viernes, febrero 21, 2020

'La grasa de las capitales': las historias detrás de la obra maestra de Serú Girán grabada en plena dictadura

Hace 40 años, en plena dictadura, Serú Girán lanzó el disco que redefinió el lugar de Charly García en la vida pública del país Crédito: Rubén Andón
Descubrimos a los dobles de Serú Girán", dice uno de los títulos de tapa de Grasa de las capitales. La foto es un montaje sencillo y cada personaje se explica por su caracterización: sobre un fondo rojo -de izquierda a derecha- aparece el oficinista con pinta de nerd (Pedro Aznar). A su lado, un flaquito luce la camiseta del Rugby Club Curupayti y unos inadecuados soquetes de toalla bordó (David Lebón). Lo sigue un playero en patas, vestido de blanco y con el escudo de Shell sobre el bolsillo de la camisa (Charly García). El cuadro se completa con la figura de un carnicero con cuchilla y serrucho (Oscar Moro). La imagen es un clic moderno en plena dictadura militar, un rapto de imaginación y fuerza de choque contra la patria tilinga modelo 1979, pero también una reacción de García, starman nacional en ciernes, contra las críticas recibidas desde el palo del rock: no hubo piedad para el primer supergrupo argentino cuando desembarcó en Buenos Aires luego de una temporada supuestamente idílica en Búzios. Tras un incomprendido disco debut y una serie de recitales con sabor a desconcierto, Charly respondió con orgullo herido y nervio mordaz, activismo existencial y el mejor encaje colectivo de su banda soñada.

La sesión de fotos se realizó en el estudio de Rubén Andón. El fotógrafo de 25 años y experiencia en el mundo publicitario conocía a Charly desde los días de PorSuiGieco y había participado de la última gira por Uruguay de La Máquina de Hacer Pájaros, la banda anterior de García, que había durado tan solo dos años. En el tercer piso del edificio ubicado en Hipólito Yrigoyen al 1200, Andón preparó el set. No había maquilladores ni vestuaristas; cada músico llevó lo necesario para componer el personaje que le tocó en suerte. "Charly tenía la idea de hacer una réplica de la tapa de la revista Gente", recuerda Andón. Oscar López, el productor ejecutivo de Serú, le había adelantado que la foto debía emular las clásicas tapas de fin de año del semanario de Editorial Atlántida, en las que se mezclaban personalidades destacadas del espectáculo, el deporte y la política. En la edición de 1978, por ejemplo, aparecía el brigadier Osvaldo Cacciatore, intendente de la ciudad de Buenos Aires en la dictadura, junto a los campeones mundiales Daniel Passarella y Ubaldo Fillol, entre muchos otros. La farándula y una férrea sintonía con el Proceso conformaban los ejes editoriales de Gente. Para García, la guerra de baja intensidad contra el Gran Hermano de papel estaba declarada. Faltaban la foto y los últimos detalles para cerrar un disco de nueve canciones que cambió el destino de Serú Girán.

"A este álbum que vamos a comenzar a grabar en junio lo veo como muy interesante, totalmente diferente a lo de antes. Es más grupal, si querés", dice Charly García en la edición 113 de la revista Pelo. La tapa anuncia un número especial dedicado a la reciente visita a Buenos Aires del guitarrista inglés John McLaughlin. Bajo el título "Las dudas del gigante", la nota es una entrevista en la que cada integrante de Serú habla de temas diversos. García es el que ofrece más pistas sobre el futuro del grupo: "En cuanto a las letras, son algo nuevo. No me hacen acordar a nada que haya hecho antes. Tienen una onda de tango. Son más abiertas, más agresivas y con humor. Todo gira alrededor de la Grasa de las capitales, que es el nombre del álbum, y es una burla, una sátira, de la grasada institucionalizada aquí y en el mundo. La gente piensa -y eso lo noté cuando volví de mis viajes al exterior- que en otros países no existe esta grasada. Y no es así, es algo internacionalizado". A fines de 1978 y principios de 1979, el músico visitó Europa por primera vez. La excusa fue acompañar a Zoca Pederneiras, su pareja de ese momento, una joven bailarina brasileña que formaba parte de la gira continental del Ballet Corpo. "Y grasada no en tanto contraposición entre fino y mersa", seguía Charly, "sino que tiene una connotación más densa; es decir, como que es más represión, decadencia, lo negativo en general. Hay una intención satírica en el álbum y por eso incluyo sonidos actuales como de discotecas de la televisión".

La tapa salió de una idea de Charly, que quería emular una portada de Gente. "Es una sátira a la grasada institucionalizada", decía
Andón conserva todas las fotos, cuatro rollos de doce salidos de la Hasselblad que usó para la sesión. La pose que terminó como tapa del disco apareció rápido, en medio de un clima muy distendido. Andón aportó varios objetos que se pueden ver en la portada: "El bidón amarillo que tiene Charly en la mano es de mi laboratorio; todos los químicos para el revelado venían en bidones de diferentes colores para que no se contaminen", recuerda. El maletín que lleva Aznar era del contador que manejaba los números del estudio. El serrucho y el delantal manchado de sangre los aportó el propio Moro gracias a la buena onda que mantenía con el carnicero del barrio. "La idea era producir una foto medio grasunga", dice Andón. "El tiempo hizo que se convirtiera en un ícono, pero la verdad que como obra se parece más a una foto de casamiento".

Si la foto de Grasa de las capitales -el artículo llegó después para convertirlo simplemente en La grasa- fue un relajado juego de máscaras, la construcción del segundo disco de Serú Girán fue más compleja, y pasó por varias etapas y situaciones traumáticas que la banda arrastraba desde el momento en que Charly García había convencido a David Lebón de juntarse a tocar y componer. "No agarraba viaje, el quía", contó Charly a Rolling Stone en 2002. "Estaba en el trip gurú, con el pelo cortito... Estaba con que el mundo material non da y esas cosas. Tenía una banda que se llamaba Seleste, comía pan; era demasiado... Así que con Zoca íbamos a visitarlo todos los días, y al final lo convencimos: se me ocurrió hacer el Festival del Amor, en el Luna Park. David siempre tuvo su parte media conchetona, fashion. Y le gustó la idea de ir a Búzios, armar un estudio... Pero ¿cómo conseguíamos la guita? Pensé: 'Hagamos un festival y a cada músico que venga le pagamos con un equipo de Fender'. Juntamos lo suficiente para pasar tres meses en Búzios en una casa de la puta madre, y nos fuimos".

La versión de Billy Bond, figura clave del rock argentino fundacional, líder de La Pesada y uno de los motores del debut discográfico de Sui Generis, sobre el nacimiento de Serú Girán, no es tan armoniosa: "Ellos se van a Búzios y la cosa no termina bien", asegura Bond. "Oscar López dice que Charly se la tomaba toda y que le salía una fortuna y que todo le chupaba un huevo. Charly y David Lebón dicen que el hijo de puta fue Oscar, que no les pagó, que los largó en banda allá, que los abandonó". A la distancia, Bond dice con espíritu salomónico que había un grado de verdad a ambos lados. "Oscar aparentemente los caga. Charly supuestamente se la tomó toda y se volvió para aquí y se quedan sin un mango. Cuando vuelven a la realidad, porque allá no era la realidad, Búzios era el paraíso, se les cayó el mundo a todos".