miércoles, mayo 27, 2009

Tracción a sangre


Seru Giran: cuatro individualidades al servicio de la música. Charly García define a su banda y su nuevo álbum, y también explica por qué se frustraron las reuniones de Sui Generis y PorSuiGieco

El nombre de Charly García está íntimamente ligado al rock nacional desde hace casi una década. Con sólo nombrar a Sui Generis, aquel dúo -luego cuarteto- que se transformó en un verdadero fenómeno popular, se confirma lo antedicho.
Luego de la separación de Sui Generis, García formó La Máquina de Hacer Pájaros; un grupo de mayor elaboración musical, pero que sin embargo, no llegó a "prender" en la gente (a nivel masivo) como lo había hecho el dúo.
Cuando la Máquina dejó de funcionar, García y Moro se unieron a David Lebón y Pedro Aznar, para dar forma a Seru Giran, una banda que a partir de su segundo disco obtuvo un resonante suceso en sus presentaciones.
Ahora, mientras espera que se solucionen los problemas que le impiden editar "Música del alma", Charly García ensaya intensamente junto a Seru Giran el material que integrará "Bicicleta", tercer álbum del grupo. Este trabajo -esperado ansiosamente por el público luego del éxito de "La grasa de las capitales"- se conocerá recién en los últimos meses del año.
Mientras tanto, el grupo ha adoptado una nueva política en cuanto a presentaciones: ahora se autoproducen, por lo que ya no harán más shows, sino que se dedicarán a tocar en los lugares que ellos elijan. El nuevo lema es: "Trabajar menos, pero mejor...".
¿Por qué se llama "Bicicleta"?
Por nada en especial. Bicicleta era uno de los nombres que hablamos pensado para el grupo. A mí, ese título me sugiere una cosa muy ingenua, simple, de tracción a sangre. Me da una sensación de música acústica. Y justamente este disco tiene bastantes temas acústicos.


Una música total

¿Cómo te sentís dentro de Seru Giran?
Muy bien. El grupo está sonando mejor que nunca. Hemos logrado una forma de ser que le llegó a la gente. Además estamos tocando con mucha polenta y por suerte, no estamos limitados estilísticamente. Queremos romper los prejuicios y hacer una música total. Buscamos lograr algo original, pero con influencias de Buenos Aires. Tocar una música que refleje lo que le pasa a la gente, y que a la vez refleje nuestras búsquedas musicales. Pedro aporta su gusto por el jazz; David el suyo por el rock, y yo, el mío por lo clásico. Mientras tanto. Moro experimenta con la percusión.
Creo que lo más importante es que todos nos estimulemos para que esto siga. De ahí que no haya problemas en que alguno de nosotros toque en grupos paralelos.
¿Tienen en mente algún viaje al exterior?
Sí. A mediados de julio nos pensamos ir a España. Estamos gestionando la edición de un disco allá, que sería una mezcla del primero y del segundo. Nosotros viajaríamos para apoyarlo y darnos a conocer. También existe la posibilidad de que grabemos un long play en estudios españoles.
De España nos vamos a Brasil para tocar en el Festival de Río de Janeiro, en agosto.

Sensación acústica

¿Se parece en algo "Bicicleta" a los otros dos discos del grupo?
A pesar de que tiene cosas de los dos primeros, "Bicicleta" es distinto. Por empezar es doble. Los temas los compusimos David, Pedro y yo. Todavía nos faltan algunas canciones para completar el álbum. Las que ya están listas son: "A los jóvenes de ayer", "Mercado", "Nayla", "Con los ojos cerrados", "Bicicleta", "Nueva ola", "Canción de Alicia", "Veinte trajes verdes" y "Cuánto tiempo más llevará".
Es probable que agreguemos algunos temas grabados en vivo. También va a ir un tema que Pedro grabó en su casa y que quedó fenómeno. La idea es hacer un mosaico, para que el disco tenga muchos climas diferentes. No queremos que suene todo igual como 'La Grasa...' Además va a haber temas que tocará David solo, otros a dúo con Pedro, también dúos de Pedro y míos, etc. Vamos a ser cuatro individualidades al servicio de la música. Pedro, además del bajo, tocará teclados y sintetizadores. Yo voy a tocar guitarra en algunos temas. Las voces las haremos David, Pedro y yo.
Algo muy importante de este disco son las letras, ya que cuentan historias, cosa que no ocurrió en 'La Grasa...' Las letras son cómicas, serias, satíricas. Incluso hay temas en los que hay un gran contraste entre la música y la letra. Buscamos lograr un clima muy especial. Queremos hacer algo popular, porque para nosotros "popular" no es mala palabra.
¿Existe competencia entre los grupos de rock argentinos?
No creo. Ahora estamos más unidos que nunca. Ya no nos tapamos los carteles de los recitales como antes. .. Al que noto dividido es al público. Cada uno tiene su "equipito" y no salen de ahí. Parece el fútbol. Están los que gustan del jazz-rock, los que prefieren el folk, etc.Pero todos se cierran en el estilo que les gusta y dicen que el resto es una porquería. Eso es un error, porque el tipo que se cierra pierde inteligencia. De una vez por todas hay que comprender que la música no tiene casillas: es buena o mala.

PorSuiGieco, no

¿Es cierto que te negaste a un proyecto de reunión de PorSuiGieco?
Sí. En realidad nos negamos todos porque la idea no nació de nosotros (como la del original PorSuiGieco) sino del productor Daniel Grinbank. El nos ofreció grabar un disco en Los Angeles y luego volver a la Argentina para presentarlo en concierto. Lo único que nos motivaba un poco para reunimos era grabar en Estados Unidos, pero ninguno de nosotros quería -ni quiere- que PorSuiGieco se transforme en un negocio. Cuando el grupo vuelva será porque nosotros así lo decidimos. Y eso puede ocurrir en cualquier momento...
El problema mío es que estoy muy abocado a Seru Giran y no compuse nada en la onda de PorSuiGieco. Y componer de apuro no es algo que me guste. Otro ofrecimiento que tuvimos (en realidad fueron varios) fue de reunir a Sui Generis. Nos daban un montón de plata, pero tampoco aceptamos porque a pesar de que seria un negoción, musicalmente estaríamos forzados. Yo pienso que Sui Generis fue el producto de una época irrepetible. Y no es lindo vivir del recuerdo. Además, música como la de los Sui, yo ya no podría hacer más. Ahora mi grupo es Seru Giran, y a él estoy dedicado por completo.
¿Te molesta que la gente te pida temas de Sui Generis?
No. Incluso hay temas que me gustan y los toco. Lo que me molesta es que me pidan "El blues del levante". Ese tema yo lo hice como un chiste y resulta que se transformó en un himno. Es un blues cualquiera con una letra graciosa y nada más.
¿Qué pasó con el disco que se grabó en el Festival del Amor?
Estoy esperando que salga. Cada vez que voy a la grabadora me dicen que ya sale, que no me preocupe. El problema es que la compañía que tiene los derechos (Microfón) se lo quiere dar para su explotación a Music Hall por sólo dos años. Estos, a su vez, lo quieren tener por diez años.
A mi me gustaría que saliera ya, porque dentro de un tiempo no tendrá más vigencia. Será parte de la historia...

Fuente: Magicas Ruinas

viernes, mayo 22, 2009

Mensaje de seguimiento

Mi nombre es Charly García y vivo en Nueva York. Son las tres de la tarde y el calor es infernal. El verano neoyorquino es muy denso. Supongo que ustedes querrán que yo hable de otra cosa y no del tiempo. Pero éste es mi monólogo. De modo que lo voy a hacer como a mí se me dé la gana.

Estoy en un enorme loft. Así llaman aquí a los departamentos construidos en edificios que anteriormente fueron depósitos, fábricas o talleres. Obviamente, estoy en el Greenwich Village. No concibo vivir en Nueva York de otra manera.

El lugar es por fuera lúgubre y por dentro muy cálido. Ha sido pintado, desde el techo hasta los pisos, en un blanco purísimo. Frente a los tres ventanales que dan a la calle Weverly están instalados los dos nuevos sintetizadores que me compré. Hacia el fondo —digamos, a espaldas de donde estoy sentado ahora, dictándole al grabador esta especie de carta abierta y a la distancia— se halla la cocina. Amplísima y con las ollas de cobre colgando del techo. En la otra punta del living —casi tan grande como una cancha de tenis— están los ventanales internos, y en un rincón, montones de plantas. Hay un letrero con recomendaciones en inglés sobre el cuidado de las plantas. Lo dejó la profesora de danzas que me alquiló el departamento. Todavía luce fresco.Es que me mudé hace dos días.

Llegué a Nueva York hace dos meses. Vine a comprar nuevos instrumentos. Estuve diez días y me fui a Los Ángeles, donde están Pino, Pedro Aznar, Gustavo Santaolalla y otros músicos argentinos trabajando desde hace algún tiempo. Ahí me picó el bichito de quedarme a vivir una temporada en Estados Unidos.

Y aquí estoy. Me moviliza el afán de participar, de integrarme a los movimientos artísticos de Nueva York. No por la vía de las grabadoras, sino tocando en pubs, con grupitos y esas cosas. En síntesis, vine a empezar de nuevo. Además, quería aislarme de lo que en Buenos Aires me estaba asfixiando.

Porque los músicos que tienen algún suceso, como me pasó a mí, tienen dos opciones: o seguir a toda máquina, o cortarla y tratar de cambiar. Yo decidí cambiar, estar en un lugar donde nadie me conoce, donde puedo tocar gratis en una plaza si se me canta. Tengo un inmenso escenario a mi entera disposición, y todas las horas del día y de la noche. El escenario se llama Nueva York.

Yo quiero hacer la música que me sale del corazón. Y en Buenos Aires pretendían que yo me convirtiera en un-hombre-público, que hiciera declaraciones políticas a cada rato, que me jugara y dijera cosas que fueran vendibles para un diario o una revista.

Realmente, por eso estoy aquí. Quiero volver a hacer música de inspiración pura. Allá me chupaban más energía de la que recibía. Y eso nada tiene que ver con mi público. Los que me siguen saben que voy a volver con algo realmente bueno. Son los que escuchan mi música quienes saben que lo que yo brindo es un acto de amor y de comunicación.

Pero yo no me borré. Soy consciente de que todos, desde el zapatero hasta el músico, tienen la obligación de hacer algo para esclarecer a los demás, para que todo salga mejor. Pero eso no pasa por dar definiciones o ponerse etiquetas. Por eso creo que la cosa progresiva, piola, es seguir 'developiándose', como dicen aquí en spanishinglish. Es decir, desarrollándose.

En Buenos Aires estaba sufriendo. No por las cosas materiales, sino por la falta de comunicación con la gente. Porque la gente allá está muy down (abajo, tirada). Hay una falta de fe increíble. Nadie cree en nadie. Eso nos está convirtiendo cada día en un poco más tontos.

En suma, estoy aquí para ver si puedo... dar una vueltita más de tuerca. Necesito alimentarme de ideas nuevas. Yo tengo una canción que se llama Los dinosaurios y dice: "cuando el mundo tira para abajo, es mejor no estar atado a nada". Y ésa es mi filosofía. Yo soy un tipo que se siente bastante solo, y cuando siento que muchas cosas me están agarrando, me siento mal. Prefiero ser una pequeña unidad móvil que se desplaza.

El antimilitarismo y la oposición a cualquier tipo de dictadura son muy claras en mí. Allí no hay duda. Pero de todo eso, la gente interpreta lo que quiere. Hay algunos que me acusan de ser un músico del Proceso porque pude sobrevivir mientras estuvieron los militares y porque, por ejemplo, en un recital toda la gente cantaba "¡Se va a acabar, se va a acabar... la dictadura militar!...", yo les decía: "Okey, cantemos esto acá. Pero sepamos que lo estamos haciendo dentro de estas cuatro paredes, y nadie de afuera nos escucha".

Yo pienso que la dictadura está en la cabeza de los argentinos. Eso de que los argentinos necesitamos tanto un papá es muy cierto. De ahí viene que siempre andamos buscando una figura fuerte, un gobierno que detente la autoridad suprema.

Pienso que hay que romper de una vez por todas con eso. Basta de buscar soluciones externas con los partidos políticos o los militares. Porque si seguimos así, en poco tiempo a unos pocos se les va a ocurrir que los militares son la gran solución y ¡zas!... los llaman para que vuelvan a implantar su sistema. Por eso estoy en contra de cualquier régimen dictatorial, así venga de los militares, de los partidos o de las computadoras.

Ahora... los argentinos tenemos una cicatriz muy grande que todavía puede supurar un tiempo más. Son estos siete años de férrea dictadura. Aunque vos hayas protestado, estado en la cárcel o te vayas del país, tenés la misma marca que el resto de los 28 millones de argentinos. Entonces creo que ha llegado el momento de decir okey, acá está lo feo de la Argentina y lo tenemos que mostrar. Así somos nosotros y estamos dispuestos a empezar de nuevo.

Sin pedantería, creo que yo dije cosas en la Argentina cuando todo el mundo se callaba la boca. Los que iban a mis conciertos, allá por el 78, lo saben muy bien.

En este momento, todo el mundo dice lo que yo decía hace mucho tiempo. Entonces, ya nada tengo que decir con ese lenguaje. No puedo estar más en ésa. Los que me conocen saben que en las épocas oscuras yo trataba de alumbrar, con mi pequeña linternita... aunque más no fuere hasta las primeras filas de los que me iban a escuchar. Ahora ya es fácil disentir. Cualquiera lo puede hacer. Yo, en la actualidad, quiero hacer otra cosa.

Por esas experiencias y muchas otras creo que los jóvenes necesitan un cambio urgente. Se sienten absolutamente oprimidos. Ser joven en la Argentina para lo único que sirve es para que te digan: "anda a pelear", o si no "sos un pendejo. Tu opinión no vale nada". O la última: "vení y votame". Pero no se les da una participación real. Entonces, cuando gritan en un recital, es porque tienen que sacarse la bronca que llevan encima de alguna manera.

Cuando yo tenía 18 años mis sentimientos eran idénticos. Yo también gritaba: "¡Basta!". Hoy esa sensación está en todo el pueblo argentino. Yo no sé si eso es suficiente para terminar con la dictadura militar, pero al menos es un buen comienzo.

Creo que atrás de ese "¡basta!" tiene que venir otra cosa. Y en el caso de los chicos es la necesidad de la militancia. No en esas mierdas de las armas y las guerrillas, sino en un viaje adentro de uno y para cambiar. Este viaje mío quizá sea tomado como una salida individualista. Pero yo pienso que se necesita una buena dosis de individualismo. En la Argentina .todo es standard, todo tiende a tener el mismo nivel. Nada puede sobresalir de la mediocridad general porque es mirado prejuiciosamente. Es penoso llegar, a veces, a la conclusión de que no todos se pueden salvar al mismo tiempo, pero los que se pueden salvar... ¡Por favor... háganlo!

No quiero que me entiendan mal, He querido decir que van a seguir los problema. Que va a pasar mucho tiempo antes que un cambio verdadero aparezca en el horizonte. En tanto, los más lúcidos, los que puedan y les dé el cuero, deben tratar de hacer cosas. Salir a ver qué pasa en otras partes, comprender y hacer entender a los demás cuánto se nos cerró la cabeza en estos años de oscuridad y miseria.

Aunque cambie el gobierno, lo que va a tardar muchos años en cambiar es la mentalidad de los argentinos. Van a pasar miles de días antes de que desterremos el mocasín, el bigote, el Falcon, la nena que no puede salir con la pollera corta, el nene que no debe dejarse el pelo largo, los que tienen que casarse a los 25 años porque si no se sienten idiotas. Y es contra esas cosas que hay que luchar. Porque ahí está la base desde la cual generar nuevos cambios, más profundos y radicales.

Yo siempre he luchado desde esa posición. Mucha gente creía que yo era homosexual porque iba a un recital vestido de mujer. Pero era una forma de decirles: "¡Eh! ¿Qué pasa? ¿Tan serio es todo que no nos podemos reír de nosotros mismos?"

Claro, yo puedo hacer y decir lo que muchos jóvenes tienen ganas de hacer y de decir pero no pueden. Entonces me van convirtiendo en una especie de Gurú. Pero yo no quiero pasarme de la raya. Voy a continuar haciendo música y dando mi mensaje a través de mis canciones. Pretendo que la escuchen los pibes. Lo que hago, lo hago para ellos. Pero quiero que mi mensaje sea un instrumento y no un fin en sí mismo. No soy ni quiero ser un gurú ni nada que se le parezca.

Yo puedo señalar a un cana en un estadio, y si quiero lo hago echar de ahí. Entonces, un pibe que ve eso dice "¡el loco mató!". Pero es algo ficticio, porque él no lo puede hacer. Y cuando yo salgo del estadio puede que también me lleven en cana y a las trompadas. De modo que la situación puede resultar confusa. Yo no puedo decirle a los pibes 'Vayan y escupan a los canas", porque no serviría de nada. Sería ir para atrás.

Hay que tener muy en claro, dónde está el enemigo real. Yo creo que el principal enemigo está mitad afuera y mitad adentro de uno. Lo único que quiero es ayudar a la gente a que se saque esos demonios que llevan adentro. Exorcizando mis propios demonios, quizá, pero sintiéndome siempre igual a los demás, y nunca un líder, y jamás un omnipotente.

Yo creo que, en cierto sentido, la juventud argentina vive en el clima de los años '60. Claro, no hay muchas otras cosas para hacer y por eso se vive añorando o intentando reconstruir un ayer que ni siquiera se ha conocido. Si no surgen cosas que hagan mover a los jóvenes, ellos van a buscar —consciente o inconscientemente— el camino del reviente. Por las drogas o el alcohol o lo que sea.

No es que diga que hacerlo está mal. Yo no soy quién para andar dictando normas a los demás, Pero pienso que los jóvenes que siguen el rock en la Argentina, quizá se den cuenta que puede haber un camino no tan destructivo. Y tiene que haber una nueva música y una nueva forma de expresión para eso.

Estoy en contra de! tipo que desperdicia su talento por haberse tomado treinta ácidos. Pero tampoco soy un hijo de puta que dice, "hay que matarlos a todos". Yo, en todo caso, me siento de acuerdo con lo que proclamaba John Lennon: el karma instantáneo. Comunicación, síntesis, impulso de vida, humildad y firmeza amable.

El resto es decadencia, basura. Es sobrevivir con los pedacitos de carne, de droga o de alcohol que les sobran a los ricos. Y hay un montón de tipos pululando por ahí, esperando que les tiren esas migajas. Yo, por el contrario, creo que hay que ir para adelante. Ir para adelante no quiere decir que nunca te tomes un trago. Pero no hacer de eso un culto, porque te puede llevar en muy poco tiempo al infierno. Y eso no es bueno, salvo que uno se quiera morir.

¿Qué hago yo aquí? Música, siempre música. En un momento pensé en mudarme a Brasil. Pero creo que ahí me faltaría speed (velocidad). Yo soy muy acelerado. Grabé hace dos años en Los Ángeles y me pareció fabuloso, pero de plástico. Uno de esos lugares para hacer el paseo por Disneylandia y chau. En París no encontré la comunicación que necesito. Y a Berlín ni siquiera la conocí, pero la imagino sumamente difícil.

Nueva York es una ciudad donde se está cocinando todo, y todo el tiempo. Hay centenares de tugurios llenos de músicos de gran talento y con mucha polenta.

Yo estoy en una mano artística al remango y necesito una ciudad así. Acá me engancho muy rápido con la gente. Voy a los jam sessions y empiezo a nacer todas las canciones de tos años 60. "¿Te acordás de ésta de los Hollys?" "¿Y de aquella otra?". Nos volvemos locos de contentos.

Ya tengo un long play en mi cabeza. Voy a hacer un poco de todo. Tengo diez temas ya cocinados. Uno de ellos es una especie de salsa. Tengo un contacto con el salsero Rubén Blades, que dentro de poco va a la Argentina, y con él y sus músicos voy a tocar.

Después hay otras cosas a lo Van Hallen. Tengo que encontrar un violero pesado, de esos que la rompan toda. Después voy a hacer algo new romantic, y por ahí me engancho con alguno de los pibes que conozco acá, y un buen día nos ponemos a tocar y sale el superdisco.

Lo que no quiero es estar obligado a grabar a horario, de 6 a 8 por ejemplo. No. Yo voy a trabajar con estos superequipos que tengo nuevitos aquí en casa. Y así puedo llevar todo bastante armado al estudio. No voy a hacer la latinoamericanada de pretender tocar con los mejores músicos impuestos por las grabadoras. Quiero tener unos meses libres de toda atadura y crear al remango. Eso es lo que quiero hacer.

Si miro hacia atrás y recuerdo Buenos Aires y todo lo que quedó atrás, pienso que estoy en condiciones de hacer un modesto y provisorio balance. Ahí va. Soy Charly García. Un chico bueno que estudió música clásica. Después empecé a crecer y a escuchar a Los Beatles, a Elvis Presley... ¡Blum! Cambié. Se me dio por el rock. Anduve cinco o seis años rebotando por las grabadoras. Nada...

Me engancho con Sui Géneris. Es éxito al instante. Sale y ¡boom!... pega. Al principio estaba deslumbrado. Qué lindo, me decía, puedo tocar y, mejor todavía, hay gente que me escucha. Todo andaba fenómeno. Hasta que un día me aburro de eso y me separo. Eso ya era muy grande. Y un despelote.

Entre Lito, los otros pibes y yo no había mucha onda. Y entonces, en ese tiempo, yo estaba preocupado por conservar el tono amateur. Por eso armé mi propio grupo y me fui de Sui Géneris. Bueno, terminó más o menos igual que el anterior.

¿Qué hacer? Me preguntaba. El país no cambia, la gente no cambia, y bueno... cambio yo. Esa fue mi conclusión.

¡Ah! Me casé y tuve un hijo. Me separé de mi mujer. De mi hijo no. Fui a Brasil, viví en la playa, todo el mambo. Hice Serú Giran, como también muchas otras experiencias. Y un día conocí a Soka, que ahora está por venir a vivir conmigo acá. Pude zafarme del cerco de las grabadoras, y para mejor tengo dos abogados y a Daniel Grinbank, que cuidan mis intereses y no me afanan.

Como la mayoría de los músicos que alcanzan cierto suceso, andando el tiempo uno necesita volver a las fuentes, realimentarse. Y hallar un poco de tranquilidad. Yo estuve diez años ahí, expuesto en la vidriera. Es mucho tiempo. Para colmo, últimamente se me estaba dando una importancia como personaje público que realmente no tengo. Como si cada cosa que yo hiciera o dijera fuera importante por algo o para alguien.

Esa sensación me llevaba a recordar permanentemente la canción Police. ¿Recuerdan?... "Every move you make, I been watching you" (cada movimiento que tú hagas, yo te estaré mirando). Bien... me estaba preocupando demasiado por cosas esencialmente ajenas a mí.

Y yo realmente no compongo bien cuando me siento mal, cuando estoy ahogado por la atmósfera que respiro. Sobre todo cuando se trata de una atmósfera ficticia, impuesta por la tuerza y el poder de los demás.

Sin embargo, mirando hacia adelante siento que hay un futuro para la música popular. Los rockeros nos dimos cuenta, en los últimos tiempos, que éramos unos idiotas que intentábamos conservarnos en nuestras cajitas de cristal usando códigos supersecretos y supercerradísimos.

Y eso ha sido porque en la Argentina todo el mundo habita en cubículos separados. La nueva música está saliendo recién ahora. Por primera vez hay una fusión de diversos estilos. Van apareciendo canciones que expresan sentimientos auténticos, que corresponden al sentir de mucha gente.

Globalmente, empero, el rock es algo que va para atrás. Mucha gente me va a odiar por lo que estoy diciendo, pero es absolutamente la verdad. Acá he ido a ver muchas cosas y sin embargo, no he encontrado nada nuevo. Ellos están esperando que suceda algo. Bien, nosotros también tenemos que ir en busca de lo nuevo. Y para eso hay que estar muy abierto a cualquier tendencia.

Me gustaría que se notara que no me refiero exclusivamente a la música. Sería muy piola que los escritores dejaran de menospreciar al rock y se pusieran a escribir buenas letras de canciones. Es decir, necesitamos verdadera música y verdadera poesía popular. Sería bueno que surgiera todo un movimiento con pintores, arquitectos, músicos, escritores. Algo así como lo que se hizo en la época del Di Tella, donde haya discusión y creación colectiva.

Yo no sé si será un movimiento; si quedará restringido a la actividad artística o se abrirá a una mayor participación con toda la gente. Es apenas un deseo mío. Yo quiero que surja ese movimiento. Y naturalmente, desearía que empezara por las cosas básicas, elementales.

Primero: vivir y dejar vivir. Lo que significa que todos y cada uno puedan hacer lo que quieran, lo que se les de la gana, siempre y cuando respeten a los que tienen alrededor. Creo que nos tenemos que querer un poco más. Hay que asumir que postergamos muchas cosas que queremos hacer o decir, para no sentirnos ridículos delante de los demás.

Dueño, tenemos que querernos y confiar mucho más en nosotros mismos para poder hacer lo que queremos y en paz con nuestras conciencias. De estas cuestiones nadie habla, pero hay que tomarlas en serio si es que de verdad vamos a vivir en una democracia. Okey que hace falta un buen gobierno, gente honesta en los cargos públicos y etcétera, pero además hace falta una buena onda. Yo me quiero y me respeto, y quiero y respeto a mi vecino porque él debe tener algo bueno. No necesito matarlo para imponerle mis ideas, trepar la pirámide social o satisfacer mi ego envanecido.

Ya les dije en otra parte de esta larga, extensa confesión: quise venir aquí para recuperar mi categoría de músico. Es el lugar que siempre quise ocupar, haciendo letras y componiendo melodías. Nada más. No tengo vocación de líder ni me creo capacitado como para marcar el rumbo histórico de ningún proceso. Lo que yo hago bien es tocar el piano. Creo que en nuestro país las cosas están muy distorsionadas. Por eso entiendo que hay que volver sobre lo que cada uno sabe hacer bien. Pero es bueno decir, desde aquí, que a mí me encanta el haber tenido algo que ver en el cambio de ciertas costumbres argentinas. Creo que hice lo posible para que los pibes hagan el amor sin tantas represiones y a una edad más temprana, que se vistan como se les dé la gana, que se rebelen y se sientan capaces de crear todo aquello que les guste. Voy a continuar diciendo todo eso en mis canciones, y el que lo capte y se anime, que lo haga.

Quizá alguien piense que estoy aquí despilfarrando la guita que gané en la Argentina. Bueno: no es del todo cierto. Yo empecé a ganar cuando me produje en forma independiente. Con Sui Géneris no saqué un solo peso. Con La Máquina de Hacer Pájaros tampoco. Con Serú Giran perdí un montón. A partir del disco que hice con Daniel Grinbank comencé a ver algunos dinerillos. Obtuve, es cierto, el segundo lugar en las recaudaciones de SADAIC (detrás de La Cumparsita, ¿qué tal?) pero eso no es mucho fuera de la Argentina: 10 mil dólares que me permiten estar aquí tres o cuatro meses tranquilo.

Pero ni la fama ni el ruido ni el dinero me atraen demasiado. Mi trip es llegar a los 60 años y seguir tocando el piano, poder educar a mi hijo, ayudarlo a que busque su felicidad. Yo digo en una de mis canciones: "no me quiero atar a nada". Y lo vivo así: uno no se puede atar a los militares, a la oficina o a la droga. Porque es un viaje de ida y sin retorno.

Chau, pibes: doy las gracias a LA SEMANA por permitirme hablar con ustedes, directamente y sin subterfugios. La corto aquí porque se está terminando la cinta. Me gustaría hacerles escuchar un tema que tengo en mente pero... ¡Ufa!... Se acabó la cinta.

Entrevista: Gustavo Sierra

Fotos: Rudy Hanak (De la corresponsalía en Nueva York)

Revista La Semana 18/08/1983

Mágicas Ruinas

jueves, mayo 21, 2009

La canción sin fin

Charly García tiene 45 años, Mercedes Sosa, 62. Se conocen hace treinta años, pero recién ahora se decidieron a grabar un disco juntos. “Alta fidelidad” lleva vendidas cincuenta mil copias en dos semanas, y se perfila como uno de los discos más importantes de la década: Reunidos en una habitación del Sheraton, Sosa y García cuentan a Radar cómo funciona esa extraña química entre los dos en un reportaje antológico.

Se miden, se mueven, se miran, se mimetizan. Sentados una junto al otro, Mercedes Sosa y Charly García parecen por momentos colosales superhéroes del planeta del arte o apenas frágiles seres vulnerables en busca de contención. Acaban de editar uno de los discos más importantes de la década, pero se conocen hace treinta años, y al tiempo se ignoran desde siempre: vienen de mundos tan distintos como sus apariencias. Mercedes tiene puesto un conjunto azul, una camisa floreada y un collar de perlas. Está como varada en el sofá de cuatro cuerpos en que ambos han estacionado sus humanidades y camina con dificultad, como una Pachamama cansada, por estas habitaciones espaciosas de la suite del hotel internacional donde conceden la entrevista exclusiva a Radar. Charly luce un saco de lamé dorado como de cantante de bailanta, jeans sin botones ni cierre, zapatillas negras sin medias, uñas bicolores, tatuajes por todas partes y los ojos marcados con delineador. Parece salido de un comic futurista cuando, dando saltitos y moviendo los brazos como aspas, guitarra en ristre, flota sobre la alfombra rumbo a una parte de la sesión fotográfica.

Aunque para el público parezcan amigos que se frecuentan, en rigor se ven en contadas ocasiones y casi no hablan. Se conectan, en todo caso. Ella lo trata con un amor maternal que le permite a él su papel de adolescente perpetuo. Mercedes tiene una paciencia de tucumana y Charly un carácter de chico de Barrio Norte. Mercedes lo atrae hacia su hombro y le rasca la cabeza, susurrándole unas palabras cariñosas al oído. Charly se deja pero mira a los testigos con ojos de Johnny Rotten en un viaje agresivo. Sin embargo, si algo deja claro Alta Fidelidad --que ha vendido cincuenta mil copias en cuatro semanas-- es que entre ambos existe una química artística explosiva, iluminadora, valiente. Las canciones de Charly crecen en la garganta de Mercedes, Charly crece poniendo su talento sin límites al servicio de un proyecto coherente, y Mercedes crece sometiéndose a un control artístico que desconoce prejuicios. La mediocridad para algunos es normal, la locura es poder ver más allá.

A las dos carreras les hace bien el resultado de la química, pese a que se supondría que no tienen nada que demostrar, desde hace mucho ya. Mercedes y Charly son algo más que los artistas claves de sus respectivos géneros: los trascienden y los funden en un denominador común, que es la música argentina, a secas. Pero, además, son símbolos vivos. El alma llena de congojas de Mercedes --uno de los primeros artistas obligados al exilio por la violencia política de los '70-- y el cuerpo atormentado de Charly --un artista absolutamente clave para entender la resistencia cultural, aún hoy-- simbolizan buena parte de los conflictos sociales argentinos. A los dos les pesa el tiempo pasado: ¿cuántos chicos que cayeron cantaban canciones de Charly, cuántos que no están soñaban con un mundo mejor escuchando discos de Mercedes, cuántos lloraron exilios oyéndolos, cuántos crecieron amamantados por sus voces y palabras, cuántos los aman hasta aturdirlos? Es difícil ser memoria viva.

A Mercedes le dolía la cabeza, esta noche, más temprano. Todo estaba organizado para la entrevista el día anterior --la suite alquilada por Polygram en el Sheraton, los jefes de prensa y managers trabajando en conjunto--, pero Charly no llegó nunca a la cita, acordada con mucha anticipación. Pidió disculpas a su modo: sentía calambres en el alma. Pero se presentó al día siguiente en el hotel, entró tocando su guitarra eléctrica al lobby --con un pequeño parlante amplificando el sonido-- y subió los 23 pisos radiante, como un chico bueno que va a clases el lunes, con el guardapolvo bien blanco y una manzana para la señorita a la que hizo rabiar el viernes. Ahora, que Charly está por allá atrás, poniendo sus manos sobre el rostro cada vez que el fotógrafo dispara el flash y preguntando si no se podrá hacer una fiesta en la habitación, de madrugada, ya es tarde, y a Mercedes no le duele más la cabeza. Hace una seña casi imperceptible, pidiendo al cronista que se acerque a su posición de barco escorado, en el living.

--Este Charly es uno, y a veces asusta, pero el Charly de estudios es otro. En el estudio tiene una delicadeza... Un día, durante la grabación, le digo, con un poco de miedo por su respuesta: "Me parece que esto está un poco desafinado..." y él me mira a los ojos y me contesta: "¿Té o café, Mercedes?". O sea, me dice que sí, pero que no me preocupe, que él lo va a arreglar. Que yo tome té o café.

Cuando le dolía la cabeza, horas antes, Mercedes comentó que leyendo De artistas, locos y criminales, de Osvaldo Soriano se enteró de que el enorme escritor mexicano Juan Rulfo adoraba las aspirinas argentinas y aprovechaba sus visitas a Buenos Aires para aprovisionarse por años. Después de tomar una con tamaña convicción, se ha colgado hablando de su último descubrimiento literario, el chileno Luis Sepúlveda, pero enseguida ha vuelto a lo de las aspirinas. Aporta una precisión: Rulfo le contó eso a Soriano volviendo de un kiosco, mientras tomaban algo en el Bar Ramos. Charly pone cara de Chaplin, cuando Mercedes se toma un respiro. "¿Y qué no es bueno, en este país generoso?", pregunta entre risas, haciendo mohínes. "Acá no es como en Nueva York, que la sal no sala y el azúcar no endulza". Mercedes se ríe con ganas, y Charly cuenta que, de verdad, esa definición de Nueva York se la dio una señora paqueta, y que le pareció de un snobismo tan insoportable que no tuvo más remedio que incluirla en un tema de La hija de la lágrima.

Charly se acuerda de Mercedes Sosa a principios de los '60, cuando era un niño, uno de los cuatro hijos de Carmen García Moreno, productora del programa televisivo Folklorísimo. En el living del amplio departamento de la familia en el Barrio Norte, con sus ojos de chico, se sorprendía viendo en la intimidad a Eduardo Falú, Ariel Ramírez, Jaime Torres, Jaime Dávalos, parte de la crema de aquel folklore que por entonces, antes de Los Beatles, era en la Argentina la nueva música joven. Pero Mercedes tiene visiones borrosas de esos momentos, en que apenas era una joven promesa y venía del hambre y la postergación. "El era un chico, y yo estaba creciendo", define. Charly tiene hoy 45 años --cumple 46 el 23 de octubre-- y Mercedes 62, desde el 9 de julio. Pero, aun sin acordarse de cómo la miraba Charly mientras ella cantaba en aquel living, recuerda perfectamente a Carmen contándole en un bar de la calle Viamonte sobre aquel hijo prodigio que a los doce se recibiría de profesor de piano tocando a Chopin, y que muy poco después descubriría el rock. "Yo pensaba: todas las madres hablan maravillas de sus hijos", resume.

Pero a pesar de haber estado tan cerca por entonces, los caminos que a mediados de los '90 se han unido, a mediados de los '60 se separaron. Charly se peleó con los profesores que no lo dejaban componer música clásica, descubrió a Los Beatles, escuchó a Los Gatos en el Fénix de Flores, se hizo hippie y empezó a componer canciones que con los años se harían clásicas. Pesaba lo mismo que ahora. "Cuando ya me empiece a quedar solo", una de las versiones más impactantes de Alta fidelidad, la escribió ahí nomás, a los 18, antes de grabar en 1972 el primer disco con Sui Generis, Vida, aunque la registró en el segundo, Confesiones de invierno. Pero Mercedes estuvo diez años sin escucharlo. Recién conoció el tema del que ahora no se cansa de hablar al regreso del exilio, en 1981. Se lo hizo escuchar Daniel Grinbank, pensando que podría cantarlo. Lo hizo en los shows más emocionantes de su vida, los del retorno en el Opera, en su primera actuación con García. Antes, con su hijo Fabián Mathus, que mucho tuvo que ver con su acercamiento a los más jóvenes, había ido a ver un concierto de Seru Giran, en Morón. No entendía nada.
Es un dato impresionante que usted no haya escuchado durante una década un tema que luego cantaría durante quince años, y que para el público de Charly fue un clásico instantáneo.

--Es que yo estaba muy sorda, entonces. Yo era del folklore, y los folkloristas negábamos el rock. El rock comenzaba acá, pero para nosotros no existía... y eso que éramos los más progresistas. No digo Charly o Spinetta, solamente: ¡para nosotros no existían Los Beatles!

--¿Pero al Pato Donald tampoco lo conocían? --bromea Charly, que se ve que por entonces no leía a Ariel Dorfman.

--A Los Beatles, Charly, los conocí en el exilio, en Madrid. Un día voy caminando por la calle y veo mucha gente haciendo cola para entrar a un cine, y daban Submarino amarillo. Entré de curiosa, y me caí de espaldas: creo que ahí vi los colores por primera vez. Me sentí muy avergonzada, y lloré, sola en mi casa. Aprendí de golpe que los artistas no debemos tener soberbia con los otros artistas, no desechar por los prejuicios. Yo era una cantante muy reconocida ya, y realmente tenía una visión de la música totalmente limitada por los prejuicios.

--Yo no quiero ser injusto --tercia Charly--. Para mí vos siempre fuiste abierta. Lo que pasa es que creciste en otra época, con una leve diferencia de edad con mi generación, digamos, que vivió la explosión de Los Beatles mientras crecía. La verdad es que personalmente, salvo excepciones, yo a la gente que vino detrás de Los Beatles no la entiendo. Para mí la música del siglo se terminó ahí. Coincido con Woody Allen: la era contemporánea terminó cuando Los Beatles se separaron. Piensen bien: eso fue en el '70, y ahí empezó toda esta mierda. Por ahí es una exageración, pero yo no confío mucho en una persona si no le gustan Los Beatles.

--Sí, está bien, Charly, pero a los viejos siempre nos duele haber perdido el tiempo.
A vos, Charly, te pegó especialmente el disco Mujeres argentinas, de Mercedes.

--Es que, pese a lo que dijo recién, Mercedes fue siempre una persona súper avanzada. Para mí la música argentina no es de rock, ni de tango, ni de folklore, sino música argentina. OK: yo crecí con la guitarra eléctrica y ella con el bombo, y aquí estamos. Pero los dos tenemos la cabeza abierta. Mercedes es muy grande musicalmente y en aquel disco ya estaba todo claro. Había un órgano, también había bombo, claro, pero el bombo no estaba en todas partes, y a mí me repegó. Había buenas canciones, buen sonido, buena producción. Cuando nos juntamos para nuestro disco, yo le dijo a La Negra: "Hagamos otro Mujeres argentinas".

Hace años, tenías un proyecto de grabar un disco con Atahualpa Yupanqui.

--Sí, antes de que se muriese. Un día lo conocí y me pareció un tipo excepcionalmente inteligente, un tipo con una suavidad extraordinaria, con la suavidad de los elegidos, y se me ocurrió que trabajáramos juntos. Cuando te encontrás con un artista así, de verdad, a mí me dan ganas de hacerme amigo, de trabajar con él. De admirarlo con un tarea en común. Lo quería hacer con Yupanqui, lo hice con Mercedes y lo haría con cualquiera que me parezca grande, aunque no sea famoso o conocido.

--A mí --se mete Mercedes-- me pasó algo parecido. Había grabado un disco de homenaje a Violeta Parra, otro de homenaje a Atahualpa y me dije, un día:
"¿Cómo es posible que no haya hecho uno con Charly, que es uno de los grandes del siglo?" Lo invité a que participara, y acá estamos.

--Este disco --sigue Charly-- fue hecho en forma muy misteriosa, investigando mucho. Sin máquinas, con la menor tecnología posible, tratando de reflejar nuestra personalidad, no la personalidad de las máquinas o los técnicos, que es como suena casi todo hoy. Cuando estoy en el estudio, yo quiero mística, no quiero industria. Quiero grabar con velas, soy muy velero, no con luces artificiales de neón. Grabamos en lugares muy chiquitos para un proyecto de este tamaño, muy caseros. Después, OK, vino Joe Blaney, mezclamos cinco estrellas, trabajamos como sabemos. Pero para mí estuvo lleno de experimentación, de tocar sin escuchar y "escuchar" mirando el osciloscopio, de escuchar la música pero debajo del agua, en la pileta. Mercedes, un psicólogo me dijo una vez que la noticia más importante, la noticia de tapa, no es si el Frepaso se alió con el radicalismo, o si Menem es más corrupto que antes, sino que nació un bebé en el espacio. Nació un bebé en el espacio, ésa es la noticia.

--Yo canté y me fui. Siempre trabajo así.

--Yo siento que en el disco, de alguna manera, está el sufrimiento de ella. Ella sufrió mucho. Creo que yo no tanto. El asunto de las llaves y eso.

¿Qué es, Mercedes, el asunto de las llaves?

--Es un símbolo de la soledad, algo que le conté una vez a Charly. Estaba en Madrid, en mi casa del exilio, y después de que se había ido la chica que venía por horas, salí a sacar la basura y me quedé afuera, porque se cerró la puerta. El encargado llamó a un cerrajero, que vino de noche como desde cuarenta kilómetros a hacer el trabajo, y para mí fue como un símbolo de la soledad: cuando estás solo, tenés un llavero lleno de llaves de distintas puertas, pero nadie tiene una segunda llave de esas puertas, no tenés quién te cuide las espaldas. Yo esperaba al cartero a la mañana y a la tarde. No venían cartas y pensaba: vendrán mañana. Vi eso en El exilio de Gardel y me conmovió muchísimo. Muchas canciones de Charly me conectan con eso. Por eso me hubiese gustado que estuviese "Desarma y sangra", pero no estuvo.

--¿Y por qué no la grabamos, Mercedes?

--(Con sorpresa y una pizca de enojo) Porque vos no quisiste, Charly... A vos no te gustó cómo quedaba.

--A vos no te gustó. Acordáte, Mercedes...

--(Cambia de tema porque tiene claro que no va a haber acuerdo) "Canción para mi muerte" también quedó afuera. Es que por un momento pensé que era demasiado sufrimiento, demasiada muerte, y ahora que Charly está bien no tiene sentido hablar de la muerte.

¿Cuáles son los temas que a usted más le gustan del disco, Mercedes?

--"Cuando ya me empiece a quedar solo" y "Los sobrevivientes". "Los sobrevivientes" me parece una obra maestra. "El tuerto y los ciegos" también quedó bárbara. Otras me costaron mucho, como "Cerca de la revolución" o "Promesas sobre el bidet": no estoy acostumbrada a cantar con una batería partiéndome la nuca. "Promesas..." quedó muy bien.
¿Por qué se ríe cuando está cantando "me siento sola y confundida a la vez" en "Cerca de la revolución"?

--Porque yo cantaba con la letra original: "me siento solo y confundido a la vez", y Charly me decía que la feminizara. Entonces, cuando hice la toma, lo estaba mirando y me reía, y así quedó.

¿De qué revolución habla el tema, Charly?

--Es una canción de búsqueda. Es una canción de amor, está claro. No habla de política. Habla de otras yerbas. Cuando dice "no es una cuestión de elecciones", no habla de Alfonsín. Habla de elecciones de vida.
¿Por qué, Charly, Alfredo Alcón cambia en un tramo la letra en "Los sobrevivientes" diciendo "nunca tendremos país", en lugar del "nunca tendremos raíz" original?

--¿Decía "raíz" la versión de Serú? No me di cuenta, pero creo que "país" está bien. Bueno... --piensa, rápido--, acaso entonces yo estaba más telúrico y ahora estoy más ciudadano.

¿Por qué trasformaste en un carnavalito "El tuerto y los ciegos"?

--Pero es que las versiones... son casi iguales. Sólo que entonces (1975) yo quería tocar el mini-Moog y ahora me gusta el charango. No sé mucho de carnavalitos y vidala, o rock o blues. Para mí es música. Y si es mía es argentina. Es así, loco.

Después, ante una pregunta sobre si estos temas serán presentados en vivo, no logran ponerse de acuerdo. Charly dice que es fácil hacerlo --un alarde de autoconfianza, queda claro-- y agrega irónicamente: "Sobre todo si hay pocos músicos con los que lidiar". Mercedes contesta que sí, pero que Charly tendría que ponerse las pilas para trabajar. "Yo me la paso trabajando", ¿bromea? García. Mercedes refunfuña: deja claro que le tiene miedo a la desprolijidad en vivo, pero que le tentaría que el trabajo sonase alguna vez fuera de los estudios. Si eso ocurre, acaso sea en diciembre. Ella tiene ahora compromisos internacionales.

Pero no se enojan por no coincidir: conocen los tiempos del otro y se respetan como dos leones poderosos como para discutir con público. Mercedes vuelve con "Los sobrevivientes", como si todo el tiempo hubiese estado intentando recordar algo, pero en realidad repite que es una obra maestra y que le eriza la piel. Es que escuchándola desde la perspectiva de hoy, emociona y asombra que Charly haya logrado colar tanta cantidad de denuncia de lo que pasaba en la Argentina militarizada sin que los mecanismos represivos militares lo advirtiesen o lo censurasen. Como lo haría luego en "Inconsciente colectivo" ("ayer soñé, con los hambrientos, los locos, los que se fueron, los que están en prisión"), "Superhéroes" ("no pasa nada, nadie pasa, sólo una banda militar, desafinando el tiempo y el compás") y "Los dinosaurios" ("los que están en la calle pueden desaparecer, los que están en los diarios pueden desaparecer, la persona que amás puede desaparecer"), para no mencionar la fenomenal "Alicia en el país".

--Yo creo con respecto a eso que en realidad estuve muy loco durante esos años. Porque no sentía miedo. Tenía bronca y quería decir mis cosas. Creo que lo hacía refinadamente, y que había censores que no se daban cuenta. Me sentía solo y siempre escribí canciones para que me acompañaran. Es mentira que uno pueda salir de la depresión haciendo canciones: cuando estoy deprimido me caigo. Pero para mí es un orgullo haber contado entonces lo que pasaba, mientras otros se iban a Miami de compras. Cuando voy a España, me dicen sudaca. Yo digo: a mucha honra. Estuve en mi país cuando era difícil, y me la sigo bancando.

¿Recordás cuándo y por qué escribiste "Los sobrevivientes"?

--Esto no lo había contado nunca. Un día soñé que estaba mirando una pared y el reloj desaparecía. Que todo desaparecía. Fue una visión como anticipatoria. Me angustié. Escribí "Los sobrevivientes" porque esa canción estaba en el aire: pero los otros no lo olieron, ¿no? O no quisieron. Escucho eso hoy y confirmo que estaba muy loco, era muy inconsciente, y además no me podían clasificar. No era el tipo militante de izquierda. Por eso zafé... Era muy duro ser joven en la Argentina de Videla, creo que quedó claro. Pero después también inventé muchas historias. Como dice Lou Reed: hay muertes, hay traiciones y hay crímenes y no se puede poner todo eso en una canción. La gente va a ver una obra de teatro de Shakespeare y no piensa que él es un asesino porque pone asesinatos. Pero yo escribo "Canción para mi muerte", que la hice cuando estaba en la colimba a los veinte, y piensan que me quiero suicidar.

--Sin embargo, hay mucha muerte en tus canciones --corrige Mercedes.

--Pero es que yo tenía una idea romántica, poética, de la muerte. Yo creo que los que creen que me quiero morir no entendieron nada. Pero nada: say no more.

La palabra muerte no le gusta a Mercedes, y la muerte mucho menos. Hace un amago de tocarse el lugar donde le duele la cabeza. Charly ha estado demasiado tiempo quieto. Mientras ella camina rumbo a las fotos, se calza la guitarra y, sentado en el sofá, toca el tema inédito "El aguante". Desde el piso 23, mientras para Mercedes el día se acaba y para Charly la noche está en pañales, Buenos Aires parece un mar de luces. "Estoy contenta: estuvo buena la nota", saluda ella. "¿Están seguros de que no podemos hacer una fiesta?", pregunta Charly por segunda vez.

Por Carlos Polimeni / Pagina 12

lunes, mayo 18, 2009

Charly García, el acento en la comunicaciòn


De regreso en Buenos Aires luego de un extenso periplo europeo, Charly García relata las experiencias recogidas en los diferentes lugares que visitó. Los contactos con las filiales de la grabadora que lo representa, las posibilidades de llevar su grupo a Europa. el encuentro en España con Moris y la incidencia de este viaje en el futuro de Seru Giran son abordados en este relato. Una vivencia que traerá cambios.
'El motivo de mi viaje a Europa fue combinar dos cosas: placer y negocios. En la parte turística, el viaje fue totalmente positivo porque es como que se me achico mucho el mundo. El itinerario fue París, donde me quede un mes, luego Londres (ahí pase Año Nuevo), la parte italiana de Suiza. Milán, Madrid y Roma. En principio, fui a París porque quería encontrarme con una compañía de ballet brasileño: Grupo Corpo, donde esta el chico que diseñó la tapa de Seru Giran.
'Por mi lado, me fui a realizar algunos contactos. Por recomendaciones que me había llevado de la Argentina, fui a la WEA y visite todas las subsidiarias en Europa. El saldo fue muy positivo en todos los lugares en que estuve. No concreté nada porque para firmar un contrato internacional hay que asesorarse muy bien, poner abogados, y yo estaba muy apurado. Voy a contar lo que paso en cada lugar. En principio, fui a la WEA de París, que es una compañía gigantesca donde hay por todos lados posters de Rod Stewart y conjuntos de música disco. En Europa, lo que mas funciona es el disco, como musica comercial, después están los conjuntos punk que no tienen mucha difusión por la radio pero de todas maneras cualquier compañía tiene cuatro o cinco de catalogo. También esta gustando mucho otra música como el reggae que hace Bob Marley.

España, punto clave

'En París, tuve la suerte de conocer a un productor, no de la WEA en una fiesta. El escuchó el disco, le gusto muchísimo y se ofreció para servirme de intérprete para hacer mis contactos porque yo de francés no entiendo nada, solamente sé pedir el desayuno: le petit-dé-jeuner. Hablamos con el encargado de la parte internacional de la WEA de Paris y le gusto mucho el material. Entendió de lo que se trataba, le pareció un poco underground para el mercado frances, pero igualmente piensa que funcionaría si el conjunto estuviera alla. El se ofreció a sacar el disco sin ningún problema pero con la condición de que demos una serie de recitales que el se encargaría de organizar.
'La idea de Europa es hacer todo el continente porque hacer un solo pais, arriesgar tanto —llevar equipos, gente, etcétera— no justifica el esfuerzo. El punto principal de Europa para nosotros es España porque es donde podemos empezar a trabajar mas rápido y con mejores posibilidades Y todo eso por el idioma y porque se esta gestando un movimiento de rock muy importante; ellos están ávidos de conjuntos. El disco fue algo que me abrió muchas puertas porque allá escuchan en seguida el material. Además, llevé mi libro de prensa con toda mi trayectoria: Sui Generis, La Maquina, las críticas a Seru Giran. Les impresionaba muchisimo la cantidad de gente que había en el Luna Park fue una cosa que no entendían porque un grupo parisino lo más que lleva son mil personas. Se sorprendieron con que en la Argentina hubo tanta gente copada con el rock. También les causaba mucha gracia algunos artículos de revistas semanales de actualidad, que titularon alguna nota: 'El músico que derrotó a Monzón'. Y los sorprendió, especialmente, porque Monzón es muy conocido en Europa'

Encuentro con Moris

'Después, fui a Milán pero no tuve suerte porque la mujer que tenia que ver en la grabadora estaba en un congreso internacional (MIDEM). De todos modos, dejé el material y quedaron en contestarme por carta. Y finalmente fui a España. Ahi tampoco encontré a contacto que llevaba porque estaba en ese mismo congreso del disco pero hablé con otras personas que, aunque no tenían capacidad de decisión para editar el material, igualmente eran empleados importantes de la compañía que me hicieron todo el cope para que vaya ya mismo allá. Estuve con Moris y le va muy bien. Tenia una dirección de Moris pero ya se había mudado, pero un día lo encontré por casualidad en la calle: él iba en un auto y yo en un taxi. Fui a su casa, me mostró lo que esta haciendo, tiene mucho trabajo. En España se trabaja mucho en discotecas que son lo que aqui los shows. Hay como cinco mil discotecas, además de los recitales y festivales, que allá se hacen con frecuencia. Con la gente de WEA quedé en volver cuando termine algunos trabajos acá. A las cosas también hay que darles tiempo, no hay que descuidar lo que hacemos acá, tenemos compromisos tomados y además tenemos superganas de tocar en la Argentina. Tenemos muchas ganas de apoyar el álbum y de mostrar algunas cosas nuevas que estamos haciendo. Posiblemente, vayamos a grabar el segundo long play a España. En abril vamos a terminar de hacer algunos trabajos pendientes, luego haremos un impasse y enseguida vamos a programar uno o dos recitales grandes en la Capital Federal para este año, además de que ya estamos componiendo el material del segundo álbum.'

Londres: no había nadie

'Cuando llegué a Londres, pensé encontrarme con todo lo que creía que era. Pero me dio la impresión de llegar a una cancha de futbol cuando termina el partido: no había nadie. De todas maneras, cuando llegue era invierno y hacia entre 15 y 20 grados bajo cero, asi es que la gente muy bien no estaba. Además, las cañerías estaban rotas, la calefacción no funcionaba porque habían saltado las usinas, había muchas huelgas, estaba todo muy convulsionado. Volviendo a los planes de Seru Giran, voy a viajar primero para hacer todos los contactos necesarios, y eso me puede llevar una semana o un mes. No tiene sentido que todos viajemos a la aventura sino que hay que arreglar todo concientemente, y luego sí viajaremos todos. 'Cuando en Europa escucharon la musica que hacíamos, vieron algo de música folklórica argentina moderna, arreglada. No la asociaron para nada con jazz-rock o con rock. Desde la tapa ya les pareció algo subterráneo. Me decían que las canciones están quizás excesivamente arregladas pero les gustaba muchísimo. En Londres, objetaron el castellano. En París, para editar se puede hacer una mezcla de castellano y francés, porque hay varios artistas argentinos que les está yendo muy bien, por ejemplo, Susana Rinaldi y el cuarteto Cedrón, que cantan en castellano. En cambio, en Inglaterra hay que cantar en inglés y ya estamos trabajando en eso, hay que traducir las letras, hacer un buen trabajo. Eso seguramente lo vamos a encarar mejor en Europa. Seguramente, del segundo álbum se van a utilizar las mismas pistas para cantarlas en ingles y tenemos intenciones de producir nosotros mismos una recopilación del primero y el segundo disco para editar en inglés, para presentar la WEA.'

Algo que llegue a la gente

'En España, se percibe mucho la influencia de Aquelarre. Todo su trabajo de llevar el rock en castellano por todo el país fue una cosa que quizás cuando ellos estaban no fructificó en la oportunidad de grabar, pero todo eso sirvió para abrir el mercado.
'Aunque no están todos los temas compuestos, en el nuevo material de Seru Giran vamos a poner el acento en la comunicación. Trataremos de que el long play sea más agresivo que el primero. Seguramente va a ser sin orquesta, puede ser que incluyamos alguna sección de vientos, pero básicamente queremos tener un sonido directo, todos los instrumentos en primer plano. Esto es un intento. Hacemos este intento por la gente de la Argentina. Es preciso hacer algo que le llegue al público, sin hacer las canciones de Sui Generis. Se trata de hacer una música donde las letras hagan participar más a la gente.'

Revista PELO mes de marzo 1979

miércoles, mayo 13, 2009

Charly hizo que "La luna" brillara


Sin el vértigo con el que habitualmente se lo retrata en los medios, el músico se mostró reflexivo durante el reportaje. Habló de su infancia, de su familia y de la muerte. Dijo que cree en Dios y que además suele rezar.

Charly García fue protagonista del reportaje de anoche en La luna, el ciclo de Jorge Lanata que estrenó día y horario, y se mostró reflexivo, tranquilo y exhibió algunos aspectos de su personalidad que no suelen encontrarse cuando los medios lo retratan en medio del vértigo de un recital o una conferencia de prensa, o mezclado en algún escándalo.

El bicolor, que vistió traje negro y camisa blanca, se tomó varias pausas para pensar las respuestas, contestó con seriedad la mayoría de las veces e hizo uso de su mejor sentido del humor en otras tantas oportunidades. Lanata, por su parte, estuvo atento a su entrevistado, interrumpió antes de tiempo en algunas ocasiones pero también ordenó el relato cuando se necesitó.

La infancia

Todo arrancó con la infancia de García. Su rol de niño prodigio, el oído absoluto descubierto a los cuatro años y su primera profesora de piano: “Yo era su alumno estrella y mis fans eran gordas con flores”. Los primeros quince minutos tuvieron a la música como temática central de la charla. Por momentos perdió interés, pero lo retomaba cuando Charly emitía una ocurrencia y dejaba una de sus frases.

“¿Por qué decís que estaba hecho mierda? ‘Ese era Nito” fue la respuesta-pregunta con la que Charly rebatió una afirmación de Lanata. Después agregó: “No estoy copado con la muerte, al contrario. Estuve cerca alguna vez y es como en las películas de terror, algo muy raro”.

Sobre la mesa del diálogo también apareció el tema de la edad. “Tenés 50 años loco, vos siempre hiciste de joven, pero a los 50, uno dice, es un señor”, disparó el periodista, y el músico respondió: “Si, uno se convierte en su padre”.

La familia

Después llegó el turno de los padres. García dijo recordar al suyo y aseguró no tener relación con su madre “por decisiones”. Afirmó, además, que a la familia uno también la elige” y se refirió a su hijo como alguien “muy parecido a mí, porque es muy buen músico y además tiene una gran alma, el touch”. “Creo en Dios; lo que no creo es que por sufrir acá te den una silla al lado de él, y además rezo”, aseguró serio, aunque después remató con otra de sus ocurrencias: “rezo por vos”. Para terminar, frente al espejo, García utilizó una vez su humor: “Veo a French y Beruti. Después se puso serio: “No sé qué veo. Como dice Spinetta, veo a un ser”.

Sebastián Clemente

Diario La Razon, jueves 6 de setiembre de 2001

jueves, mayo 07, 2009

Prepara un gran regreso

Charly García continúa su recuperación y desde su entorno adelantan que prontó volverá a brinda un show. Dicen que habrá sorpresas y varios cambios. Todos los detalles de la vuelta

Corren buenos tiempos para Charly García. Sus allegados aseguran que su recuperación es muy notable y que sería inminente su regreso.

Y nada menos que con una big band, término usado para denominar a bandas de más de 10 músicos y con perfil jazzero. Al parecer, el nuevo Charly se viene con todo.

“Ayer llegué a la quinta, y desde lejos vi la sombra de Charly en el piano... tocaba una versión cósmica. Le dije, ‘¿lo vas a tocar en la vuelta?’. Se rió y lo cantó más fuerte aún... Charly The Luxe!”, dijo su ex manager Fernando Szereszevsky al portal Puroshow, quien consideró que el regreso del bicolor sería inminente.

Por su parte, Pablo de Caso, jefe del equipo médico que atiende al músico, se mostró igual de optimista en sus declaraciones sobre la evolución del músico.

“Charly va a volver a los escenarios en su versión de luxe, por eso también tendrá una big band que les va a volar la cabeza”, anticipó divertido y aseguró que en los próximos días se conocerá una noticia que “alegrará los corazones”.

Además, Del Caso realizó alentadoras declaraciones a la revista rockera Rolling Stone en donde aseguró que “un ejercicio que cualquier ser humano tarda una semana en asimilar, él lo saca en media hora”, y destacó que “su evolución es sorprendente, cuando García llegó al centro, en octubre del año pasado, sufría de un cuadro de artritis en sus manos, atrofia muscular y algunos problemas físicos”.

El profesional habría asegurado que la disciplina del músico y su entorno es impecable y que él “no falta ni siquiera los domingos”.

“Tuvimos que ponernos muy estrictos”, siguió el médico, “porque era una persona que no venía bien y había fracasado en diferentes terapias”.

En pocas semanas Charly se estaría mudando a un departamento en Barrio Norte (no el de Coronel Díaz y Santa Fe, en el que vivió años).

Al parecer, esta vez se mudaría con un asistente terapéutico que se encargará, entre otras cosas, de que continúe su tratamiento en el Centro de Rehabilitación Reumatológica donde está siendo tratado por un equipo.

Fuente: Diario El Día