejor todavia,(y Morito en el cielo bailando)porque la banda mas grande la formaste vos,Gracias por tantas alegrias!!!

Anónimo dijo...

buen material
se agradece