miércoles, octubre 08, 2025

Dos en la ciudad

Ph: Nora Lezano

“Mostrale la parte de Sting“, le dice Charly Garcia a su mánager y amigo todoterreno, Tato Vega. Lo dice con una sonrisa tierna, candorosa, que encierra una ilusión casi infantil. En su teléfono celular, Tato aprieta play y podemos ver algunas de las tomas que el músico inglés filmó en Nueva York para el clip de “In the City”, la canción que Sony Music lanza el 9 de este mes en formato de vinilo single (con un impactante diseño de Ezequiel Vega, hermano de Tato, colaborador del arte de Random, 2017) y que marca un hito no solo en la obra de Charly, sino en el rock argentino (como si esa disociación fuera posible). Charly expande su sonrisa, orgulloso. Recién escuchamos, y vimos, la nueva interpretación del tema incluido originalmente en Kill Gill bajo el título “In the City that Never Sleeps”, disco de Charly que tuvo su edición oficial en 2010. Es el crudo, con una mínima edición, de la interpretación que García filmó en su casa, bajo la lente de Belén Asad. Con una campera de cuero, frente a un teclado Wurlitzer de los 70, canta en inglés esa canción que puede entenderse como una oda a la ciudad en la que una esquina, Walker St. & Cortlandt Alley, lleva su nombre desde noviembre de 2023, cuando se cumplieron 40 años de la edición de Clics modernos. El relato visual encierra un guiño dickensiano: es una historia que transcurre en dos ciudades. Charly recorre la Reina del Plata en un taxi vintage, de los años 70. Sting canta en el puente frente a Grand Central Station y gira por la Gran Manzana en un Yellow Cab.

En la repisa que está sobre los monitores, el vinilo de Clics modernos comparte podio con Pink Moon (1972), de Nick Drake; Court and Spark (1974), de Joni Mitchell; y The Eraser (2006), de Thom Yorke. En una de las paredes, se destaca el afiche de Listen Up! The Lives of Quincy Jones, el documental sobre el productor y arreglador de Miles Davis, Aretha Franklin y Michael Jackson, entre otras glorias. Es la hora del crepúsculo de un miércoles de septiembre y estamos en el living de la casa del joven ingeniero de sonido Matías Sznaider (responsable de La lógica del escorpión, el álbum que Charly lanzó en 2024, y también de esta nueva grabación). Es un departamento pequeño, prolijo y acogedor (a diez cuadras de la públicamente conocida morada de García, en Coronel Díaz y Santa Fe), en el que Charly suele pasar buena parte de sus días. Acá, dicen, se siente cómodo. Acá, ahora, se lo ve feliz. “¿Lo vemos de nuevo?”, propone Tato. “¡Pero ponelo más fuerte!”, le pide Charly a Matías, el anfitrión.

UN CLÁSICO. Charly García en su departamento de Coronel Díaz y Santa Fe, retratado por Nora Lezano.

Las volutas de humo le dan una atmósfera cinematográfica a la escena. El índice y el anular de la mano derecha de Charly sostienen un cigarrillo y, en la mesa de trabajo, hay un vaso con whisky y otro con agua, más chico, que hace las veces de cenicero. Ahí, prolijamente, irá tirando las cenizas. Es emocionante verlo a Charly en la pantalla, con su característica mirada de perfil, amable y penetrante a la vez; sus gestos clásicos, como cuando emula el afiche de la enfermera pidiendo silencio; y su mano, acercando el micrófono a los labios. Pero más emocionante es verlo a Charly acá, a menos de un metro, estrechar sus manos, extremadamente suaves, y verlo con un buzo de The Shinning [El Resplandor, 1980; clásico de Stanley Kubrick, uno de sus directores favoritos] mirando la pantalla, con una sonrisa perenne y cantando al unísono esa canción mid tempo que se adhiere como pegamento instantáneo.

“Todavía no caigo de la emoción de que un artista de la talla de Sting, al que siempre tuve presente en mi vida, participó con tanta buena onda y predisposición. Al ver el video o escuchar la canción con amigos no deja de sorprenderme. Espero que la gente lo disfrute como nosotros disfrutamos haciéndolo”, celebra García.

Ph: Nora Lezano.

 “Soy un inglés en Nueva York, y me encanta la ciudad”, escribe Sting vía mail, en exclusiva para Rolling Stone, con un guiño a una de sus canciones más emblemáticas. “Claro que me iba a atraer una canción que ensalce su encanto y sus virtudes. Charly grabó algunas de sus canciones más célebres en Nueva York. Conoce la energía e inspiración que puede transmitir. Me encantó ‘In the City’ la primera vez que la escuché. Captura esa sensación que uno tiene en Nueva York de estar rodeado de gente y, al mismo tiempo, solo. En cuanto a la voz, es un honor cantar con Charly, así que fue fácil cantar con entusiasmo y desde el corazón. Fue divertido arreglar y combinar las armonías. Le sirvieron a la canción, pero también fueron un mensaje musical divertido para Charly”.

Charly no está con la locuacidad de otros tiempos, por eso también prefirió responder por mail. Unos días más tarde de nuestro encuentro, García evoca la génesis del feat.: “Esta colaboración surgió de forma natural, cuando nos encontramos en los camarines antes de su show. Siempre fui un gran admirador de su sonido y forma de componer. Era un tema que ya había escrito y que, además de ser en inglés, me pareció perfecto para la voz de Sting en el estribillo”. Esa noche, el domingo 23 de febrero pasado, Charly llegó a los camarines del Movistar Arena por una invitación del manager de Sting, Martín Kierszenbaum, y de Dominic Miller, guitarrista y mano derecha del músico inglés desde 1990, ambos nacidos y criados en la Argentina.

PRIMER CONTACTO. En la gira de Amnesty International, 1988.

“Es difícil expresar exactamente lo que la música de Charly significa para mí. Es algo bastante profundo”, explica Kierszenbaum. “Mis padres siempre tocaban música en casa. Mi mamá tocaba el piano, especialmente Chopin. Mi papá ponía discos de rock y también de Gardel, Piazzolla y las compilaciones de Aquí Cosquín. De hecho, fue mi mamá quien me trajo una copia de Clics modernos al volver de un viaje a Argentina, cuando ya estábamos viviendo en Estados Unidos. Para mí, ese disco no solo sirvió como vínculo al lugar y a la cultura que me habían formado como persona, sino que también logró combinar todos esos estilos de música con los cuales me había criado de una forma maravillosa. Es más, de cierta manera, sabiendo que fue grabado en Nueva York me hizo sentir más conectado a mi familia y a mis amigos en Argentina. Además, me inspiró desde un punto de vista musical ya que ese álbum es una obra de arte”, asegura.

“Cuando pensamos en música argentina siempre hablamos de dos nombres: Charly y Mercedes. Personalmente yo pondría a Spinetta en la lista también”, explica Dominic, que llamó personalmente a Charly para invitarlo al concierto de Sting en Buenos Aires. “Nos dimos cuenta de que ellos verdaderamente querían ver a Charly con amor, ¿viste? No es que querían tener una foto para cholulearlo”, relata Tato. “Cuando entramos al camarín, Sting estaba tocando el bajo. Abrieron la puerta, nos presentaron y se quedaron charlando cuarenta minutos. Charly había llevado una copia en vinilo de La lógica del escorpión [su álbum más reciente]”. Un hermoso souvenir para su colega, con arte de Renata Schussheim y Martín Gorricho.

ENTRE AMIGOS. Sting y Charly en los camarines del Movistar Arena, febrero de 2025.

En ese rato, le mostraron a Sting una foto en la que el músico inglés, en su primera visita a Buenos Aires, con The Police en 1980, está leyendo una revista Pelo con el propio Charly García en la tapa. Un testimonio seminal del englishman en Buenos Aires, que, de modo acaso metafísico, se resignifica con la colaboración que acaban de concretar, 45 años después.

Tanto Martín Kierszenbaum como Dominic Miller, que unos días más tarde sería homenajeado por el intendente de Hurlingham, su ciudad natal, hablan perfecto español. “Y sabían todo sobre Charly”, resalta Tato Vega. 

Charly disfrutó del concierto al costado del escenario y, luego del show, la noche depararía una anécdota curiosa: los dos músicos y toda una comitiva partieron en varias camionetas escoltadas por la policía, cruzando semáforos en rojo de Villa Crespo a Puerto Madero. Cenaron en el Hotel Faena, un sitio en el que Charly juega de local (allí tocó unos temas en público, por última vez, en junio de 2024). La admiración que provocaba la presencia de García le sirvió a Sting para acabar de dimensionar la importancia del músico argentino. Incluso Alejandro Lerner, que también estaba en esa cena, no podía dejar de comportarse como un fan de García. “Es que él es el inventor de todo”, le explicaba a Sting. “I know, I know”, respondía el ex The Police.

No hizo falta mucho más para que el inglés incorporara toda esa información. Que, por cierto, retuvo. Así lo recuerda ahora: “Me encanta tocar en Buenos Aires. El público es muy musical y participativo”, explica. “Tener a Charly en nuestro concierto fue genial. Me regaló una copia en vinilo de su álbum y pudimos charlar antes y después del concierto. Dondequiera que va en Buenos Aires, la gente le dice: ‘Gracias, Charly’. Es un sentimiento muy bonito que comparto. Gracias, Charly, por tu música y por invitarme a cantar esta canción con vos”.

En esa sobremesa surgió el embrión de esa colaboración. “Sting sigue sus instintos. Tiene un compás musical interno muy fuerte, que lo guía en todas sus decisiones. No hubo que convencerlo de nada”, cuenta Kierszenbaum, que se recibió en la Universidad de Michigan como bachiller en música, después de varios años en la industria en 2005 lanzó su propia discográfica, Cherrytree Records, y desde 2016 se desempeña como manager del inglés.

Ambos músicos nacieron hace 74 años, en octubre de 1951, a 11 mil kilómetros de distancia y con apenas 21 días de diferencia. Audrey Cowell dio a luz a Gordon Matthew Thomas Sumner el martes 2 en el Sir GB Hunter Memorial Hospital en la localidad inglesa de Wallsend. Carmen Moreno trajo al mundo a Carlos Alberto García Moreno el martes 23, a las 11 y 20, en el Sanatorio Otamendi y Miroli de Buenos Aires.

Ph: Nota Lezano
 
Cuando se vieron por primera vez, en octubre de 1988, estaban soplando 37 velitas. Por entonces, Gordon ya era Sting, había liderado The Police, había lanzado dos discos como solista, había protagonizado el documental Bring on the Night (Michael Apted, 1985) y era una estrella de proyección global. Carlos ya era Charly, había integrado Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán, llevaba más de cinco discos como solista, había protagonizado el documental Adiós Sui Generis (Bebe Kamín, 1976) y estaba proyectando sus canciones al resto de Latinoamérica.

Aquel encuentro fue en el marco de la gira con la que Amnesty International celebró los 40 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Unos meses antes, en julio de 1988, Charly junto a Nora Cortiñas y militantes de Amnistía Internacional, se habían encadenado a la reja de la Embajada de Chile en Buenos Aires para protestar contra la dictadura de Augusto Pinochet, iniciada casi quince años antes, el 11 de septiembre de 1973. Del tour participaban Bruce Springsteen and the E. Street Band, Peter Gabriel, Sting, Tracy Chapman y el senegalés Youssou N’Dour, además de artistas locales de cada escala, que en el caso de Argentina fueron Charly García y León Gieco. Crónicas de la época consignan que Charly no tuvo acceso a hacer una prueba de sonido para su presentación en River, y no tuvo eco desde las consolas cuando pidió que subieran el volumen. Su set, de apenas cuatro canciones, incluyó “Demoliendo hoteles”, “Los dinosaurios”, “Nos siguen pegando abajo” y “En la ruta del tentempié”, con una destacada labor del Negro García López en la guitarra. Sting estuvo acompañado con una banda que incluía a los jazzistas Branford Marsalis (saxo) y Kenny Kirkland (piano), y un set con una canción que denunciaba las desapariciones en Chile, “Ellas danzan solas (Cuecas solas)”, con la participación de un grupo de referentes de las Madres de Plaza de Mayo sobre el escenario.

Charly estaba enojado, sentía un destrato por parte de los organizadores. Y se vislumbraba una lucha de egos. Por eso, sus plomos pegaron unas calcomanías en los equipos de Springsteen que decían “The Boss is Charly García”. Lo que podría haberse entendido como una broma inocente no cayó bien en la troupe de El Jefe. Pero, además, Charly y Bruce discutieron por la traducción al español de la letra de “Get Up, Stand Up”, el tema de Bob Marley y Peter Tosh, que se había convertido en el himno de aquella gira. Charly lo contó así: “La letra en castellano que me dieron no pegaba. Fuimos a lo de Bruce a ensayar, entonces yo dije: ‘Che, Bruce, mirá, esto está fuera de métrica’. Sting la había escrito. Y ahí entró Sting y dijo: ‘Sí, tenés razón, ¿cómo la haríamos?’. Entonces le sugerí ‘para siempre ya’, en vez de ‘para nunca jamás’ o una cosa que no tenía mucho sentido. Y que, además, no pegaba con la música”. A Bruce Springsteen no le gustó nada esa corrección. En los pasillos del estadio, Charly vociferaba: “I’m the boss, I’m the boss!”. Cero onda.

“Sting intelectualmente comprende todo”, le dijo a Susana Giménez en una recordada entrevista televisiva de 1989 en la que contó, también, que Peter Gabriel le había mandado una carta felicitándolo por el entonces flamante Cómo conseguir chicas. De Bruce, no contó nada bueno.

“Sting fue principalmente el que entendió el concepto de las modificaciones que sugerí para el tema”, cuenta Charly, ahora. Y evoca el inicio de su admiración por el músico inglés: “Con Synchronicity [1983, quinto y último álbum de estudio de The Police] entendí el aporte que Sting le estaba haciendo a la música de ese momento”.

También Sting lo recuerda: “Sentí una conexión musical con Charly en aquellos conciertos. Había escuchado sus canciones y, en persona, se hacía aún más evidente que era un espíritu musical verdaderamente original y especial”.

Pasaron 37 años desde la gira de Amnesty. “Desde el principio, existió un respeto mutuo y musical entre los dos. La idea de grabar una canción juntos surgió orgánicamente. El impulso fue musical y natural como siempre con Sting. Charly le sugirió la canción y a Sting le gustó. No se contempló demasiado el significado histórico o cultural, aunque, para mí, como manager de Sting y admirador de la música de Charly, este dueto, sí, es algo muy emocionante e importante”, reconoce Kierszenbaum. Él y Dominic, cuenta Sting, suelen poner sus canciones en el micro de gira y entre bastidores: “Tanto Martín, que también creció en Buenos Aires, como Dominic sienten un inmenso respeto por Charly, un compositor e intérprete extraordinario. Por ellos yo conocía el trabajo pionero de Charly”. Y aclara: “En realidad, esta no es mi primera colaboración con un artista argentino. Llevo mucho tiempo colaborando con Dominic. Hemos escrito muchas canciones

A medida que avanzaba la colaboración, el ingeniero de grabación, Matías Sznaider, que trabaja con García desde 2017, se involucró en el proyecto: “Nos juntamos con Charly y surgió la idea de rescatar unas grabaciones recientes de ‘In the City’ que tenían mucho potencial. Había que terminar de elegirlas, de darles forma. Pero, a priori, nos parecía que la canción, por el estilo y porque la letra es en inglés, era la indicada. Con la decisión tomada, nos juntamos a escuchar el material y Charly fue muy claro en cómo quería que se luzca el tema. Tenían que preponderar el piano eléctrico, el bajo y la batería. Las guitarras tenían que aportar texturas, más que nada”, relata. “Las escuchas críticas las hicimos en mi casa y las grabaciones adicionales en el estudio Happy Together”. Sting recibió la maqueta del tema con las sugerencias para grabar el bajo, sus intervenciones vocales y las guitarras de Dominic Miller, y levantó el pulgar. “Vamos para adelante”, respondió.

El cantante y Miller grabaron sus partes juntos en Oregón, noroeste de Estados Unidos, en el estudio portátil del ingeniero Tony Lake, habitual colaborador del artista. “Con buenas canciones es fácil saber qué tocar. Es como que la letra y la música te dirigen. Yo grabé estas guitarras en media hora”, cuenta Dominic.

Parceiro de Sting desde hace tres décadas y media, ha colaborado con Phil Collins, The Pretenders, Rod Stewart, Peter Gabriel, Sheryl Crow y muchos más. Sin embargo, a nivel emocional y musical, esta experiencia está en lo más alto de su trayectoria. “Es increíble haber tocado con todos estos artistas, pero tocar con Charly se siente diferente, o como que después de esta experiencia no me importa más nada”.

“Tato, el manager de Charly, y Matías, su ingeniero, hicieron que el proceso sea muy cómodo y fácil. En lo personal, me conmovió mucho escuchar esas armonías que agregó Sting a la canción. Fue alucinante oír ese sonido tan original y familiar en combinación con el de Charly. El hecho de que ahora existan juntos en una canción es impresionante”, celebra el manager del inglés, que se encargó de mandar las grabaciones a Buenos Aires.

Con Morph the Cat (2006), el álbum de Donald Fagen, como una de las referencias sonoras, Matías, Tato y Charly decidieron grabar la batería en Unísono, el estudio porteño construido por Gustavo Cerati. Convocaron a Diego López de Arcaute, baterista de Juana Molina y de La Grande, con más de dos décadas de impecable trayectoria. “Para mí, Charly y Sting son dos dioses de la música. Están entre mis principales influencias hasta el día de hoy y son de esos artistas por los que yo y muchos otros nos dedicamos a esto”, explica el baterista. “Cuando me comentaron que existía la posibilidad de que hicieran un tema juntos y que, además, había chances de que yo pudiera participar me pareció una locura. Estuve recontra ansioso y me costaba dormir”, confiesa. “A Diego me lo recomendó mi hijo”, dice Charly. “Desde la primera toma del tema me di cuenta de que era perfecto para la base de la canción”, sentencia. 

Diego no oculta la emoción: “Por supuesto que fue un impacto fuerte estar con Charly en el estudio. No podía creer estar grabando con él, ahí presente. Primero tocamos el arreglo que estaba contemplado y luego a él se le ocurrió agregar algo con los toms para el final del tema, y quedó buenísimo. Todo fluyó super bien y fue redivino conmigo. Estando ahí me comentó que su hijo le había hablado muy bien de mí. Eso fue algo que me emocionó porque siempre tuvimos buenísima
onda con Migue, a quien admiro y conozco desde hace años. Solía venir a vernos cuando tocábamos con Lucas Martí. Ellos compartieron una etapa en A-Tirador Láser”. 

La sesión tuvo un plus: “Esa tarde, después de grabar, escuchamos el tema con Charly: las voces de Sting, las guitarras de Dominic, mi bata... ¡Una gloria, todo! El tema me encanta. Y escucharlos a ellos dos juntos me liquida. Es tremendo todo lo que pasó, mucho más que un sueño para mí”.

Charly también estaba conmovido: “Me produjo una emoción increíble escuchar la voz de Sting y quedé muy conforme con el sonido general del tema”, asegura. No menos emotivo fue para Sznaider: “La estética estuvo muy impresa desde un primer momento. Obviamente todo cobró un halo de magia con el material que aportaron Sting y Dominic, con pinceladas de fineza y de sorpresa. El desafío de la mezcla fue potenciar eso”, explica. “Charly confía mucho en mí, así que tengo mis espacios para detenerme microscópicamente en ciertas cosas, y después él viene a supervisar ese trabajo. Siempre se llevaba una copia para escucharla en su hábitat, y venía con sugerencias y anotaciones. Por su parte, Sting, Martín y Dominic mandaron ideas. Por ejemplo, sugirieron que aceleráramos un poco la canción, y eso me causó mucha emoción, porque demostraron lo comprometidos que estaban con el asunto. No fue una cosa hecha al pasar. Siguieron el proceso desde que empezó hasta que terminó. Y eso me llena de felicidad”.

En una entrevista publicada en Clarín, en 1993, Charly le contaba a la periodista Hinde Pomeraniec que se pasaba el día cantando “If I Ever Lose My Faith in You”, el entonces flamante tema de Sting. “Lo que más me gustaba de esa canción era el desarrollo dramático y musical”, explica Charly ahora. Y asegura que ambos, Sting y él, comparten un modo de entender la música.

Cuando en 1999, la revista La García lanzó la campaña “Charly Presidente”, él se prestó al juego y armó su gabinete. El ministro de Educación sería Sting. La justificación llega un cuarto de siglo después. “Era por el video de ‘Don’t Stand So Close to Me’, el tema de The Police”.

En 2022 en el canal de YouTube del músico Rick Beato, Sting destacó la importancia del puente en la estructura de la canción. Sus declaraciones, en consonancia con el lanzamiento de su álbum The Bridge [El puente], se viralizaron en redes sociales. “Ya he dicho antes que el puente en una canción es la terapia: una forma de evaluar o procesar la historia del resto de la canción”, sostiene ahora Sting. “Charly es un gran compositor y siempre me impresiona cómo puede integrar diferentes estilos en sus canciones. Como resultado, sus arreglos son impredecibles y frescos. El elemento clave en la música es la sorpresa, y nadie puede decir que Charly no nos haya sorprendido a todos en algún momento. Me esfuerzo por sorprenderme a mí mismo al hacer música. Creo que, ese sentido, Charly y yo podríamos ser parecidos”.

La colaboración con Sting en el mes de su cumpleaños es para Charly un nuevo hito en un año que, en los últimos meses, dejó una variada serie de polaroids de emoción extraordinaria.

En abril, fue a escuchar el DJ set en vinilos de Facu Iñigo, con un grupo de amigos que además de Tato incluyó a Fabián Von Quintiero y Andy Chango, en el recientemente inaugurado Victor Audio Bar. Comió mariscos, bebió whisky sour, la pasó bien. “Fue una alegría enorme”, le dijo el Zorrito a Rolling Stone. “Salir de noche con Charly es la vida misma”.

DOCTOR CHARLY GARCÍA. La vicedecana, Graciela Morgade, el rector, Ricardo Gelpi, y el decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Ricardo Manetti, le entregan a Charly García el diploma que lo acredita como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Buenos Aires.

El martes 19 de agosto, Charly llegó a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires para recoger, en un acto en el aula 108, colmada por personal docente y alumnos, el diploma con el título de Doctor Honoris Causa. “Gracias a la nniversidad por este reconocimiento tan importante. Desde ahora, pasaré a llamarme ‘Doctor’ Charly García”. Con apenas un par de frases, Charly transformó en inolvidable un evento que, en otro caso, podría considerarse un mero acto protocolar. Pero con García siempre es diferente. “Siempre me gustó que me reconozcan por haber hecho un aporte para la cultura de este país. Me emociona ver a los que, gracias a mi música, crecieron conmigo. Recibir tanto cariño siempre me pega de forma muy positiva”, cuenta.

50 AÑOS DESPUÉS. León Gieco, María Rosa Yorio, Charly, Nito Mestre y Raúl Porchetto en los estudios Crazy Diamond de Parque Chacabuco, escuchando la remasterización del único álbum de PorSuiGieco.


Unos días después, casi en secreto, se juntó con Nito Mestre, Raúl Porchetto, María Rosa Yorio y León Gieco en el estudio Crazy Diamond de Parque Chacabuco, para escuchar la reedición remasterizada del único disco que grabaron juntos hace cinco décadas. Además, revisaron el arte gráfico del álbum que por estos días estará disponible en vinilo, CD y también en las plataformas digitales. “Tengo siempre presente el recuerdo de mis compañeros del grupo y lo lindo que fue cantar con ellos. Además, me gustó mucho cómo quedó la nueva masterización”, celebra. “El vinilo me parece el mejor formato para escuchar música”, agrega. Así que la reedición de casi toda su obra en vinilo (acaban de lanzar Influencia, 2002, y Rock and Roll yo, 2003) es otro motivo de festejo.

PÓSTER, REMERA, MURAL. Después del partido contra Venezuela, Charly se abrazó con Lionel Messi en el vestuario del Monumental. “Me sorprendió su humildad”, declaró el músico.


El jueves 4 de septiembre fue a ver el partido de la selección contra Venezuela, por la última fecha de las eliminatorias, la hipotética despedida oficial de Lionel Messi en el Monumental. El mismo escenario donde cantó con Sting en 1988, el mismo estadio que llenó con Serú Girán en 1992. “Tengo grandísimos recuerdos ahí”, dice Charly. “El de Serú, por ejemplo, aquella vez me shockeó por la cantidad de gente que coreaba las canciones”.

Esa noche, además de gritar los dos goles de Messi y el de Lautaro Martínez, Charly se sacó una foto en los vestuarios con el capitán de la Selección Argentina. Una imagen, hasta entonces inédita, de un cruce entre dos íconos. “El encuentro fue muy emocionante”, dice Charly. “Soy muy fan de él. Me sorprendió muchísimo su humildad”

La última polaroid es del martes 16 de septiembre, apenas unos días antes de mandar a imprenta esta edición de Rolling Stone. Por segunda vez en una semana, Charly se acercó hasta La Fábrica, un flamante venue sobre la calle Fitz Roy, a metros de la avenida Córdoba, que desde fines de los 80 y durante al menos una década fue su sala de ensayos. En ese espacio, que comienza a templar una mística propia, esa noche cantaba Bernard Fowler, el corista de los Rolling Stones y viejo amigo de García. Sentado en una mesa al fondo del salón, para apenas 70 personas, Charly disfrutó del concierto junto a Tato, su amigo Javito y Mecha Íñigo, su novia desde 2011. A su izquierda, en la mesa, estaban Patricio Sardelli, guitarrista y cantante de Airbag y su amigo Kike Passo, exlíder de Místicos. La conversación giró en base a dos gustos compartidos: la música clásica y el tango. También estaba Fernando Samalea, que recordaba las posiciones que tenían los instrumentos cuando este elegante salón era la sala de ensayos. Fowler le dedicó su versión de “Happy and Real”, el tema que Charly escribió y grabó en 1991 para Tango 4, su disco con Pedro Aznar. Luego, se acercó a conversar a la mesa y rieron como viejos amigos. A Charly se lo veía, como dice su canción, feliz y real. Una módica plenitud.

Por Humphrey Inzillo

Fuente: RS

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

viernes, mayo 09, 2025

Charly García conmueve con una donación que celebra su legado cultural

El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, recibe la obra de Charly García, en Buenos Aires. (EFE/Matías Martín)

El músico y compositor Charly García, una de las leyendas vivas del rock argentino, entregó este jueves su más reciente disco y las letras de dos de sus canciones para que el Instituto Cervantes los conserve como legado en la Caja de las Letras.

La entrega de una copia del disco La lógica del escorpión, editado en 2024, de la letra de la canción ‘Rock and roll star’ -tema que integra ese álbum- y de la letra impresa y autografiada de la canción ‘Los dinosaurios’ (1983), se realizó en el apartamento de Buenos Aires donde vive el músico, de 73 años.

En la ceremonia estuvo presente Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, institución española que custodiará los objetos cedidos por García hasta su entrada en la Caja de las Letras en la sede cervantina de Madrid.

La institución, creada por el Estado español en 1991 para promover el estudio y la enseñanza del idioma español y la difusión de las culturas hispánicas en todo el mundo, atesora desde 2007 en la Caja de las Letras -cajas de seguridad de un antiguo banco que funcionó en la actual sede del instituto- una gran cantidad de legados de personalidades de la cultura hispanoparlante.


 

“Para nosotros es una ilusión poder demostrarte nuestra admiración. El Instituto Cervantes está ahora en un edificio que fue del Banco del Río de la Plata y conserva una gran caja de caudales que nosotros hemos convertido en caja de la cultura”, explicó García Montero.

El escritor español sostuvo que “la verdadera riqueza de una comunidad es su cultura y la mejor manera de apostar por el futuro es recibir la mejor herencia de nuestro pasado”, por lo que el Instituto Cervantes homenajea de este modo a escritores, músicos, directores de cine y actores, entre otras personalidades de la cultura hispánica.

“Por lo que significa tu figura para el mundo del rock latino, nos hacía mucha ilusión poder tenerte entre nuestros grandes maestros de la cultura”, dijo García Montero al artista argentino, que se mostró muy agradecido.

El acto de este jueves se enmarca en la 49 edición de la Feria del Libro de Buenos Aires, que comenzó el pasado 24 de abril y concluirá el próximo lunes, y en la que la institución española tiene una presencia destacada, que incluirá la presentación del libro ‘El papa Francisco, Borges y la literatura’, editado por el Instituto Cervantes.

Luis García Montero con la letra de la canción 'La lógica del escorpión. (EFE/Matías Martín)

García Montero le regaló a Charly García un ejemplar de este libro y, además, le entregó al músico una copia de la llave de la Caja de las Letras donde se guardará su legado y los diplomas que certifican la entrega concretada este jueves.

Carlos Alberto García Moreno, nacido en 1951 en Buenos Aires, es uno de los músicos más emblemáticos de Argentina. El debut de Charly García en los escenarios fue en 1972, con su participación en el teclado del primer disco de Raúl Porchetto, llamado ‘Cristo Rock’.

La carrera del músico se consolidó junto a Nito Mestre en la banda Sui Generis, de gran popularidad en la década de los años 70 del siglo XX.

El director del Instituto Cervantes, el escritor español Luis García Montero (i), al hablar este jueves, 8 de mayo, con el cantante y músico argentino Charly García, en Buenos Aires (Argentina). EFE/Matías Martín

Esta banda grabó tres discos: ‘Vida’ (1972), ‘Confesiones de invierno’ (1973) y ‘Pequeñas anécdotas sobre las instituciones’ (1974), con los que alcanzaron fama internacional, hasta su separación en 1975 con dos conciertos en el estadio Luna Park de Buenos Aires.

Tras su paso por bandas como Por SuiGieco y La Máquina de Hacer Pájaros, García lideró el grupo Serú Girán, hasta que se lanzó como solista en 1982 y publicó canciones emblemáticas como ‘Yo no quiero volverme tan loco’ , ‘Demoliendo hoteles’ y ‘Chipi chipi’ .

García, ganador de varios premios, entre ellos un Grammy Latino a la Excelencia Musical en 2009, también ha compuesto música para el cine e, incluso, ha participado en películas como ‘Lo que vendrá’ (1988) y ‘Mercedes Sosa, como un pájaro libre’ (1983).
(EFE)

Fuente: Infobae

El blog de Charly Garcia (hecho por DIOS)

lunes, diciembre 09, 2024

A veces con vivir no alcanza

 

El último disco de Charly García toca las fibras de la época de una manera sutil, interpela, te deja pensando cosas. Hubo críticas musicales a la producción, al cuidado en la grabación de algunos temas. No es ese el punto de este argumento. Charly sigue teniendo, y en este disco queda muy claro, esa “pobre antena que le transmite lo que decir”. Lo explica mucho mejor el propio Charly acá.

Esa sintonía con la época, esa palabra precisa sobre lo que está sucediendo es algo que tuvo siempre y lo hace alguien fuera de serie. Musicalmente seguro, pero más allá de eso también. De la misma forma que Gilles Deleuze decía que Franz Kafka era mejor teórico de la burocracia que Max Weber, podríamos decir que Charly es mejor analista de su presente que muchos periodistas o sociólogos. Obviamente, como tantas cosas, esto es más fácil de ver históricamente. Un ejemplo: Charly García como teórico de la dictadura y la transición democrática.


Produjo una enorme cantidad de música entre los setenta y los ochenta, integrando bandas como La máquina de hacer pájaros y Serú Girán hasta que, en 1982, inició su carrera solista con Yendo de la cama al living. No estuvo entre los artistas prohibidos por la dictadura, más bien podríamos decir que su música tuvo una amplia difusión en esa época, llegando incluso a espacios mainstream controlados por el Estado autoritario como los canales de televisión. Eso no quiere decir que su música no haya significado, para muchos que lo escuchaban, un mensaje cifrado en contra del régimen, tal como lo desarrolla Esteban Buch en el último apartado de su libro Música, dictadura y resistencia (2016). Lo que interesa es que sus palabras, lo que tenía para decir de cada momento, fue mutando: si tomamos Películas, el primer disco de La máquina de hacer pájaros de 1976, escuchamos la frase “qué se puede hacer salvo ver películas”, filmes que se veían en la TV “sobre la que se duermen mis dos gatos”. También escuchamos un hartazgo con las noticias y la coyuntura en “No te dejes desanimar”, una invitación al repliegue interior o espiritual ante una realidad que parecía no dar tregua. TV y repliegue interior ante una realidad indigerible.

Serú Girán lanzó su álbum debut homónimo en 1978 y el tema más difundido del disco fue una canción sobre las dificultades de encontrarse en una relación amorosa: “Seminare”. En 1980, luego de la visita de la CIDH a fines de 1979, editan Bicicleta y el clima se vuelve más denso. “Encuentro con el diablo”, “Desarma y sangra” y, la más asociada a una crítica al gobierno dictatorial, “Canción de Alicia en el país”. Aunque las referencias más explicitas, en esta canción, van más atrás en el tiempo (las morsas por Onganía, las tortugas por Illia) sucede con “Canción de Alicia…” una especie de pérdida de inocencia. Ya no se puede ignorar el río de cabezas y refugiarse en el amor, ya no se puede parar la mente, ya no es posible ver películas en la tele para olvidarse de lo que pasa. Las referencias coyunturales se vuelven cada vez más explícitas en la medida en que la dictadura (y con ella la censura) se debilitan. En el siguiente disco de fines 1981, Peperina, la canción “José Mercado” alude de forma bastante directa, al ministro de economía desplazado de su cargo a principios de año (“José es licenciado en economía”). La despedida de la banda ocurre en 1982, con la dictadura en crisis, pero en el contexto del intento de relegitimación que implicó el conflicto por Malvinas. En ese marco, hay una presentación en los estudios del canal ATC, renovados por completo antes del Mundial 78, que se emite el 30 de abril de 1982  y que incluye una versión de “Peperina” en la que Charly agrega la expresión “Ay Anastacia”. Anastacia era una forma de nombrar a la censura, derivada de las prohibiciones de libros del Papa Anastacio I. Charly parece marcar, en este punto de 1982 y con un tono de hartazgo, que la censura no se bancaba más. La apertura cultural se profundizará luego de la derrota bélica. El último hit de la banda va a afirmar “No llores por las heridas, que no paran de sangrar”.

En su carrera solista, la capacidad de Charly de sentir lo que sucede alrededor se mantiene y, quizá, se profundiza. “No bombardeen Buenos Aires” de Yendo de la cama al living editado en octubre de 1982, mezcla, por ejemplo, la paranoia de la guerra con el absurdo de las prohibiciones a la música en inglés (“escuchando a Clash”) y las mentiras de la televisión (“los viejos siguen en TV”). “Inconsciente colectivo”, en el mismo disco, parece augurar cierto resurgir de la libertad. En el siguiente disco, Clics modernos de 1983, “Los dinosaurios” busca marcar una distancia radical con el pasado reciente. Estas últimas dos canciones prevalecen como himnos de esa época de la transición. Pero Charly dice mucho más sobre la época en esa seguidilla de discos que, seguramente, estén entre lo mejor del rock argentino (un análisis detallado de los tres se hace en este podcast). Expresa muy tempranamente las incomodidades de los que regresan del exilio (“No soy un extraño”, “Pateado sobre plateado (huellas en el mar)”), las continuidades (“Nos siguen pegando abajo”, “Nuevos Trapos”) y las incertidumbres respecto del futuro (“Y si mañana es como ayer otra vez, lo que fue hermoso será horrible después”). Por si no quedaba claro, la irónica canción “Cerca de la revolución”, de Piano bar editado en el verano de 1984, afirmaba “No es solo una cuestión de elecciones”. Es como si Charly tuviera, en esta época, la lectura de la ruptura radical con el pasado con los himnos mencionados y, a la vez, una lectura más cauta y crítica, que lo emparenta más con el desencanto temprano respecto a los efectos de la transición de escritores como Rodolfo Fogwill en sus notas recopiladas en Los libros de la guerra. Estos tres discos, que salen entre la guerra de Malvinas y el verano de 1984, ofrecen un prisma amplio con muchas miradas posibles sobre la transición democrática.

La democracia continúa y Charly sigue produciendo música. En los años noventa edita el que, quizá, sea uno de los mejores “Unplugged” de la cadena estadounidense MTV, acompañado de una banda en la que se destaca una brillante María Gabriela Epumer. Allí recupera canciones de Serú Girán e interpreta en vivo la canción “Chipi-Chipi” en la que, en un tono autorreflexivo, afirma: “Yo solo tengo esta pobre antena, que me transmite lo que decir”. En la nueva década, edita Influencia (2003), donde versiona, muy libremente, una canción de Todd Rundgren llamada “Influenza”. Esta versión será utilizada en la secuencia final de una de las películas más emblemáticas sobre la última dictadura y sus herencias: Los rubios (2003) de Albertina Carri. Para esa secuencia final, en la que la actriz y el equipo de la película caminan por el campo con pelucas rubias, no se elige ninguna canción clásica de Charly sino “Influencia”, su último hit. Las herencias, el destino, las dificultades para asumir el lugar de otra persona parecen resumir las temáticas que recorre toda la película en torno a la relación de los hijos con sus padres militantes desaparecidos. La secuencia ocupa el tema entero y hasta vuelve a iniciarse, como en un loop, durante los créditos finales. Como si hubiera ahí una búsqueda insistente de que la canción pueda explicar algo más, algo difícil de explicar.  

Durante la época del kirchnerismo Charly estuvo mal de salud. Sus proyectos artísticos quedaron postergados y el único registro que quedó es el proyecto, muy dificultoso, de Kill Gil (2010). Algunos de sus registros volverán a aparecer en La Lógica del Escorpión (2024) como la canción “Rompela” y la versión de “Watching the wheels” de John Lennon. Durante el gobierno de Mauricio Macri, Charly editó su anteúltimo disco de estudio, Random (2017). Allí aparecen sus conflictos con los profesionales de la salud mental (“La medicina quiere otro”) pero también lecturas coyunturales sobre los programas evangélicos de la trasnoche televisiva; la ironía de no ver “el gato que hay en vos”; la actualidad random de la inspiración en “La máquina de ser feliz” que “se prende y se apaga sola” y, finalmente, la canción “Rivalidad”, en la que aparecen vecinos y una reivindicación abierta de la confrontación en tiempos de consignas repetidas como “cerrar la grieta” o “unir a los argentinos”. Charly veía otra cosa.  

Llegamos a un presente en el que no podemos dejar de escuchar (y leer) La lógica del escorpión (2024) pensando en nuestro tiempo. Un tiempo donde justamente no hay tanta lógica, donde se escucha, habitualmente, una frase que es el título de una de las canciones más lindas del disco: “Yo ya sé”. Allí Charly despliega toda su poética cuando dice que “Dios te ha dejado solo, como internet” para luego enfatizar que “Hoy que querías de todo, nada tenés”. Parece la contra campaña de la empresa de celulares que te invita, hoy, a “elegir todo”. No es solo esa canción. Hay ideas que nos interpelan aquí y ahora. Como en “Autofemicidio”, cuando afirma “Los chicos quieren ser chicas, las chicas quieren ser grandes”; en “América” cuando dice que el “Valle del futuro es un oscuro callejón”, o en “El club de los 27”, cuando canta “Dios creó todo el universo y también al Ku Klux Klan”. Charly sigue teniendo la antena, y aunque pueda sintonizar mal por momentos, aunque su voz se nos pierda, es importante escucharlo porque nos está hablando hoy. Escuchar y tratar de entender algo, porque “aunque mantengo la esperanza, a veces con vivir no alcanza”.


jueves, octubre 31, 2024

Charly participa en el disco de Rita Lee en vivo

Charly participa en el disco lanzado hoy 31/10/2024 de Rita Lee "ao vivo" en el Luna Park

¡Ustedes son tan cariñosos! ¿por qué tardé tanto en venir? Así  resumió Rita Lee  el ambiente de su show en el Luna Park, de Buenos Aires, en noviembre de 2002. La consagración de la reina del rock en la tierra del tango es palpable: el show en el estadio estaba lleno, con entradas agotadas. . “ Rita Lee – Una Noche en el Luna Park – Live in Buenos Aires ” ahora se lanza por primera vez a través de  Universal Music , como álbum digital y vinilo doble. La versión digital llegará el 31 de octubre y el vinilo, que se lanzará en noviembre, estará en preventa a partir de la misma fecha.  No creo en las brujas, pero las hay, las hay. Este "ao vivo" es uno de esos deliciosos casos en los que nos transportamos al espectáculo: se escucha la vibración, el cariño y el público extasiado.


Rita ha lanzado sus álbumes en Buenos Aires desde la década de 1970. Su primer avance, sin embargo, se produjo en 1980, cuando el dúo Rita Lee y Roberto de Carvalho crearon éxitos como “Lança Perfume” y “Mania de Você”, que invadieron el mundo. estaciones de radio de allí, incluso cantadas en portugués. Los álbumes de Rita que siguieron, todos ellos, fueron lanzados con éxito en Argentina.

En 2001, se lanzó en Brasil el álbum “ Bossa'n Beatles ” (“Aqui, Ali, Em Any Lugar”). En él, Rita recrea  éxitos de Fab 4  en ritmo de bossa nova, con arreglos y producción de Roberto de Carvalho. Y salió en todas partes: Japón, Taiwán, Italia, Estados Unidos, Venezuela, México, Portugal, Chile… y, por supuesto, Argentina. Allí estuvo semanas entre los 10 más vendidos, llegando a lo más alto. Rita volvió a invadir la radio, tanto con canciones de ese disco como con sus clásicos. Recibió Disco de Oro y, posteriormente, Platino.

La relación a distancia con su público argentino necesitaba de un encuentro real. Y así fue: Rita y Roberto viajaron al país para recibir el Disco de Oro, realizar una popular tarde de autógrafos en la hermosa librería El Ateneo y, coronando la visita, el espectáculo del Luna Park. Al salir de una cabina telefónica al estilo londinense al son de “A Hard Day's Night”, ya queda claro que las miles de personas presentes en el lugar estaban ansiosas por Rita. Su clásico atemporal “Baila Comigo”, uno de los mayores éxitos de Rita & Roberto allí, continúa y el público se calienta aún más.

A continuación viene la versión conmovedora y gentil de “Con un poco de ayuda de mis amigos”. "¡Hola! ¡Hola! Marciano” fascina con el solo de theremin de Rita, ese tipo de instrumento ET que se puede tocar sin contacto físico. “A ti te digo que sí (Si me caigo)” y “Panis et circenses” son emotivos. La voz de Rita, impecable y única, nos invita a viajar por el repertorio, que continúa con “Bésame mucho” y su versión de “Minha Vida”, que consigue mejorar aún más “In my Life”.

La banda es un espectáculo en sí misma: Roberto de Carvalho a la guitarra, voz y dirección musical, Marco da Costa a la batería, Dadi Carvalho al bajo, Ary Dias a la percusión, Rafael Castilhol a los teclados. De momento siguen Bossa'n Beatles, “Lucy in the Sky with Diamonds” y “All my love”. La atmósfera lisérgica está presente en los arreglos. Y esto también se muestra en la portada, con arte original de Guilherme Francini, ilustrador de los libros infantiles de Rita, inspirado en el arte de la época y los filetes porteños.

“Cuando te veas”, la versión swing de Rita de “Cuanto más te veo”, es puro arte. Y a continuación, al final del espectáculo, aparecen otras obras maestras del mayor rockero: “Ovelha Negra”, “Doce Vampiro” y “Mania de Você”. Este último, ícono del dúo Rita & Roberto, con el comienzo modificado: “Buenos Aires me das/ agua en la boca…”.

A continuación se produce un encuentro imperdible: Rita le da la bienvenida a Charly García, dos leyendas del rock planetario (o dinosaurios del rock, como decía Rita con su impagable humor). El encuentro es uno de los que marcan la historia de la música, con “Love me do” y “Help”. “Lança Perfume”, por supuesto, cierra el espectáculo con el público cantando. ¡Espeluznante!

Repertorio en vinilo  “Rita Lee – Una noche en el Luna Park – en vivo en Buenos Aires” :

Disco 1:
Lado A:
1. “A Hard Day's Night” (John Lennon / Paul McCartney)
2. “Baila Comigo” (Rita Lee)
3. “With A Little Help From My Friends” (John Lennon / Paul McCartney)
4. “Alô! Alô! Marciano” (Rita Lee / Roberto de Carvalho)
Lado B:
1.  “Pra Você Eu Digo Sim” – “If I Fell” (versão Rita Lee – John Lennon / Paul McCartney)
2. “Panis Et Circenses” (Caetano Veloso / Gilberto Gil)
3. “Besame Mucho” (Consuelo Velázquez)
4. “Minha Vida” – “In My Life” (versão Rita Lee – John Lennon e Paul McCartney)
5. “Lucy In The Sky With Diamonds” (John Lennon / Paul McCartney)

Disco 2:
Lado A:
1. “All My Loving” (John Lennon / Paul McCartney)
2. “Quando Te Vejo” (Harry Warren / Mack Gordon – arranjos: Rita Lee)
3. “Ovelha Negra” (Rita Lee)
4. “Doce Vampiro” (Rita Lee)
Lado B:
1. “Mania de Você” (Rita Lee / Roberto de Carvalho)
2. “Love me do” – feat Charly García (John Lennon / Paul McCartney)
3. “Help” – feat Charly García (John Lennon / Paul McCartney)
4. “Lança Perfume” (Rita Lee / Roberto de Carvalho)

Por Guilherme Samora. Periodista, editor y estudioso del legado cultural de Rita Lee.

Fuente: Universal Music
El blog de Charly García (hecho por DIOS)

jueves, agosto 29, 2024

Yo soy el escorpión

Detrás de la composición, la grabación y la edición de ‘La lógica del escorpión’, el nuevo álbum del héroe del rock argentino con colaboraciones de David Lebón, Pedro Aznar, Fito Páez y hasta Luis Alberto Spinetta. Ph: Lora Lezano

Charly García, a los 72 años, eligió la fábula del escorpión y la rana de Esopo para conceptualizar su nuevo álbum, La lógica del escorpión. Dicen que “el Artista” —como lo llama cariñosa y respetuosamente su amigo y viejo compañero de ruta Fernando Samalea—, se apropió de la idea del fabulista griego luego de ver Mr. Arkadin, película de Orson Welles de 1955. Tirado en su cama, en el departamento de Coronel Díaz, en plena pandemia, a Charly le brillaron los ojos al ver al mismo Welles interpretar el papel del magnate Gregory Arkadin, con un vaso y un puro en la mano, contando la anécdota del escorpión y la rana frente a un grupo de aduladores.

“Ahora voy a hablarles de un escorpión: este escorpión quería pasar el río y le pidió a la rana que lo llevara.
—No —dijo la rana—. Si te dejo que te subas a mi espalda puedes picarme y la picadura de un escorpión es mortal.
—Vaya —replicó le escorpión. —¿Dónde está la lógica de tus palabras? Los escorpiones siempre tratan de ser lógicos: si yo te pico, tú mueres y yo me ahogaré.
Al oír estas palabras la rana quedó convencida y permitió que el escorpión se subiera encima de ella, pero cuando estaban en el medio del río sintió un dolor terrible y se dio cuenta. Pese a todo, el escorpión la había picado.
—¡Lógica! —gritó la rana moribunda cuando comenzó a hundirse, arrastrando al escorpión bajo las aguas. ¡No hay lógica en esto!
—Lo sé —respondió el escorpión. Pero no he podido evitarlo, es mi carácter.
Bebamos por el carácter”.

El cine ha sido siempre una obsesión para García, pero mucho más en los últimos años, en los que perdió buena parte de su movilidad. Y no es difícil imaginar a Charly identificándose con el escorpión, con una vida guiada por el instinto. “La lógica del escorpión es… que no hay lógica. ¡Es suerte, nomás!”, le dijo García tiempo atrás a Roberto Pettinato, en su programa de radio. Y, coherente, este disco tampoco la tiene.

Puede arrancar con un autocover en castellano de un tema que publicó en inglés hace quince años y luego autorrobarse completamente la armonía de “Chipi Chipi”, de La hija de la lágrima, para reciclarla con otra letra como si tal cosa. García puede recitar el texto de Orson Welles en Mr. Arkadin sobre el escorpión y la rana y luego cantar con su voz más nasal: “voy a comprarme un alfajor, voy a sacarme el pulmotor del corazón fatal”, de manera casi inentendible, sin Auto-tune ni retoque.

En la no lógica de La lógica del escorpión puede haber dos temas compuestos en su adolescencia, en tiempos de Sui Generis, y también una canción que formó parte del no disco más legendario de la historia del rock argentino, para que suenen –y emocionen— juntas, y probablemente por última vez, al menos sin IA de por medio, las voces de García y Spinetta.

La lógica del escorpión no tiene lógica. Y Charly no ha podido evitarlo, porque está en su carácter. ¡Bebamos por Charly, entonces!

La tapa de la nueva edición de la revista Rolling Stone con Charly García como protagonista.

Pero lo cierto es que los últimos años de la vida de Charly se parecen más a los de Charles Foster Kane (El ciudadano) encerrado en su Xanadu de Coronel Díaz, que a los del carismático y sociable millonario Mr. Arkadin. Luego de llevar al borde del abismo al personaje que encarnó en su etapa Say No More y convertir su vida privada en obra pública, hoy es muy poca la información acerca de cómo transcurren los días del Artista. Cada tanto alguna escapada a la casa de un amigo, un video tocando el piano el día de su cumpleaños, una foto con un fan desprevenido o alguna de las varias internaciones que debió afrontar (muchas de ellas, chequeos médicos de rigor; otras, consecuencias de una salud que no termina de recuperarse). Hace años que dejó de interpretar el papel de entrevistado (que con tanto ingenio y maestría supo ejercer durante décadas) y muchos de sus excompañeros de ruta en otros tiempos llegaron incluso a alzar la voz por no lograr el visado para poder visitar a su amigo el rey.


“Charly no va a dar entrevistas”, aseguraron desde la compañía discográfica Sony Music cuando Rolling Stone, cuatro meses atrás, intentó hablar con García acerca de la inminente (y siempre retrasada) salida de su nuevo álbum. “Pero por qué no prueban mandar algunas preguntas por escrito y vemos si él quiere y puede contestarlas en algún momento. No les prometemos nada”. Como dice la canción que años atrás fue mantra para García: “Lo que ves es lo que hay”.

Así las cosas, Rolling Stone reconstruyó minuciosamente, no sin antes esquivar obstáculos y cortar malezas, los días de composición, preproducción y grabación de La lógica del escorpión a través de los testimonios de los músicos y amigos que participaron, del joven ingeniero de sonido que lo acompañó con paciencia en el estudio durante dos años, de algunos de los invitados del disco y de la artista plástica Renata Schussheim, a cargo del arte de tapa. Un trabajo similar al del periodista Jerry Thompson en el clásico de Welles.

Hasta que, un día antes del cierre de esta edición, el mensaje (in)esperado llegó: “Ahí van las respuestas de Charly. No respondió todas las preguntas, pero es lo que hay”. Desde su propio Xanadu, el ciudadano García entrega un pequeño conjunto de pistas y conceptos, que ayudan un poco más a entender su último “Rosebud” (aquel enigma central del ciudadano Kane) en forma de álbum. Pero eso se develará en la última escena de esta película que, una vez más, busca las claves de un nuevo Charly García para armar.

LA GRABACIÓN
Hace poco más de cuatro años que García viene armando, capa por capa, pieza por pieza, este rompecabezas que, finalmente, el 11 de este mes, Día del Maestro, llegará a las plataformas virtuales y disquerías físicas por igual (el vinilo tendrá una edición limitada, que incluirá al escorpión de la tapa en relieve). En aquellos interminables días de encierro de pandemia Charly comenzó a grabar bases y meter algunos samples en canciones con las que venía jugando desde hacía unos años, al mismo tiempo que la idea de un futuro álbum se gestaba bajo su piel.

Con las primeras aperturas en el país post Covid-19, en octubre de 2020, García mandó a llamar a Matías Sznaider —un joven ingeniero de sonido de 30 años que venía trabajando con él en sus últimas apariciones en vivo— con el siguiente mensaje: “Charly está muy decidido a grabar el disco”.

“Yo estaba en España y por esos días se hablaba de que se venía otra cerrada grossa para todas las actividades por la pandemia”, recuerda Sznaider. “Entonces, cuando me llamó Tato [Guillermo Vega, asistente personal de García], no lo dudé y me vine para Buenos Aires. A los pocos días ya estábamos grabando las primeras cosas en el estudio Happy Together”.

Charly ya había adoptado como guarida el estudio de Caballito, que había conocido un par de años antes a través del mismo Sznaider. Una sala cálida, pequeña, con la privacidad justa, pisos de madera, paredes negras y beige con listones verticales claros y una ventana a la calle con ladrillos translúcidos. Durante semanas, él y su inseparable Tato, acompañados por el ingeniero de sonido, construyeron una dinámica de trabajo. “Charly graba todo el tiempo, siempre está grabando, y en el estudio probábamos cosas con todo ese material que él traía”, cuenta Sznaider. “Mi laburo fue siempre mantener las cosas más representativas de sus ideas y ponerlas bien al frente. La dinámica era que él me dejaba algo, yo por la mañana editaba y a la tarde le mostraba el trabajo en el estudio. Y eso en general funcionó muy bien, porque siempre terminaba pasando por su criterio y su filtro. Desde el día uno Charly estuvo muy determinado y convencido de cómo tenía que ser el disco”.

Ph: Nora Lezano

Con una base de canciones armadas, empezaron a llegar los músicos amigos. “Tal cual sucedió en Random, fui acercándome de a poquito, casi de colado”, dice Samalea. “En principio supimos tocar ‘terapéuticamente’, donde los límites entre una grabación formal e informal se volvían difusos. Pero enseguida entendí que se estaban plasmando ritmos definitivos y que asomaba un disco maravilloso. Fue un subidón total”.

—Hacete una bata a la antigua, tipo Ginger Baker o Keith Moon, con muchos tom-toms —le pedía Charly a Samalea con picardía—. ¡A lo Carl Palmer!

“Nuestro líder carismático solía ubicarse de espaldas al vidrio, como un monarca, delante del piano Wurlitzer y el teclado Korg Kronos. También alternaba guitarras o bajos. Copa de Baileys en mano, Charly bromeaba o debatía sobre lo que fuese, recordando a Charlie Watts o a Vinnie Colaiuta, explayándose sobre la miniserie de televisión McCartney 3, 2, 1, de Paul McCartney con Rick Rubin, o contando pormenores de discos de Genesis, Steely Dan y Todd Rundgren. Desde tiempos inmemorables, él supo estimular a sus músicos e ingenieros, con humor y trato amable, siempre alentador, de cofradía. En ocasiones parecía embelesarse con su iPad ya que, al tocar el controlador MIDI, le gustaba ver los acordes en la pantalla, como una danza multicolor. Dentro de esa tablet (que cargaba más enigmas que los jeroglíficos egipcios) protegía con recelo toda su nueva música”.

El plan A de Charly era grabar él todos los instrumentos, a la Prince. Y, de hecho, así lo hizo, pero a medida que el disco fue avanzando, decidió llamar a Samalea para reemplazar algunas baterías y a Fernando Kabusacki para retocar las guitarras. “Charly quería que grabara una guitarra en un tema y después me dijo que ya que estaba por qué no grababa otra más y así terminé tocando en nueve de los trece temas del álbum”, cuenta Kabusacki desde Seattle, donde se encuentra grabando con uno de sus varios proyectos musicales. “Hicimos miles de sesiones y el estudio funcionó en cierto punto como el lugar de reunión de amigos. Charly no estaba viendo a mucha gente, entonces ese era su espacio para reencontrarse con la música, pero también con los amigos. Más allá de eso, la grabación fue de lo más profesional y siempre bajo la conducción, la producción, la dirección y las sugerencias y propuestas de Charly. Todo lo que está en el disco es Charly ciento por ciento. Estuvo al frente de todo, hasta de qué letra les poníamos a los nombres y el orden de los temas. Realmente estuvo muy afilado todo el tiempo”.

Samalea sostiene que la razón de la buena estrella del álbum es que García, como en muchas ocasiones, mantuvo una idea concreta desde el vamos: la fábula del escorpión y la rana, el instinto en primer plano y un ‘collage’ irresistible para el diseño sonoro. “El disco tiene melodías épicas emocionantes, armonías sofisticadas en cuartas, arpegios o riffs de guitarras, bajos profundos y ritmos muy arengadores. En mi caso, me tocó intentar una buena pegada de bombo y tambor, hacer breaks veloces y hi-hats ‘maquinales’ llevando el pulso, en general copiando loops o programaciones ya establecidas”.

Charly grabó varios bajos, muchas de las guitarras y todo tipo de teclados: el Melotron, un Wurlitzer y también teclados más modernos. Para la grabación también se recuperó el histórico Yamaha CP-70, que el músico compró en cuotas en 1978 para usar en el debut de Serú Girán. “De alguna manera él grabó todo y después por ahí Kabu tomaba algunas líneas de Charly y las reemplazaba, en la mayoría de los temas respetando ciento por ciento lo que ya estaba hecho. Charly le pasaba los acordes en tiempo real, como dirigiendo la toma”, completa Sznaider. “Sama y Kabu vinieron a elevar un poco el nivel de audio, pero las canciones ya estaban. Porque por ahí Charly agarraba un groove del iPad o veía algo en YouTube que le copaba y tomaba un pedazo de una batería y así empezaba a construirse el tema. Lo único que se hizo fue buscarle un audio superador pero defendiendo que quede el mismo feeling con el que Charly lo había creado desde cero”.

Charly García al piano, en el Hotel Faena, en una de sus últimas apariciones públicas, en junio de este año. Ph: Gastón Barenmberg

Según recuerda Samalea, “el Artista fue construyendo un concepto de sí mismo durante la grabación, como esos trazos, dibujos o ‘intervenciones’ que lo transforman en un pionero del Metaverso. También lo cinematográfico estuvo presente, siendo un amante confeso del cine de Kubrick, Fellini, Mel Brooks, Groucho Marx o Woody Allen, que ha bordeado a menudo el de Buñuel o el gore de Dario Argento. Seguía conectando con las altas esferas y sus neuronas se divertían a la velocidad de la luz, y hasta supo reírse de sí mismo: —Tendríamos que tocar jazz, algo tipo Miles Davis—, sugería de repente, con seriedad. Alternando los registros para el álbum, Charly solía pedirle a Sznaider que pusiese videos de Joni Mitchell en YouTube, para que luego tocásemos encima. Tecleando nombres y apretando enter en la computadora, podían resonar ‘Woodstock’, ‘Chelsea Morning’ o ‘For Free’ a todo volumen: ‘I slept last night in a good hotel, I went shopping today for jewels, The wind rushed around in the dirty town and the children let out from the schools…’, cantaba al unísono con la canadiense, en un más que curioso dueto a través de la pantalla catódica”.

La lógica del escorpión terminó de grabarse en diciembre de 2021, y durante el primer semestre de 2022 se mezcló y se masterizó. De allí en más, sucedieron varias idas y venidas con la discográfica antes de poder oficializar su vínculo contractual (y el de su demorado álbum), en abril de este año. “Lo más complicado era conseguir la autorización para incluir el tema ‘Watching the Wheels’, ya que tenía una traducción al español y tenía que ser validada por los dueños de los derechos de autoría de John Lennon”, explican desde las oficinas de Sony y juran que es una de las pocas veces que se ha dado este tipo de autorización para un tema de Lennon: “Solo porque es Charly nos dijeron que sí”.

LAS CANCIONES
Trece canciones son las que quedaron en el álbum. Siete en la cara A y seis en la cara B, tal cual lo ordenó García pensando siempre en el formato vinilo. Llegaron a grabarse otros ocho temas, pero quedaron fuera del tracklist final. Desde el vamos, el disco estuvo concebido como un vinilo simple y fue el mismo Charly el que decidió dejar algunos temas afuera y elegir lo mejor que había sobre la mesa.

Pero antes de hacer un repaso ordenado de esta nueva colección de canciones de Charly García, no podemos no detenernos en uno especial, por peso propio, pero especialmente por energía emotiva: “La pelícana y el androide”. La canción compuesta por Luis Alberto Spinetta en 1984, como parte de uno de los proyectos más ambiciosos de la música argentina que debía culminar con un disco espalda contra espalda con García. Pero pasaron cosas y la mitología en torno al abrupto final del sueño de toda una generación rockera incluye imágenes de ceniceros arrojados, egos cruzados, cortinas en llamas y una disputa entre los héroes del rock nacional que abrió una herida que tardó demasiados años en cicatrizarse.

La portada de ‘La lógica del escorpión‘, el nuevo disco de Charly García.

De aquellos fugaces pero ardientes encuentros surgieron temas como “Rezo por vos” (luego ambos grabaron y publicaron sus respectivas versiones: Spinetta en Privé, de 1986, y García en Parte de la religión, de 1987, “Una sola cosa” (también incluida en Privé), “Hablando a tu corazón” (en 1986 publicada en Tango, el disco de Charly junto a Pedro Aznar) y “La pelícana…” (Privé). “El tema habla de aquello que ha logrado transformarse hasta dejar atrás su realidad originaria (…) La idea central era que no solo se podían enamorar una pelícana y un androide, sino que además podían tener hijos, y esos hijos simbolizan el producto de esa metamorfosis (…) Es una reflexión sobre la indiferencia y el desdén del mundo ante estas metamorfosis. Hay quienes sostienen que algo así no es posible, como si no estuviéramos ya constituidos por partes imposibles”, le dijo Spinetta a Juan Carlos Diez (Martropía: conversaciones con Spinetta, Bs. Aires, Editorial Aguilar, 2006), sobre la única canción mid-tempo de aquel álbum solista del Flaco, que incluía el sample, entre otros ruidos y ruiditos, de un gol relatado por José María Muñoz.

En una de las tantas tardes/noches de pandemia en las que García se sumergía durante horas en el océano de YouTube, el músico se encontró con los audios de un “disco pirata” suyo, con los demos de sus canciones de la década del 80. Allí fue que descubrió una versión temprana de “La pelícana…” con la que terminó obsesionándose.

“Verlo a Charly trabajar sobre ‘La pelícana…’ me hizo dar cuenta de lo que es la sensibilidad de un artista”, dice Sznaider. “Charly vio ese tema como una posibilidad certera para el disco mucho tiempo antes de que cualquiera de nosotros realmente lo pensara. En esa época estaba fascinado con YouTube y cuando encontró esos out-takes propios y escuchó ‘La pelícana…’ quedó en shock”.

Charly tomó el demo y lo editó una y otra vez, quitó partes y extrajo la voz de Spinetta. Luego armó toda una instrumentación con sus teclados y copió el mismo pattern con samples de la misma batería electrónica utilizada originalmente, una Yamaha RX 11, y convocó a Kabusacki para que grabara unas “guitarras etéreas”. “Charly me contó que esa versión la habían grabado en los 80, en su casa de Coronel Díaz”, continúa Sznaider. “Me dijo que el tema era de Luis, que él no cantaba y que tocaba apenas un poco y por eso decidió, más allá de grabar algunos vocoders y refuerzos, darle un lugar predominante a la voz de Spinetta. Creo que el descubrimiento de ‘La pelícana…’ fue el momento más emotivo del disco. Él estaba radiante de poder usar esta pieza”.

Kabusacki asegura estar maravillado con todo el proeceso de la grabación del tema. “No sé si muchas veces en el rock argentino se logró algo tan, pero tan power como esta versión. Cada vez que la volvía a escuchar me emocionaba. Haber podido meter mi guitarra ahí es realmente un superlujo. Siempre es un lujo estar con Charly y siempre que estoy con él siento que estuve con Van Gogh o con Beethoven o con los Beatles todos juntos, ¿se entiende? No es que siento que estuve con Paul McCartney, siento que estuve con los cuatro Beatles”.

Uno de los primeros temas que apareció como fija para el disco fue el que terminó abriendo La lógica del escorpión: “Rompela”, versión en castellano del “Break It Up” que figura en Kill Gil (2010) y una de las tantas autorreferncias en loop que plantea el concepto del álbum. “Tenés que hacerme feliz/ Rompé las tendencias/ Gritá, agitá, no seas como los demás”, canta Gracía en mood “rock and roll, yo”.

“Tuve mi bautismo de fuego con ‘Rompela’”, cuenta Samalea. “Un riff binario e intenso, a pura hipnosis, de pulso machacante y síncopas de tom-toms por ahí. Sabía que en las grabaciones de García, al ir acomodándose los arreglos, podían suceder cosas singulares. El entramado de los instrumentos siempre ha sido lo suyo. Al componer, se vale de una maquinaria emocional perfecta en la cual, de la nada, brillan sonidos o cambios de ritmo que van determinando tal o cual parte nueva. Yo ya lo había experimentado al participar de tantos discos o demos suyos, donde siempre se manifestaba ese componente mágico. Avanzada la grabación, por ‘mística’, llevé al estudio mi Yamaha Recording (que el propio Artista me regaló durante nuestras lejanas aventuras en Nueva York), para que su linda energía de tambores pintarrajeados impregnase nuestro presente también”.

El tema dos del lado A es “Yo ya sé”, que arranca con un sintetizador moog contagioso e incluye, en palabras del mismo baterista, “una preciosa armonía subconsciente, estribillos sincopados y una frase irónica brillante: ‘Freud lo ha arruinado todo, como internet’”. Allí también suma coros Hilda Lizarazu, que junto a Rosario Ortega se repartieron las voces femeninas del disco.

Luego llega “El Club de los 27”, un blues que retoma una de las ideas madre de la lírica de García de las últimas décadas, la muerte y la resurrección, y en el que David Lebón se luce con un solo de los suyos.
Desde hacía tiempo Lebón le venía insistiendo a su excompañero de Serú Girán para grabar juntos una versión de “Nos veremos otra vez”, incluido originalmente en el álbum Serú 92, y sumarla a la retrospectiva discográfica de su obra editada en dos volúmenes, Lebón & Co. García aceptó y contraatacó: “Yo también estoy haciendo un disco que está buenísimo. Venite a grabar unas guitarras”.

El guitarrista dijo que sí, devolviendo la gentileza, y le pidió a Sznaider que le mandara algunos temas para ver cómo sumarse al proyecto. “No le mandemos nada —replicó Charly—. Que venga acá y que grabe como hicimos toda la vida”. A los pocos días, Lebón llegó al estudio Happy Together con su guitarra y una pedalera y en pocas tomas grabó el solo de “El Club de los 27” y unas bases para “La medicina N° 9”.

“Nos divertimos mucho”, recuerda Lebón. “Nos reímos de esas situaciones que se presentan siempre en el estudio y nos sorprendimos de tener la misma conexión de siempre, como si el tiempo no hubiera pasado. Carlitos es un ser único, hipertalentoso, muy seguro de lo que quiere y hace. No hay en el mundo un Charly García…es único”.

Ese encuentro en el estudio reforzó una vieja idea que anduvo dando vueltas en los últimos años: rearmar Serú Girán, con Juanito Moro en el lugar de su padre fallecido, Oscar Moro. “Patricia [Oviedo, pareja y manager de Lebón] había tenido una idea al respecto que la seguimos trabajando y creo que puede andar”, confiesa misterioso el guitarrista, justo en días en los que un festival de rock local anuncia para el año próximo un line up como “regresos históricos”. “Pero no puedo contar mucho porque no hay nada definido. Sí nos juntamos con Carlitos y con Pedro cada tanto y siempre hablamos de posibilidades”.

Ilustración: RNDR

Volviendo a La lógica…, “La medicina N° 9” retoma un motivo de “El rap de las hormigas”, mientras el mántrico “number night, number night” de los Beatles se repite detrás. La voz de García suena más cruda que nunca, como en casi todo el disco, bien al frente y casi en plan testimonio, documental. Charly García canta aquí como Dylan lo hace en sus conciertos, con más actitud que técnica. “La voz está totalmente diferente a como está en Random”, confirma Sznaider. “Acá está la voz real de él bien al frente. Las voces transmiten mucha energía y es genial que se lo pueda escuchar a él bien, vivo, enérgico. La gran mayoría de las cantadas provienen de una misma toma, por ahí alguna cosita hay de otra, algunos coros que se sumaron que también grabó Charly, pero la idea era que siempre mande una voz líder que transmita la energía que las canciones necesitaban. Escucharlo así creo que le da un plus y a más de uno le va a causar sorpresa”.

El quinto tema del primer lado es una de las primeras canciones que compuso el adolescente Carlos García Moreno y formó parte de los primeros ensayos de Sui Generis: “Te recuerdo invierno”, un tema que el dúo nunca llegó a grabar oficialmente, pero que García sí recuperó en el disco Estaba en llamas cuando me acosté, con la firma de Casandra Lange, un registro en vivo con varios covers editado en 1996. Esta nueva versión de apenas dos minutos de duración suma un bandoneón y espíritu tanguero.
“Hay gente que se suicida, un acto muy egoísta, para salir en la tele, en diarios y en las revistas”, canta Charly en “Autofemicidio”, un rock ciento por ciento García. “Todo el disco es muy colorido, muy diverso. Tiene rock, tiene una intensidad impresionante y también cosas muy sensibles y románticas, pero siempre en un plano muy emotivo. Tiene los colores que conocemos de Charly y algo de esos discos tipo ópera rock, como The Wall o Tommy”, aporta Kabusacki.

El cierre del lado A es con Pedro Aznar haciéndose cargo del bajo eléctrico, la guitarra, la batería y las voces en “América”. Satisfacción garantizada. “Tengo miedo de América y de entrar sin salir”, canta Charly en el tema más limpio del álbum, un track que bien podría funcionar como adelanto de un tercer capítulo discográfico del proyecto Tango. “Tengo miedo de América. Tengo miedo de Dios. De noticias histéricas y de mí y de vos” (al parecer hubo que convencer a la editorial dueña de los derechos de autor de David Bowie de que la canción no tenía nada que ver con “I’m Afraid of Americans”, que el Duque Blanco publicó en 1997, en su álbum Earthling).

Damos vuelta el disco y la apertura del lado B es con una que conocemos todos: “Juan Represión”, grabada en 1974 por Sui Generis, para el disco Pequeñas anécdotas sobre las instituciones. Cincuenta años después, García se saca las ganas de ser la voz líder del tema (originalmente lo fue Nito Mestre) y comparte coros con Rosario Ortega. “Cuando escuché por primera vez la versión de ‘Juan Represión’ fue muy emocionante”, dice Kabusacki. “Le dije a Charly que me hacía recordar a la primera vez que escuché ‘Los dinosaurios’, a principios de los 80, en Rosario”.

En “Estrellas al caer” García se pone el traje del hombre que recicla melodías y vuelve sobre la armonía y un giro melódico de su hit de mediados de los 90, “Chipi Chipi”, para ahora recrear el espíritu festivo y alegre de los años 60. “Y era fácil fantasear, discutir, ayudar/ A que todos sientan la canción, el amor, la ilusión/ que no estuvo muerta/ Si puedes recoger estrellas al caer/ verás que es imposible perder”.
Luego llega “La pelícana y el androide” y, enseguida, la versión en castellano de “Watching the Wheels”, el tema de John Lennon publicado en Double Fantasy (1980), que ya había grabado para Kill Gil (2010), pero que ahora cuenta con la autorización oficial. “Siempre me identifiqué con el famoso ‘dicen que estoy loco, haga lo que haga’. Se aplica perfecto en mi caso”, confesó García en su momento.

Ahora, la canción funciona también como intro para el texto/concepto de la fábula de la rana y el escorpión, que Charly recita en compañía de Rosario Ortega y deja como coda el piano de “20 trajes verdes” (el mismo que había utilizado en sus conciertos bautizados 60X60, en 2011, para presentar versos de sus canciones intercalados al azar, recitados por Graciela Borges).

El cierre de La lógica del escorpión es a toda festividad con “Rock and Roll Star”, una adaptación al español del tema de los Byrds, “So You Want To Be a Rock’n’Roll Star” (1967), con el incondicional Fito Páez como partenaire. “Si querés ser una estrella de rock/ Escuchame bien lo que te digo yo/ Alquilá la eléctrica ya/ Tomate un mes, aprendé a tocar”, cantan.

“Fito vino casi al final, después de los festejos por los 70 de Charly en el CCK”, cuenta Sznaider. “Creo que ese concierto, con todos los músicos amigos, es un poco la condensación del optimismo que hubo en la gestación del disco. Fito llegó al estudio y con Charly se pusieron a grabar desde el control, en vivo, y fue otro de los tantos momentos mágicos que vivimos haciendo este disco”.

EL ARTE
Fue precisamente en aquel show homenaje/cumpleaños por los 70 de García que se vio por primera vez al escorpión que hoy es la tapa de La lógica… Esa tarde/noche Charly lo llevó estampado en su remera negra. Charly volvió a elegir a Renata Schussheim para que la artista plástica se encargara de la portada, así como lo había hecho en 1980, para el álbum Música del alma, registro de un concierto realizado tres años antes en el Luna Park, bajo el nombre El Festival del Amor, en el que el bigote bicolor repasó canciones de las bandas que había integrado hasta ese momento: Sui Generis, Porsuigieco y La Máquina de Hacer Pájaros.

Bocetos de escorpiones para la tapa del álbum. Gentileza Renata Schussheim

Schussheim le contó a Rolling Stone el mes pasado que no fue sencillo encontrar la imagen perfecta del escorpión y que recolectó cientos de fotos, grabados, dibujos e ilustraciones de escorpiones distintos, muy a pesar suyo. “Volver a conectar con Charly siempre es una alegría. Lo quiero mucho y siempre lo admiré. Me emociona porque recorrimos un camino juntos importante. Como siempre, él me tira una idea y yo empiezo a buscar. El tema es que a mí me dan terror los escorpiones. Pero igual empecé a buscar grabados antiguos para transformarlos, hasta que llegamos a uno que le gustó”, contó la artista plástica que también trabajó con García en varias de las escenografías más icónicas del músico, con Serú Girán (la de la presentación del disco Bicicletas, en el Luna Park) y como solista (la gran puesta de “No bombardeen Buenos Aires”, en el estadio de Ferro Carril Oeste).

Más escorpiones y ranas en la mano de Schussheim. Gentileza Renata Schussheim

Para La lógica… Renata trabajó en colaboración con el diseñador gráfico Martín Gorrincho. “Yo soy bastante analógica, así que te diría que en un principio es una obra de técnicas mixtas y collage. Yo todavía recorto y pego, pero Martín maneja muy bien la computadora, la tecnología, y también las tipografías, e interpretó muy bien todo eso. Fue un proceso muy largo, que empezó antes de la pandemia, así que no te explico la ansiedad que tenemos por verlo publicado”.

Si el escorpión se lleva la tapa del álbum, la contra es para su partenaire en la fábula: la rana. Y en el sobre interno (que incluye todas las letras de las canciones a la vieja usanza), muy minimalista por cierto, incluye figuras de hombres y mujeres confundiéndose entre sí, también obra de Schussheim.

ROSEBUD
Orson Welles no revela el significado real de la palabra “Rosebud” en El ciudadano Kane, pero dejó pistas para que luego cientos de ensayos, artículos y documentales sobre el film coincidan en que todo se resume a cierto sentimiento de añoranza por aquel pequeño mundo que es la juventud, la infancia y el hogar. Que La lógica del escorpión esté impregnado de esos conceptos no es un secreto, entre melodías de adolescencia y proyectos de juventud. Entonces, las (pocas) palabras que ofrece García hoy desde su Xanadu personal, suman algunas pistas más para comprender mejor este nuevo capítulo discográfico de un artista sin igual.

—El disco tiene dos composiciones de la época de Sui Generis…
—En esa época, cuando compuse “Te recuerdo invierno”, Sui Generis no existía, eran dos palabras raras que leí en un libro de Geografia. Y “Juan Represión” pasó de ser victimario a víctima de su propia sociedad.
—¿Cómo fue grabar “La pelícana y el androide” y volver a escuchar en un estudio la voz de Spinetta?
—Ese tema estaba en un viejo casete, tirado junto a otros demos míos. Grabarlo fue como si Luis estuviera en el cuarto cantándolo desde otra dimensión.
—¿Por qué elegiste la fábula de la rana y el escorpión para conceptualizar el disco?
—Porque los escorpiones no tienen lógica y prefieren suicidarse antes que los maten. La rana, en cambio, tiene lógica, aunque en esta ocasión no le sirvió mucho.
—La fábula habla del instinto, ¿qué es el instinto para vos?
—Tirarme de un noveno piso para evitar ir a la cárcel.
—¿Y por qué creés que es tan importante para un artista?
—Porque no tiene contraindicaciones, ni por un instante tropieza con el plan B.

Por Sebastián Ramos

Fuente: Rolling Stone

El blog de Charly García (hecho por DIOS)