jueves, octubre 30, 2008

A veces me siento DIOS


En una templada tarde del verano porteño mis pasos se aceleraban sobre el inclinado empedrado del Bajo Belgrano. Entre los escapes de los colectivos y los pibes haciendo un picado en la calle, el sonido cada vez más nítido de un improvisado tema de los Beatles se iba haciendo más cercano, Es que, en un acondicionado set de filmación, Charly García y su banda ensayaban el material de “Parte de la religión” álbum éste que fuera elegido como el mejor del año ‘87 por los lectores de Rock & Pop. Excusa suficiente como para hacerle una entrevista a un músico talentoso y hábil que en la actualidad se encuentra más vigente que nunca.

—¿Le das importancia a las encuestas o es sólo una anécdota de fin de año?

—A nivel músico no le doy mucho valor. Sí como reflejo de la popularidad, para saber si la gente está bien con vos. El hecho de enviar una carta y votar a alguien significa que algo te movilizó, A ese nivel es lindo saber que ese disco es el que más le gustó a la gente o por lo menos a la gente que lee esta revista. Me gusta que haya salido segundo como cantante por ejemplo, Nunca nadie se había fijado en mí como cantante. Me parece positivo porque pienso que una de las cosas que mejor estoy haciendo ahora es cantar. En eso evolucioné bastante. Y me pone contento que la gente lo reconozca.

—No te sorprenden los resultados de la encuesta.

—No, me hubiese sorprendido otros años pero éste no. Creo que el disco que hice es bueno y el show que mostramos en el Rex fue muy piola. Creo que fue un año muy bueno para mí.

—De todas formas fue medio raro el año. Con todo el quilombo de Mendoza parecía que habías cortado todo, como si lo hubieses perdido.

—No, yo no lo hice para cortar nada. Por todo lo que pasó, evidentemente tenía que tomar una distancia, pero en ningún momento pensé ‘bueno, se acabó’. Me dije: qué mierda, algo está mal.

—Y qué es lo que está mal?

—Bueno, hubo varias cosas: creo que lo de la policía estaba muy mal organizado; además yo tenía ganas de hacer un cambio a nivel manager y esas cosas. Fue una especie de saturación y su consiguiente corte. Pero no fue premeditado, la realidad me envolvió. Después traté de quedarme tranquilo, de no meter la música en eso.

—En un momento, por tus primeras declaraciones me pareció que te ibas y ya no volvías.

—Sí, en un momento pensé eso. Pero más que nada fue como un gran ¡fuck you! Ir preso fue malo, muy desalentador.

—Eso lo viviste como un síntoma de una Argentina que no cambia?

—Claro, por eso también la descarga. Fue como gritarle al mundo toda mi bronca. Pensé que es ridículo que todavía pesen esas cosas. Fue como chocarme de repente contra una pared. Y mi reacción fue no volver por un tiempo. Después apareció en Brasil la posibilidad de hacer lo del Gran Rex y me decidí a darle una vuelta de tuerca a todo este asunto. Tuve en claro que une cosa es mi realidad y otra lo que le pasa a todo el mundo. Y si bien fue muy duro me dije: OK tengo una experiencia personal y no puedo pasársela a todo el mundo y decir que este país no va más. Yo sé que hay mucha gente que me da pelota, que le gusta lo que yo siento, pienso y digo...

—A mí me pareció como una cuestión generacional también. Lo tuyo fue muy comentado en ese momento. Muchos jovatos decían es un degenerado que se bajó los lienzos”, Y a mí lo que me parecía más grave de todo el asunto era que si a vos te llevaban en cana y te pegaban por eso, a cualquiera de nosotros nos podía pasar lo mismo.

—Puede ser porque, por ejemplo, que vayas a un concierto de rock y haya un ejército ahí adentro ya te pone de muy mal humor. Puede ser de una generación o, por qué no, del rock’n roll, de como esté organizado todo eso. Parece que a veces necesitás unas Fuerzas Armadas para controlar esas situaciones, y de repente no es tan así. Muchas veces es auto controlable. En cuanto a lo que vos decís de la represión me parece que evidentemente ya no es como antes pero todavía siguen existiendo ciertos sectores medios densos. Y hay veces que se la agarran conmigo.

—Pero a veces esas situaciones no sé te escapan de las manos?

—No, yo no pierdo conciencia nunca de lo que está pasando. De todas formas yo prefiero tocar en teatros, ahí sí que puedo controlar cualquier tipo de situación. Pero en estadios grandes ya no ves lo que está pasando atrás, no sabés si llega bien el sonido... incluso como público fui a ver esos recitales monstruos en Río con Simply Red, Simple Minds, Pretenders y me pareció medio cansativo (sic) estar ahí parado, viendo a unos muñequitos que se mueven allá a lo lejos, que un pibe se sube a una butaca porque está copado y viene una mano lo baja de un palazo. La represión no tiene nada que ver con un espectáculo y predispone mal a la gente.

—Y qué es lo que tiene que ver con la represión?

—Y, por ejemplo un tipo que piensa que pararse en una silla es un acto ilegal, o que coparse y enfervorizarse es violencia. En un recital se libera mucha energía. Eso yo lo vi en Paraguay, los de seguridad estaban aterrorizados.

—Qué pasó después de lo de Mendoza?

—Bueno, según el horóscopo chino, el ‘87 era mi año, el año del gato. Y fue como que el gato venía muy acelerado, mostró las uñas y después se hizo el dócil. Me fui a Río y ahí hice un par de shows y después me dediqué a hacer la música de la película en la que actué. En una película hasta que no está terminada no sabés muy bien de que se trata. Y no entendí mi personaje hasta la mitad de la película. No sabía qué se pretendía de mí. Si era yo o tenía que interpretar un personaje. Al final fue una especie de mixtura. A la película no la vi entera pero es buena. La fotografía y el montaje son muy buenos...

—Y la música?

—La hice en base a un video del "Champion" que es la película antes de estar casi terminada. El director y yo nos encontramos en Rio y ahí conseguimos una videocassettera y lo armé al toque. Tenía unos teclados, miraba las escenas y lo discutíamos. El metió mucho también y no me dejo meter muchas cosas a mí. Me tuvo bastante limitado, yo quería meter más melodías pero —por el tipo de película que es— quedó todo en un trabajo más climático.

—Después vino lo del Gran Rex ya partir de allí se te perdió un poco el rastro...

—Salí de gira por Latinoamérica. La gira fue bastante accidentada porque toqué en muchos estadios y también en ciudades del interior de los países donde estuvimos. Quiero rever dónde tocar, quiero hacerlo en las capitales y no tanto en el interior porque te desfasas con los equipos y con los costos de producción que son altísimos. Además a mí me copa tocar con públicos válidos, que entiendan un poco qué es lo que está pasando. Argentina en ese aspecto es un poco el epicentro de todo ese movimiento. Incluso hay mucha gente que se acuerda de cosas muy viejas. En Brasil mismo saben muy claramente lo del boom de Soda y del rock argentino, aunque para mí ya es una cosa del boom del rock cantado en castellano.

—Cómo fueron tus presentaciones en Brasil?

—En general mi público fue gente vinculada al espectáculo. Músicos, periodistas y críticos especializados. Fue como una presentación en sociedad, y fue genial, ahora soy un músico muy respetado. No te voy a decir que soy un suceso como, Roberto Carlos (se ríe) o como los grupos de allá pero ahora puedo hacer mis recitales y eso genera una especie de desafío, Hay que romperse un poco, pensar por dónde y cómo entrar. En España también quiero meterme... aunque sé que es casi imposible entrar pero yo soy medio cabezón y la quiero hacer...

—Querés radicarte allá y escaparte un poco de todo esto? (risas).

No, para nada. Lo que me di cuenta es que yo no puedo estar mucho tiempo lejos de acá. Necesito esta información, necesito el karma de vivir al sur.

—Y qué es lo que te jode de vivir acá?

—Cierta mentalidad medio pesada que todavía hay. Te hacés muchos problemas y te volvés paranoico. Veo una especie de manifiesta negatividad flotando en el ambiente. Que no se puede esto, que no se puede lo otro... Por eso me gusta hacer giras y ver otras cosas. Yo tengo una especie de tango adentro. No sé si es melancolía, pero me gusta Buenos Aires. Me gusta la gente que conozco, me gusta andar por la calle, especialmente en mi barrio donde ya estoy medio instalado hace un par de años y ya soy uno más y no tengo que estar firmando autógrafos todo el tiempo. Lo piola es no perder tu cultura y tratar de absorber otras. Eso es muy excitante. Creo que pare hacer mi música necesito un pedazo grande de acá y lo estoy tratando de completar con pedazos de otros lugares, de otras mentalidades y formas de ver las cosas. Son cambios que tienen que ver con lo interior y con aprender cosas nuevas. Yo tuve muchos cambios en la forma de ver las cosas y muchas veces esos cambios son muy dolorosos. No poder volver por algo auto impuesto, de tomar una decisión tan trascendental por algo del momento es muy jodido. Me pasa por ejemplo de estar en Brasil y extrañar acá. Pero tengo que hacer el esfuerzo de estar en otros lugares para abrirme camino.

—Y qué es lo que vas mamando en ese camino de que te nutrís?

—En Nueva York, por ejemplo, del speed que tiene y de sentir en las calles que eso es la base del rock n’ roll. Aprendés un toco todo el tiempo. Te hacés de amigas que tienen otra manera de sentir las cosas. A propósito de esto, el otro día me llamó Joe Blaney (el sonidista de García en Estados Unidos) desde Minneapolis porque está haciendo el disco de Prince y está enloquecido. Así que yo ya le estoy mandando discos para ver si Prince me escucha...

—No tenés miedo de que te robe temas ? (risas).

—Yo creo que Prince no escucha nada, no creo que tenga tiempo para escuchar nada. Se la pasa componiendo todo el tiempo, yo no sé cuándo para de componer ese, dijo que toca todos los instrumentos, que se la pasa experimentando sonidos y que incluso metía mano en la consola. Me dijo "este es peor que vos"...

Bueno, volviendo a lo de viajar de Brasil por ejemplo, me gusta la mano rítmica que manejan los tipos en el modo medio salvaje de vivir, tan descontracturados. España me gusta porque actualmente es un centro cultural y de movimiento importantísimo. Digamos que en mi cabeza es todo una misma cosa que yo trato de abarcar, de circular por esos lugares y asimilarlos. Cuando estás afuera ves más claramente las cosas que aquí no te gustan. La mezcla de culturas me sirve para componer y para enriquecerme como persona.

¿Y qué es enriquecerte para vos?

-Tener más información. Aprender a tener una especie de articulación internacional. Por ejemplo este país es muy machista, y yo también en una época era muy machista, Ahora no lo soy y quizá sea porque vi otras cosas. Aquí si un tipo no se puede vestir bien trata de aparentar, en Brasil cada uno sale como puede y como se le canta. Absorber otras culturas. Sería también un poco como eliminar prejuicios, situarte bien como músico. A mi me hace mucho bien ir y tocar en un lugar donde no sepan que soy Charly García, una estrella, ahí me doy cuenta de mis posibilidades y tengo un parámetro real de las cosas, aquí a veces me siento Dios y a veces nada..

—Como que sacas las cosas de taquito...

—Sí, aquí hay un techo que a veces no te inspira para componer. Yo soy de los tipos que si ven una pared adelante le dan ganas de tirarla abajo. Necesito barreras para superarlas.

—Y en tu vida cómo contemplás eso de tirar una pared abajo y por otro lado una cosa tan lírica como "Adela en el carrousell"?

—Musicalmente hablando ahora estoy con las paginas en blanco. Me parece que en mi universo musical cabe de todo. Cabe tanto "Adela" como "Necesito tu amor" o "Demoliendo Hoteles", no creo que me decida por hacer un disco de rock o un disco íntegramente más suave. A pesar de que en junio entro a grabar todavía no tengo nada compuesto. Primero va a salir el disco con los temas de la banda de sonido de la película y después empezare a componer, pero componer para mí es como una catarata que fluye. Me viene de golpe. Pero cuando intento o me propongo componer —como hace poco cuando estuve de vacaciones en Brasil— no compongo nada. Estuve en Arraial d´Ajuda en el norte de Brasil, con playas desiertas y todo eso, haciendo vida de hippie. Incluso me encontré con Jorge Pinchevsky y como yo andaba con un teclado a cuestas tocamos juntos en un boliche chiquitisimo del pueblito.

—Y cómo te sentiste como hippie?

—Y... lo veía medio raro. Esta bien para una persona que le gusta mirar el sol y el mar, estar tranquilo y disfrutar de un atardecer. Es una elección que no sería la mía. Yo soy bien de ciudad, llega un momento en el que ya empiezo a extrañar los taxis.

—Decís que sos un tipo de ciudad y encima sos un músico de rock. ¿Eso no te lleva a ciertos excesos?

—Yo se que cosas me hacen bien y cuales no. Se controlar mis instintos y cuando hay algún tipo de problema y repercute en mi cuerpo trato de cambiar y cuidarme. No tengo fantasmas o pesadillas de una muerte trágica. A la muerte no la veo como a una cosa cercana, no pienso en esas cosas. La muerte es una cosa imponderable, que no se puede manejar. Es como lo inspiración para componer que es una cosa ingobernable, no hay técnicas para componer canciones.

—Estás ensayando ¿qué proyectos inmediatos tenés?

—Por lo pronto seguir presentando el material de "Parte de a Religión". Estamos ensayando a full incluso como para no aburrirnos ensayamos cosas nuevas como "Ángeles y predicadores"

—Oué criterio usás para seleccionar los temas de un show?

—Armar un recital es como armar una gran obra de teatro. Vas buscando lo que querés decir y a todo eso lo vas llevando por un camino de diferentes climas.

—Y en esa hipotética obra de teatro ¿qué es lo que vos querés decir?

—Querés decir muchas cosas. Entonces hay partes muy fuertes e intensas y después tiras otro mensaje. Jugás con los contrastes con las luces y las sombras hay que ir trabajando con los claroscuros.

—Es una visión muy poética de la cosa.

—Si. Totalmente. Hay grupos que hacen sus listas de temas en el camarín y no le dan bola al mensaje. Pero con el asunto de los midis no podés improvisar demasiado. La secuencia del midi debe sincronizarse con la secuencia del corazón y de lo que querés decir. A mí me pasa el día del show, de elegir algo para ponerme, no antes. Lo elijo de acuerdo a mi estado de ánimo. Creo que hay que tener una buena imagen en el escenario pero por lo general no soy muy apegado a la moda. No tengo vestuarista ni maquillador. Muchas veces en los camarines nos maquillamos entre nosotros. Autogestión que le dicen.

—¿Y además del disco que proyectos tenés para este año?

— Hay una posibilidad de tocar en el festival de Montreux, en Suiza. La mano viene un poco por el lado de los Paralamas, que ya tienen grabado un disco en vivo allá. Con ellos grabé un tema para su último LP con Herbert Vianna en voz y viola y yo en el piano, un temazo "Esos, por ahora, son todos mis planes".

Por Mariano Gambino

lunes, octubre 27, 2008

Todavía hay mucho que hacer, García

Hay una canción mediocre y festiva que sin embargo canta siempre, como si fuera un himno personal. Se llama Funky, y en una grabación en vivo se le escucha decir la frase emblemática de su vida con un agregado irónico. Charly García canta allí: "Gozar es tan parecido al amor?y más barato". Durante años vino explicándonos, en público y sin que muchos lo entendieran, cuál era el sentido profundo de su derrotero. "Cuando sueño en el fin, cuando pienso en todo lo que di, cuando sueño el final, cuando sueño que todo va a acabar ?advierte-. Gozar, gozar es tan parecido al amor". Gozar es lo único que queda, "por eso no quiero parar, ya no tengo dudas". La religión del placer extremo para justificar una vida perecedera, sin utopías ni paraísos en el más allá, deviene de llevar hasta las últimas consecuencias el viejo apotegma de sexo, drogas y rock and roll.

Esa religión del goce frente al presunto puritanismo de la vida burguesa construye paradojas inquietantes entre los artistas: deteriora su obra y su arte, y los mete en el infierno. El camino del gozo absoluto lleva así al dolor absoluto. Una trampa mortal hecha de fuego. Empieza por el fuego sagrado, luego por el calorcito protector del arte, después por la flama pura y dura de las adicciones (a la fama, al alcohol, a la cocaína, al poder) y al final por las llamas devoradoras de un horno sin salida.

Los artistas de todos los tiempos lo son precisamente porque su nivel de sensibilidad suele ser superior a la de cualquier ser humano. A esa débil lámina de piel le entran todas las balas. Es por eso que muchos escritores, pintores y músicos han vivido atormentados, y también es por eso mismo que buscaron anestesias que los volvieron esclavos de ellas. Algunos fueron y volvieron. Otros se perdieron para siempre.

Salvo ocasionales y muy determinados procesos creativos de experimentación, rara vez un gran escritor o un compositor relevante escribió obras maestras bajo los efectos del alcohol y las drogas. El caso de Charly García es aterradoramente interesante. Como señala Oscar Conde, especialista en poéticas del rock, una temática cruza secretamente los versos del autor de "Viernes 3 AM": la soledad. El desamor y el vacío. La soledad. De esas y otras cosas se defendió García durante años con sus intoxicaciones y anestesias, sin poder parar. Y así como cada uno edifica las mentiras que le permiten vivir, así como Borges denostó el género de las novelas porque no podía escribirlas, García desdeñó cualquier intento de llevar una vida razonable y despreció los sonidos convencionales de la música actual. Hace diez años, cuando ya no podía salir del infierno, hizo apología de estar chamuscado: "Estaba en llamas cuando me acosté". Y luego buscó un sonido nuevo llamado "say no more" cuando ya no podía decir nada. ¿Se entiende? Como no podía decir nada, no había nada que decir. Y como no podía seguir en la vanguardia de las canciones, predicaba que las canciones debían ser borroneadas. Así como la pintura de los graffitis borroneaban sus paredes y objetos, los sonidos y contrasonidos borroneaban sus canciones últimas. Ya no había canción por el simple hecho de que no podía hacerla. Otros "discípulos" (Calamaro, Páez) habían tomado la posta y hacían con talento lo que él había inventado. Y García buscaba, para enmendarles la plana, algo nuevo sin conseguirlo, y legalizaba esa impotencia con discos, temas y recitales mediocres o impresentables. También convirtiéndose en un personaje mediático lleno de poder y patetismo. Un flaco desdentado y más solo que nadie, haciendo bardo por todos lados, cometiendo excesos y cristalizado en un espantapájaros triste con patente de Dios.

Trataron de defenderlo sus bienintencionados exegetas diciendo que García iba delante de todos y por eso se lo incomprendía ("la vanguardia es así"), que estaba haciendo arte con su propia vida y sobre su propio cuerpo, que había reinventado el under musical, y algunas otras mentiras piadosas que en lugar de ayudarlo le fueron festejando los errores. Por ejemplo, desafinar, pifiar en la ejecución de su arte, convertir sus recitales en un circo, maltratar a sus amigos y colaboradores, y decir sandeces impropias de su aguda inteligencia.

La verdad es que, salvo Kill my mother, el perpetuo niño prodigio de oído absoluto y formación clásica, el rock star supremo de nuestras pampas, brilló en la canción pero solo por su ausencia.

Digo todo esto desde el más profundo dolor. Podría cantar de memoria (Dios no permita semejante herejía) casi toda su obra. O por lo menos la obra magnífica que tenía antes de entrar en el túnel negro que empezó luego de "La hija de la lágrima". Creo que es el más dotado de los músicos que ha dado la música popular argentina contemporánea. Una antena singular para captar lo que ocurrió en esta sociedad a lo largo de los últimos treinta años. Bien lo dice Fito en su último disco: "Como nadie nos contó la Argentina, y un buen día la quemó. Su querida Alicia avisó un día que el juego se terminó. Pero sus astillas son las maravillas de su extraño corazón".

El otro día, de madrugada, escuché que un locutor adormecido contaba en la televisión que García había salido de la clínica donde lo curaban de sus adicciones, que seguía estrictamente el tratamiento ambulatorio, que había engordado varios kilos, que le habían reconstituido toda su dentadura y, sobre todo, que estaba armando un disco de piano solo. Vamos a recordar algo, por las dudas: García es el Chopin del rock nacional. También recordemos que Eric Clapton y Mick Jagger, sus compadres, fueron y volvieron del abismo, y siguen creando cosas magníficas.

Como dice su canción, "no existe una escuela que enseñe a vivir". Pero existen vidas que ensañan a no morir de muerte matada y prematura. Charly, cuando toques yo voy a estar ahí. De verdad. Como aquella vez cuando rasguñando una acústica te oí decir en vivo: "Yo canto para usted, el que atrasa los relojes, el que ya jamás podrá cambiar, y no se da cuenta nunca que su casa se derrumba".

La casa se sigue derrumbando, García. Vamos, todavía hay mucho que hacer.

Por Jorge Fernández Díaz

Fuente: La Nacion

jueves, octubre 23, 2008

FELICES 57!

Charly García festejó su cumpleaños con empanadas tucumanas y agua mineral
El músico se emocionó hasta las lágrimas al recibir la sorpresiva visita de ex compañeros de bandas. Luego del asado y la torta de chocolate, llegó la hora del rock. Deslumbró con sus ocurrencias.
CON SU PRIMER AMOR. A dos días de haber dejado la clínica, Charly celebró empapado de música. TELAM

BUENOS AIRES.- Con un suculento asado, una torta de chocolate con dulce de leche y mucho rock, Charly García festejó hoy sus 57 años y se emocionó hasta las lágrimas al recibir la sorpresiva visita de algunos ex integrantes de sus bandas.

A sólo dos días de ser externado de la clínica neuropsiquiátrica Avril para continuar con su tratamiento contra las drogas en una estancia de Ramón "Palito" Ortega, el cantante vivió una de sus jornadas más felices de los últimos meses junto a su círculo más íntimo. Con especial autorización del juzgado a cargo de María Rosa Bosio, se permitió que ingresen al campo ex compañeros, con quienes no se veía desde hace meses. Entre ello, estuvieron el baterista Fernando Samalea, el bajista y tecladista Fabián Von Quintiero y el guitarrista rosarino Fernando Kabusacki.

"Zorrito" Quintiero y Samalea no llegaron a pie al campo de Luján: lo hicieron en una camioneta cargada de equipos e instrumentos musicales, por lo que luego del asado y el soplado de velitas, llegó la hora del rock. Así, después de varios meses, Charly volvió a tocar con músicos a su alrededor, una de las actividades que más placer le provocan y para la que muestra un talento innato como líder.

Canciones de Los Beatles y de los Rolling Stones se alternaron con viejas joyas de García y del rock argentino, y con interminables "zapadas" e improvisaciones. Pese al tiempo que llevaba sin tocar, García se mostró en excelente forma y deslumbró con algunas genialidades que llevaron su inconfundible sello. El dueño de casa y León Gieco también se sumaron al improvisado show y todos se alternaron a la hora de cantar.

Al festejo no pudieron asistir Nito Mestre y Pedro Aznar, dos de las personas autorizadas por la Justicia para visitar a Charly, pero sí lo hicieron su ex manager Fernando Szereszevsky y su cuñada Inés Raimondo. Mestre se encuentra en el exterior -aunque ya avisó que ni bien retorne al país se acercará a la estancia de "Palito"- mientras que Aznar debía cumplir con un compromiso en el interior, por lo que estuvo ayer con su amigo.

Alejado de los excesos
Para el festejo, "Palito", quien ofició de anfitrión, hizo preparar empanadas tucumanas y un completo asado, en el que Charly puso especial atención en las mollejas. Debido al estricto tratamiento que sigue el músico para vencer sus adicciones, no hubo ninguna bebida alcohólica, por lo que todos los brindis fueron con gaseosas y agua mineral.

En el caso del homenajeado, se inclinó por Coca Cola, su bebida favorita. Tras el almuerzo, compartió con sus allegados una torta de chocolate y dulce de leche que le llevó su cuñada y abogada. Como en todo cumpleaños, no faltaron los regalos. Abundaron los libros -Charly se convirtió en un ávido lector- y la música; en este último rubro se destacó un material discográfico que le envió Zoca, su ex mujer, radicada en Alemania.

La fiesta de cumpleaños, muy alejada de los excesos que García solía protagonizar en el pasado, se prolongó durante varias horas y, en su transcurso, Charly recibió mensajes y regalos que sus fans le acercaron hasta la clínica Avril. (NA)

Fuente: La Gaceta

Top 10 Charly García


Con motivo de su cumpleaños número 57, una decena de canciones que transitan por toda la historia musical del hombre del bigote bicolor.

El 23 de octubre de 1951 llegaba al mundo Carlos Alberto García Moreno. Cincuenta y siete años después, Charly García es una de las grandes estrellas que posee el rock argentino. Amado, discutido, genial, polémico, siempre hay algo para decir sobre Charly. Y en este caso, sólo dos palabras, antes de pasar a otro incompleto Top Ten sobre su obra y a pedirles que sugieran ustedes sus favoritas personales: ¡Feliz cumpleaños!

"Cuando me empiece a quedar solo" – Sui Generis
Entre tantos temazos clásicos del dúo que García encarnó con Nito Mestre, este fue el que quizás mejor reflejó los últimos tiempos del músico, tal como se puede leer en esta excelente nota aparecida en el número del 10° aniversario de Rolling Stone.

"Hipercandombe" – La Máquina de Hacer Pájaros
Junto con el segundo disco de Almendra y "Una casa con diez pinos" de Manal, esta es, quizás, la canción que mejor refleja el ideal hippie de la huida de la ciudad hacia el campo: "Dejenme en paz, no quiero más, no hay esperanza en la ciudad. Mi amada está lejos de acá, en un país hipernatural". Incluida en Películas (1977).

"Viernes 3 AM" – Serú Girán
Para muchos, el mejor tema dentro de la basta trayectoria de García. La perfecta descripción de la depresión de "un sábado azul y un domingo sin tristezas" que termina con un suicidio y la genial frase "Siempre igual, los que no quieren más, se van…".

"Yo no quiero volverme tan loco" – Yendo de la cama al living
Originalmente llamado "Pena en tu corazón" y estrenado por Serú Girán, el tema fue a parar al debut solista de García. Canta como invitado León Gieco, escondido tras un seudónimo por motivos contractuales.

"No soy un extraño" – Clics Modernos
La descripción de una ciudad cosmopolita vista con ojos y música de tango. Desde Clics Modernos (para muchos, el mejor álbum de Charly, una placa que lo encontraba en un nivel superlativo), uno de los temas que más sobresale.

"Cerca de la revolución" – Piano Bar
Piano Bar es otra cumbre dentro de la carrera de García. Y "Cerca…" fue el tema que mejor envejeció: aún hoy es un infaltable en sus recitales, muchas veces como tema de apertura.

"Hablando a tu corazón" – Tango
Un mini disco grabado junto a Pedro Aznar en Nueva York le dio a Charly tres canciones inoxidables, que siguen sonando como si hubiesen sido registradas la semana pasada: "Pasajera en trance", "Angeles y predicadores" y "Hablando…", esta última con un colchón de teclados como melodía sencillamente irresistible.

"No voy en tren" – Parte de la religión
El corte de difusión de Parte de la religión es un inescapable dentro de la carrera de Charly. Una de sus tantas canciones ciento por ciento autorreferenciales y autobiográficas, estrenada en el Festival de La Falda con la frase "Quiero morir en Hollywood".

"Alguien en el mundo piensa en mí" – Say No More
Otro ejercicio de autorreferencia, pero más explícito, desde el disco bisagra de la trayectoria de Charly. "Yo se que soy inbancable, yo se que te hice reir. Yo se soy insoportable, pero alguien en el mundo piensa en mí".

"Tu vicio" – Influencia
El regreso del García más pop, el que más gusta y más nos conviene, y el más incorrecto a la vez: "Y cuando estés masturbando a la nena en un hotel de Pinamar, no te hagas problema, no vale la pena, alguien en el mundo nunca te va a dejar".

Fuente: Rolling Stone

Charly García: cuando me empiece a quedar solo


Los ojos muy lejos y un cigarrillo en la boca… El símbolo máximo del rock local tiene un gran disco terminado que no puede editar, le cortaron el teléfono por falta de pago, no quiere salir de su casa, está peleado con su hijo, pero se confiesa dispuesto a dar batalla contra la mediocridad y el negocio del rock nacional: “Dream is over”, dispara desde su cama. Vida, pequeñas anécdotas sobre las instituciones y el aguante de un hombre que vive en estado musical permanente.

Yo soy un genio, no tengo por qué vivir en una cama, dice Charly García y la palabra “cama” es una escupida que queda suspendida como espuma de pura rabia en el agujero sin dientes que le dejó en la boca la infame paliza propinada por los patovicas de La Trastienda en diciembre del año pasado. Está muy enojado, y encima desde enfrente, por la ventana, entran las ondas de una antena de radio que, me cuenta, emite pura maldad. Total interferencia.

La mujer maniqui contra la pared es roja y tiene un agujero en el pecho. Charly está sobre la cama y no se mueve de ahí porque tiene todo lo que necesita al alcance de la mano; Charly no va de la cama a ninguna parte, ni siquiera al living, que aparece inmaculado y limpio en comparación con el caos de su cuarto-cueva. Sobre la cama muchos CDs –la mayoría en blanco, sin clasificar, mezclados y manoseados–, dos botellas de whisky a medio tomar, papel blanco para dibujar, cigarrillos, la belleza de Mecha, su novia modelo, ceniza y restos de cigarrillos, papel para armar, y los masters de Kill Gil, el disco que no puede salir y que escucha obsesivamente en un equipo anticuado y reciclado a lo García, negro y rojo, con todos los circuitos al aire.

“Está todo mal”, dice y mira indignado, con el dedo medio en un fuck you que sería tierno o desafiante si viniera de un adolescente, pero la sensación es más compleja porque se trata de un hombre de 55 años que desborda talento y furia, mientras se balancea de atrás para adelante sobre esa cama inquietante. El que lo visita tiene que sentarse frente a la cama, y puede elegir entre una silla de plástico desvencijada o una banqueta de baterista. También (claro, si Charly lo permite), el visitante podría sentarse sobre esa cama tan inmóvil, pero el colchón está vencido y sólo soporta el magro peso de su dueño. Además, no hay lugar para ubicarse entre los montones de diarios apilados. Y la forma en que Charly pone al mango su nuevo disco para evitar charlar cuando no tiene ganas de charlar también es expulsiva. La cama hace recordar a aquella radio a todo volumen. Sólo que ahora la prisión es suya, y la música no es apacible. García grita sobre su propia canción, “No importa”, que abre Kill Gil, pop pesado que suena brutal. Hace cuernos con los dedos, mira a los ojos y escupe: “No importa si te querés ir/ No importa si estás/ No importa si querés venir/ No importa si vas/ No importa la revolución/ No importa Chopin”.

Esa letra es una trampa, porque a Charly le importan muchas cosas y se hace una mala sangre espantosa por cantidad de cuestiones, desde la carrera musical de su hijo Migue hasta la mediocridad –o más bien nulidad, en su opinión– del rock argentino, pasando por, obviamente, la imposibilidad de lanzar Kill Gil, la estupidez irreparable de la gente y el hecho desconcertante de que está quebrado, de que no tiene plata.

Hoy mismo, a diez años de la tapa fundacional de esta revista, es difícil dar con él: tiene el teléfono cortado por falta de pago –al menos así fue durante las dos semanas en que se hizo esta entrevista–, y sus contactos con el afuera son muy escasos: para hablar con Charly hay que llamar al celular de su empleada, y a veces al de su prima (eso depende de cómo esté la relación entre ellos, que es algo explosiva). También se puede llamar al celular de la hermosa Mecha, la morocha de piernas largas y ojos gatunos que lo acompaña, pero no es tan fácil: en nuestro primer encuentro, Mecha no podía encontrar las llaves entre la acumulación de cosas y basura de la habitación de Charly, así que bajó sólo para avisar que no se podía entrar –ni salir– hasta que volviera la prima Adriana con su propio juego de llaves.

–¿Y podés llamarla por teléfono, tiene celular?

Le tocamos el timbre al encargado. Atiende su esposa. Cuando escucha que vienen a ver al señor Charly García dice, con un malhumor espantoso, que el encargado está durmiendo y buenas noches. Mecha confirma que tienen una mala onda atroz.

–Compremos una tarjeta para tu celular, dale.
–Dame un rato más a ver si encuentro las llaves. Ya vengo.

Aparecen, finalmente. No es nada raro ni escandaloso que uno no pueda encontrar sus llaves, claro; pero la sensación de extrañeza flota cuando los signos de aislamiento se acumulan y la obsesión de Charly por la prisión, por el encierro, empieza a cobrar una forma que espanta.

Al departamento de Santa Fe y Coronel Díaz se entra por la puerta de servicio, que hay que abrir a los empujones; la principal está cancelada porque se perdió la llave –y nadie la reemplaza– y además está rota de alguna forma que la inutiliza; aunque seguro es fácil repararla, el problema es quién podría hacerlo, porque a Charly qué le importa. Para amantes de las metáforas eficaces: la puerta principal no se puede abrir, la de servicio

no se puede cerrar. En la heladera, hay Coca-Cola y Fanta para su vodka. Comida no, al menos a la vista. El televisor está roto, decorado a lo García también, en el medio del living, con el tubo agujereado. Ya no es eléctrica compañía sino un cacharro pintado. El único sillón perdió tanta goma espuma que ya es casi un banco de plaza. Es posible que Charly García sea la única estrella de rock que vive así, en una intemperie cotidiana de la que reniega a gritos, aunque de a ratos insiste con su idea fuerza, el combustible para este caos que él mismo motoriza: que la música no está para hacer plata. De todas las profecías sobre su mediana edad escritas cuando era joven, la más errada es aquella de “una vejez sin temores y una vida reposada”. A veces da la impresión de que Charly vive exclusivamente de música; no sólo para la música, eso está clarísimo hace mucho, sino que la música es su alimento, su materia vital. Alguna vez dijo que la música existe en este planeta porque hay aire: el universo es todo silencio.

Hace diez años, cuando grababa El aguante en Miami, la situación era muy distinta. Fines del uno a uno y alojamiento en el espectacular Delano; allí lo visitó Sergio Marchi para escribir la primera tapa de Rolling Stone: Charly grababa en los estudios Criteria y tomaba margaritas. María Gabriela Epumer estaba viva, Charly todavía no había visitado a Carlos Menem en Olivos, y el experimento impresionista de Say No More aún parecía una etapa, no el camino decisivo, complicado y coherente que es hoy.

“Miro al arco y esquivo patadas como Diego en el gol a los ingleses”, dice Charly, y concede que capaz Maradona es más genio que él, aunque los dos serían, claramente, los únicos genios de la Argentina. “Y si Diego quisiera ser músico lo sería, y sería genial, porque cuando uno es genio, es genio para todo.” Y retoma. “Yo no me puedo hacer cargo. Los únicos que nunca me cagaron fueron las putas, la policía y los fans. Todos los demás me cagaron. Quiero que el país me arregle esto, que alguien me lo arregle. Yo no puedo.” Charly quiere tratamiento especial, y cree que lo merece. ¿Es una demanda descabellada? ¿Por qué habría que hacerse cargo de Charly García? ¿Porque es un genio?

¿Porque es parte del imaginario nacional? Argentina no se caracteriza por cuidar de su patrimonio. Más bien podría decirse que es un país con una personalidad bastante autodestructiva, y en eso también, fatalmente, dos de sus máximos ídolos, Maradona y Charly, se ven en el espeluznante destino de reproducir la neurosis nacional.

Esto a lo que se refiere Charly con un gesto amplio de sus manos como garras, esto, lo que hay que arreglar, no es una sola cosa. Pero es, básicamente, una decadencia económica que a Charly se le antoja escandalosa. El le dio forma a la cultura popular de este país, sostiene. No es posible que lo hayan (hayamos) abandonado. “La gente es de determinada manera por mí. Sin mí existirían, pero serían diferentes. ¿Estamos? Bueno. Bueno. Entonces, no quiero el Oscar en vida.” Después contará, caóticamente, algunas de las causas de su crisis económica: Daniel Grinbank lo habría estafado con un contrato en la era Serú Giran. “Es Satanás”, define y no es abrupto. Son rencores que se remontan a los inicios del rock nacional como negocio, pero que Charly mismo pintó con aerosol aún fresco en sus paredes: cuenta que lo hizo firmar un papel en blanco donde cedía todos sus derechos, que después compró por apenas 300 mil pesos de aquella época el empresario Pelo Aprile. También su propia madre sería parte de una conspiración que le quitó plata cuando estuvo internado en un instituto psiquiátrico; y finalmente tiene embargado el dinero de SADAIC por juicios que le hicieron músicos –él sólo nombra a Rinaldo Rafanelli, pero otras fuentes hablan de varios más– a quienes no les habría pagado un dinero que supuestamente les correspondería. Debe existir el vericueto legal para que García pueda cobrar el dinero que le corresponde mientras se resuelven las demandas, pero

¿lo consultó con algún abogado? De a ratos dice que sí, que va a iniciar alguna acción. Pero se enoja otra vez. Porque él es un artista, él no puede estar ocupándose de estas cosas. Tiene razón: la mayoría de las estrellas de su estatura, la mayoría de los artistas que crean y viven en el caos necesitan la ayuda de alguna cabeza fría. Ya lo dijo en su entrevista de RS 1: “Yo soy lo que hago y son las mismas canciones las que te arrastran a esos estados emocionales jodidos para el que no puede bancarse un estado emocional así. Entonces, la gente jode y pretende que vayas al banco a las nueve de la mañana después de haber grabado toda la noche, y una serie de pelotudeces así”. Hoy, Charly está solo. Es difícil puntualizar cómo se fue desarrollando la pérdida del entorno, pero averiguando entre gente del mundo de la música, la explicación, que viene acompañada de un encogimiento de hombros, es casi siempre la misma: “Se peleó con todo el mundo”. Casi. Había fans que llevaban aquel brazalete que diseñó hace unos años, él los llamaba Los Aliados. Antes solían quedarse en la puerta de su casa. Ahora no aparecen tanto. Puede ser una desaparición circunstancial, y muchas veces se subestima la importancia de García para los artistas más interesantes de las nuevas generaciones: Irupé Tarragó Ros era una de las portadoras del brazalete; Celeste Cid fue la musa de “Asesíname”; Albertina Carri eligió la canción “Influencia” para cerrar Los Rubios, su documental sobre la desaparición de sus padres y la construcción de su propia identidad. Palito Ortega, que canta con Charly en Kill Gil (la épica “Corazón de hormigón”) y que prestó el estudio de grabación, decía: “Lo que necesita es un manager con «M» mayúscula”. No lo tiene. “Mi último manager está preso en España”, cuenta Charly. “Y hace poco me estaba ayudando Gaby Alvarez, que no va a salir por un rato largo.” Con su hijo Migue, que lo ayudaba con las finanzas, las relaciones están cortadas. Charly se ríe espasmódicamente, con algo que sólo puede definirse como pícara amargura. “The dream is over”, repite, y vuelve a arremeter furioso: “Yo soy lo más y todo lo demás no existe. Quiero que publiquen eso, pero no dicho por mí, sino porque lo piensan. ¿O son sordos? ¿Catupecu Machu es música? ¿Babasónicos es música? ¿Los Piojos? ¿Airbag? ¿Cómo puede ser que ellos graben discos y a mí me rechacen Kill Gil? Un grupo de tarados que no sabe cómo afinar una guitarra, es ruido, hay una diferencia con lo que yo hago”. Lo dice a los gritos. “Anotá: «Dream is over». Anotá. ¿Por qué los críticos ponen que esos grupos son buenos? ¿No entienden nada? ¿Es todo negocio, es para vender revistas?”
– A lo mejor les gustan esas bandas. A lo mejor escriben de buena fe, ¿no se te ocurrió?
–Entonces que se vayan a la mierda. Morirán siendo argentinos, mediocres. El rock se volvió una cagada. Se terminó todo.

El Kill Gil que se filtró a fines de 2006 por Internet es parecido al que tiene Charly García en su casa, pero no es tan bueno. Nunca dejó de trabajar en el disco, con esa técnica de sobregrabaciones, collage, loops, superposiciones, para quebrar “la manera cuadrada de hacer discos”, y suena cada vez mejor, más completo, con canciones que están a la altura de los mejores momentos de su carrera, especialmente una llamada “Pastillas”, que es tristísima, estaría dedicada “al hijo” y es “lo contrario a «Plegaria para un niño dormido». “¿Viste que los padres les cantan y les escriben a los chicos para que se duerman? ¡Yo quiero que se despierten!”. “Te doy este auricular y un disco para mirar/ Y una receta más para que salgas a pasear/ La gente que nunca duerme es más real/ No sé si la luna te hace reconciliar/ Te voy a dar un colchón con ruedas y un planeador para que puedas ver toda tu vida desde acá/ No sé por qué estás durmiendo a esta hora ya/ Mentiras y un hogar que no es mi hogar.”

En estos años, Charly vio crecer como músico a Migue, que primero formó parte de A-Tirador Láser y después editó su primer disco, Quieto o disparo. Justo después de ese lanzamiento empezó la gran batalla. Doméstica, familiar, discográfica, musical, ética. Charly tiene un contrato con el sello EMI por tres discos. En 2002 entregó Influencia, en 2003 Rock and roll yo. En el medio, el sello contrató a Migue. “Ni siquiera tuvieron la deferencia de decirme que habían firmado con Miguelito. Era una cuestión de cortesía, de educación.” De ahí en más, escalada y confusión: Charly presiona para que su hijo no toque en el Gesell Rock, lo consigue, y da su propio concierto de cuarenta minutos con dos horas de retraso. Kill Gil aparece online y algunos fans creen que lo colgó Migue, en una evidente puñalada por la espalda; Migue y Charly se pelean violentamente, con cuchillos, y el padre se va de la esquina de Santa Fe y Coronel Díaz al hotel Bauen (de donde lo echan), al Hotel Faena y finalmente a una clínica, donde le hacen un chequeo. Todo con apenas una bolsa como equipaje. Ahora al menos se toleran en el mismo inmueble. Se dice que Charly quiso vender el departamento donde vive Migue, dos pisos debajo del suyo, para tratar de paliar su crisis. El padre no habla de eso. Pero sí contesta qué le molestó tanto de Migue-músico.
–Yo seré un loco pero, como ya dije antes, creo que la música no es para hacer plata. Gran parte de la gente joven que hace música ahora lo hace exclusivamente por la plata. Y eso me sublevó de Miguel: que no haya entendido el chiste. No nació de un repollo, digamos. Con los viejos está todo bien y con los pendejos también, el problema son los del medio. Una vez le dije: “Si hacemos el mejor disco del mundo, ¿te copás, aunque no venda nada?”. Me dijo que no, y le dije: “Sos un pelotudo”. Primero, porque el mejor disco del mundo no puede no venderse. Y segundo porque si no tenés ningún ideal, ¿qué música puede salir? Antes se trataba de tener algo para decir, de una búsqueda, no de contar cómo conociste a una minita una tarde de lluvia y la querés mucho y son novios. Eso es todo para ellos. Es increíble. Se fue todo al carajo. Ni hace falta saber música, aunque estaría bueno que sepan música, pero en fin... Con idealismo, aunque sepas tres tonos, eso es rock.
– ¿Por qué creés que hay tanto conformismo?
–Lo que voy a decir ahora puede parecer fascismo, pero no lo es, nada que ver. La situación de que haya un enemigo claro, y que te tengas que jugar por algo, hace la hamburguesa de la canción. El arte era mejor cuando estaban los militares. Yo a Videla le dije en la jeta: «A vos no te gusta la música que yo hago, pero a tu hija sí». Yo a ese tipo le gané, ahora no puede salir y está encerrado bancándose la cara de orto de su mujer. ¿Y para qué le gané? También para que el rock argentino sea mejor, para que creciera. No sirvió para nada.
– Hay enemigos, sin embargo.
–Sí, pero diseminados. El enemigo está en los celulares, está en la gente, ahora todos son botones. Y lo global es el enemigo. Lo que es global no sirve para un carajo. El castellano neutro es una mierda. Lo neutro es una mierda. Aquel clisé que dice “pintá tu aldea” terminó siendo cierto.

El primer encuentro con Charly se extiende después de la medianoche, y él se la pasa dibujando mientras escucha su disco. Con una lapicera hace cinco estrellas y firma “Yoko Ono”, porque ella le dijo que Kill Gil merecía ese puntaje. Dibuja pentagramas, rompe un extraño libro de fotos de presidentes argentinos que parece una publicidad oficial –y que él intervino con collage y consignas– y lee un cuento –enviado por un fan– que él protagoniza como Satanás y que le gusta mucho. Es preferible que dibuje, porque parece tranquilizarse: por teléfono, antes del encuentro, jugueteó con la idea de dedicarse a la pintura y dejar la música. Es preferible que dibuje, porque así discute menos. Esa noche a mediados de marzo, Charly tenía ganas de pura autoindulgencia. Ganas de no estar de acuerdo jamás y tomar examen permanente.
–¿Sabés quién es Pete Townshend?
–Sí.
–Ah, bueno. Porque ahora nadie sabe nada. Saben de Shakira, de Juanes, de esos colombianos sin apellido, pero de artistas y músicos de verdad, nada. ¿Sabés inglés vos?
– Sí.
–¿Sabés qué dice Andrew Loog Oldham del riff de “Break It Up” [una canción de Kill Gil] ?
– ¿Qué dice?
–Que es el mejor que escuchó después de “Satisfaction”. Anotá eso. Poné eso.

El buen humor dura poco. Sigue rabioso y ahora escupe sobre discos de Pink Floyd. Trabaja duro para portarse como un ser odioso con caprichos de hijo único: a veces dan ganas de pegarle cuatro gritos. No es que surtan efecto alguno. Charly pelea: es mejor que estarse quieto, es mejor que ser un vigilante. Se pone peor cuando recuerda lo que pasó en La Trastienda. Resulta que tocó bastante, y después se bajó del escenario; al rato, quiso volver y amagó con un show de 24 horas, o por lo menos de tiempo indeterminado. Las versiones a partir de acá son varias, pero lo que es seguro es que al menos alguien le dio un trompazo de lleno a García. Hay algo que a Charly le duele más que las piñas de esa noche, incluso más que el portazo que le dieron en la cara al día siguiente, cuando se presentó para continuar con el ciclo de shows que, de forma sugestiva, se llamaba “Olvidate del rock nacional”. Le duele que sus pares y los medios y mucha gente hayan salido a señalarlo, a “preocuparse”, en vez de solidarizarse. “Me pegan por querer tocar hasta cuando se me cante. Me pegan por romper guitarras. ¿No vieron MTV? Después me pusieron un guardaespaldas cuando fui a ver a Björk para que no armara quilombo. Igual fui al backstage y le dije a la islandesa que ella no me llegaba ni a los talones. Me miraba, no entendía nada. Son una hijos de puta: a Luis Alberto [Spinetta] no lo dejaron pasar porque no tenía entrada.”

Charly no acepta mostrarse domesticado en nada. Sus pares son el Jimi Hendrix que incendió su guitarra, el Keith Richards que casi va preso de por vida en Canadá por tráfico de heroína, el Prince que reemplaza su nombre por un signo y se pelea con las discográficas escribiendo “esclavo” en su frente, el John Lennon que asegura que los Beatles son más famosos que Jesús. Ese fuego permanentemente avivado es rock, dice Charly, y tiene razón. “Hay gente que se cae de una silla y se mata. Yo me tiré de un piso nueve”, y sonríe, y lo que parece estar diciendo es que él no sigue aquella máxima atribuida a Gustave Flaubert que dice algo así como que uno debe ser ordenado y aburrido en la vida personal –un burgués– para ser revolucionario en su arte. García vive en la incomodidad, el límite y el riesgo, y produce desde ahí. No es un lugar tranquilizador, no es artista tranquilizador, y él no está para nada tranquilo.

“¡Anota!”, grita Charly y señala con el dedo el cuaderno. Se balancea sobre la cama y proclama su decálogo nuevo.

1. La entrada es gratis, la salida vemos.
2. La vanguardia es así.
3. Mi capricho es ley.
4. Lo único que se les pide es obediencia y amor.
5. Si cobro más barato, me encuentro con gente que conozco.
6. De todo genio nace un cretino (Adolf Hitler).
7. Say No More no escucha, emite.
8. Y si no te gusta, te podés matar.
9. Esto es la medida musical contra la cual se compara el resto de la música llamada rock pop hip-hop house Pettinato Leo García Mimi Maura y Björk.
10. Maradona.
11. (Bonus) Los de Palermo Hollywood se visten como plomos de Oasis.

Se lo ve muy satisfecho con su decálogo una vez que termina de dictarlo. ¿Y se lo ve bien, a él? De a ratos. Esa primera noche, que es cuando dicta el decálogo en un raro intervalo sin música a todo volumen, ciertamente no. Pero en el segundo encuentro, después de varias horas de sueño y a la luz del día, tomando vodka con Fanta, está mucho más tranquilo, y muy inteligente, y muy amable, aunque desconcertado por el cambio de paradigma que le resulta incomprensible. Esta nueva era “con esa Internet y esos MP3 que tienen ustedes”. Charly no tiene computadora en su casa, ni dirección de email. No la enuncia claramente, pero también está emprendiendo una cruzada antidigital, y se solidariza con los fotógrafos que, como él, ven el avance de los aficionados con sus camaritas, esos que creen que es arte sacarles fotos a sus propios dedos gordos del pie. Ese segundo día, con la habitación despejada, la luz del sol en el cuarto y los diarios de Kurt Cobain sobre la cama, también derrocha generosidad hablando de música con ingenio y amor, con un conocimiento

que aún hoy sorprende y encandila: “ Kill Gil está todo afinado en La, recorre todo el disco. La es el metro, es casi la norma. Afinar antes era fácil: levantabas el tubo y listo, porque La es la nota del tono del teléfono. Mejor dicho, era. Ahora cagaron eso también: hasta el teléfono desafinaron. El Si bemol es la nota del pánico, de la alarma, todas las sirenas están en Si bemol. Es la clave del metal. Do es un gordo de Mar del Plata. Re es la nota romántica. Mi es la delincuencia, es la nota del rock, es filosa y puntiaguda. Fa es la más blanda, tan blanda que podría ser Fa séptima... es la bossa nova. Sol es femenina, es el folk, Joni Mitchell. La es la directora de escuela, flaca, recta, y Si es George Sand, la mujer de Chopin, una lesbiana flaca que mata a su marido talentoso”.
– Hay muchas mujeres que quieren ser enfermeras, ¿no?
–¡Ja! ¡Todas! Mi terapeuta Ken me contó de un tipo que siempre estaba enfermo y no sabía por qué. Le hicieron estudios, y era porque le hacía mal la carne. ¿Y qué le daba la mujer de comer todos los días? ¡Carne! Las peores son las actrices, igual.
– ¿Por qué?
–Porque nunca se bajan del escenario. Bueno, algunas sí, pero la mayoría tardan. Son ficción en la vida real. ¿Siguen con actrices esos?
– ¿Quiénes?
–Todos los rockeros. [Y enumera: Calamaro, Mollo, Fito, Iván Noble…] No la entienden, ¡es con modelos! ¡Hay que estar con modelos! Con actrices no existe. Además, no les mejoraron mucho la música esas actrices, ¿no?

Hoy, en esta tarde calurosa, Charly no está peleador. Y tiene los brazos cubiertos de cortes, muchos y bastante profundos, aunque ninguno es una herida alarmante: se los ve muy claramente a la luz del día, en el cuarto limpio y aireado. Heridas que vienen, sospechas que van, desarma y sangra. “Es mi vicio cortarme”, explica, y cuenta que se lastima con un cúter, el mismo que usa para sus collages y sus varias labores de diseño, como el cuadro de él con Menem y el de los Rolling Stones con Menem que cuelga sobre su cabeza y sobre el que escribió “Prostitution”.

¿Fue prostitución tocar para Menem en Olivos, o qué fue? Ese encuentro hizo que muchos le bajaran el pulgar, incluso gente que lo amaba (casi) incondicionalmente. Hay fans que dicen no ser capaces de perdonarlo. “Cuando yo fui a Olivos fue lo más. El es fan mío. Yo fui a tocar para él. Quería ver si era humano. Y era. Le saltó una lágrima con «Los dinosaurios» y la tengo filmada. Fue un delirio. Mucho más divertido que ahora con los Kirchner. Sé que los músicos van a tocar a la Rosada, es un embole. Lo vi a Kirchner diciendo «nosotros». ¿¡Qué nosotros!? ¡Yo!” Para Charly, un presidente es aquel que se acerca a los artistas importantes de su pueblo, los respeta y los pone en su lugar. Aquel que elige al mejor de los artistas, y lo distingue. Menem hizo eso por él. Charly puede ser pueril y egoísta, a veces. Y no cede su estatus de estrella que está más allá de politiquerías. El merece ser recibido por el presidente, él anda en limusina, él es Say No More; el que no escucha, el que emite. No hay más que discutir.

No quiere hablar mucho de Menem, igual. Insiste en sacarse fotos con los cortes de los brazos. Heridas que lo llevan a la sangre, y entonces cuenta su internación en Austin, Texas en marzo de 2007. Está relatada en el libro Say No More de Sergio Marchi –en su versión actualizada–, pero Charly tiene su propia forma de narración que es puro surrealismo mágico. Escuchen… Llegó a Texas en silla de ruedas, cuenta, para ir a un recital de Pete Townshend invitado por Andrew Loog Oldham. Era un raro show del ex Who, y Charly no dudó en tomarse el avión. Algo pasó en el concierto, según Andrew, cuando Townshend canto “Let My Love Open the Door”, algo que impactó emocionalmente a Charly hasta demolerlo. “Yo me acuerdo que me pasé como ocho días en un hotel tomando whisky y fumando faso. Rompí todo en el hotel, reviví Tommy. Ya me había pasado de chico: para mí Tommy era real, era mi vida. Después me quise ir, quise volver a Argentina, y en el aeropuerto me preguntaron qué mes era, y les dije cualquiera. Si era marzo les dije junio, algo así. Entonces me ofrecieron internarme. Me trataron muy bien. Nada que ver con cómo me tratan acá. ¡Nada que ver! Me preguntaron si quería cambiarme la sangre, algo loco, que yo había leído de los Stones, en las revistas. ¡Sí!, les dije y fui adonde me proponían.” En la clínica, que él recuerda como una suerte de cámara futurista, blanca y brillante, lo trataron como correspondía a su fragilidad, hasta le pusieron un brazalete que prohibía darle cualquier tipo de drogas, una protección de alérgico, una garantía de distancia, una realización del no toquen, no quiero que me toquen. “Me daban flanes violetas. No sé de dónde los sacaban. Era todo así, de otro planeta. Me cambiaron la sangre: de un lado del tubo salía mía, espesa, y del otro entraba un elixir. Era sangre de vírgenes del Amazonas, un líquido cristalino. Es un programa de desintoxicación con toda la tecnología más de lo más en Houston, que es para poca gente, no lo conoce todo el mundo. Pero cuando volví acá, que estaba perfecto, no me querían creer.”
– ¿Qué no te querían creer?
–Que estuve ahí. Que me cuidaron. Yo venía tan limpito que, cuando volví, me dieron unas pastillas y las tomé, acostumbrado al trato delicado que me venían dando. ¡Y eran unas pastillas súper densas! Igual: nunca me creen.

Charly mira por la ventana, y después desliza los dedos-garras por el teclado que tiene sobre las piernas de faquir, bajo su cuerpo de aguja. Sabe que su mente es un tapiz. Y se explica. “Pasa que hay un porcentaje de verdad y de mentira en lo que cuento. Y ni yo sé la diferencia.”

“¡Anota!” es la orden otra vez, y si no soy rápida, Charly me arranca el cuaderno de las manos y él mismo escribe lo que quiere. “Charly es lo más, lo demás no existe”, por ejemplo. Ahora quiere dictar, sin embargo. “Esto es lo que dijo Ken Lawton, el terapeuta que vi en Bath: «Virtudes: memoria excelente, buena persona, no quiere cambiar. Defectos: a veces se olvida el cepillo de dientes».”

No quiere cambiar. Acaso porque, como a Tommy, lo quisieron cambiar demasiado. “Mi mamá me pegaba las orejas con cinta scotch porque decía que las tenía separadas. Todo ortopedia.” Odia a su madre, lo dice. Extraña a su papá, que se murió hace mucho. Tiene una foto muy grande con él, Charly es chiquito y hermoso, el padre sonríe. “Parecés muy contento ahí”, y él, casi emocionado: “Y cómo no iba a estar contento, con este hombre”. El padre lo dejaba ser, o al menos ése es su recuerdo idealizado. Y así lo canta en “Kill Gil-Transformación”, una canción que termina a lo Andrew Lloyd Webber, puro Evita, tan emocionante, donde se explica: “No digas que estoy mal, yo la estoy pasando bien, yo sé por qué/ No insistan en ponerme cerraduras/ Soy libre y no pienso desistir/ Cuando quiero salir, no me importa morir/ No tengo fin”. El artista que hace rato parece terminal, extrema la lógica de sus letras. ¿O son sus letras las que extreman la lógica de su vida emocional, como él dice desde hace diez años? Como sea, todos los que quieren ayudarlo o se acercan a él, terminan expulsados o abandonan, se llamen hijo o manager. O quizá son rechazados por la propia intensidad de la situación: es difícil estar cerca de una bola de fuego que se alimenta de música y estado de arte permanente. Ese también es el constant concept y Charly, como los verdaderos e importantes artistas de vanguardia de todos los tiempos, le pone el cuerpo de forma literal.

Si los discos de Charly García son geniales o no –o siquiera buenos–, si sus shows excéntricos (sólo con auriculares con la música por FM, como en la presentación de Kill Gil en el Faena) valen la pena o ya no tiene mayor sentido ser espectador de sus caprichos, todo es debatible. Pero su presencia marca un signo de los tiempos con dolorosa precisión. La democratización de la tecnología tuvo una consecuencia que quiebra el paradigma que hasta hace poco constituía la industria cultural: democratizó la posibilidad de expresión. Cualquiera puede grabar un disco, sacar una foto, escribir un cuento, subirlo a Internet, llamarse artista. Este momento es la bisagra, caminamos sobre hielo frágil: lo cierto es que todos estamos buscando desesperadamente una instancia de legitimación. Hasta él, que definió a una generación con Sui Generis, el que conjuró a la Argentina de plomo escribiendo: “No cuentes que hay detrás de aquel espejo: no tendrás poder/ ni abogados/ ni testigos/ Enciende los candiles que los brujos piensan en volver a nublarnos el camino”. El que despertó de una patada al bucólico rock nacional-pastoral con Clics modernos gritando, una vez más, que no lo dejaban salir, y más tarde que estaba solo y confundido a la vez. Ahora mismo Charly es el que comprende que la radicalización implica soledad: es el más contundente artista conceptual argentino, y hace arte conceptual para gente que le pide otra cosa. Un recital prolijo, por ejemplo. Buena conducta. Un disco de canciones como los de antes. Charly se siente malentendido, o directamente no comprendido. Es posible que hasta tenga razón. También es posible que su búsqueda sea estéril en estos tiempos. La vanguardia es así. En tiempos de completa falta de certezas, de significados destrozados, no hay más brújula que las convicciones. Charly se sorprende cuando lee sus reportajes viejos, porque le parece que siempre dice lo mismo. Sucede que hay un par de cosas en las que cree, y eso no cambia. Sí, agrega bravuconadas y provocaciones que a veces son gratuitas y otras adolescentes, pero ese porcentaje de pavada también es parte del rock. Pero el centro de sus convicciones se mantiene. Y una de sus convicciones es la calidad de la música. Por eso busca a Andrew Loog Oldham, porque fue el productor de los Rolling Stones en la maravillosa era de los arreglos sofisticados y Brian Jones, el medio de los años 60. Por eso no quiere editar su disco por lo que llama “el sello Monchito” y mucho menos una edición de autor, independiente, horror de los horrores. Cuando él era chico y estaba en el trance sagrado de poner un disco de los Beatles en la bandeja, cuando el vinilo giraba lo que Charly veía, junto con la música, era el nombre del sello. Charly cree en las instituciones del rock: se ilumina cuando nombra a Decca, a EMI- Odeón. No es un viejazo. No es un conservador. Es un artista que está cuestionando el estado de cosas, y se pregunta por el nuevo paradigma, lo interpela en carne viva. Puede putear en orden a las tres mayores productoras de la industria del rock local, puede despreciar a los que manejan las discográficas: ése es su enemigo hoy. Dice que no quiere hablar con contadores, y, encima, pendejos. Empleados que no saben de música ni de artistas. Quiere que vuelvan los viejos empresarios, los que paraban la oreja y decían: “Es esto”. Productores y empresarios como Phil Spector, Sam Phillips, George Martin. La mediocridad del rock local convertido en una industria que lo margina por no quedarse callado, aunque Oldham le explicó que, para lidiar con ellos, debe ser “simple e hipócrita”. Ya no le sale. La fragmentación que encuentra no le cierra. El “arte” que encuentra no le mueve un pelo.

¿No entendió y se quedó afuera? Su odio por el MP3 y las computadoras es de una intensidad insólita, furibunda. Quizá si, quizá se quedó afuera, como dijeron que se quedó Dylan cuando apuntó que ya no se hace buena música porque el CD no sirve como soporte y el mejor sonido era el del vinilo, y los discos se graban de forma analógica o no se graban. Esa desorientación de Charly es dolorosa de ver pero profundamente verdadera, y él la canta en “Telepáticamente”: “Cuál es la salida, cuál es la pared/ Dónde está la herida, dónde está el dolor/ Dónde está la guía, dónde está el amor”.

– ¿Qué no te gusta de las bandas nuevas?
–Nuestro rock era bueno. Vos escuchás a Almendra y no lo podés creer. Acá no saben tocar rock, y lo que se inventó era una cosa que no tiene nada que ver con lo que pasa ahora. Estos pendejos graban en su casa y no corrigen nada, lo dejan así. Y si no, tenés a los chabones. Esas bandas que siguen al público, no al revés. Músicos que escriben para la hinchada. El concepto de artista está demasiado democrático. Para la gente del negocio es más fácil conseguir un pendejo lindo y decirle lo que tiene que hacer. Y tapizar el auto con piel de músico. Nadie tiene ideología interesante; antes lo importante era qué estabas diciendo, o si tenías algo para decir. Tampoco hay técnicos. Nadie te hace los discos, es todo Pro Tool. Pero aunque a mí se me puede ocurrir una idea, necesito alguien que la ejecute. Un técnico no es una cosa menor, un productor es importantísimo. Eso no se hace más.
– Hace diez años le decías a Rolling Stone que los discos los hacías casi todos vos. ¿En Kill Gil tocás todo de verdad?
–Sí. Eso tampoco se lo bancan, que toque todo.
– Pero, ¿quiénes no se lo bancan?
–Los de EMI, me dicen boludeces de la lista de músicos.

Otra vez Kill Gil, entonces. El gran disco que no puede ser. La postura de la discográfica, no enunciada oficialmente pero reconstruida a partir de varias conversaciones, puede resumirse así: EMI no pretende ser una traba en la carrera de García, pero Charly le debe un disco a la companía. Grabó Kill Gil con dinero de EMI, superó ampliamente el presupuesto disponible, nunca entregó el disco y EMI no quiere lanzar un CD que ya lo tiene todo el que lo quiere, dicen, en forma pirata. Se pensó en hacer un buen packaging con Kill Gil, sumarle bonus, imágenes para un DVD y contrarrestar así la piratería y el hecho de que ya haya circulado, pero Charly no envía el listado de músicos participantes e invitados en cada tema, ni la autoría de ninguna canción, lo que podría significar juicios en puerta para EMI y para el propio García. Así, si no entrega una nueva producción, no volverá a grabar y lanzar oficialmente ningún disco. Si entrega un nuevo disco, cumplirá con el contrato y estará nuevamente libre para negociar su futuro con EMI o cualquier otra discográfica.

Charly dice que a Andrew Loog Oldham le pagó él, de su bolsillo, y que para grabar Kill Gil vendió una casa. Como necesita plata, sigue el camino de las modelos top: no sale de su casa por menos de 20 mil pesos. “Ahora no lo paga nadie –dice–, pero ya los van a pagar.” Su obsesión, a la que dedica horas y horas de regrabaciones y arreglos caseros, es terminar Kill Gil: “Lo que voy a hacer va a dar miedo. Kill Gil va a dar miedo. Quiero que la gente sienta lo que sentía en la época de la dictadura”.

Charly afloja un poco después de lanzar su mensaje admonitorio, ambiguo pero claro en la intención de sacudir. Está radicalizado, y lo sabe. También intuye que la radicalización en estos tiempos hiperadaptados significa soledad. Y está claro que lo intuye porque eso es Kill Gil, el personaje: un radical. Un terrorista, un guerrillero. Otro signo- personaje de los tiempos. Charly cuenta la historia, y como la cambia todo el tiempo, porque la vanguardia es así, ésta es una versión posible. “ Kill Gil nace en Palermo Bagdad. Se va a Estados Unidos y hace lo mismo que hacen todos los guerrilleros para poder lograr su objetivo final: se adapta. Pero no va a poner bombas, no al principio. Acá deja en su lugar a la talibana, que es una mujer velada. Es medio choto eso, pero bueno, ¡es metáfora! ¿Y entonces? Bueno, lo contratan como modelo publicitario. Y un día pasa por un lugar que le despierta sentimientos nobles y cambia. No es más terrorista o guerrillero. Dormía con la mitad de la cama ocupada por una bomba. Pero después resulta que no es una bomba: es un armazón. Entonces empieza a dormir solo. Más tarde, va al médico. Y el profesional que lo ausculta tiene oído absoluto y le dice que es La. Entonces él sabe que las torres gemelas son un diapasón. Para los que no saben: el diapasón vibra en La. Y la talibana se le aparece en sueños. Es una mujer hermosa. Pero nunca se sabe si es real o no. Entonces inventa la remera que dice I Hate New York, se convierte en un acólito de Warhol y decide hacer un disco. El disco tiene canciones para la mamá, para el hijo, para la novia. Si descubren el mensaje críptico que escondió en esas canciones se salvan, y si no, fueron.”

La narración-historia-película que cuenta Kill Gil transcurre en 1984 y tiene varios finales posibles. En uno, el ex terrorista sale con su guitarrita del estudio, fundido a negro, nubes sobre Central Park. Se sabe entonces que no puso la bomba, porque están las Torres Gemelas en pie. Pero hay otro final, tras otro fundido a negro. La cámara va hacia un cine donde se anuncia una película con Bruce Willis en la que Nueva York es atacada por rusos, mosquitos, King Kong, todo junto. El plano se abre y se ve que no es sólo una ficción: la Quinta Avenida está destrozada, y entre los escombros resalta una remera amarilla que dice I Love NY.

En otro final, el ex terrorista se hace millonario vendiendo la remera de I Hate NY. Que sería como la corbata-piano.

Ese final le gusta bastante a Charly. “Tony Bennett llamó para decirme que «Happy & Real» –una preciosa canción de Kill Gil con Charly solo al piano– es el mejor tema que escuchó en años. ¡Ojalá lo grabe!” Lo pone, para que lo escuchemos otra vez. Es en inglés, y dice: “Sometimes I feel happy and I feel blue at the same time”. Triste y feliz al mismo tiempo. “El año pasado, para mí, fue espantoso”, susurra Charly con sinceridad, y en toda su charla flota la ausencia de pares, de músicos con los que compartir: hay una foto de Charly y María Gabriela Epumer en el living donde ella parece ángel guardián pero también, sobre todo, compañera. Pero a Charly no le gusta mostrarse vulnerable. “No quiero nada bajón”, grita, y señala con el dedo el master negro y amarillento de Kill Gil. Y hace un pedido: “Seis cosas hay en la vida: salud, dinero y amor, sexo, droga y rocanrol. El que tenga una de esas que me escriba o que me hable. Por favor. Gracias. Y hasta luego, señorita.”

Por Mariana Enriquez

Fuente: Rolling Stone

miércoles, octubre 22, 2008

Está verde y lo dejan salir

La jueza Bosio aceptó que el músico siguiera su tratamiento en la quinta de Palito Ortega, aunque no tiene el alta definitiva.

Mejorando. García sigue en tratamiento, dicen que está mejor y animado. Mañana cumple años. (Diego sandstede).

Finalmente, la presión y el pedido de los familiares y amigos de Charly García lograron que la jueza María Rosa Bosio autorizase la salida del músico de la clínica Avril, aunque sin alta definitiva. El ex manager de Charly García, Fernando Szereszevski, dijo a Crítica de la Argentina : “Hoy (por ayer) fue un día agotador. Charly está bien y a partir de ahora va a estar viviendo en la quinta de Palito (Ortega). Él está contento de poder vivir ahí: tiene pileta, aire libre y un estudio de grabación. Está contento y animado, pero claro, no es fácil estar encerrado en una clínica durante tanto tiempo. Ahora va a intentar hacer vida normal, pero sostenido por un cuerpo médico y su asistente terapéutico, que van a permanecer todo el día al lado suyo”.

Es que García debe seguir de manera estricta su tratamiento. Tras haber cumplido en la tarde con todos los requisitos legales y médicos, Charly se trasladó a la quinta de 150 hectáreas que posee su amigo Palito Ortega en la localidad de Luján. Allí estará, como señaló Szeresevski, controlado y con acompañamiento terapéutico las 24 horas. Dado que su internación es producto de una orden judicial, un móvil policial tiene constante control de la salida y entrada de la quinta y sólo seis personas están autorizadas para tener contacto con el músico, entre ellos Palito, León Gieco, Pedro Aznar y Nito Mestre.

El periodista Sergio Marchi, cercano al músico, explicó que éstos son momentos delicados en el camino de Charly García hacia su mejoría. “Los que estamos cerca suyo –dijo a este diario– queremos mantener el perfil más bajo posible porque esta es una pelea a largo plazo; lo mejor es que esté tranquilo”. También se dijo que García habría hablado con admiración de Diego Maradona y su capacidad de recuperación: “Quiero ser como Diego”, habría dicho.

Mañana, Charly cumple 57 años y sus allegados dicen que ganó peso y está mejor de salud, nuevos anteojos y tratamiento dental mediante. Aunque se especulaba con que podría tocar pronto, García no podrá volver a presentarse en vivo hasta no tener el alta psiquiátrica definitiva y una autorización judicial, aunque se prevé que el músico grabe nuevo material en el estudio de Ortega.

Fuente: Critica

martes, octubre 21, 2008

Quiero ser como Diego

En la estancia de "Palito" Ortega, el músico confesó a sus íntimos que quiere recuperarse de su adicción como lo hizo Maradona.

Charly García, recluido desde esta tarde en la estancia de 150 hectáreas que Ramón "Palito" Ortega tiene en la localidad bonaerense de Luján, abandonó la clínica neuropsiquiátrica Avril con un sólo objetivo: "Ser como Diego (Maradona)".

"Quiero ser como él", le confesó el rockero a sus íntimos al contarles que decidió tomar a Maradona como ejemplo a seguir por su recuperación de la drogadependencia. "Si él pudo, vos también tenés que poder", le contestaron sus amigos. "No sé, no sé, Diego es muy grosso", finalizó Charly.

La salida de García de la clínica Avril, en la que se encontraba internado desde fines de julio pasado, se produjo minutos antes de las 13:30 y en un rápido operativo que no permitió a la prensa ver al conocido artista.

El ex líder de Sui Generis y Seru Giran no recibió el alta médica, sino que la jueza María Rosa Bosio accedió a un pedido de la familia para que Charly fuera externado y continuara su tratamiento de manera ambulante, pero controlada.

"Charly está muy bien, muy cambiado, y con mucha pila, pero aún falta bastante para que los médicos decidan el alta", comentaron sus allegados. Remarcaron, eso sí, que desde hace ya algunas semanas "Charly tomó conciencia de su problema y por primera vez en su vida se siente con ganas de luchar para doblegarlo".

En Luján, Charly se pondrá a trabajar en la grabación de un disco con nuevas canciones que podría ser editado antes de fin de año. El trabajo no será el disco de estudio de Sui Generis que García y Nito Mestre habían planificado grabar antes de la internación de Charly, sino que será una producción solista.

Fuente: Critica

Charly se fue a lo de Palito


El músico dejó la clínica y seguirá con el tratamiento ambulatorio y el jueves celebrará su cumpleaños 57 junto a Ortega y Gieco, en Luján.

Charly García dejó esta mañana la clínica Avril, con un alta médica parcial y autorización judicial para festejar el jueves en Luján su cumpleaños 57 junto a León Gieco y Ramón "Palito" Ortega, dijeron allegados.

García, manifestaron las mismas fuentes, "no avala ni autoriza" otra reunión para esa fecha, y grabará un nuevo disco en la estancia de Ortega, sin participar de ningún encuentro.

Además de Ortega y Gieco los únicos autorizados a participar del cumpleaños, por orden judicial, son su ex manager Fernando Szereszevsky, el músico y amigo Nito Mestre, quien no concurrirá porque se encuentra trabajando, y la cuñada y abogada del intérprete, Inés García Moreno. Este "grupo íntimo" es el que lo acompañó durante los últimos seis meses.

El creador de Me tiré por vos recuperó peso, tuvo arreglos en la dentadura, y se le proveyó un nuevo par de anteojos, pero la "externación en Luján no es el alta definitiva", explicaron los allegados.

Los voceros del intérprete dijeron a DyN que Charly García "se enteró que un grupo de ex colaboradores está organizando un festival benéfico para recaudar fondos", pero advirtió que "no lo necesita, no participará, ni lo avala".

García "necesita tranquilidad, no requiere de ningún festival benéfico para festejar su cumpleaños", manifestaron los voceros, y dijeron que "los que quieren festejar sus 57 años pongan su música y buena onda, que muy pronto lo van a ver en un recital".

El fundador de Serú Girán fue internado el 31 de julio en la clínica psiquiátrica Avril, del barrio porteño de Almagro, por una orden judicial, tras permanecer por un "cuadro febril" en el sanatorio Güemes de esta ciudad.

La jueza María Rosa Bosio ordenó su traslado luego de evaluar un electroencefalograma y la resonancia magnética que le dieron detalles del estado de la salud "mental" del músico. El centro de desintoxicación e internación psiquiátrica breve fue elegido por la jueza para someter a García a una rehabilitación por su adicción a las drogas, según fuentes médicas consultadas.

La decisión de que deje la clínica se debe a un progreso y continuidad en el tratamiento que realiza el músico. En consecuencia debido a la buena evolución y a pedido de familiares y amigos el juzgado ordenó, tras una evaluación médica, la externación de García a una quinta en Luján propiedad de Ortega.

Fuente: Critica

Operativo cumpleaños


Una inminente autorización de médicos y jueces permitirá que este jueves festeje afuera sus 57 años.

Un largamente soñado proyecto de fans y amigos de Charly García está a punto de hacerse realidad: que el músico celebre este jueves su cumpleaños número 57 fuera de la Clínica Avril, donde está internado desde julio.

Una suerte de Operativo Clamor organizó primero un muy publicitado “parlantazo” frente a la clínica, el martes 26 de agosto, con sus canciones a todo volumen. Después, un ex mánager y un grupo de fans comunicó a los medios los avances del tratamiento, informando con cierto exceso de optimismo que había subido de peso, que se había cortado el pelo y que visitaba al dentista para arreglar su dentadura.

Hoy, si bien no se dará el alta médica ni tampoco la judicial, todo indica que podrá comenzar un tratamiento ambulatorio y trasladarse a la estancia de 150 hectáreas de Palito Ortega, en Luján, adonde estuvo el 24 de julio pasado apenas algunas horas, ya que no pudo ser controlado y debió volver a la clínica neuropsiquiátrica.

En el campo, Charly no estará solo: dos enfermeros de Avril se turnarán para estar las 24 horas, proporcionarle la medicación y asegurarse de que siga el tratamiento. Ambos enfermeros –un hombre y una mujer– fueron personalmente seleccionados por García entre el staff, ya que alcanzó una buena afinidad con ellos. Además, dos enfermeros y un médico del hospital de Luján estarán a disposición para cualquier imprevisto, ya que tuvo problemas respiratorios desde el comienzo de su internación, el 9 de junio en Mendoza. El plan también contempla que el músico vuelva dos veces a la semana a Capital para ser sometido a análisis y estudios.

El tratamiento ambulatorio fue autorizado por la jueza a cargo de su tutela, María Rosa Bosio, titular del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 92, quien personalmente, antes de firmar la orden, recorrió la estancia y verificó la conveniencia del lugar. Por orden de la Justicia, un móvil policial deberá controlar la puerta de acceso durante las 24 horas y nadie podrá ingresar al lugar sin autorización judicial. Más allá del personal médico, doméstico y técnico, sólo seis personas están autorizadas para tener contacto con Charly: Ortega, León Gieco, Pedro Aznar, Nito Mestre, el ex mánager Fernando Szereszevski, e Inés García Moreno, su cuñada y abogada.

Durante mucho tiempo, el autor de “Estoy verde (no me dejan salir)” celebró sus cumpleaños con importantes recitales en grandes teatros. En esta oportunidad, será un festejo más íntimo, mientras sus fans harán honor a una canción que grabó: “Alguien en el mundo piensa en mí”.

El plan de León

Desde un primer momento, León Gieco se mostró muy interesado en seguir la evolución de la internación “forzosa” de su amigo, y no sólo hizo los trámites legales para visitarlo, sino que se encargó de plantearle una estrategia para cuidar su salud física y mental: “Le dije que la etapa del descontrol y los escándalos ya pasó y que si quería le hacía un monumento a Say No More para que lo deje recubierto en bronce. Ahora su mayor rebeldía sería curarse y sacar discos impresionantes.”

Según se informó ayer, el plan de León podría comenzar a tomar forma concreta: Charly García se mostró entusiasmado con grabar nuevas versiones de sus canciones a solas con el piano, y eso podría llevarse a cabo en el estudio de Palito Ortega. En caso de completar un nuevo álbum, Gieco también se comprometió a negociar una edición discográfica.

Fuente: Critica

lunes, octubre 20, 2008

Charly se va mañana de la clínica

El músico seguirá con el tratamiento ambulatorio y el jueves celebrará su cumpleaños 57 en la quinta de Ramón “Palito” Ortega, en Luján.

Charly García dejará mañana la clínica Avril, donde recibirá un alta médica que no es definitiva tras completar trámites judiciales, y festejará el jueves en Luján su cumpleaños 57 junto a León Gieco y Ramón "Palito" Ortega, dijeron allegados.

García, manifestaron las mismas fuentes, "no avala ni autoriza" otra reunión para esa fecha, y grabará un nuevo disco en la estancia de Ortega, sin participar de ningún encuentro.

Además de Ortega y Gieco los únicos autorizados a participar del cumpleaños, por orden judicial, son su ex manager Fernando Szereszevsky, el músico y amigo Nito Mestre, quien no concurrirá porque se encuentra trabajando, y la cuñada y abogada del intérprete, Inés García Moreno, quien no estará porque se lo impide su labor judicial.

Ese "grupo íntimo" es el que lo acompañó durante los últimos seis meses.

El creador de "Me tiré por vos" recuperó peso, tuvo arreglos en la dentadura, y se le proveyó un nuevo par de anteojos, pero la "externación en Luján no es el alta definitiva", explicaron los allegados.

La decisión de que deje la clínica se debe a un progreso y continuidad en el tratamiento que realiza el músico.

Los voceros del intérprete dijeron a DyN que Charly García "se enteró que un grupo de ex colaboradores está organizando un festival benéfico para recaudar fondos", pero advirtió que "no lo necesita, no participará, ni lo avala".

García "necesita tranquilidad, no requiere de ningún festival benéfico para festejar su cumpleaños", manifestaron los voceros, y dijeron que "los que quieren festejar sus 57 años pongan su música y buena onda, que muy pronto lo van a ver en un recital".

El fundador de Serú Girán fue internado el 31 de julio en la clínica psiquiátrica Avril, del barrio porteño de Almagro, por una orden judicial, tras permanecer por un "cuadro febril" en el sanatorio Güemes de esta ciudad.

La jueza María Rosa Bosio ordenó su traslado luego de evaluar un electroencefalograma y la resonancia magnética que le dieron detalles del estado de la salud "mental" del músico.

El centro de desintoxicación e internación psiquiátrica breve fue elegido por la jueza para someter a García a una rehabilitación por su adicción a las drogas, según fuentes médicas consultadas.
García había provocado el 9 de junio incidentes en un hotel de Mendoza, luego de un concierto brindado en esa provincia.

Luego fue internado en una clínica de esa ciudad por las lesiones sufridas, una herida cortante leve, al golpear a un colaborador y destruir parte de las instalaciones del hotel.

Además, en esa clínica se le diagnosticó neumonía.

Recuperado de esa enfermedad pulmonar el intérprete de "Say no more" fue trasladado el 12 de junio en un avión sanitario al hospital Argerich de Capital y se lo ubicó en la sala Presidencial de internación.

Tras varios días de tratamiento García dejó de estar sedado y su respuesta fueron amenazas con el fin de abandonar el hospital, que derivaron en lesiones en su cuerpo e intentos de suicidio.
Ello motivó que autoridades de Argerich denunciaran a García ante la jueza Bosio, quien ordenó el 14 de junio la internación del músico en la clínica psiquiátrica Dharma.

Debido a la buena evolución y a pedido de familiares y amigos el juzgado ordenó, tras una evaluación médica, la externación de García a una quinta en Luján propiedad de Ortega.

Fuente: Critica

Un cumple bajo siete llaves

Ya tiene el alta médica, aunque su entorno no dice dónde pasará su día.
"Lo que más necesita es tranquilidad. Por su bien y para que se pueda recuperar pronto, es necesario que todos se calmen, que se bajen las revoluciones sobre su salida, que será absolutamente controlada". Estas son las pocas palabras vertidas por los allegados de Charly García, quien el jueves próximo cumplirá 57 años sin que nadie sepa -excepto su entorno íntimo- si lo pasará en la clínica neuropsiquiátrica Avril (donde seguiría internado) o, como se desea, ya fuera del nosocomio al que fue ingresado por orden judicial el 31 de julio.

Las especulaciones y las guardias volvieron hace un par de semanas, cuando trascendió que el rockero ya tenía el alta médica y la externación era inminente. Sin embargo, también se dijo entonces que esperaban indicaciones precisas de la justicia sobre cuándo y dónde llevar a Charly, con lo que todo volvió a una expectante calma. Pero ahora, a días de su cumpleaños, el asedio vuelve a rondar al ex Sui Géneris y a poner en peligro esa externación, que se pretende sea un secreto (siempre y cuando no se haya concretado ya, fuera de las narices de la prensa y los curiosos).

El absoluto hermetismo con el que se maneja el caso tiene que ver con un pacto de confidencialidad que, según publicó Clarín, se firmó en el juzgado con el único objetivo de proteger a García. Es que la jueza María Rosa Bosio -entendida en la causa- no estaría contenta con las constantes violaciones al secreto de sumario que exigió sobre el asunto; y por eso es que postergó dos veces la salida de de la clínica. Incluso el mismo Charly compartiría esa decisión por su temor al asedio de la prensa y el público.

A lo largo de estos días, Charly -quien pasa sus días tocando su teclado- recuperó 15 kilos de peso, estrenó anteojos para mejorar su visión, se cortó el cabello y también avanzó en un intensivo tratamiento odontológico, tal como revelaron los allegados al músico.

Fuente: Diario de Cuyo

jueves, octubre 16, 2008

Argentine Rock Star


El afiche es muy claro: 'From Argentina, X:F:H. Multimedia Space presents Charly García, Argentine rock star. Wednesday September 13th, 427 E 12 (1 & A)'.
Je ¿qué tal?. Recien llegado de Ezeiza, Charly contó detalles de su viaje a Nueva Cork y anticipó como será la presentación oficial de su LP 'Cómo conseguir chicas', que se hará en el Gran Rex el 13, 14 y 15 de octubre.

La idea de este viaje era un paseo o tenías algo más en mente?

Era un viaje de paseo. Yo no estaba muy convencido de hacerlo y ahí es donde Fabián me arengó para ir. Lo que terminó de decidirme fue la invtación del Sí con los tickets para ver a los Stones. ¡Y bueno! Ahí directamente me dije que no podía rehusarla y me mandé. Y después de estar unos días en Nueva York me sentí nuevamente como en casa e hicimos algunas cosas como un recital en un espacio multimedia que se hace donde antes estaba una casa funeraria, en la Ex-Funeral Home, fui a ver a un grupo que tocaba ahí y el dueño me ofreció hacer algo, así que al día siguiente yo tenía unios carteles armados y los pegamos por la avenida A y la zona del Soho.

¿De dónde te conocía el dueño?

El tipo es Mariano Airaldi, un pibe joven, artista medio under que termínó el video de 'No toquen' lo comenzó con unos ‘shots’ durante la época de la grabación de 'Cómo conseguir chicas', en una especie de performance en su casa, donde me autorizó a destruir algunas guitarras y cosas. Es un video con unas tomas nuevas en el Cementerio y con unas técnicas raras donde filmó la proyección de la película sobre una pared. Queda algo que titila casi todo el tiempo es bastante irritante. Aparte, hicimos un video de 'Fanky', con producción de un tipo de MTV que vio ese concierto que hicimos y se copó mucho. Así que ahora tengo dos videos nuevos. Filmamos en el Soho y el Washington Square, con las chicas de Kid Creole & The Coconuts, Cheryl (Poirier) y Taryn (Haegy), que bauticé las 'New York Blondes'. Y salieron cosas muy copadas, como que las minas se pusieran sobre un carro de policía y los canas muy tranquilos, 'no problem'. Después, para las partes donde entran los brasses, agarramos a unos negros que había por ahí y los filmamos. Encima se juntó gente y quedó como si fuera una gran producción. Y como estaba Joe (Blaney) les dio el master de la grabación y el sonido quedó de primera,

¿Estuviste pensando en cómo será lo del Rex, o recién ahora te metés en el tema?

No, lo tengo bastante pensado, pero no sé si va a tener gracia si lo cuento... La idea es usar un poco la pantalla para pasar imágenes sueltas y los videos. Incluso puede ser que el show empiece con la pantalla baja, con nosotros tocando detrás y con contraluces. Quiero poner unas banderas o unos cuadros por todas partes y decorar el teatro. También iluminar a la gente para que sean parte del espectáculo. Como que sea todo un gran escenario. Va a ser algo lindo... Habrá un par de estrenos porque compuse cuatro canciones nuevas muy lindas, y seguro que subirán algunos invitados: un bandoneonista que es el que le enseña a Samalea, un violinista, y quizás una sección de brasses para algunos temas. Yo voy a tener que tocar un poco más, porque Alfie no está, así que me compré un teclado nuevo. Por ahí tocamos todo el disco seguido. Al menos me gustaría diferenciarlo con la iluminación, como que los temas del disco nuevo sean en colores y el resto en blanco y negro. Y vamos a hacer casi todo 'Parte de la religión' y todo el LP nuevo, así que será un recital largo, de dos horas y media... los Stones tocaron 28 temas.

¿Viste algún otro show, o después de los Stones ya no querías saber nada?

Claro, después de eso no tenía muchas ganas de ver nada. Vi un par de bandas en Cafés, pero no me acuerdo quiénes eran...

Bueno, la otra vez viste a Edie Brickell y al poco tiempo se hizo re-conocida

¡Eh! Yo le dije, Edie, 'What i am is what i am. Es lindo ese tema. Y bueno, ¿qué más vi? Los Who ya hablan terminado su gira, y no pude ver a Neil Young en Paladium, aunque me hubiera gustado porque tocaba solo acústico. No estaba para ver demasiadas cosas,.. ¡Ah! ví 'Batman' y es buenísima. Quizás en Nueva Yørk la gente ya estaba medio asqueada de tanta 'batimanía', pero yo igual me metí en el cine. Es muy buena, está muy bien fltmada Jack Nicholson es increíble.

¿Musicalmente está pasando algo nuevo?

No. El panorama está quieto. Lo que está pasando es que la cosa latina está bastante bien. Lo de Mateos fue bastante importante. A mi, por ejemplo, me paraban mucho por la calle para pedirme autógrafos, y no sólo argentinos, sino también centroamericanos, Un pibe. Por ejemplo, estaba en la esquina del hotel con unos walkman y de golpe me mira y se queda duro. Me pone los auriculares y estaba escuchando Promesas sobre el bider, era de República Dominicana.
La onda de Nueva York está muy hippie, y se mezcla mucho lo moderno con lo hippie. Además, tocaron los Stones, tocaror los Who, se volvió a juntar Jefferson Airplane. Todo lo nuevo es viejo... Esta vez vi a Nueva York, una ciudad con una onda muy 'Batman', porque Ciudad Gótica es una ciudad muy heavy, con mucho loco suelto. Por un lado, Nueva York está más linda, pero es como que los extremos se acercan más. Ví muchos locos por la calle, hasta ví un asesinato en la zona del hotel. Dos negros de la mano crack, a puñalada limpia a las tres de la tarde en pleno Washington Square ¡Donde se suponía que no pasaban esas cosas! Pasa que estan remodelando la zona del Village, así que están desplazando un poco a la gente de la zona, y los pobres se vuelven más pobres y cada vez hay más 'Homeless' y los tipos salen a la calle como el Joker (El guasón) y no les importa nada.

¿Por qué lado vienen los temas nuevos, qué onda?

Uno es medio mántrico, con una melodía muy simple y redonda, con la afinación de la guitarra en Sol. Es como para hacer con guitarra y piano. Después hay uno que se llama 'Gato de metal', que ya es una mano más densa. Hay otro que hicimos con Ludovica Squirru sobre el horóscopo chino. Y después hay otro con las 'New York Blondies' donde yo canto en inglés y ellas en castellano. Porque se supone que son dos chicas de Nueva York que vienen acá para aprender tango y se encuentran con uno que dice 'A estas yo las vi, son las rubias de New York de Gardel' Y cuando se acerca para hablar, le dice : 'Dame un poquito, solo un poquito no más'. Por suerte están saliendo los temas y hay mucho trabajo. La banda está muy bien y la pasamos bien tocando juntos. Nos llevamos bien y no es que después de cada show cada uno se va por su lado sino que generalmente seguimos juntos. No problem. Nos gusta tocar, sacar temas nuevos, ensayar mucho.

Además, siempre tratamos de pelar alguna novedad, o un instrumento nuevo, aunque, bueno, a Samaela se le fue la mano y agarró un bandoneón. A ver que hacemos con eso…

¿Cómo ves ahora a 'Como consegu1r chicas'?

Yo veo como que le falta un poco de orden pero a mí me gusta. Simplemente lo que se le puede criticar es eso, que qizas sea un LP medio fragmentado. Pero está 'No me verás en el subte' que es... ¡demasiado!

Antes de ir a Nueva York hicieron una gira por Brasil?

Sí, y fue fantástico. Hicimos Porto Alegre, San Pablo y Brasilia, que parecía que iba a ser lindísimo y fue un horror. En Porto Alegre. en cambio, ya somos famosos–famosos porque hay mucha información de lo que pasa acá y están más cerca, asi que llenamos teatros tranquilos. En San Pablo no pudimos salir del circuito de las discotecas que es cada vez mas grande y terminamos tocando con los Tom Tom Club.

¿Qué están armando para después del disco?

Hacemos una o dos semanas en el Rex y después nos vamos a Mejico y a probar una intentona americana, New York, Los Angeles, Chicago y Miami, buenísimo especialmente New York, donde todo el mundo me dio mucha manija. O sea, si con tres carteles llené un lugar, significa que da para tocar con una cosa más armada en un lugar como el Ritz para 2000 personas. Tengo muchas ganas de tocar porque esta vez me quedé calentito.

lunes, octubre 06, 2008

Extracto


¿Qué diferencias fundamentales presenta el trabajo que ahora realizás, comparado con el de La Máquina?

La Máquina creo que era un grupo impresionante. El segundo LP de ella me gusta, pero la diferencia es el nivel técnico de la grabación, O sea el sonido es mucho mejor. Es más compacto, más directo que el de La Máquina. Seru Giran es diferente, me gusta porque tiene más partes vocales que La Máquina, ésta era casi totalmente instrumental, cantaba yo solo. Acá cantamos David y yo casi todo el tiempo. Pedro también lo hace. Es todo más completo. Acá hay más coro, más armonía de voces y la instrumentación no es tan barroca en el sentido de que no tiene tantos arreglos, y menos costo. O sea que es una cosa más económica, pero a la vez cada instrumento tiene más potencia en el disco. Menos elementos, pero más fuerza y potencia. Además, te quería decir que en este LP hay una orquesta, la Sinfónica de Campinas, con 108 músicos. Ahi hay todos los instrumentos, incluso se hacen solos dentro de ese tipo de instrumento que yo nunca he usado. Después hay una percusión directamente brasileña.