martes, enero 26, 2010

Resurrección

Una Generacion

Hubo un tiempo que fue hermoso, y fui libre de verdad, guardaba todos mis sueños en castillos de cristal. Poco a poco fui creciendo y mis fábulas de amor se fueron desvaneciendo como pompas de jabón. Así comenzaba "Canción para mi muerte", paradigma de una generación de argentinos que hoy promedia los 40 años y que se asomó por primera vez al "rock nacional" porque dos escuálidos muchachitos (uno al piano, el otro con guitarra) adivinaban sus sentimientos y le hablaban directamente al corazón. Sui Generis había conseguido el milagro de saltar el cerco del gueto de los rockeros y haberse convertido en un fenómeno de masas entrando en casas donde sólo se escuchaba música en inglés.
Aquella generación de argentinos eran quinceañeros o poco más en 1975, sufrieron en silencio la dictadura militar, alumbraron a la conciencia política en vísperas de la guerra de Malvinas, lucharon por la democracia y siguieron con sus vocaciones y con sus vidas.
Hoy los "ochentistas" (argentinos promedio que alcanzaron la madurez durante los '80) llegaron al poder. Ibarra, Felgueras, Beliz, Tinelli, Lopérfido, Suar, Repetto y Pergolini son algunos de los ochentistas más famosos. Pero hay ochentistas en los puestos clave de todas las empresas y en todas las expresiones del arte, la política, el periodismo, la tecnología, la economía y las ciencias.
Para asombro general, Sui Generis no es un acto de nostalgia: durante estos 25 años las distintas carnadas de adolescentes (hasta los tecno del vacío posmodernista) siguieron cantando y rasgueando en los colegios, en las reuniones y en los fogones aquellas mismas canciones. De esa materia están hechos los clásicos.
Mucha agua pasó bajo el puente, pero el anuncio de que Charly García y Nito Mestre volverían a intentarlo después de un cuarto de siglo, causó conmoción. NOTICIAS, la revista que publicó las dos colecciones más exitosas y completas de CDs de rock nacional, los juntó para hablar de aquella y de esta Argentina, del paso del tiempo y de los nuevos ideales, de la vejez y de la ocurrencia de seguir siendo adolescentes pese a todo. Una charla que une imaginariamente a los jóvenes de ayer con los de hoy. Con los de siempre.


Bienvenidos al tren

Casi con la contundencia de “Había una vez…”, este cuento comienza con un “Hubo un tiempo en que fui hermoso”. No es porque sí. No hay casualidades en esta historia. Por eso habla de lo efímero de las pompas de jabón. Era la mitad de 1972. En las calles de la Argentina, unos cuantos gritaban “ya van a ver/ya van a ver/cuando venguemos a los muertos de Trelew” en referencia a los guerrilleros asesinados en las cárceles del sur. En la estación Pacifico de Buenos Aires Tanguito caía bajo las ruedas de un tren. En la Villa Olímpica de Munich, once atletas israelíes eran asesinados por la organización palestina “Septiembre negro”. Y así, todo. Los ejemplos se multiplicaban al infinito. En un mundo que respiraba muerte, Carlos Alberto García Moreno (48) y Carlos Alberto Mestre (48) abrían su primer y milagroso disco de nombre esperanzado, “Vida”, con un himno de nombre profético, “Canción para mi muerte”. Le bastaron tres años a Sui Generis para convertirse en polaroid de una época extraña, en estandarte de la adolescencia eterna, en el generador de esas canciones que siempre “sabemos todos”, en (valga el lugar común) la banda de sonido de varias generaciones de argentinos. Quizá fue con la intuición del arte que le anunciaron a la muerte, en aquel primer tema “y prepararás la cama, para dos”. La historia ha enseñado que la cama fue preparada y allí cayeron mucho más que dos.

Charly García: Cuando dijimos “chau” con Sui Generis, todavía no había dictadura ¿quién estaba?

Nito Mestre: Isabelita.

García: Entraba la dictadura.

Mestre: Y López Rega.

García: ¡López Rega! ¡Qué lindo! Sui Generis se separó por Isabelita. Yo estaba enamorado de ella, pero no me dio bola…la bola la tenía Lopecito.

El país. Se ríen, se conocen de memoria, se divierten. El living del departamento tantas veces fotografiado de Charly García es el lugar elegido. Charly y Nito en una noche de mayo del 2000, quieren hablar con NOTICIAS de aquellas épocas, de esta adolescencia, del proyecto que los une, del país que transitaron juntos, de los momentos duros y de los buenos tiempos.

Noticias: ¿De qué país se despidió Sui y qué país encuentra ahora?

Mestre: Nos despedimos al borde del cataclismo…y ahora… (risas) Ahora estamos en el cataclismo…Eso es si lo veo a la distancia porque yo en ese momento no me daba cuenta de qué iba a pasar, porque futurista no soy…

García: Futurólogo, se dice futurólogo.

Mestre: Bueno, futurólogo. Porque ni idea de lo que iba a pasar del 24 de marzo del ’76 en adelante. Vivía una etapa de libertad extraña, se veía venir que iba a pasar algo denso, pero no se veía qué. Yo tenía 22 años. Después de eso empecé a madurar de golpe. Y ahora encuentro un país culturalmente más bajo, musicalmente peor. Es como dice la frase de uno de nuestros temas nuevos “con esta música que hay ahora/entiendo bien por qué estás tan sola”. Musicalmente, estamos peor.

García: Sí, pero gastronómicamente estamos mejor.

Mestre: Sí, hay millones de restaurantes ahora. Pero culturalmente estamos más blandos.

García: Blandos no, más pobres.

Mestre: Claro, más pobres. En ese momento había más cosas, actividad por todos lados, “grossa”, pesada, bastante pesada, pero actividad. Había grupos, quilombo, ánimos fuertes. Ahora está apagado todo. Culturalmente, la música que se escucha me parece pobre. Por eso queremos hacer un poquito de quilombo.

García: Mucho quilombo.

El retorno. Charly lo dijo, casi sin decirlo, en el programa “Rock boulevard” de Sergio Marchi en FM Supernova. Nito se lo comentó a un periodista en Mami. No hizo falta nada más. La vuelta de Sui Generis conmocionó al mundo de la cultura: un disco de canciones nuevas –“Sinfonía para adolescentes”-, que se comenzará a grabar en junio y una serie de recitales que incluirán gira latinoamericana, show en Miami y dos presentaciones en Ríver o Vélez en octubre. Y los ecos ya resuenan en el continente. En las calles de Buenos Aires, Nito Mestre nota alegría general por el reencuentro. “No me quieren cobrar los taxis, todos están contentos”. Por supuesto, nadie se privó de opinar sobre el retorno, pero ellos tienen algo para decir al respecto.

Mestre: Opinan todos, pero sólo nosotros decidimos. Ladran, Sancho.

García: No sólo ladran, además, desafinan.

El principal blanco de las críticas de García es Pappo, quien dijo al diario “Clarín”: “Prefiero no opinar porque si opino de esta reunión tengo que decir algo feo. En mi vida Sui Generis no significa nada”. “Nada más que envidia, envidia, envidia –ríe García- Pappo, vos seguí con lo tuyo, que es la telenovela. ‘Carola Casini’ te salió bien, y ya sabés, cuando practiques bien la guitarra y te salga algo más o menos como a mí, vení que te puedo dar unas clases, pendejo”.

Mestre: Pobre Pappo, no va a poder dormir por todo esto. Por ahí, cuando lo llamaron para la encuesta tenía un mal momento…

García: No, si en general es pavo.

Hay unas cuantas versiones sobre el regreso. El dinero, claro, es siempre el principal sospechoso. Nito Mestre es categórico: “Si esto fuera algo elucubrado, armado, no podríamos hacerlo. Esto es placer puro porque si no, no hay lola. Después de haberlo pasado mal, una de las cosas que hablamos fue: ‘Negro, la salud para mí es lo primero’. Si me mando en algo que me puede llegar a afectar o volver al antes, a sentirme mal, a caer, no. No hay ni gira, ni disco, ni un carajo”.

Veinticinco años es mucho y eso fue lo que pasó entre aquél “Adiós, Sui Generis” del ’75 y este retorno. En el medio, claro, hubo una variada gama de infiernos, privados y públicos, para ellos y para todos y nadie quiere volver allí. Dictadura y terror, alcohol y drogas. Los adolescentes debieron crecer para sobrevivir y cada cual lo hizo como pudo.

Vidas paralelas. Con paciencia, chistes públicos, declaraciones irónicas, García y Mestre fueron tejiendo una relación difícil, llena de idas vueltas. El final de Sui se precipitó por las ambiciones artísticas de García, que intentaba una experimentación sonora que lo llevó a “matar a la gallina de los huevos de oro”, como dijo en su momento el productor Jorge Álvarez. En tres años, hicieron mucho dinero, y también, lo dilapidaron. Cuenta la mitología rockera que la primera piedra del escándalo fue María Rosa Yorio. Es que de ser la esposa de García y madre de su único hijo, Miguel Ángel, Yorio pasó en pocos meses a ser la pareja de Mestre, en 1977. La sangre no llegó al río: “Yo me mandé una cagada –reconoció Yorio en 1993- que fue la de irme con su mejor amigo. Pero siempre que nos encontramos, me tira una onda de afecto”. En todo caso, ellos jamás establecieron, ni pública ni privadamente, este tema como punto de división. Un punto donde sí las aguas se dividieron fue cuando Mestre grabó en 1993: “Nito canta a Sui Generis”. A Charly no le gustó nada y no hubo el mínimo gesto de apoyo. En 1995, en un arrebato, García quiso reeditar Sui Generis. No pasó de un olvidable show en la disco Prix D’Ami. Ahora ellos no quieren hablar de los desencuentros, prefieren minimizarlos, como si nunca hubieran ocurrido. La resurrección artística y humana tiene que ver también con un momento en el que, según declaran, están bien. Mestre reconoció que el alcohol lo llevó por un proceso de autodestrucción del que salió a fuerza de voluntad. La grabación de su disco “Colores puros” le devolvió la confianza y la autoestima. Charly, con el regreso de su novia Florencia (17), asegura haber conseguido un equilibro que le permite la creatividad. De hecho, además de lo de Sui, tiene otros proyectos. En julio se estrena su sinfonía “Pasión” en el Colón y a la gira con Mestre se le agrega una presentación compartida con Fito Páez (37) en un estadio porteño, previsto para diciembre. El trabajo y la creación para resurgir de las propias cenizas. El dolor no los paralizó; al contrario fueron las ganas de salir de ahí las que les dieron la fuerza necesaria para los nuevos proyectos.

Esperanzas. Se transmiten tranquilidad. Después de tantos años, se escuchan con atención, como si siguiesen sorprendiéndose mutuamente.

García: Cuando nos fuimos, todavía no había llegado la dictadura. Ahora ya pasó. Quiere decir que la derrotamos. Parafraseando a Caetano Veloso, quizás a los generales no les gustaba la música que hacíamos, pero a sus hijas, sí. Y esa quinta columna creo que fue una de las armas más poderosas contra la dictadura.

Noticias: ¿Eso fue un proceso consciente o simplemente se dio?

García: Consciente, absolutamente. En “Para quién canto yo entonces” decíamos “también canto para usted, el que atrasa los relojes, que no se da cuenta nunca, que su casa se derrumba”. El coronel no entiende, pero a la nena le gusta. Esa quinta columna se la metimos en la casa. ¿Sabés qué es, que vengan esas personitas y te digan qué significa Sui para ellos? Nos escuchaban flotando en el líquido amniótico y eso marca culturalmente. ¿Cuántos se enamoraron con Sui? ¿Cuántos se casaron? Hubo partos con música de Sui… ¿Te imaginás un parto con música de Pappo? Es un aborto.

Mestre: Te encontrás con pibes de 15 que te hablan de Sui y todo lo que les significó y vos decís: “Este no había nacido”.

García: Pero sus padres sí…yo tengo hasta un fans club de sordas.

Mestre: ¿Y eso habla bien de vos?… ¿Lo compartís con Pappo?

García: Sordas dije, no ciegas.

Charly mide el efecto de su chiste y continúa, hace un silencio de comedia y continúa: “Mi país de despedida de Sui, mi realidad de ese momento era que yo tomaba ácido y di veintisiete vueltas al Luna Park, en un Citroën con transportines para nueve personas, vestido de novia. Estaba aristocráticamente con la high society del rock y antes de subir me fumé veintisiete porros. Era el huevo de la serpiente, anyway. Todo el terror que se veía venir muy a lo lejos estaba más cerca de lo que parecía, pero nosotros estábamos vestidos de percal, éramos como los tangueros de “Los mareados”. ¿Y qué país me encuentro ahora? (Piensa, pasan los minutos). Me encuentro con el huevo de la serpiente al revés. A ver cómo se entiende. Volvemos aristocráticamente a meternos adentro del huevo, pero en vez de meternos a engendrar una serpiente, a engendrar algo mucho más lindo y esperanzador.

Noticias: ¿Esperanzador? ¿Ése es el estado de ánimo de los dos ahora?

García: El mío, sí

Mestre: Absolutamente, sí.

García: Si nos van a venir a escuchar 200.000 personas, queremos que la gente se vaya con esperanza y alegría.

Noticias: Entonces hoy Sui Generis ¿es felicidad?

García: Totalmente.

Anécdotas. Como ex compañeros que se conocen de toda la vida, desde la época del secundario compartido en el colegio Dámaso Centeno, cuando comienzan las anécdotas, no hay cómo pararlos.

García: Me acuerdo que cuando fuimos a lo de Mirtha Legrand, que fuimos dos veces…

Mestre: Ah, ya nos habíamos separado, nos invitaba. Pero después no nos dejaron ir más.

García: No, fue porque vos volcaste el café. Pero lo que quería decir era que la Mirtha decía “yo quiero que la juventud baile con la música de ustedes” y Nito empezó “pero antes de bailar, que escuche lo que estamos diciendo”. Siempre decía lo mismo. En realidad, el problema siempre fue que Nito no aprendió a bailar (risas)

Mestre: ¿Y te acordás de aquella vez que cambiaste la letra en Uruguay?

García: Sí, claro. En Montevideo nos llevaron presos, nos metieron en una cárcel, estábamos en el patio, con los tupamaros. Teníamos los ojos vendados. Pensábamos que cuando llegara nuestro representante, nos salvábamos. Pero llegó el quía y también estaba preso, con los ojos vendados. Estaban los plomos presos, los equipos presos, todos presos. Entonces viene el comisario y pregunta: “¿Cómo es la letra esa de ‘Botas locas’?”. Juan Rodríguez dijo “Yo soy baterista”, el gallina de Rino Rafanelli dijo “yo toco el bajo”. Lo codeé a Nito para que dijera que sólo hacía los coros. Entonces me llevan a un aula y me hacen cantar la letra. Me pusieron un grabador tipo geloso pero uruguayo, sin desmerecer ¿no? No se escuchaba nada. Entonces canto, pero en vez de decir “amar a la patria, bien nos exigieron/ si ellos son la patria/ soy extranjero”, cambié la letra ahí mismo y canté “si ellos son la patria/ yo me juego entero”. El comisario decía “yo a esto no le encuentro nada de malo”.

Adolescencia. Aunque los diccionarios no lo ratifiquen, es una verdad conocida que en la Argentina, Sui Generis y adolescencia son sinónimos. Los reyes tontos, imaginarios o no, los profesores que siempre tenían la razón, las eternas compañeras que se entregaban desnudas en la arena, los hombrecitos de sombrero gris, una fauna marcada a fuego en generaciones y generaciones de estudiantes secundarios. Casi al filo de los 50 años (nació el 23 de octubre de 1951), Charly escribió un puñado de canciones y decidió agruparlas bajo el nombre de “Sinfonía para adolescentes”, como llamaba el productor Phil Spector a las creaciones pop, inspirándose también los dibujos de Walt Disney previos a “Fantasía”, que explicaban didácticamente, las sinfonías a los chicos. García percibió que esas canciones no eran para su carrera solista, eran para Sui Generis. Así fue que lo llamó Mestre y comenzó este retorno, que tiene como primera parada el recital de Charly García del 19 de mayo en Obras, en donde además de Nito, estarán Fito Páez y Gustavo Cerati. La adolescencia a los 50.

García: Los adolescentes son los que más me entienden. Cuando uno es bien jovencito, no tiene la mente quemada y le queda lugar para imaginarse cosas, para la aventura. El tipo quemado lo que menos quiere es escuchar un disco. Creo en eso que decía The Knacks (el grupo británico): “Pero las chicas de 15 entienden”.

Noticias: Y hacer Sui a esta altura de sus vidas, ¿es preservar esa parte adolescente que tienen?

García: ¿De las chicas, vos decís?

Noticias: No, de ustedes.

García: Yo nunca perdí mi parte adolescente. Te diría que jamás.

Mestre: Si me miro para adentro tal como estoy, si me saco una foto tal como me veo hoy, a mis ojos, soy un adolescente.

Noticias: Sui Generis era una mirada adolescente sobre el mundo. Este Sui Generis, ¿preserva esa mirada?

García: Ahora es una mirada madura sobre un mundo adolescente.

Noticias: ¿Cuáles son las principales diferencias entre este Sui Generis y aquél?

Mestre: Un sonido mejor.

García: Estamos más lindos, tocamos mejor, tenemos muchas más canciones y no mucho más. Después, se van a encontrar con muchísimas cosas que les van a tocar la misma fibra de la otra vez.

La foto. Ya está todo preparado para la producción fotográfica. De mano en mano circula una copia de la foto que en la década del70 sacó Jorge Fisbein, bajo el concepto de Juan Gatti y con maquillaje de Ada Moreno. Está Nito, está Charly, está el fotógrafo, el ventilador, el telón azul. No están las estrellitas del fondo.

García: ¿Y las estrellitas? ¿Dónde están las estrellitas?

El fotógrafo explica las bondades del fotoshop, un sencillo montaje por computadora. García no acepta: “Yo soy anticomputer”, aclara. Y pide estrellitas dicroicas, o de Navidad. Un batallón de asistentes personales asiente y parte con destino desconocido en busca de las estrellitas. Aparece entonces la adolescencia en todo su esplendor. Charly se disfraza buscando el look de aquella foto. Pide pañuelos de seda para Nito. Se pinta el cuello de plateado. Comparte la aventura con Mestre, quien un rato antes había aceptado “somos adolescentes en la manera en que nos tratamos, en la fe, la polenta, esa cosa deponerse las pilas y hacerlo. El hecho de divertirse haciéndolo. Cuando anunciamos la vuelta de Sui, metimos un quilombo que me sorprende y me divierte como si fuese adolescente”.

Entonces, la idea salvadora de Mestre: “Che, y si las pintás a las estrellitas? Seguro que pintura plateada en aerosol, tenés”, dice y ahí van los chicos, a divertirse. Nito se encarga de cortar en un cartón la figura de una estrellita. Charly decide que tiene que ser más grande. Prueba primero en la pared del living. Quedó bien. Entonces sí, pinta sobre el fondo azul.

García: ¿Hay ventilador, no?

Mestre: ¿Para qué lo querés, si no tenés pelo?

García: Sí, tengo (y sacude la cabeza en señal de rebeldía)

Vuelven a mirar la foto, imitan aquellas caras. Son los mismos. No lo son. “Era genial”, dice García mirando la fotografía. Nito asiente.

Balance. La propia lógica de la charla empuja hacia el balance. Los más y los menos de un cuarto de siglo vivido con la intensidad de un país y unas vidas no acostumbradas a los medios tonos. “Yo primero –pide García-. Lo mejor que me pasó fue mi hijo Miguel Ángel, Serú Girán, los amigos que coseché en todo este tiempo, haberle embocado a la pileta y estar bien con una persona ahora…y las peores…todas las demás. Rápido, para atrás: ir en cana en Mendoza, haber tenido una 45 en la cabeza cuando fui chupado. Haber sido mal entendido muchas veces, la muerte de mi papá y de mi hermano.

Mestre: Las mejores, haber armado una banda como “Los desconocidos de siempre”, haberme casada…

García: Las mejores, te dijo (risas adolescentes)

Mestre: Haber conocido a Paul McCartney…

García: Bueno, yo conocí a James Taylor…interrumpe garcía.

Mestre: Hay que decirlo entonces. Seguir grabando discos, seguir yirando, tener bien la garganta y estar bien de salud.

García: De lo mejor que nos pasó a los dos fue conocerla a Mercedes Sosa y ser amigos de ella.

Mestre: Y entre lo peor, haber estado mal de salud, pero no lo tomo tan como lo peor porque me vino bien, para recuperarme. Y la muerte de un par de amigos.

Charly busca más ropa para las fotos. Nito ríe. Los adolescentes, solos en la habitación, se divierten. No hay padres a la vista. Y entonces Charly dice “Sui Generis no vuelve”. Hay dos segundos de confusión. Todos miran, nadie habla. “Tengo que aclarar que Sui siempre estuvo y siempre va a estar, es como esa pared –los presentes respiran aliviados- o sea, yo soy Sui. Yo soy eso.”

Alguien trae las famosas estrellitas. Ya no hacen falta.

Noticias: Y si el Charly el Nito de esa foto original vieron a los de esta foto de hoy qué dirían?

García: No, gracias, no quiero serlo.


Bijáin de sin

Tantos años después, pellizcame a ver si es cierto. En cualquier momento salía la nota con Charly y Nito. Eso era lo que estaba arreglado. Pero la fecha de cierre de la revista llegaba y estábamos pendientes de Charly. Quienes me conocen saben que mi estilo de ropa es informal y pocos recuerdan haberme visto de traje. Bueno, resulta que ese día tuve que hacer no sé qué trámites y estaba de traje. Así llegué a la redacción, donde soporté las cargadas de rigor. En eso estaba cuando suena el teléfono. Francisco Cerdán, prensa y amigo de Charly diciendo “Es ahora”. Tuve que salir corriendo a casa a cambiarme, no podía aparecer a entrevistar a Charly García de traje. Así fue que después de sacarme la corbata y ponerme algo más humano, llegué hasta el famoso depto. de Charly, en etapa todo pintarrajeado. Estaba tirado en un colchón en su habitación. Nito todavía no había llegado. Había conitos de havanna por todas partes, con las puntas comidas. Charly no me conocía y me puso a prueba rockera, digamos. Recién cuando comprobó que sabía su historia y de qué hablábamos -y eso fue cuando ya había llegado Nito y la entrevista había comenzado- se abrió a la entrevista. Cada tanto se paraba y tocaba algo en un pianito. En un momento apareció Migue y se dieron un beso. Chasqui hizo fotos geniales, y llevaba la foto original para hacer la copia. Sólo precisábamos que posaran, todo se iba a arreglar por photoshop. Charly no quiso y pasó lo que se cuenta en la nota. Fue una tarde…inolvidable. ¡La puta que vale la pena estar vivo!

Por Osvaldo Bazán



Los Ochentistas

Aprendí a ser formal y cortés/cortándome el pelo una vez por mes..." Emocionado, el estudiante de rulos intrincados escuchaba las canciones que un par de músicos novatos cantaban en el salón de usos múltiples del Colegio Nacional Buenos Aires. Hoy, Aníbal Ibarra (42), jefe de Gobierno electo de la Ciudad, vive con júbilo el retorno de Sui Generis. Sólo que ahora lo hace desde el poder. Es uno más entre los millones de argentinos que integran "la generación Sui Generis".
Ortega y Gasset decía que una generación equivalía a 15 años. La generación Sui nació cuando el grupo fue disuelto (en 1975) y la sombra de la dictadura se cernía sobre el país. Quienes entonces tenían alrededor de 15 a-ños no alcanzaban a ser nítidamente setentistas: muchos no participaban de la militancia de entonces y sólo fueron encontrando su conciencia política con el correr del Proceso y en vísperas de Malvinas. Son los ochentistas quienes terminaron luchando contra los militares de facto, alumbraron la democracia y siguieron con sus vidas, vocaciones y desencantos. Hay ochentistas famosos: Ibarra, Felgueras, Beliz, Tinelli, Pergolini, Águila. Los ochentistas ocupan por primera vez puestos estratégicos en la política, los medios, las empresas, las artes y las ciencias. Sui Generis, para todos ellos, fue una puerta de entrada. Y a partir de ella, otras carnadas de adolescentes mantuvieron vivo (en colegios y fogones) aquel puñado de canciones rebeldes.
"Todos hemos cambiado", explica Ibarra a NOTICIAS, quien pertenecía a la minoría militante: actuaba durante los años oscuros en la Federación Juvenil Comunista y veía reflejada en la poética del rock una columna de resistencia hacia "el sistema opresor".
Gustavo Beliz (38) llegó tarde a la música de Sui Generis. Pasaba discos en las fiestas porque no le gustaba bailar. Para él, Sui Generis fue, y es, poesía: "Creo que los valores que se expresaban en ese momento siguen siendo los mismos, pero Sui era más poético que ideológico". Pero algunos usos y costumbres se mantienen. No pocos (como Franco Caviglia -38-, de Acción por la República) siguen prefiriendo la ropa informal a la corbata y escuchan rock nacional. Creen que aquellas canciones son una invitación a pensar, a romper algunas estructuras injustas. Y que eso producía un efecto multiplicador en los jóvenes. "Hay que hacer algunas concesiones para poder mediar, pero manteniendo siempre presentes esos valores", reconoce Caviglia. Para el senador peronista Jorge Yoma (46) "Sui Generis acompañó, con su mística e ideales, la formación de quienes hoy somos dirigentes". El radical Jesús Rodríguez (44) coincidió al admitir que esa música influyó en la construcción de una conciencia social y política.
Cecilia Felgueras (39) ya no toca su batería -hasta tuvo una banda en Flores, su barrio-, y hoy sólo puntea algunos temas de Charly y Nito en su vieja guitarra española. "Conservo los ideales juveniles de una • sociedad más libre, más justa y más solidaria y los vuelco en mi acción de gobierno. La elección que acabamos de tener en Buenos Aires puso sobre la mesa la discusión ideológica entre jóvenes y dictadura militar: de un lado estaba Aníbal, y del otro, Cavallo." La generación Sui Generis, hoy llegó al poder. Ya no cantan "quién me dará un crédito, mi Señor /sólo sé sonreír". Pero se acuerdan la letra.
Gabriel Michi y Gustavo Hierro

Fuente: Revista Noticias Publicada el 13/05/2000

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